lunes, 31 de diciembre de 2007

When Bob comes to town

Bueno, aquí estoy de vuelta, tras un receso no deseado gracias a problemas con mi PC que, supongo, poco les interesan. Entonces, vamos a lo que sí importa.

Termina un año con muchas y buenas noticias relacionadas al ámbito musical. Mucho disco nuevo de buen nivel -aquí y allá-; regresos dignísimos de bandas monstruo -recen por Zeppelin y su venida, amigos-; visitas más que interesantes... y para cerrar el año, La Noticia. Recuerdo que llegué a casa -hace ya unos cuantos viernes- después de un día laboral particularmente molesto. Prendí la tele un segundo, y lo primero que vi fue al idiota del Bebe Contepomi dando, por fin, una buena nueva -en vez de empecinarse en decir pelotudeces que, después, por supuesto, dijo-. Y apareció el videograph, y las imágenes: "vienen Dylan y Rod Stewart". Cuando leí el “Dylan” pensé que era una joda, pero todavía faltaba bastante para el Día de los Inocentes, así que le tuve que creer.
Y sí, señores, para despedir este año y recibir el próximo, no puedo menos que obsequiarles dos de las más recientes obras maestras de don Zimmerman. Según leí, este Never Ending Tour que lo traerá por Buenos Aires el 15 de marzo, está basado principalmente en Time out of mind (1997), “Love and theft” (el tipo es tan grande que publicó un disco llamado “Amor y robo” el 11 de septiembre de 2001) y Modern times (2006), sus tres últimos discos de estudio.
Mis problemas tecnológicos me impidieron subir los tres, por lo que sólo les dejo los dos primeros. No se lo pierdan, que es uno de los artistas más trascendentales de los últimos cincuenta años. (Creo que si veo Like a rolling stone en vivo -aunque lo veo a Dylan muy capaz de no tocarla e iré con esa idea por las dudas- me retiro de los recitales).

Bueno, sin más, les deseo a todos un mejor 2008 (si el 2007 les fue bueno) y un increíble nuevo año si este no lo fue tanto. Para cerrar, frases del maestro (un viejo post aquí sobre él había recogido la opinión de muchos colegas sobre su persona, ahora dejo sus palabras, extraídas de la muy buena página God Dylan, que tiene todas sus letras traducidas al castellano).


“Las canciones están ahí. Tienen una existencia propia, y lo único que esperan es a que alguien las escriba".

"Una canción es una experiencia: no hay necesidad de entender las palabras para entender la experiencia. Intentar entender el significado completo de las palabras puede destruir el sentimiento de la experiencia como un todo".

"Cuando yo muera, la gente va a interpretar todo de mis canciones. Van a interpretar hasta la última puñetera coma. Ellos no saben lo que significan las canciones. Mierda, ni yo mismo sé lo que significan".

"¿Que cómo son mis canciones? Pues mire, tengo canciones de cinco, de seis, de siete, de ocho, y aunque usted no se lo crea, hasta de diez minutos".

"Lo que más puedo esperar es cantar lo que pienso, y quizás evocar algo en los demás. No me insultes diciéndome que soy una persona con mensaje. Mis canciones no son más que un diálogo conmigo mismo".

"¿Sabes? Todas mis canciones podían estar mejor escritas. Esto es algo que me preocupaba antes, pero ya ha dejado de preocuparme. Nada es perfecto, y por eso no tengo por qué esperar que yo sea perfecto."

"Mis canciones solían tratar sobre lo que sentía y veía. Mis otras canciones, como mínimo, trataban sobre la nada. Las más recientes tratan sobre la misma nada, sólo que vista desde dentro de algo más grande, que quizás se llame ninguna parte".

"Las canciones son justamente pensamientos. Por un momento paran el tiempo. Escuchar una canción es escuchar algunos pensamientos".

"Si yo hubiera sido un fan de Dylan Thomas me habría llamado Bob Thomas y cantaría sus poemas".

"Yo no tengo esperanzas de futuro y solo espero tener suficientes botas para cambiarme".

"Las canciones me llegan cuanto mas aislado estoy en el espacio y en el tiempo".

"Todavía no he escrito nada que me haga dejar de escribir. No he llegado al lugar al que llegó Rimbaud cuando decidió dejar de escribir y se fue a vender armas a África".

martes, 11 de diciembre de 2007

Sin fisuras

Ante cierta insistencia en parte del público sobre la mediocridad del rock argentino, no dudo en creer que este ha sido uno de los mejores años en lo que refiere a producción discográfica en la escena (quizá el mejor de la década 00). Muy buenos discos vieron la luz desde el mainstream y también desde el under. Y para todos los gustos. Haciendo un repaso corto, hubo nuevas producciones de: Las Pelotas, Attaque 77, Los Piojos, Andrés Calamaro, los dos solistas redondos, Fito Páez, Massacre, Pez, Hilda Lizarazu, El Otro Yo, Francisco Bochatón, Karamelo Santo, Valle de Muñecas, Los Cafres, Lisandro Aristimuño, Rosal, Cuentos Borgeanos, Sancamaleón y otros tantos más.
Cielo Razzo ocupa un extraño lugar dentro de esta escena. Sería estúpido de mi parte decir que es una banda under. Pero tampoco es una banda archiconocida por el gran público. No tienen grandes hits, no suelen hacer muchos videoclips para sus canciones y tampoco suenan mucho en las radios. Sin embargo, son una banda que cada vez que toca, llena, en Buenos Aires o en Rosario (su ciudad de origen). Ya tuvieron su bautismo en Obras y se dice que para presentar Grietas, su más reciente producción, se van a tirar a hacer un Luna Park.
Más allá del merito de ser una banda que llena sus recitales sin tener mucha repercusión en los medios -en este caso, lo es- su valor reside en lo musical. Pocas bandas pueden jactarse de haber evolucionado ante cada nuevo disco. Ellos sí pueden decirlo. En su primer disco, Buenas, ya mostraban ídem intenciones... pero compararlos con Los Piojos resultaba algo inevitable y molesto para una banda que, se notaba, podía despegarse de eso y hacer algo más personal. En el segundo, Código de barras, lograron esa evolución y consiguieron con Luna y Estrella dos mini hits que mucho sirvieron para su estabilización en Buenos Aires, paso obligatorio de cualquier banda para hacerse popular en todo el país. En Marea, su tercer disco, el progreso ya se hizo notorio: aquí terminaron de definir su estilo, entre buenos arreglos, letras sufridas -entre el primer disco y el segundo la banda sufrió un forzado cambio de baterista, a causa de la muerte en un accidente del batero original, Pablo Largo Caruso- y estribillos efectivísimos.
Ahora vamos a Grietas. Recién salido, perfecciona los ya muy buenos resultados de su predecesor. Presenta a una banda con mucha potencia, quizá gracias al combo de guitarras -afiladísimas, marcan la atmósfera sonora de los 13 tracks del disco- y a esa grata sorpresa tras los parches, que es el excelente baterista Javier Robledo. Todos los temas presentan un sano desarrollo que va más allá de la simpleza de la famosa estructura estrofa-estrofa-estribillo. El arranque es de lo más convincente, con De caer, Algen y Resto. Cielo Razzo ha evolucionado hacia un rock cercano al grunge -han contado en su momento, antes de tocar en Obras, que “la única vez que estuvimos ahí fue para sacar las entradas de Pearl Jam”- que no llega a ser alternativo. La fuerza y la redondez melódica de los estribillos -Santos, Barek- los hace a estos irresistibles, y el agregado de percusiones y teclados a la clásica formación rockera -dos guitarras + bajo + batería- les da a algunas canciones un toque de distinción que enriquece. Sin embargo, no se puede decir que sean una banda radiable, por cierta dosis de angustia que muestran muchos de los temas que componen Grietas (ojo, no todo es oscuridad). Desde mi lugar, no dudo en afirmar que Cielo Razzo terminará siendo una banda de estadios. Y que Grietas es uno de los mejores discos de este año que ya termina.

martes, 4 de diciembre de 2007

Las cosas que pasan de largo

Es tanta la música que hay a disposición de nuestros oídos que, sencillamente, el tiempo nunca alcanza. Al menos si sos una persona que gusta de investigar y buscar cosas nuevas (cosas nuevas significa cosas que todavía no escuchaste, no solo cuestiones musicales recientes). En ese camino uno va descubriendo músicas que lo llevan a otras, sumergiéndose en distintos géneros y subgéneros -fascinándose con unos y sobrepasando o directamente ignorando otros- y desarrollando sus conocimientos. Claro que, como dije al principio, el tiempo sigue corriendo y nadie está las veinticuatro horas del día escuchando música. Esto genera que muchas cosas pasen de largo y uno olvide posar sus orejas en ellas. O simplemente, que ni siquiera se entere de otras.
Mi caso con John Cale es extraño: por esas cosas de la vida, nunca me había dispuesto a investigar sus aventuras musicales más allá de la gloriosa Velvet Underground. Sí había escuchado algunas obras maestras que lo tuvieron como productor, como el primer disco de los Stooges o Horses, de Patti Smith -sí, el tipo siempre fue un visionario- y su homenaje a Andy Warhol a dúo con Lou Reed, Songs for Drella.
Hace unos días, entonces, me puse a buscar. La respuesta fue un disco de hermosa factura, al que llegué luego de averiguar un poco sobre su vasta discografía solista. Paris 1919 fue editado en 1973 y según un par de crónicas que leí -en inglés todas, me hicieron laburar- es su disco más accesible, más clásico. De seguro debe ser así, ya que teniendo en cuenta que Cale siempre fue un tipo que gusta de innovar por el lado de lo extremo y lo experimental, este álbum brilla dentro de lo tradicional.
En este caso, son canciones que se podrían enmarcar entre Sunday morning -Velvet Underground ’67- y Sad song, del Lou Reed de Berlin (no por nada fueron compadres musicales; de hecho, Berlin y Paris 1919 fueron editados el mismo año). O sea, estamos ante un pop de armonías y arreglos clásicos, ideal para cualquier marco cotidiano de tranquilidad (la principal diferencia con el citado disco de Reed). Encuentren por sí mismos grandes momentos como Andalucia, Paris 1919 o Hanky Panky Nohow. Yo estoy en eso... y voy a seguir averiguando.

viernes, 30 de noviembre de 2007

Música desértica para una década... desierta

Ya termina otra década. A la hora de sacar balances musicales, y pensar por qué se caracteriza, lo primero que se me ocurre es... por las vueltas. Vueltas a un sonido retro y retornos de bandas muertas hace tiempo ya, pero que dejaron un legado que ningún otro grupo de 2000 para acá pudo hacer olvidar (aquí, allá y en todas partes). Pensando en los grupos que -si se quiere- marcaron el ritmo de estos años, podríamos citar a los Strokes y White Stripes, más algunas bandas que ya venían de la década anterior como Radiohead, Red Hot Chili Peppers y Foo Fighters; y algunas locuras alternativas como Mars Volta, agregando la reciente explosión de Arctic Monkeys.
Algo corrida al margen, para mí, aparece la banda más personal de todas -palmo a palmo con el dúo White- y la más drástica en lo que refiere a concepto sonoro. Creo que son lo mejor que nos deja esta pálida década, llena de tributos y vueltas al pasado (algo que no está mal en su justa medida, pero que se transformó en moneda demasiado corriente estos últimos años). Hablo nada más y nada menos que de Queens of the Stone Age, un plan llevado a cabo por Josh Homme, que bien podría denominarse como combo musical. En todos los discos cambia la formación y aparecen muchos -y muy buenos- músicos invitados colaborando con el proyecto. En este caso, iremos a su disco de 2002, quizá el más conocido.

