jueves, 19 de noviembre de 2015

Para ir: Festival Prueba de Sonido












El viernes 20 de noviembre a las 23 horas tendrá lugar la primera edición del Festival Prueba de Sonido, programa radial que se emite los sábados a las 21 horas por Radiolexia y del cual tengo el gusto de formar parte.

Llevamos meses organizando esta fecha y estamos muy contentos de inaugurar el festival con estas cuatro bandas: Las Armas Bs. As., que estrena en Capital su álbum debut Vol. I; Surfing Maradonas, que continúa presentando su segundo disco Holocausto alienígena; The Hojas Secas con el flamante Vuelvo de madrugada bajo el brazo; y El Perrodiablo, que no presenta más que su bestialidad de siempre, a un año de la edición de Cacería.

Además, el festival contará con la participación de artistas visuales, stands de los sellos discográficos que acompañan a las bandas y feria de fanzines y cómics. Habrá exhibición de cortos, muestras fotográficas y proyecciones audiovisuales. Anoten, por allí andarán los amigos de Buscapleitos, Davy Jones SerigrafíaEdiciones Noviembre y Muere Monstruo Muere.

Con fe, con trabajo, con esperanza y con rock and roll. Intentamos hacerlo de otra manera, de verdad, pero no nos sale.

*Fesitval Prueba de Sonido. Viernes 20 de noviembre, 23 horas.
El Emergente Almagro (Francisco Acuña de Figueroa 1030, CABA).
Más data en el evento de Facebook

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Momo (y todo lo demás) por ellos


Antes de escribir una sola palabra sobre Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota me pareció interesante rastrear los propios dichos de la banda cuando Momo sampler vio la luz. Dentro de mi escueto archivo de revistas hay algunos números de la extinta revista La García, aquella apuesta rocanrolera que fue una insignia del aguante de fines de los '90 y rendía culto a la igualación público-músicos propia de esos días (en realidad, una idea inherente a la cultura rock que, como cualquier otra, no existiría sin la gente adentro. Otro día discutimos las formas). Buena parte del staff de La García fue luego (sigue siendo, en parte) el de la Revista Barcelona, lo cual habla muy bien de los autores y sirve para reflexionar cómo ciertas cosas se mudaron del rock a la política. En fin, recuerdo que no pasaban más de cinco números de La García sin que hubiera cobertura de shows o entrevista con, quizá, los máximos referentes rockeros de aquella época y de todas: Charly García en su etapa Say No More y los Redondos.

Momo sampler fue editado el 17 de noviembre de 2000. En enero de 2001, antes del desastre social y la separación de la banda, nunca formalizada pero concretada ese mismo año, la revista publicó una nota completísima, al hueso, con Carlos Solari, Eduardo Beilinson y Carmen Castro. El Indio, Skay y Poli, bah. Puede que sea la mejor entrevista a ellos que haya leído alguna vez: fue tan jugosa que los tipos decidieron publicar una segunda parte  al número siguiente porque les había quedado hilo en el carretel. Buena parte de lo que se cuenta es revelador de aquel momento y de todo lo que vendría luego.

No voy a inventar nada pero leer al Indio es un ejercicio siempre placentero; su mirada sobre ciertos tópicos en la realidad de 2000 es profética. Sus dichos sobre el Grupo Clarín y la situación asfixiante de los primeros días del milenio se resignifican tanto como lo que a la banda y a Momo refiere: el método de composición con Skay -que desde su mutismo parece asentir lo que Solari dice aquí y repetiría hasta el cansancio después- y el archivo fílmico del grupo, que luego sería motivo de... bueno, ustedes ya saben.

Quince años atrás, algo se olía.

LA BANDA... SON DOS

INDIO: El álbum está hecho con Skay y el equipo Luzbola: Eduardo [Herrera] que es el ingeniero y Hernán [Aramberri] que trabajó mucho porque es el más diestro con respecto a la parte midi. Yo manejo las máquinas pero con cierto rubatto y cuando estás queriendo pintar necesitás la destreza y también las opiniones. Supongo que se parece un poco a la dirección de una película, que hay un director de fotografía que te dice “mirá, la luz que vos querés no da, suspendemos”, “seguimos”... Y después, intentamos grabar con los músicos. Prácticamente los músicos no participaron a no ser por un solo de saxo y un calefonazo en “Pool, averna y papusa”.
SKAY: Hay algunos bajos más, que tocó Semilla [Bucciarelli] y quedaron...”.

Contaron que Semilla grabó algunas cosas, hay algo de Sergio, ¿y la batería?
INDIO: La batería la volvió a tocar toda Hernán. Primero tomamos muestras de distintos lados, de algunas baterías que había compuesto yo. Pero todo midi, todo una cadorcha. Eso, por un lado, porque queríamos darle una unidad de contexto humano, y por otro lado, una vez que se armó toda la estructura rítmica, se reemplazaron cada uno de los módulos vueltos a tocar, y se volvieron a tomar muestras, y se volvió a trabajar como muestra...

¿Loopeada?
INDIO: Muestra. A veces loopeada, y a veces no. Los platos, por ejemplo, están tocados en tiempo real. Hay cosas hechas para darle naturalidad. Las escobillas están tocadas en tiempo real. Hernán trabajó bastante. Lo que pasa es que la comodidad de trabajar con Hernán es que estaba en el estudio. Que viniera Walter [Sidotti] para tocar una timbaleta, una cosita, estando ahí Hernán, no tenía mucho gollete.

¿Cómo fue la relación con los otros integrantes de Los Redondos cuando supieron cómo iba a ser este disco?
INDIO: Pasó que fueron a grabar, y la tecnología escapa, expulsa un poco las cosas. Se hacía muy difícil.
SKAY: Semilla grabó todos los bajos, con distintos equipos...
INDIO: Y no andaban...
SKAY: ...probando distintos equipos. Y el quilombo era el sonido: cómo conciliar sonidos que, por ahí, tenían una gran profundidad, probamos de mil maneras y no rendía.
INDIO: Se lo morfaban los loops.
SKAY: Los bajos que tocó Semilla quedaron en algunos lugares donde sí había mas espacio, donde no competía. Pero en los otros lugares, donde estaba muy cargado de instrumentos, ahí hay bajos de chapa, o sintetizados.
INDIO: De cualquier manera ustedes preguntaban cómo lo tomaron. Yo supongo que lo tiene que tomar bien.
POLI: Uno cambia de dogmas...
INDIO: Claro, continuamente. Hay muchas cosas que yo tocaba en otro momento, y cuando íbamos al estudio las tocaba Sergio [Dawi]. Pero que estando ahí, en casa, las toco yo.
SKAY: Y teniendo la posibilidad de volver a grabar...
INDIO: Hacés una muestra y la repetís todas las veces que querés. Es ridículo. Cuando tenés un plan de trabajar con música de edición, llega un momento en que la epopeya de la grabación en directo se justifica sólo si tenés ganas de hacerlo. Hoy no es lo mismo que en los años 70, donde las emulaciones eran muy berretas, donde había síntesis de sonidos. Y un sampler es una muestra de sonido natural. Vos tenés a tu merced un tipo que toca la balalaika en otro lado, una librería de un tipo que toca otro instrumento... Y después tenés que componer y reemplazás el sonido de la chapa por el sonido de bajo, por ejemplo. Entonces, si tenés ganas de decir “un, dos, tres, pum...”, llamás a los músicos. Pero si, por otro motivo, por el concepto, tenés ganas de generar esta idea de música de edición en contexto humano, utilizás otro sistema.
En realidad, lo que uno hace siempre es darle un sentido a los ruidos. Y es como una escenografía que hay por detrás de las guitarras y de la voz. Es como la escenografía del drama musical que se va haciendo y después actuamos: el que canta la lírica, el que toca los solos en la guitarra, el solo de otro. Pero la escenografía musical puede estar dada por otros músicos o, por ejemplo en este caso, por muchas muestras, y trabajos que hemos hecho nosotros. Este es un proyecto que, inclusive, se intentó hacer de otra manera en algunos temas, y no prosperó, se puso muy difícil. Se podría haber hecho pero tendríamos que haber invertido mucho más tiempo: si tenés que agarrar el bajo y volver a trabajar ese sonido hasta distorsionarlo, ya no sólo tenés que encontrar un buen lugar en la sala, microfonearlo bien, sino que después tener que estar hasta encontrarle un lugar al sonido, algo que esté vinculado al escenario del sonido que estás generando. Esta idea empezó en el álbum anterior y que tiene que ver con que si uno está jugando a ser algún tipo de espejo, como artista, de lo que pasa, hoy no podés no incluir los sonidos electrónicos. Si querés hacer un drama musical de esta época, un poco de quilombito que vaya más allá de la guitarra, el bajo y la batería tenés que hacer.