Songs for the deaf fue grabado entre marzo y junio de 2002 y editado en agosto del mismo año. Es el tercer disco del grupo y fue calificado por la prensa especializada como uno de los mejores discos de dicho año. Cada tema del álbum tiene un separador con un locutor anunciando el siguiente track, algo que ya hiciera hace unos años antes Attaque 77 (¿habrá escuchado Josh Homme Radio insomnio?). Según el mismo Homme comentaba a la salida del álbum: “el primer disco fue ‘distanciarse de Kyuss’, el segundo fue llevar nuestra música a otras áreas y este disco lleva eso un poco más lejos aún. He pensado en este disco desde el primero”. La otra cabeza del grupo, Nick Olivieri, decía: “Nosotros seguimos haciendo lo que hicimos siempre. O sea, la música que queremos oír pero que no conseguimos en las tiendas. Entonces la hacemos. No tratamos de satisfacer a nadie, no sé como hacer eso porque nunca he vendido discos, sabes a lo que me refiero, ‘¡escribamos un hit!’... No sé qué es eso, porque nunca tuve uno”.
Para la ocasión, el baterista del grupo –tanto en la grabación como en la gira de presentación del disco- fue el Sr. David Grohl, más conocido por sus trabajos en otras banditas de los noventa que supongo ustedes conocen. Entró temporalmente como reemplazo de Gene Trautmann y su estadía en la banda fue únicamente por esta placa (les comenté que en QOTSA los músicos van y vienen). Más que suficiente, podría afirmarse, porque el trabajo del foo fighter es impecable.
Pero claro que el disco no es ni por asomo sólo el trabajo del estelar músico invitado. El clima opresivo de cada uno de los temas, esa oscuridad tan violenta que presentan casi todos los tracks, es mérito del genio de Homme y el -ya ex- bajista Olivieri. Aún sonando casi como una antítesis al pop de difusión, lograron meter un par de pequeños hits en MTV: las gemas No one knows -quizás por su irresistible riff y su marchoso ritmo- y Go with the flow.
Etiquetarlos como stoner rock quizá sea algo injusto, pero a su vez ellos mismos desde su anterior banda Kyuss fueron pioneros de dicho género. Yo diría más bien que Queens of the Stone Age es rock desértico, saturado y paranoico, con algunos momentos cercanos al heavy metal y la psicodelia -los justos y necesarios- y una mínima dosis de pop e ironía que los vuelve irresistibles luego de un par de escuchadas (está claro que no son una banda de sencilla digestión. Digamos que son como comerte cinco hamburguesas con un vaso de agua).
Otro invitado del disco que se destaca -en realidad figura como miembro estable de la banda- es Mark Lanegan, uno de los cantantes más ásperos e interesantes de la década anterior, recordado por su trabajo con los Screaming Trees. Su participación resulta ideal para el estilo de los Queens -tan huraño como su voz- y resalta en uno de los grandes momentos del disco: Hangin’ tree.
Distintas razones por las que no debe faltar Songs for the deaf en sus discotecas -o PC’s-: el rock alternativo mixado con flamenco de First it giveth; la desaforada Six shooter; el clima de God is in the radio -ese solo sí que es stoner rock-; la sesentosamente convencional Another love song; la acústica Mosquito song, un poco de aire entre tanta gravidez... Bueno, ya saben.
Mejor escúchenlo enterito.

Pequeño Detalle 1: como siempre, en todos lados hay un argentino metido en el medio. En este caso, Paz Lenchantin –a esta altura, más yanqui que argentina, pero no importa- colabora en el disco metiendo cuerdas.
PD2: ¿sabían que los QOTSA vinieron a Argentina como soporte de Iron Maiden -cuando estos tocaron en Vélez- y fueron maltratados por el público, algo increíble si los escuchan un poquito? ¿Y que luego tocaron en Cemento para -solo- unas doscientas personas?
PD3: el último tema del álbum es Everybody’s gonna be happy, un justo homenaje a The Kinks.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Cinco perlas del Camaleón

Una de las razones que me llevó a hacer el blog fue que veía que la mayoría de los blogs que ofrecen discos no emitían críticas respecto de lo subían. Si bien muchos guardaban y guardan cierto concepto a la hora de subir -como JS Free o Stay Free; por citar solo un par conocidos y, para mí, excelentes- en otros te mandaban discografías a rolete y sin explicación alguna (no voy a decir cuáles, jeje). Eso me parecía y me sigue pareciendo de poco valor, porque creo más interesante que te recomienden algo y después te dejen investigar, a que suban la discografía completa de un tipo que capaz tiene 34 discos. Dicha cuestión me llevó a armar todo esto: dar el pie y que después ustedes sigan buscando, si quieren.
El tema es que viendo los discos que David Bowie editó entre fines de los ’60 y todos los ’70… me dieron ganas de subirlos a todos. Para no ser cargoso al pedo, como en esos blogs que te suben discografías enteras sin un mínimo comentario o concepto, al final elegí cinco discos, casi consecutivos. Espero que sean inteligentes y si no los tienen, los bajen a todos (y después se los compren, por supuesto). Porque acá recomendamos, no subimos lo que piden o lo que sea para que entre más gente.

Space oddity (1969): El comienzo de la épica
Su primer gran disco. Acá empieza a mostrar sus pergaminos, con canciones heroicas como la que da título al álbum. Solo con ella alcanzaría, pero David se destapa con otros admirables momentos, como Letter to Hermione -de conmovedora letra- o los memorables nueve minutos de Cygnet committee, que termina con un Bowie desgarrador gritando “I want to live”. Quienes pensaban que Space oddity era solo una gran canción, no se olviden del disco que lleva el mismo nombre: un Bowie que quería vivir y nos empezaba a dar mucha música a nosotros. Y la música, vaya si es vida.
Otros grandes momentos: An occasional dream, God knows I’m good, Memory of a free festival.

The man who sold the world (1970): Las guitarras al frente
Si bien tiene puntos de contacto con su antecesor, sin dudas este disco posee una densidad más rockera. Probablemente, esto tenga que ver con las grandes bandas monstruo que comenzaban a explotar en esta época, como Zeppelin, Purple y Sabbath. Bowie -siempre camaleón- supo adaptarse a cada momento musical, y nunca desentonó. En esa nueva faceta guitarrera, se despacha con temones como All the madmen, Running gun blues y She shook me cold. Un dato para nada menor: este es el primer disco con la base de la banda que luego fuera The Spiders from Mars.
Otros grandes momentos: After all, The supermen, The man who sold the world (lo que yo pueda decir de este tema está de más ante semejante canción).

Hunky Dory (1971): Entrando al Olimpo
De este disco, sinceramente, no hay mucho que se pueda decir. Empieza con Changes, sigue con Oh! You pretty things, luego con Eight line poem. Pasa por Life on Mars?, a la que le sigue Kooks, para después llegar a Quicksand y Fill your heart. Después, llega el homenaje a Andy Warhol, y la Song for Bob Dylan. Queen bitch es la que sigue, y cierra con The Bewlay brothers.
¿Por qué no describo nada? ¿Por qué sólo enumero? ¿Por qué sólo los nombres? Justamente por eso. Porque Hunky Dory es perfecto. Y no me vengan con cinco estrellitas ni nada. Esto es la gloria de la música pop, en una de sus tantas formas. Y es una de las tantas manifestaciones musicales de maestría que nos dio Bowie. Y listo.
Si no lo tienen, sepan que son unos idiotas. Si lo ignoraron sin querer los perdono y les doy revancha, pero si lo dejaron pasar... fíjense de vuelta que algo está mal en sus cabezas.

Aladdin Sane (1973): Es un afano, suspendanlón (?)
Suponiendo que todos tienen Ziggy Stardust, pasamos al siguiente. Después de semejante disco como ése, siempre se espera algo peor. Pero la inspiración furibunda de Bowie en estas épocas saciaba los gustos de cualquiera. Arrancar con Watch that man fue una buena forma de acallar cualquier sospecha de que después de Ziggy no se podía mantener el nivel. Por suerte no fue sólo el arranque: Aladdin Sane está compuesto de 10 temas impresionantes, uno mejor que el otro. Si hasta ahora no destaqué el trabajo vocal de Bowie fue porque esperé llegar hasta aquí. Escuchen Drive-In Saturday, o Lady grinning soul -qué canción- y ahí me dicen qué tal. Además, la forma en que Bowie se desenvuelve en los temas más rockeros del disco confundiría a los que lo ven simplemente como un símbolo de los ochenta. Las pruebas: The Jean Genie y la humillante versión de Let’s spend the night together.
Otros grandes momentos: Time, Aladdin Sane, Panic in Detroit.

Diamond dogs (1974): Qué perros ni perros...
Después de un gran disco de covers (Pin ups, 1973) llegamos a otra obra bestial. Cuando entré a Wikipedia a buscar información sobre el disco y me encontré con una crítica que le pone dos estrellitas y media, no lo creí. Después, no me quedó otra que pensar que los periodistas de rock son todos unos estúpidos que no entienden nada -y encima resentidos, como dice Divididos: “el periodista que se muere por tocar”- y no valoran el concepto de un genio en estado de gracia. Los 11 temas que componen Diamond dogs están entrelazados, musical y conceptualmente -algo parecido, por ejemplo, a Dark side of the moon- y mayoría de ellos tienen su origen en 1984, de George Orwell. Para este disco se da un hecho clave: aquí ya no están los Spiders; y Bowie se hace cargo de todas las guitarras.
Grandes momentos: Rebel rebel, We are the dead, Sweet thing, Rock n’ roll with me, 1984.

Justo me enteré que hoy se celebra el día de la música. Creo que es un digno homenaje a ella.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Punk stone

Siempre me causó muchísima gracia que los punks detesten a los Rolling Stones. Me parece lo más estúpido del mundo, porque lo creo el subgénero más influenciado por Jagger & Cía. (junto al glam y en menor medida el hard rock). Si uno busca en las raíces, y quiere ir antes del ’77 -a los Stooges por ejemplo- es innegable que esa mugre es muy stone. Y los mismos Sex Pistols deben mucho de su sonido a los Rolling también. ¡Ni hablar de los New York Dolls! Por lo tanto, es un misterio que nunca comprenderé muy bien esto del odio (y eso que ni cité que los mismos Ramones o Patti Smith también eran fanáticos).
La cuestión es que no les voy a hablar de los Stones, sino de los Heartbreakers, una eminencia del punk-glam-rolinga. Los Rompecorazones fueron idea de Johnny Thunders, uno de esos grandes perdedores de la historia del rock, luego de la disolución de los citados Dolls. Quedaron de dicha banda Thunders (voz y primera guitarra) y Jerry Nolan (batería), a los que se agregaron Walter Lure (segunda guitarra y voz) y Billy Rath (en bajo, puesto que en un principio había ocupado Richard Hell, recién salido de Televisión, pero dejó rápidamente para formar los Voidoids).
Editaron un solo disco de estudio, L.A.M.F. La sigla significa Like a Motherfucker, y era -supuestamente- bastante utilizada por los jóvenes neoyorkinos de la época. Nunca mejor puesto el nombre, porque solo unos hijos de puta como ellos podían hacer un disco tan mugriento. Los cuatro músicos hicieron sus propias mezclas y el resultado fue un grandioso quilombo. Las críticas de la época elogiaron las canciones, su ejecución presurosa, esa urgencia, ese instinto... pero destrozaron la mezcla. Nadie comprendía el por qué del caos sonoro. De todas formas, el disco se transformó en un suceso del otro lado del Atlántico, en el Reino Unido, que en ese momento estaba invadido por esa música sucia que ellos tan bien hacían.
Por lo general, los temas abordan historias de amor (I love you, I wanna be loved) y drogas (la perla Chinese rocks, escrita por Dee Dee Ramone: una oda a la heroína, droga por la que compartía pasión con Thunders). La canción más conocida es casi una síntesis de la vida de Johnny: Born to loose.
La vida del grupo fue tan intensa como el disco, y eso les valió la separación en el mismo 1977. El primero en irse fue Nolan, que no estaba de acuerdo con la mezcla final. Lo siguieron Lure y Rath, que se volvieron a Estados Unidos.
Lo que aquí les dejo es la versión editada en 1994, con las mejores mezclas disponibles.

martes, 13 de noviembre de 2007

Post punk

Después del trabajo que me generaron sendos post de Pink Floyd y Keith Richards, ahora no me pienso gastar nada. Sólo les digo que escuchen este discazo de John Lennon y se rindan ante él. Si quieren un poco más de info, les dejo links a Aloha y Wikipedia, con un poco más de data. Yo, me cago en todo (pero me cago en todo con amor, como dice Calamaro).

martes, 6 de noviembre de 2007

LMEDA Records Presents: The Best of Keith Richards Sings

La Música es del Aire Records presenta su segunda compilación. Tras el abrumador éxito (!) obtenido por el compilado 15 Canciones para la Primavera, llega una grandiosa colección de canciones. Estamos hablando nada menos que de una leyenda viva del rock mundial, el Sr. Keith Richards. Gigante guitarrista; aspirador de padres; padre de piratas; trepador de palmeras; amigo de la policía; hombre de transfusiones (!!!). Todo eso es el bueno de Keith.
Sin embargo, aquí destacaremos un aspecto no tan resaltado de su majestuosa carrera. Las canciones que componen este rejunte musical son cantadas en forma increíble por este anciano londinense y su borrachísima y añeja voz. Aquí están todas las songs a las que le puso la voz como parte integrante de los Stones, mas un par de bonus de mi gentileza. Y para que no se enoje el bocón, al final les dejo otro regalito más que bizarro.

Nota 1: El disco está dividido en dos partes pero la numeración de las canciones sigue subiendo. O sea, el disco dos no arranca del track 1. Vale la pena que unan ambas partes.

Nota 2: Entre las canciones aquí expuestas se encuentran algunas en que el amigo Richards comparte los créditos vocales con Sir Mick Jagger. No se incluyó el tema Salt of the Earth porque el autor del blog consideró mínima la participación vocal del hombre calavera.

LAS CANCIONES:

Parte uno:
1- Little T&A
2- Something happened to me yesterday
3- Wanna hold you
4- Too rude
5- Coming down again
6- The nearness of you
7- Before they make me run
8- You got the silver
9- You don’t have to mean it
10- Sleep tonight
11- Happy
12- Thief in the night
13- How can I stop?

Parte dos:
14- Can’t be seen
15- Infamy
16- All about you
17- Memory motel
18- This place is empty
19- The worst
20- Gimme shelter
21- Slipping away
22- Thru and thru
23- Losing my touch
24- Girl of the North Country (Bob Dylan cover)
25- Happy (con Sheryl Crow)
26- Bonus track

martes, 30 de octubre de 2007

10 razones para ir en diciembre

Para las fechas de ahora, dormí. No quería ir a campo porque no estaba dispuesto a pagar tanto dinero para estar incómodo (cada vez soporto menos al público argentino, me explico).
Cuando intenté comprar plateas altas, ya no había.
Pero tengo fe, van a agregar nuevas funciones.
Claro, esas tres personas chiquititas que aparecen en la foto son Cerati, Alberti y Bosio. Si no escucharon nada de la vuelta, os dejo 10 temas masterizados -los que regalaban ellos- que demuestran que la vuelta no era solo por dinero. Era para demostrar cuán buenos eran. Y vaya que lo lograron.

Quienes hayan ido, pueden contar detalladamente. (Ah, la foto es de sodastereo.com, por las dudas).

LAS CANCIONES:
1- Juegos de seducción
2- Texturas
3- Hombre al agua
4- Fue
5- En remolinos
6- No existes
7- (En) el séptimo día
8- Cae el sol
9- Prófugos
10- Nada personal

martes, 16 de octubre de 2007

...Y la droga se la compran ustedes

El viernes anduve por el centro con mi viejo. Como teníamos que hacer tiempo fuimos a un Musimundo -sí, giles, acá los piratas son ustedes- porque se quería comprar un CD de Raly Barrionuevo. La cosa es que me hizo una torpe apuesta respecto al orden de unos CD’s (no vale la pena explayarse) y le gané, claro. El premio era un disquito a elección para el ganador. Entré a revisar y el primero que vi fue el último de los White Stripes. Pensé “no puedo ser tan hijo de puta de pedirle uno de los más caros” entonces seguí buscando. En la misma batea estaba Nadir’s big chance de Peter Hammil, importado, a 31 mangos. Nunca en mi vida había visto ese disco. Por un momento lo dudé, pero al final tampoco fue ese mi elegido (ahora un poco me arrepiento) y busqué alguno no tan caro. Para mí sorpresa, miro para la “P” y veo Wish you were here a $19.99. Ahí pensé “este podría ser”, hasta que revolví un poco en el mismo lugar y, tras él, estaban Animals y Meddle, dos que no tenía hasta ese momento (por lo general los CD’s de Floyd están el doble o por ahí). Sin dudar me compré ambos, siendo uno de ellos la paga de la apuesta, claro. Así llegamos a Meddle, que me resulta tan zarpado como para analizar tema por tema (en realidad solo son seis, así que no es tanto lío):

One of these days: El disco arranca instrumental, luego de unos cuantos segundos de silencio sopla un viento. Después, machaca el bajo y empieza este gran tema -era más largo pero lo acortaron- que se va volviendo cada vez más pesado y suena cuasi industrial-metalero, denso mal. Por momentos hasta parece Deep Purple. Personalmente, le hubiera dado un poco más de minutos de desarrollo, pero se ve que no les entraba, porque Floyd no se caracteriza por cortar canciones (dura cinco minutos y pico). Excelente y potentoso comienzo para lo que se va a venir luego.

A pillow of winds: Nunca mejor puesto el nombre de una canción tan etérea y dulce como lo es esta (les traduzco a los que no saben inglés: pasado sería Una almohada de vientos). La letra, descriptiva, no se queda atrás: “Sleepy time when I lie with my love by my side and she’s breating low, and the candle dies”. Definitivamente, me encantaría hacer una canción la mitad de buena que esta (y sus slides... y esos arpegios… se me cae la baba). El contraste entre esta belleza y la apertura queda raro en una banda que en casi todos sus discos presenta cierta cosa conceptual desde las letras hasta el sonido general. Este disco no es el caso, y se celebra igual.

Fearless: Acá sí se mantiene lo conceptual, esta gema también es tranquilita. Parece hablar de las cosas riesgosas o imposibles de hacer, mostrando que todo es posible, más allá del miedo que algunas de esas cosas generen. Al final, se escucha a la hinchada del Liverpool cantar estruendosamente You’ll never walk alone (himno de la institución), que dice “camina con la esperanza en tu corazón y nunca caminarás solo”. Tipos tan pensantes como ellos no ponen esta frase en una canción porque sí.

San Tropez: Este es como una mezcla de Stevie Wonder-blues-jazz-minimal aun con gusto a Pink Floyd. Me parece ideal para ir caminando en un desfile de moda (no yo, por supuesto), tiene un swing excelente para eso -y vuelve a romper con lo conceptual. Antes de llegar a Seamus uno puede hasta llegar a pensar que es el tema menos Pink Floyd del disco, no por eso menos bueno, por supuesto.

Seamus: Floyd haciendo un blues medio rural no es cosa de todos los días. Pero que un blues tenga los coros de ¡un perro! y que encima queden tan perfectos es aun más grandioso. Seamus -el can-canción- se manda unos aullidos tan afinados que no se puede creer, en especial el del final. La letra es bien blusera, o sea, bastante tonta y graciosa. Claro, lo que importa aquí es el corista y sus superlativos aullidos, de hecho el tema fue hecho para eso. Si no lo escucharon, busquen la forma -jeje- aunque sea por el increíble momento sonoro que significa.