Indio en el estudio.

CÓMO COMPONÍAN

Esta idea de la emulación relacionada con el sampler y a la vez con el Momo, ¿cerró después de grabar o existía desde antes?
INDIO: Siempre es muy difícil explicar cómo nacen las cosas, porque nacen, primero, de una manera que tiene que ver con toda la musicalidad que tiene Skay y que tengo yo. Todavía, ahí, no hay ningún concepto ni ninguna letra, ni una mierda. (...) Hace tres álbumes que estamos componiendo por separado y después nos juntamos. Originalmente él está tocando la viola, y grabando partes de violas y momentos musicales. Por otro lado, yo estoy generando estructuras de canciones con samplers, me hacía cargar muestras en los pad de un sampler cualquiera y con eso componía la estructura, los sonidos que me interesaban. (…) Y después sí, esa es una especie de marea que tenemos alrededor de los dos, que es independiente. Hay canciones que empiezan con una idea de Skay, pero del paquete más grande yo genero la melodía cantada y las letras, las texturas y las armonías del tipo de melancolía... o del tipo de oscuridad (risas)...
(…) Ni bien aparecen las canciones, tanto en el caso de las que van quedando como las que más nos gustan, yo le paso un montón de ideas a Skay, él selecciona las que le gustan y también las que tienen que ver con cosas en las que él ya tiene dominio para hacer las codas, para hacer los intermezzos.
SKAY: Tiene que ver con las cosas más estimulantes y también las que son más diferentes unas de otras. De todo el paquete de ideas que él me da, por ahí hay muchos temas que tienen el mismo clima, la misma intención. Entonces, tratás de diferenciar un poco, elegís los climas más distintos. Y después empieza todo el otro laburo. Yo escucho las ideas del Indio un par de veces, las saco, y no escucho más el sonido, empiezo a jugar con lo que me van sugiriendo. Y no hay sonido, no hay nada. Después empieza la otra confrontación cuando, para mí el tema se disparó para un lado y empezamos a conversar, a ver qué cosas entran a tener un sentido...
INDIO: Porque se sigue modificando todo. Y a partir de ahí ya empieza el laburo. A partir de ahí ya hay una demo. Previo a grabar, nos reunimos en el mismo estudio nosotros dos, sin los técnicos, con las grabadoras digitales, a hacer las demos. Y una vez que ya se armó, a partir de ahí es entrar a mejorar la calidad. Yo siempre doy un ejemplo que es pintar: primero arrancás haciendo un bosquejo con una carbonilla, que todavía es una especie de visión primordial. Pero cuando ves el cuadro terminado, entre el bosquejo original y el final, hay personajes que los tapaste todos porque no prosperaron y pusiste otros... Esto es lo mismo: arrancás y generás una estructura que es el primer boceto, que en nuestro caso ya tiene las tensiones, los claroscuros ya están determinados”.