Echoes: No creo casual que uno de los últimos compilados que salieron de la banda se llame como este tema. Tiene todo, muestra el espíritu y la variedad que el grupo supo tener. Claro, cualquier obra musical que dure 23:31 podría tenerlo -ocupaba un lado entero en la vieja edición- pero de ahí a que eso se logre es otra cosa. La letra es brillante, y el desarrollo del tema -sus silencios; los solos de Gilmour; esa cosa progresiva pero no; la agonía casi insoportable y tenebrosa del medio; la vuelta ¡y esas guitarras!; el retorno a la estrofa; como lo dejan caer al final- es tan logrado que no lo hace aburrido. Se nota que acá ya tenían más que claro hacia donde iban con su sonido. Y también tenían claro que, por canciones como esta -¿se puede calificar como canción o tema semejante bestialidad?- iban a transformarse en uno de los grupos más importantes de los últimos cincuenta años de música popular.

…Entonces, acá tenés el disco que para Gilmour y Mason es el verdadero comienzo de la leyenda Pink Floyd.

lunes, 1 de octubre de 2007

V.A. - 15 Canciones Para la Primavera

Sin lugar a duda alguna, hay canciones primaverales. Cuando arrancó la primavera, lo primero que pensé fue “buenísimo, voy a chorear un poco con un post de eso”. Pero me dormí en los laureles y Recontra me gano de mano, aunque en realidad, él hizo una selección de canciones que hablan de sol, que no es exactamente lo mismo. Por lo tanto, me apresto a presentarles 15 bonitas construcciones musicales ideales para escuchar un sábado a la noche con amigos y una cerveza en la mano (o lo que gusten tomar y/o fumar). También son ideales para amenizar un viaje largo, así que bien las pueden cargar en sus respectivos reproductores de mp3. Abajo, entonces, descripciones y porqués de cada elección:

And your bird can sing (The Beatles): Guitarras magistrales abren este tema, que es pura buena onda para arrancar un compilado así. Bueno, por eso es el primero. Con sólo decir que está en el mejor disco de los Fab Four, alcanza. Para que canten todos los pájaros.

Precious angel (Bob Dylan): Si el sonido de guitarra de la introducción te suena conocido, es porque el grandioso Mark Knopfler es quien ejecuta la guitarra en el disco en que se encuentra esta canción (el menospreciado Slow train coming, de la época de conversión religiosa del Bob). En el estribillo, Dylan canta “Shine your light, shine your light on me”, frase que Luca Prodan tomó para Brilla tu luz para mí, canción en la que además nombra al genio. Por supuesto, este tema es de una redondez absoluta, por eso está aquí.

Las flores (Café Tacuba): La primera en castellano. Podría decirse que sólo con el nombre este tema ya estaba adentro. Sin embargo, como no-escuchador de los Tacuba que soy, hasta hace poco ignoraba su existencia. La descubrí porque… ¡es la apertura del programa de Mariana Fabbiani!

Trabajando en el ferrocarril (Pappo’s Blues): Esa bestialidad del rock argentino llamada Vol. 3 traía entre estruendos y guitarras filosas este minuto y pico de alegría mezclada con ironía. Es casi una burla, pero con una dosis de buena onda country que es tan entradora como un defensor rústico (¡!).

Dosed (Red Hot Chili Peppers): Hermoso tema de los Peppers de un disco poco valorado como By the way (que para mí es un discazo con bonitas canciones como esta). Los coros de Flea y Frusciante le dan aún más onda a un estribillo pop explosivo. Como pequeño detalle, Desecration smile -del aburrido, flaco y olvidable Stadium arcadium- tiene una melodía casi igual a la de los versos de esta belleza de 5 minutos.

See Emily play (Pink Floyd): No podía faltar en un post primaveral alguna canción de Floyd con Barrett, una época explosiva, hippie y psicodélica si las hay. Una perlita que sigue brillando cuarenta años más tarde, de la que me estaba olvidando pero me hicieron acordar los chicos de Scaletric! con su excelente post sobre esta época dorada de una de las mejores bandas de la historia del rock.

Te conozco de algún láu (El Regreso del Coelacanto): Desde Rosario, una belleza con tintes folklóricos y un poquito de melancolía. Está tan buena la canción -y su título fontanarrosesco- que dan ganas de encontrar algún disquito en la red de los muchachos, pero los rosarigasinos no se copan y no pude conseguir ninguno. Recomendable su versión de Crua-chan de Sumo, también.

1959 (Patti Smith): Y… la madrina no podía faltar. Desde Gone again nos regaló este soft rock que tiene tanta onda como ella (o más). No hace falta decir mucho más, creo.

La puerta de al lado (Los Rodríguez): Un Calamaro brillante (en esta época estaba inspiradísimo) nos deja una letra imponente y una de sus tantas melodías entradoras. Cantada a dúo con Ariel Roth, tiene una frase que me encanta, y me suena híper primaveral: “Soy la funda vacía de una guitarra que un día aprenderé a tocar”. ¡Está bien!

El camino (Attaque 77): La más tranquila de todas las que puse, quizá no tiene el tempo que requiere una canción para ser calificada como primaveral, pero sí la escuchan me van a dar la razón por haberla incluido. Una gema de Radio insomnio, probablemente su mejor disco. Cuerdas, acústicas, y una letra perfecta para viajar “viendo televisión virtual por la ventana”, como canta Ciro.

High (The Cure): Esto es más que nada un acto de justicia con esta canción, que no fue hit sólo por estar en el mismo disco que Friday I’m in love. Igual, la versión que aquí dejo es la del acústico que sacaron en 2001, un poco menos primaveral que la original. Genial el arpegio de la intro.

Dandelion (The Rolling Stones): Otra desde los años de la psicodelia. Esta pieza es un pequeño regalo para la hija de Richards, y un gran regalo para todos los demás. Gran melodía y orquestación... y sin embargo se perdió entre otros tantos temazos que hicieron en esa época (y se quedó sin ser hit por ello).

Cut your hair (Pavement): Uno de los himnos indies de los ’90 no podía faltar en este compilado. Si la canción fuese sólo sus coritos introductorios, ya estaría aquí.

Needles and pins (Ramones): Este tema es una de esas canciones clásicas que se hacen irresistibles de cantar. La versión de Ramones, además, significa un gran momento vocal de Joey; y el puente antes del cambio de tonalidad es simplemente glorioso. Para cantar en un boliche con amigos y una cerveza en la mano (es lo que hice yo el viernes, y por eso me acordé de incluirlo).

Lo que el viento nunca se llevó (Fito Páez): La primavera toda está en esta canción, que sirve para despertarse con buena cara por las mañanas, con su “arriba todos, es un día de sol”. Por eso la elegí para cerrar el compilado. Significo una tarea complicada ya de por sí elegir un tema del propio Fito, gran autor de canciones primaverales (A rodar mi vida, Mariposa technicolor, Bello Abril y unas cuantas más).



Ah, acá están todas juntas.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Racing y Radiodread, un sólo corazón (?)

Me he dispuesto a escribir el post mas estúpido, insólito y colgado de la historia de Blogger (!).
Y sí, les voy a explicar el por qué del título. El álbum en cuestión -del que os voy a hablar- es Radiodread, de los Easy Star All*Stars. ¿Qué tiene que ver este disco con Gustavo Alf Costas, Facundo Gerardo Sava y demáses personajes de mi amada institución? Simple, mucho más simple de lo que parece.
- Radiodread es un disco de reggae -música alegre si las hay, de la que hasta ahora no había subido siquiera un disquito- que tributa a uno de los grandes discos de la pasada década, OK Computer.
- El clima de dicha placa -la de Thom Yorke y Cía.- es de eterno sufrimiento, nos hace sentir que no hay salida a la felicidad o como carajo quieran decirle (más allá de la belleza también eterna de algunas canciones).
- Pero... los amigos reggaeros le meten a ese sufrimiento una dosis de alegría, que sumadas a dicha belleza generan un sentimiento al que defino como Racing Club. Simplemente eso. Porque mi querida Academia representa el sufrimiento, sí. Pero nunca la amargura. Los de Racing somos sufridos pero también los primeros en ilusionarse, dueños altivos de la esperanza.
- Como resultado, por si no entendieron: Radiodread, en definitiva, es un disco racinguista, sufrido y alegre a la vez. Espero que lo sepan disfrutar.

(Yo mejor me voy a domir, porque sino no me voy a recuperar nunca de este fin de semana...)

lunes, 17 de septiembre de 2007

Forever Young

No, no tengo ganas de escribir. Así que les dejo Rust Never Sleeps del grosso Neil Young, sin decirles más que bájenlo, que es un tremendo discazo. Abajo, la -breve- crítica de Aloha PopRock:

Mitad acústico, mitad eléctrico, este gran disco de Neil Young grabado en vivo (eliminando en la mayoría de los temas el sonido del público), retoma la dualidad clave en la obra del canadiense, el folk acústico de cuidada melodía y el rock de fogosa y crujiente distorsión. El lirismo críptico pleno de imaginería que exhala el sardónico espíritu de Neil es la clave en los textos de este álbum, inoxidable ante la sagaz y alegórica capacidad de escritura de Young, recuerdos cáusticos a Lynyrd Skynyrd en Powderfinger, búsqueda de nuevas emociones en Trasher, disertaciones anticolonialistas en Pocahontas o miradas a la evolución de la industria del rock (de Elvis a los Sex Pistols) en la imprescindible My, My Hey Hey (Out of the blue) y su espectacular y bestial sosias eléctrica Hey, Hey, My, My (Into the black).
Mientras en las piezas acústicas Young cuenta con el apoyo vocal de Nicolette Larson, el bajo de Joe Osborne y la batería de Carl Himmell, en la fracción rockera se unen los Crazy Horse, con su característico sonido sucio, simplista y agrietado que alimentan con venenosa energía la crudeza natural de la guitarra del maestro.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Reponiendo (ahora sí, ya estamos)

Bueno, para terminar con este lío que me generó Zupload, les cuento que los discos que quedaban por re-subir ya están listos de vuelta para sus placeres. Son los siguientes:

  • Chet Baker - The Best of Chet Baker Sings
  • Creedence Clearwater Revival - Cosmo's Factory
  • Divididos - La Era de la Boludez
  • Fito Páez - El Amor Después del Amor
  • Foo Fighters - Foo Fighters
  • PJ Harvey - Stories From the City, Stories From the Sea
  • The Rolling Stones - Singles Collection: The London Years (3 CD's)
  • The Waterboys - Fisherman's Blues (Collector's Edition - 2 CD's)

No les voy a insistir con el nivel de excelencia de cada uno de ellos, buceen en las etiquetas y compruébenlo con sus oídos (muchos son conocidos, así que ya saben).
Eso sí, si se cae Zshare, lo lamento por ustedes, pero los 68 discos alojados ahí ni de casualidad los vuelvo a subir. Así que bájenlos ahora.
Saludos a todos.

sábado, 8 de septiembre de 2007

El hombre que nunca defrauda

Loose Fur es otra de las locuras de Jeff Tweedy. Un proyecto paralelo a los grandiosos Wilco -la banda que lo mantiene ocupado casi exclusivamente- que comparte con otro miembro de la banda, Glenn Kotche, y un asiduo colaborador de ella, Jim O’ Rourke (que trabajó en los aclamados Yankee Hotel Foxtrot y A ghost is born; y fue integrante de Sonic Youth durante cinco años).
El disco que les presento, que lleva el original nombre Loose fur, fue grabado en el año 2000, pero recién vio la luz en 2003, más precisamente el 28 de enero (sólo digo la fecha porque es la de mi cumpleaños, je). Loose fur tiene bastante en común con el citado Yankee Hotel Foxtrot: un clima psico-experimental, medio noise, pero avalado por canciones redonditas (ejemplos: Chinese apple de Tweedy y Elegant transaction, con letra de O’Rourke).
Es un álbum corto en lo que refiere a cantidad de temas, ya que son sólo seis las obritas que lo componen. Pero cada una es bastante desarrollada. El único tema de duración standard, por decirlo de alguna manera, es You were wrong, que apenas pasa los tres minutos y medio. Los demás superan todos los cinco minutos. Ojo: igual no se asusten, que no aburre.
Al que quiera más Loose Fur, el grupo tiene otro disco llamado Born again in the USA, editado en 2006. Yo, además de invitarlos a este interesante disco, los obligo a escuchar Sky blue sky, el último disco de Wilco, que es sin lugar a dudas el mejor lanzamiento de este año.

PD: Gracias a Sabalerox por enviarlo, que yo no lo conseguía.

jueves, 30 de agosto de 2007

Música y Religión (en el medio, Charly)

A lo largo del tiempo, todos los que estamos en el mundo de la música -desde el lugar que sea- vamos viendo cómo se mueven los músicos y sus respectivas carreras. Sin dudarlo, cualquiera que haya escuchado al Charly de otras épocas sabe que la actual no es la mejor versión. Como dice el propio García, “lo que ves es lo que hay”.
Pero uno lee las noticias y se encuentra con sorpresas: “Charly y su gran show en La Trastienda” y títulos similares. Que a esta altura alguien pueda decir eso de él es particularmente extraño, porque hace por lo menos 13 años que nos tiene más acostumbrados a los escándalos que a las buenas canciones. Que haya gente que paga precios astronómicos para verlo -bien podría decirse gastronómicos, por lo que sale comer en Argentina- suena aún más increíble, sabiendo que bigote se raya y se va del escenario a los diez minutos de iniciado el show. Para nunca más volver, claro.
Aquí entramos en el mundo engorroso que voy a analizar brevemente: la relación artista-público, que se ha vuelto en los últimos años una cuestión más de aguante -curiosamente, el título del que quizá sea el disco más flojo en toda la trayectoria de Charly- que de exigencia. Es decir, el público no pide nada: va a los shows, recitales (o como quieran llamarle) a compartir el rito con los demás. A veces ni siquiera interesa demasiado lo que haga el artista x arriba del escenario.
Dentro este panorama, que ayuda a la no-renovación de los músicos -cada vez es más común que entre disco y disco haya al menos tres años de espera, aquí, allá y en todas partes- se encuentra el amigo Charly, y quienes él llama los aliados. Es decir, los que garparon la entrada para verlo en La Trastienda, o antes en el Gran Rex, o donde sea que el flaco esté. Pero Charly no es el único al que le pasó esto, porque EL público es uno. Y el público de rock en Argentina se ha vuelto una masa de gente que no exige nada, que aplaude la mediocridad, que no busca lo nuevo, que va para estar... Entonces, le damos el pie a los músicos para que se aburguesen y no entreguen nada interesante.

¿Qué me dio el pie para escribir todas estas gansadas? Sólo el nombre de un disco (el de arriba), y la relación de ese nombre con el presente del artista y del mundillo del rock en general. Porque, sin lugar a dudas, la música se ha vuelto parte de la religión. Y eso es algo negativo.
Ahora... ¡qué bueno sería que Charly vuelva a ser el de Parte de la religión! Ni me gasto en decirles algo del disco, sólo vean el tracklist...

LAS CANCIONES:
1- Necesito tu amor
2- Buscando un símbolo de paz
3- Parte de la religión
4- Rap de las hormigas
5- Adela en el carrousel
6- No voy en tren
7- Rezo por vos
8- El karma de vivir al sur
9- Ella adivinó
10- La ruta del tentempié

sábado, 25 de agosto de 2007

Costhanzo y su pop fino

Hace un buen tiempo ya, me di una vuelta por el blog de Costhanzo y le pedí que me recomiende algún disquito para subir al blog. Hasta ahora, las recomendaciones habían venido por parte de periodistas del medio, músicos o bloggers que insistían con bandas ochentosas. Pero decidí preguntarle a Augusto porque noté que buena parte de su producción tiene relación con el mundo de la música, por lo que deduje que el hombre sabía.
Hace poco, recibí su respuesta, que nos propone escuchar a The Sea and Cake, más precisamente su último disco Everybody. Su comentario fue: “les va a encantar, es una mariconada bien fina para tipos middle age como yo”. Como sé que en el mundo hay muchos homofóbicos, me dediqué a buscar una reseña del disco. Para los que gusten de las mariconadas bien finas, no hace falta que la lean. Los que quieran, aquí pueden acceder al pop de los muchachos de Chicago.

Les cuento, a quienes no sepan bien quién es Augusto Costhanzo, que el amigo se dedica a la ilustración desde fines de los años ‘80. Trabaja para los medios más importantes del país (Clarín, Pagina 12, La Nación, Olé, Rolling Stone, G7 y unos cuantos más) y también hizo lo suyo en España (diarios El país de Madrid, El Mundo, revista Rolling Stone España), EE.UU. (Wall Street Journal, Globe & Mail) y México (Rolling Stone y Playboy). Tiene una excelente página web y un recomendable blog. En ambas páginas pueden ver sus trabajos y profundizar un poco más sus conocimientos sobre él.
Leyendo el prontuario dan ganas de ser ilustrador, ¿no? (aunque claro, para tener todos eso laburos hay que ser bueno como Augusto, pequeño detalle).

Gracias a Costhanzo, que lo disfruten.

lunes, 20 de agosto de 2007

Lou recargado

Me animo a aseverar que Lou Reed es el rockero -o músico de rock, según cuál de las dos crean es Reed- más perverso de la historia. Esto va más allá de su famosa antipatía, o su habitual ironía ante los periodistas (lean entrevistas del hombre y se van a reír mucho... ¡no responde ninguna pregunta!). A lo que voy es a su perversión para hacer canciones. Sus letras, su forma de cantar... todo suena cínico. Porque hacer una canción pop de corte clásico de los sesenta, tan Beach Boys, pero con una letra desolada que dice “¿Quién ama al sol? / ¿A quién le importa que haga las plantas crecer? / Qué importa lo que hace desde que rompiste mi corazón”, sólo lo puede hacer Lou Reed.

Así comienza Loaded, cuarto disco de Velvet Underground, último disco antes de que Doug Yule -que aquí se encarga de la batería en casi todos los temas, ya que Maureen Tucker estaba embarazada- se adueñara del nombre del grupo. Lou se quejó, cuando salió el álbum en septiembre de 1970, de que habían cambiado cosas sin su consentimiento. Claro, el pequeño detalle es que... ¡se había ido de la banda durante la grabación del disco!

Más allá de las quejas del huraño hombre, Loaded es un discazo de punta a punta. Se llama así porque la compañía les pidió un álbum cargado de hits... Los muchachos cumplieron con creces, claro, pero sus hits no eran canciones de simple digestión, sino bombas como Sweet Jane o Rock and roll y canciones hermosas y etéreas como New age; o la citada Who loves the sun. O... esa gloria de siete minutos llamada Oh! Sweet nuthin’. Las diez canciones de Loaded tienen vida propia y a la vez una cohesión entre sí envidiable: este es el disco más claro y más entrador del combo en su versión clásica. No tan sucio como los dos primeros, por comparar (el de la banana y el aún más corrosivo White light/White heat).

Durante la grabación de esta obra, Velvet Undergorund se convirtió en trío. Como digo arriba, Tucker estaba embarazada y Yule se hizo cargo de sus partes. John Cale ya no estaba, pero sí Sterling Morrison y su guitarra. Junto a Reed, lograron uno de los grandes discos de la historia del rock: pop y pesado, hermoso y desagradable, siempre irónico y consistente, Loaded se mantiene en pie y nos mantiene hipnotizados por cuarenta perversos minutos de la más perfecta imperfección.

¿O Velvet Underground no era eso, acaso?

martes, 14 de agosto de 2007

Reponiendo

Los siguientes discos han sido repuestos (cambié los links de Zupload por Zshare):

Sancamaleón – Polenta;
Wilco – Sky blue sky
Pat Metheny – Bright Size Life;
Doris – Achacandá;
Lucila Cueva – Demo;
Charly – Clics Modernos;
La Cruda – Mente en Cuero;
Adrian Belew – Young lions;
Bob Dylan – The freewheelin’;
El Cuarteto de Nos – Raro;
Almendra – Almendra;
Manal – Manal.

Buceen en las etiquetas, son todos excelentes (prometo que la palabra no va a quedar grande). Espero que los bajen tanto como hasta que se jodieron los links, les conviene.

Saludos (ya estoy cerca de recuperar todos los links perdidos, paciencia).

sábado, 11 de agosto de 2007

Rock 'N' Roll Nigger

Sinceramente, decir algo nuevo de Hendrix es imposible. Si digo que es el guitarrista más influyente de la historia del rock, no digo nada nuevo. Si digo que es el más copiado e imitado (sin suerte), tampoco. Si digo que es un cantante excelente quizá sí se sorprendan, pero me parece que no se lo valora en esa faceta como se debería.
El disco que aquí les traigo, es el recordado show del Monterey Pop Festival, en 1967. Durante Wild thing, en este show, Jimi prendió fuego la guitarra, en uno de los momentos más recordados de la historia del rock. Además, podría decirse que es un simbolismo de lo que en verdad hacia con su viola, a cada nota que tocaba.
Alguna vez, el Indio Solari dijo que la de Hendrix le parecía "una de las pocas músicas que todavía jode a la abuela". O sea, ese rock que todavía molesta. Concuerdo con esa afirmación, y por eso los obligo a bajar Jimi plays Monterey, para molestar un poco -si es que aún las tienen- a sus queridas abuelitas.