TÍTULO Y REALIDAD

¿Cómo surgió lo del título, lo del Momo Sampler?
INDIO: En un momento aparece la idea. Me gustaba un poco por esto que pasaba en los reportajes, también, copiar el método de trabajo de la edición, que me parecía bueno para crear un monstruo, para que aparezca otra cosa y no lo que debe ser. Y, por otro lado, porque veía que con el carnaval, y esa cosa de travestismo, de farsa, de gente disfrazada de gente, de lo que no es, la única diferencia que había con lo que estaba pasando en la vida cotidiana de todos, era que el carnaval es un episodio cíclico, y que el carnaval que vivimos ahora es permanente, que no hay ninguna cuaresma, ningún ascetismo posterior, no pasa nada que modifique el estado de locura, de travestismo de disfraces, de máscaras, de antifaces donde, inclusive-y esto los excluye por libertad que tienen ustedes de trabajar en una cosa que no está circunscripta a la política- el bastión de la relación entre las personas, que es el periodismo, hoy también da pena, por los intereses de las corporaciones que están encima, de las líneas editoriales. O ves la televisión, que es el mediador que ha reemplazado al resto de los territorios de encuentro entre la gente, y ves los programas periodísticos y son de terror.
(…) Si el artista que va a tocar hoy no es del Grupo Clarín, es del otro, en el noticiero no aparece o le tiran algún mierdeo, y si es al revés, Natalia Oreiro es el peor número que hay en la Tierra. Entonces ya no hay ningún criterio de verdad funcionando ahí, sino que hay un montón de intereses que tienen como mascarón de proa un medio para que la línea editorial represente las conveniencias de la Fundación de la Corporación del capital que está atrás metida. Todo superorganismo está atomizado, somos distintas personas, y siempre hubo mediadores o territorios de encuentro. Y el territorio de encuentro que es el rock también está atomizado, porque está el punk-metal, el pendorchopop, el qué sé yo, hay como una atomización muy loca que si fuera un episodio cíclico está bien. Nosotros venimos de generaciones donde las marchas eran cosas de todos los días, pero había como un brillo en los ojos, la gente creía algo, aunque sea en una ideología. Y digo aunque sea en una ideología porque nosotros somos de mudar de dogmas permanentemente.
Cuando uno habla de la cultura rock, habla de un evento histórico donde, en el caso nuestro, no tuvimos ni tenemos una militancia por algún género en particular. Creo que en cada momento se hicieron cosas buenas y fue importante para la cultura. No somos mucho de una ideología, y convencer a todo el mundo y “vamos con esta bandera”, porque esas cosas cambian de acuerdo al momento histórico, al nodo en el que estás metido, a la encrucijada a la que te fuiste a parar. Lo que veo yo hoy es que los ojos de los piqueteros no son ojos vinculados con una creencia, sino con el desamparo. No ves un brillo que dice “vamos a tomar la Casa Blanca con maúseres”, una cosa del pasado, pero que por lo menos daba un brillo en los ojos. Hoy están ahí como diciendo “bueno, estamos haciendo este quilombo para ver si alguien, Dios, miranos, alguien...”.

¿Y cómo empieza la relación específica con el carnaval? Tanto con los ritmos musicales, como con la tradición, la cultura...
INDIO: Cuando uno elige un concepto, quiere elegir siempre algún condimento. Yo voy a los carnavales de Uruguay que son los que más me gustan, y que cada vez son más difíciles de encontrar, hay que irse al Club Albatros, a la concha de la lora, porque en el Teatro de Verano hay una cosa más televisiva ya. Lo que me pasa con el carnaval se parece lo que me pasó antes con el circo. Cuando yo era pibe, el circo era una cosa con una estética propia, el hombre bala, las fieras... Y de pronto, con la aparición de la televisión, a la gente empieza a gustarle que haya bailarinas con coreografías... Con el carnaval pasa lo mismo, hay una invasión de la estética televisiva, y con mucho éxito, se llena mucho más el Teatro de Verano, van turistas de todos lados. En cambio, vas al Club Sporting, y es la gente del barrio, hay choripanes, copos de nieve, entre grupo y grupo, hay bingos, ¡es muy bueno! Cuando vas a ver a Araca la Cana o a Falta y Resto al Club Sporting, te encontrás con tipos de tu edad cantando a voz en cuello, apasionados, las letras de los tipos, y ahí si pasa que los discursos de la murga, de alguna manera, señalan las cagadas que se mandan desde el poder. De todos modos a nosotros no se nos ocurre pretender hacer murga, ni ritmos de ellos. Está muy en boga, pero nosotros no somos cultores de nada, ni de la cultura rock. En nuestros álbumes hacemos un par de rocanroles, pero el resto, desde siempre, es otra cosa. Porque el rock es un evento transcultural. Yo no tengo la esencia de los bluseros negros, y lo mismo que me pasa acá con el folclore, a mí el folclore de salón no me gusta. Me gusta lo que hace Leda Valladares, pero el chirarararaiii (imita algo tipo Chalchaleros), es un embole, nunca me dijo nada. Lo mismo pasa con el disco, hubiera sido ridículo que uno quiera hacer murga. Aquel que lo quiera hacer que lo haga. Sí hemos incluido mucho tambor batiente. En la gráfica hay algunos personajes de la comedia del arte mezclados, por supuesto, porque es un carnaval al uso Patricio Rey (risas).