LAS CANCIONES:
1. Killing Floor
2. Foxey Lady
3. Like a Rolling Stone (gran versión)
4. Rock Me Baby
5. Hey Joe
6. Can You See Me
7. The Wind Cries Mary
8. Purple Haze
9. Wild Thing

lunes, 6 de agosto de 2007

About Zupload

Supongo que, si son de entrar a otros blogs de descargas, se habrán dado cuenta solos (lástima lo de JS Free). Sino, les paso a contar. El servicio que nos daba Zupload ha muerto, o al menos está caído y no parece que se vaya a levantar. Muchos discos del blog estaban bajo ese servidor, y por el momento no se van a poder bajar para su disfrute. Con tiempo -cuando pueda y de a poco, claro- voy a ir resubiendo todos los links caídos, a otros servidores, claro.
Tengan paciencia, saludos a todos.

Tucho, vicepresidente junior* de LMEDA.

*Chiste sólo para entendidos, jeje.

sábado, 4 de agosto de 2007

Dime cómo te llamas y te diré cómo suenas*

Pocas veces el nombre de una banda me gusta. Casi todos son feos, a decir verdad. Y, aunque después la banda me guste y el nombre poco interese -porque, en el fondo, poco interesa si lo que después envuelve es la música-, a veces sirve para tener una pauta previa, puede ser una buena carta de presentación. Por ejemplo, AC/DC no podría llamarse de otra forma, es el nombre perfecto para lo que hacen. O Iron Maiden, encaja justo con lo que la banda es.
No sé si será casualidad o causalidad, pero ambas bandas son de rock pesado. Y La Cruda, la otra banda a la que el nombre le queda perfecto -y de la que voy a hablar hoy- también lo es, en cierto modo. Son crudos -en la acepción musical de la palabra, por supuesto-, directos. Certeros como una trompada de Pappo a hijo de fotógrafo, para que entiendan mejor. Las guitarras están ahí, al mando de todo, marcando el tiempo a veces y disparando riffs otras. Y el sonido de la banda no está pensado para ser lindo, sino para pasarte por arriba. Así de simple...
El disco a analizar en cuestión de estos muchachos santafesinos, es Mente en cuero, salido el año pasado. Como ya dije, es un compendio de guitarras rifferas, que casi no baja la intensidad a lo largo de catorce tracks. El arranque es arriba, pero no tanto, con Tiempo en reversa y Cruce hormonal. Pasa La conexión delirada, una canción violenta y oscura, y viene el primer tema tranquilo, lento: Humanidad. Pero con el track que da nombre al disco vuelven a la distorsión, con momentos rítmicos más que interesantes, que se repiten durante todo el disco. Y Corazón umbilical tiene rock al principio, pero se vuelve una canción pop con buena melodía, y un estribillo acústico ganador.
Así se desarrolla todo el disco: rock al palo, pero bien hecho. Explicándolo un poco más, se puede decir que La Cruda se instala en un estilo y lo desarrolla, pero... tiene algo fundamental en una banda que quiere pegar el salto. Matices. Y no cualquiera consigue eso, esos matices que hacen de la escucha del disco un momento interesante y no un bodrio que aturde. Además, esos matices terminan generando algo fundamental: que no suenen todos los temas igual, como pasa con otras bandas del género (para encasillarlos, podría decir que son hard-rock, pero prueben ustedes y después me dicen). Recomiendo, si no se animan a bajar el disco, probar con los temas Comarca en paz -corte de difusión- y El octavo intento, tema de cierre. Apuesto que van a regresar por este link.
Sin ninguna definición por agregar, mejor los invito a probar a La Cruda. Y recuerden, que a veces los nombres dicen mucho...

* Qué título pelotudo, sepan disculpar.
También disculpen que la imagen se vea mal, pero ya lo tendré original para subir la portada con buena resolución.

domingo, 29 de julio de 2007

El último, que cierre la puerta

Me enteré de la salida de este nuevo disco gracias a una nota en Clarín -¡sí, sirven para algo!- de Silvina Marino, ayer sábado, que se titulaba “Últimas imágenes del naufragio”. El título de la nota presagiaba un texto -suponía yo- duro con este registro en vivo, distribuido en tres discos. Pero no, la crítica, si se la puede llamar así, fue buena. El respectivo show -en realidad son dos, el registro es de dos shows en la misma noche, por eso se repiten algunos temas- es el primero de la gira final de los Doors. Es decir, de los Doors en serio, con Morrison. Y, si bien no está mal, tampoco es la gran cosa, hay que decirlo.
En la nota de Marino, se rescatan un par de frases del booklet del CD: “Una instantánea de la banda en el epicentro de su turbulenta travesía", dice Ray Manzarek. Robbie Krieger tira sobre Jim un "tal vez sólo estaba fingiendo que estaba arruinado". Admite que "la gente quería tener la chance de ver un show horrible pero también la posibilidad de presenciar la magia (?)". Un poco de las dos cosas hay aquí. Lo que dice Manzarek es cierto, y todos sabemos que una instantánea no siempre sale bien. Y lo que dice Krieger... para mí, Morrison estaba arurinado de verdad (de hecho, un año después se dormiría para siempre en la bañera).
Coincido con Marino en algo: este tipo de discos, sirven más que nada como un testimonio de época, para mostrar cómo fue un determinado momento, en este caso, de la historia de una legendaria banda de rock. Probablemente, el disco no se haga cargo del peso de la leyenda, pero los Doors fueron esto que podemos escuchar aquí: una banda sostenida por el carisma de su cantante -que no estaba pasando por su mejor momento- con muy buenos músicos acompañándolo. La interpretación de la banda casi no tiene reproches por hacer -grande, Manzarek-, los reproches a hacer de Live in Boston son los devaneos, principalmente vocales, de Jim. Pareciera que le falta energía, esa fuerza vocal que supo tener un tiempo atrás. Por momentos casi balbucea.
Ojo, quizá este siendo demasiado duro, porque tampoco es un desastre. Hay muy buenos momentos en la placa, como las versiones de Crossroads y Rock me baby, o los doce minutos y medio de Light my fire, que nunca cansa. Pero si yo fuera ustedes, haría clic por acá primero, antes de ver si pago la fortuna que -supongo- va a salir este disco. Digo “va a salir”, porque aquí en Argentina sale mañana, lunes. De nada.

El disco 1 está acá

Acá el dos

Y acá el tercero

miércoles, 25 de julio de 2007

Tiro la piedra y escondo la mano

XTC es una de las bandas clave de los años ochenta. Por una de esas cosas de la vida, siempre que se nombran referentes musicales de esa década, saltan otras bandas pero no ellos: The Cure, U2, The Smiths, Duran Duran, por citar. Yo fui uno de los que sufrió este problema, y desconocí de la existencia de la banda hasta hace muy poco. Empecé bajando algunos temas sueltos, y me encontré con un par de canciones conocidas, como por ejemplo The Mayor of Simpleton (que no está en este disco).
Pero, no sé por qué, no me bajé ningún disco, y eso que los temas me habían gustado. La solución simple fue recurrir a dos esperimentados -o sea, viejos- amigos virtuales, el Roedor y Bonito Lunch, que cada tres palabras estornuda un "XTC". Les pregunte cuál era EL disco a escuchar y, unánimemente, algo que no era muy difícil porque sólo eran dos, me nombraron Skylarking, de 1986.
Como tuve una semana agitada, ni siquiera me alcanzó el tiempo para escucharlo, por lo que ustedes deberán juzgar cuán grandioso es este álbum (yo, cuando pueda, me voy a ocupar). Si no les gusta, ya saben con quienes quejarse.

sábado, 21 de julio de 2007

Rock and roll cuadrado y necesario

Directo y tremendo. Así es el quinto disco de Creedence Clearwater Revival, una leyenda del rock and roll. Miren si Creedence será leyenda que, actualmente, Creedence Clearwater Revisisted -hija de la banda original- sigue tocando los clásicos de éste y los demás discos del grupo... ¡sin sus dos componentes fundamentales! (Porque, sabemos, los hermanos Fogerty están en otra cosa, en especial Tom...).
Cosmo’s Factory, el disco del que estoy hablando, fue grabado entre 1969 y 1970, y editado dicho año. Fue un suceso comercial -llegó al puesto número uno- y, fundamentalmente, una de las grandes trompadas del rock en los ‘70 (y una de las primeras, para colmo). Por empezar, en esta obra están presentes algunos clásicos indestructibles de la historia del rock, temas ganadores por lo pegadizo, lo sencillo y también lo avasallante. ¿Quién en el mundo -si, no exagero- no conoce Travelin’ band? ¿Quién puede ser indiferente con un riff tan certero y criminal como el de Up around the bend? ¿Hay gente en el Planeta Tierra (¡!) que no se haya rendido ante el entrador encanto country de las dos baladas del disco, Long as I can see the light y Who’ll stop the rain? Mi respuesta a todas estas preguntas es un no gigante como este disco.
Pero, por suerte, además de los hits, hay otros momentos que también merecen la gloria. El tema que abre, Ramble tamble, justifica el aspecto rudo que siempre mostraron los cuatro Creedence: son siete minutos y pico puramente salvajes. Y los muchachos, como si nada, se meten con Before you accuse me, de Bo Didley, con la misma solvencia que reinterpretaron The night time is the right time de Ray Charles. El momento grandilocuente, sin embargo, es otro: cuando versionan I heard it through the grapevine, tema popularizado unos años antes por Marvin Gaye (pero compuesto por Norman Whitfield y Barrett Strong) y lo llevan a una zapada que termina durando poco más de once minutos.
En síntesis, las once piezas que conforman Cosmo’s factory, forman parte de la historia grande del rock mundial. Por lo tanto amigo, no desperdicies tus oídos con La 25. Aquí está el verdadero rock and roll.

Y como todo tiene que ver con todo, les dejo esta increíble noticia sobre un personaje que -como dijeron alguna vez de Homero Simpson- representa “todo lo que es el rock and roll, excepto la música”. Sin palabras...

lunes, 16 de julio de 2007

Skay, marca registrada

Skay siempre me pareció un guitarrista tremendo. Porque sabe lo que hace y tiene su estilo, simple y efectivo. Es mucho más económico que el violero promedio -que siempre trata de demostrar su híper-agilidad- y sin embargo me parece mucho más interesante. Y creo que tiene un sonido y un ritmo tremendo (algo parecido pienso de Cerati). Alguna vez escuché a alguien -no recuerdo quién- citarlo a Beilinson como el David Gilmour argentino. Y puede ser... Salvo que escuches La marca de Caín. Porque este disco, recientemente editado, sorprendióme por cierta pesadez sonora. Por lo general, las bandas evolucionan hacia un sonido más pop, se van abriendo (por supuesto, no todas, sí las que van buscando cambios estilísticos... o quieren facturar). Pero aquí fue al revés: el bajo está bien denso y la batería por momentos tiene una marcha imparable. Y por supuesto, la viola del maestro es la estrella, secundada por la segunda guitarra a cargo de Oscar Reyna.
De todas formas, más allá de esa densidad sonora, el disco presenta ribetes interesantes, con algunos pasajes electro-rockeros (Arcano XIV); una balada ganadora y con un riff bien oscuro (El viaje de las partículas, el tema que, si Skay sonara en las radios, sería corte de difusión); y esos temas marca registrada (Tal vez mañana, Los caminos del viento, este último uno de los mejores momentos del álbum). También hay lugar para el blues en Canción de cuna, una lullaby para un “niño robot”, que me hace acordar a Back of my hand del último disco de los Stones -sin ser choreo-, y algunos pasajes que suenan a música celta, en parte gracias al sonido de los teclados de Javier Lecumberry. Y a no olvidarse de la voz de Skay, ya suelto como cantante, en esa mezcla Indio Solari-Keith Richards-Tom Waits.
El mejor tema del disco, creo yo, es El fantasma del 5º piso. El propio Skay lo definió como una suite, en la reciente nota que dio a La Mano: “Hace rato que vengo queriendo hacer un tema así, casi como una especie de suite. Algo que se vaya desarrollando y pase por diferentes lugares. Salir de la estructura propia de “canción”... Arranca con una introducción bastante volada, empieza a armarse, te mete en un clima, cambia, se va a otro, y termina en otro lado. Empieza con tonos menores, y termina con tonos mayores. Y la historia que cuenta: me acordé de una de las primeras veces que fumé hash, allá en Londres, en una especie de pieza de hotel, y lo trasladé a una situación imaginaria, alucinatoria, donde ves que te empiezan a aparecer cosas de las paredes. Es bastante raro, sí”.
En síntesis, para concluir, La marca de Caín es otro disco del ex violero de los Redondos -ésa es la marca que nunca se podrá sacar- que satisface las expectativas. A excepción de algo, un detalle pequeño pero no tanto: ¡se hace muy corto!

miércoles, 11 de julio de 2007

Eso que pocos tienen: estilo propio

No tenía pensado subir este disco por lo pronto -por empezar, porque me cuesta describir y/o calificar discos de jazz, o al menos no me siento tan capacitado para hacerlo- pero encontré en TomaJazz esta crítica que me gustó. Y bueno, ya que estamos, los deleito con el señor Pat Metheny y su Bright Size Life, que no está nada mal, por cierto.
Aquí, la crítica -con un poco de historia también- hecha por Arturo Mora Rioja:

La vida, y mucho más la del artista, es un compendio de eventos donde tomar riesgos y no desaprovechar oportunidades es fundamental. Las cosas no ocurren cuando uno quiere, y si la situación es propicia hay que afrontarla sin mirar atrás, jamás quedarse esperando a que los astros se alineen, porque eso nunca ocurre. O casi nunca. Una excepción que confirma la regla sucedió en la primera mitad de los años setenta, cuando un jovencísimo Pat Metheny, héroe local en su tierra de Missouri, recibió más de una oferta para grabar su primer disco como líder. Demostrando una innata madurez el guitarrista depuso las invitaciones, considerando que aún no era el momento, que en pocos años podría ofrecer un trabajo mucho más digno. Esa clara fijación de objetivos desde los albores de su carrera convirtieron el rechazo en una sabia decisión. El joven Metheny no se quedó esperando, más bien intentó alinear los planetas por su propia cuenta y riesgo, y esa obstinación sigue dando sus frutos incluso hoy en día.
Si hablamos de astros debemos remontarnos a un momento mágico que bien pudo ser desastroso: el primer día de Pat como alumno de la Universidad de Miami, éste conoció a la más grande estrella que ha dado el bajo eléctrico hasta nuestros días: Jaco Pastorius. El desastre estuvo a punto de sobrevenir cuando el de la camiseta a rayas escuchó tocar al maestro de las cuatro cuerdas: quiso abandonar la música de inmediato. Por fortuna no fue así, y Metheny continuó haciendo amistades en Miami (donde en pocos meses pasó de alumno a profesor de guitarra con tan sólo 19 años), en Boston y gracias al grupo de Gary Burton, del que era integrante. Pronto formaría su propio trío con el batería de Burton, Bob Moses, y con su amigo Jaco, actuando de forma regular por diversos bares de la costa Este como el Pooh's Pub y el Jazz Workshop de Boston.
La labor docente de Metheny le llevó a escribir una serie de ejercicios musicales donde quería enseñar a sus alumnos (entre ellos el mismísimo Mike Stern) aproximaciones armónicas más evolucionadas que el material impartido habitualmente en escuelas de música moderna (estándares, blues, rhythm changes, be-bop, jazz modal). Así, en enero de 1974 compuso una serie de temas de tinte contemporáneo, basados (pero distantes) tanto en los conceptos del jazz-rock reinante en la época como del jazz clásico que todavía muchos interpretaban. Dichos temas darían forma a la grabación y pondrían las primeras piedras del sonido Metheny: Bright Size Life, con su espíritu cálido y alegre, ejercía su función de tarjeta de presentación. Jaco Pastorius aportaba un precioso solo basado en notas largas, sin prisa y con sensibilidad, estilo que aplicaría a su acompañamiento en Sirabhorn, donde Metheny grabaría dos guitarras (una acompañante y otra solista), mezclando dulzura y profundidad. También se aprovecharía el guitarrista de las técnicas de estudio en Unity Village (localidad cercana a su Lee's Summit natal), balada sin bajo ni batería donde los arpegios toman especial protagonismo. En Missouri Uncompromised encontramos el primer tema rápido, un blues donde destaca el buen trabajo de Moses y que cerraba lo que en su día fue la cara A del disco.
La mezcla de sonoridades folk y urbanas que siempre han sido evidentes en la carrera de Metheny, aportando un cierto misterio, una cierta oscuridad a sus composiciones, ya se estaba dejando ver en este su primer trabajo. Midwestern Nights Dream surgió como una investigación sobre una forma específica de afinar la guitarra, tratándose de una simple variación entre dos acordes. Curiosamente se trata de uno de los temas más estructurados, profundos y deliciosos del disco, e incluso contiene anécdota: la noche anterior a la grabación de Bright Size Life, Pat se dio cuenta de que no había escrito ninguna línea melódica para el bajo eléctrico. Dado lo excepcional que era Pastorius para las interpretaciones, en ese mismo momento, horas antes de entrar al estudio, el de Missouri escribió la melodía de este Midwestern Nights Dream que ejecuta Jaco al final de su propio solo con la maestría que de él se esperaba. Unquity Road es un tema que pone a prueba la tensión del oyente, llegando la conjunción de los tres músicos a su más alto nivel de interacción, especialmente en el uso de dinámicas. Omaha Celebration es simple y divertido, evocando visiones del Medio Oeste donde Metheny se crió. Ambiente desenfadado para dar paso a las únicas versiones del vinilo, como no podía ser de otra forma ambas de Ornette Coleman, quizás la mayor influencia del guitarrista. Round Trip y el Broadway Blues que hoy en día sigue interpretando en directo de vez en cuando son el broche de oro a una de las grabaciones más míticas de los años setenta (y que, a diferencia de la mayoría, sigue sonando vigente treinta años más tarde), primera gran piedra en la carrera de uno de los grandes genios del jazz más reciente.
No obstante Metheny no volvió a escuchar esta grabación en más de veinte años, llegando incluso a renegar de ella, y el batería Bob Moses comentaría décadas más tarde que Bright Size Life no da, ni con mucho, la medida de lo que el trío llegó a ofrecer en directo, con un Pat Metheny serio y estructurado intentando llevar total control de la situación, y un Jaco Pastorius gamberro e irreverente (musicalmente hablando) tratando de cambiar el patrón establecido y arrastrando con él a su compañero de sección rítmica. Alguna grabación en directo queda por ahí demostrando el dinamismo que los tres músicos alcanzaban sobre un escenario y que, más que desmerecer la calidad de este Bright Size Life, pone de manifiesto los elevadísimos estándares musicales que utilizan como objetivo intérpretes de esta talla.

jueves, 5 de julio de 2007

Camaleones nutritivos

Sepan disculpar, pero voy a ser breve porque el tiempo no me sobra. Este el nuevo disco de Sancamaleón -ultrarecomendable banda- recién salido hace unos días. En este preciso instante lo estoy escuchando por primera vez -sí, mientras lo subo- y ya con eso me alcanza para darme cuenta de lo bueno que está. No puedo hacer una crítica global porque con una sola escuchada sería injusto, pero, como nos tienen acostumbrados, es un combo musical de lo más variado, con muchos matices: guitarras arriba, pop, funk, murga, alegría, melancolía. Ya saben si los escucharon alguna vez.
Después, si puedo, actualizo la entrada cuando vuelva y le hago una crítica algo decente, pero ya saben: si es Sanca, es bueno.
¡Saludos amigos!

PD: Sancamaleón se presenta este viernes en el teatro Stella Maris, de San Isidro. Si pueden, vayan, no se arrepentirán.

jueves, 28 de junio de 2007

10 razones por las que Dave Grohl es un capo


1) Porque fue el baterista de Nirvana
2) Porque es multiinstrumentista.
3) Porque irradia buena onda.
4) Porque hace excelentes canciones, emotivas, melódicas y sinceras.
5) Porque es respetado por todos sus colegas.
6) Porque es versátil incluso para actuar (chequear los videos de Foo Fighters).
7) Porque es el baterista de QOTSA en Songs for the Deaf, uno de los grandes discos de esta década pálida.
8) Porque es tan buen tipo que hasta lleva a su madre a las giras.
9) Porque no se hace el reventado, sufrido o rockero como todos los demás músicos de rock de su país.
10) Porque hizo este discazo solo.

Estas cosas de la internet...

El amigo Bonito Lunch, además de escuchar olores, me propuso un pequeño jueguito, que le fue propuesto a él anteriormente (eso que llaman cadenas, que, entre paréntesis, las odio).
Me pasó un meme, algo que nadie sabe bien qué es, pero voy a seguir sus instrucciones: Transcribir el segundo párrafo de la hoja 139 del libro que esté leyendo y luego pasarle la posta a tres amigos bloggers.

Supongo que esto debe ser para alguna macumba, brujería o derivados, pero por las dudas lo hago, aún sin saber la razón exacta de su propósito.



Ramsés y sus amigos parecen no molestarse demasiado. De vez en cuando se vanaglorian de su juventud, de que son hermosos, de que se sienten felices. Es la respuesta. Aunque la indiferencia parece predominar en todos los casos.

Tanguito, la verdadera historia, de Víctor Pintos.


Bueno, ahora les toca hacer lo mismo -por supuesto, no están obligados- a Marian, Lelaina y el Roedor.

domingo, 24 de junio de 2007

El mejor cielo azul

Mientras algunas bandas trazan su carrera en una línea casi recta, con imperceptibles desvíos estilísticos (pensar en Ramones o AC/DC, por ejemplo), hay otras que parecen avanzar en zigzag, reaccionando contra su álbum anterior. Wilco no pertenece a ninguna de esas categorías, porque el derrotero a lo largo de sus doce años de carrera ha sido por momentos sinuoso, en otros intrincado, a veces bajo un cálido sol otoñal y en otras con el bajo cero que provoca el sentimiento de incomunicación. En realidad, Wilco no sólo no entra en las categorías citadas anteriormente, sino en ninguna categoría, lisa y llanamente. Sirve decir que vale la pena atesorar sus seis discos de estudio, pero siempre por motivos diferentes. El debut A.M. (1995) continuaba la senda del country alternativo (o alt country) que Jeff Tweedy, líder de Wilco, había ayudado a inventar en su banda anterior, Uncle Tupelo. El doble Being there (1996) ampliaba la paleta con elementos de psicodelia, detalles orquestales y hasta uso de instrumentos de viento. Summerteeth (1999) se internaba en un pop bien luminoso y beatle. Yankee Hotel Foxtrot (2002), la obra maestra de Wilco, era un canto desesperado y solitario en un mundo que se derrumbaba: por algo se lo llamó “la respuesta norteamericana a Ok Computer”. Y A ghost is born (2004) mostraba a un Tweedy a punto de quebrarse: al poco tiempo de publicarlo se internó en una clínica para superar su adicción a los calmantes, porque hacía años que convivía con una molesta migraña.
Sin embargo, desde el mismo título, el nuevo álbum de Wilco deja en claro que los fantasmas quedaron atrás: Sky blue sky (“Azul cielo azul”) trae una versión orgánica de la banda de Chicago. Eso no implica que el disco, que se despereza hasta rockear con amable intensidad –entre el Neil Young de Harvest y el soft rock californiano–, no contenga algunos de los momentos más altos de la carrera de Wilco. En la hermosa balada Impossible Germany, Tweedy está más desolado que nunca, pero en Shake it off, otro de los picos del disco, se muestra resuelto a sacarse de encima viejos estigmas “cuando esté lo suficientemente despierto”. Hate it here, en tanto, podría haber sido una gran canción de los Eagles si los Eagles hubieran escrito grandes canciones. Y Walken, que arranca con un piano de bar del oeste, enseguida oscila entre la delicadeza de una balada y los cortes abruptos de la guitarra del hechicero Nels Cline, de gran renombre en el mundo de la improvisación sónica, una de las últimas incorporaciones de Wilco.
“Hay una luz dentro de vos”, insiste Tweedy en What light, entre “uhhhuhhhhs” de sus compañeros y una slide guitar preciosa: el hombre ha recuperado la esperanza y es capaz de avizorar tiempos mejores, como en On and on, donde la luz del amor se filtra en medio de los nubarrones. Tweedy sabe por experiencia que cuando éstos se disuelvan, sólo quedará el cielo azul, profundo y bello.

Escrito por Roque Casciero, en Página/12.
Disculpen, pero los domingos no inspiran a nadie (salvo a los buenos futbolistas). Aparte, coincido con lo que comenta Casciero del disco y me gusta su recorrida por los diferentes estados de ánimo de la banda, reflejados en cada uno de sus discos. Disfrutenlo, que Sky blue sky es un discazo.

Pedido especial: si alguien tiene el primer disco de Wilco, A.M., por favor deje un comentario avisando para ver si me lo puede facilitar, que es el único que me falta para completar su discografía. Muchas gracias.

lunes, 18 de junio de 2007

Siguiendo con las chicas salvajes...

Como no tengo tiempo para escribir -por laburo-, robo una reseña de la página Revista Caleta. El disco criticado es Stories from the City, Stories from the Sea, excelente obra de PJ Harvey, LA mujer dentro del rock alternativo del ’90 para acá. Es probable que este sea su disco más digerible en términos comerciales, así que, espero, lo sepan disfrutar. Los dejo con la crítica:

“Polly Jean Harvey no es una gitana adivina, pero puede contarte historias que has vivido; no es un ángel ni un demonio, pero puede inspirarte a cuidar de ella o golpearla hasta hacer sangrar tus nudillos (nota mía: !!!); viene dándole a la guitarra desde 1991 en su natal Inglaterra, y definir su perfil creativo es imposible, ha transitado por todo lugar y estado anímico, y aseguramos que no está loca (¿aún o ya no?). Stories from the City, Stories from the Sea te da la sensación de ser claustrofóbico, excitante, deprimente o simplemente hermoso.
Con el don que sólo los escogidos poseen para grabar extensas variedades de emociones sin caer en el exceso, PJ Harvey se anima por ser la compañera, la amante, la amiga y el espejo de si misma. En este disco, su guitarra eléctrica y distorsionada se fusiona con el piano clásico y esa particular voz, siendo así el paralelo femenino a un Lou Reed internado en los lados más oscuros del alma y la miseria humana. El álbum lleva una curva ascendente desde el violento Big Exit hasta la esperanzadora We Float, introduciéndose en el cerebro del oyente con sus imágenes de enajenación citadina, claustrofobia hogareña y obsesión romántica.
Harvey no se hace problemas para apoyar a músicos de diversa índole, ha colaborado con John Parish, Tricky, Pascal Comelade y Nick Cave, y en este álbum cuenta con Thom Yorke para This Mess We're In
(nota mía: temazo). La mezcla de voces, las letras y los arpegios hacen de este un tema hipnótico, impresionante (“Por encima de los rascacielos/ y el pecado/ y el lío en el que estamos/ el sol en la ciudad se oculta sobre mí”). Polly Jean no intenta ser Patti Smith o Carole King, está por encima de Fiona Apple (nota mía: no estoy tan seguro de eso) y tiene argumentos para hacer pelea a Tori Amos, a Sarah McLachlan o a cualquier otra mujer del Lilith Fair, pero eso a ella no le importa, es única en su especie, es PJ Harvey y eso es todo.
Wilfredo Oliveros”.

lunes, 11 de junio de 2007

¿Y cuánto vale ser la banda nueva?

Lucila Cueva es una banda cordobesa formada una noche de verano del 2002 entre bares y copas. Con el crecimiento espiritual y musical se fueron encontrando estilísticamente hasta empezar a desarrollar sus propios temas y, a fines del 2004, el proyecto tomó forma de mujeres cordobesas haciendo un estilo particularmente rockero. Tras algunos cambios en la formación original, pasaron en ese destilar de conceptos y sonidos Julieta Ghibaudo, Guadalupe Sueldo, Lula Bertoldi, Viky Fontana y por ultimo la talentosa Trini Bertero. La formación actual es la siguiente: Mariana Pellegrino (voz y guitarra), Laura Volando (batería) y Trinidad Bertero (bajo).

Todos estos datos los pueden encontrar en su página web, pero si se quedan en las palabras se van a quedar muy cortos. Porque Lucila Cueva es una banda para escuchar, y con mucha atención. Son un power trío y se lo bancan muy bien, todas ejecutan sus instrumentos en gran forma y con versatilidad. Si bien son esencialmente rockeras, pasan por otros estilos (funk, chacarera) sin vergüenza y con bastante despojo. Eso les hizo ganar el Cavern Rock Festival, un concurso de bandas de todo el país, por el cual viajaron a Liverpool a tocar en dicho antro (que sea histórico no quita que sea un antro).
En este demo logran cuatro canciones con mucha frescura, buenas voces y, por sobre todo, mucha actitud. Ahora están haciendo su primer disco, y supongo que no les va a llevar mucho tiempo ganar oyentes nuevos, al menos por lo que proponen. Si te gusta Divididos (o te gustaba cuando hacía discos y no tocaba siempre los mismos temas) te presento a estas niñas cordobesas, que te van a gustar. Si no te gusta la banda de Mollo y Arnedo, igual escuchalas. Sino te vas a arrepentir, yo te aviso...

PD: Si pueden, ingresen a su página y escuchen la excelentísima versión que hacen las chicas de Todo un palo. Suena adecuado -y hasta casi intencional- que canten “El futuro ya llegó”... porque el futuro son ellas.

PD2: Gracias Ornela por la foto!

domingo, 3 de junio de 2007

Un poco de brit-pop

Es domingo y no tengo ganas de escribir. Pero como estoy regalón, tengo para dejarles tres disquitos de brit-pop, aquel género (?) que surcó los noventa con alegría e intensidad.
El primero que merece comentario es, creo, el mejor disco de Radiohead: The bends. Escuchando a The Cure el otro día, saqué la conclusión de que las bandas con tendencias depre -como ellos y Radiohead- cuando hacen canciones alegres, suelen ser más alegres que lo común: dibujan una sonrisa espontáneamente. Este disco, sin dudas, es el más positivo de Radiohead, más allá de que hay climas oscuros también (es imposible que Thom Yorke haga un disco 100x100 arriba).
El siguiente es Leisure, el primero de Blur. Otro álbum sin duda con mucha buena onda encima, más algunos riffs interesantes, que significó el comienzo discográfico de un tipo con mucha inventiva como Damon Albarn, a veces con buenos resultados y otras no tanto (Gorillaz).
El tercero es el debut de Valle de Muñecas, la banda comandada por Manza Esaín (sí, el de Flopa Manza Minimal). ¿Qué carajo hace acá este disco, si el post es sobre brit-pop? Escúchenlo y me dicen, van a ver que merece estar aquí.