Skay grabando bajos de Momo sampler.
TRINIDAD

INDIO: En la lírica se pone medio difícil representar algo más que lo íntimo. Yo sé que estoy confirmado por el hecho de que la gente que yo respeto y quiero todavía está conforme con lo que yo haga al respecto.

Vos decías que de alguna manera escribís “como escribimos...”
INDIO: ¿Sabés por qué? Hay un lugar que yo capitalizo para nosotros, y ahí la incluyo a Poli. No hablamos del evento estrictamente musical, porque cuando nosotros tres decidimos que algo va, es porque nos representa a los tres. Ahí ya no hay roles. Es como cuando Poli discute con alguien. No es que yo estoy en una nube de pedos e ignoro lo que pasa. A partir de ahí es como si fuéramos tres directores de algo, somos dueños de todo lo que pasa en el producto o la obra. Ahí la autoría es una cosa que escapa. ¿Quién es el autor de algo que se confirma cuando lo decidimos los tres?

Por eso lo del autorretrato...
INDIO: Una cosa es el consentimiento de cómo se pinta la lírica, y otra cosa es si con lo que escribo estoy representando lo que le pasa a Skay.

BENDITO ARCHIVO

Poli, ¿tenés un archivo?
POLI: Vamos guardando las notas y Skay las recorta y tira el resto.
SKAY: Tengo todos los casetes de todos los recitales que hemos hecho. Quizá me falte uno o dos, pero nunca los escuché...
INDIO: Tal vez cuando estemos viejitos... (risas).
POLI: Más adelante, ya vas a tener tiempo... Si no lo agarra la laucha...
INDIO: Sí, si no me corre la laucha en la cabeza. Cuando ya esté arteriosclerótico, cuando piense “¿quién es este pelado que está acá?” (con voz de viejito). Lo que estoy haciendo es tratar de sacarle un poco la tierra antes, porque si no trasladás la tierra, también, al nuevo lugar. Entonces primero le pego una leída y hago una especie de selección, lo guardo cuando el artículo tiene una especie de extensión o profundidad. Cuando veo que es la típica nota...

Hablando de cosas de archivo, el hermano de Skay hacía filmaciones. En una entrevista que editaron con un libro, en un compacto...
INDIO: Esa es otra cadorcha del amigo [Tom] Lupo (Poli se ríe). Lo que pasa es que los amigos quieren dinero. Yo lo tengo porque me lo mandaron, y es, como una especie de disparate. Más que nada es la rimbombancia que le da Tom Lupo a lo que vamos a decir y después es una pavada. Es toda una noche en la casa de Tom, no me acuerdo ni en qué condiciones estábamos (risas).

Pero podés suponerlo (risas)
INDIO: Empieza hablando y le da como una importancia, una significación a lo que voy a decir. Y después escuchás y decís...

Una de las cosas más interesantes, al escucharlo, es cuando contás que hay una filmación en super 8, del primer viaje...
INDIO: ...a Salta. Sí, sí, sí.

¿Esa filmación existe?
INDIO: La tiene el hermano de Skay.
POLI: ¡No lo digas, qué lo van a ir a buscar, lo van a matar! (risas).

¿Y qué les pasa cuándo ven algo de ésa época?
INDIO: Yo hace rato que no veo. Pero lo tengo grabado porque lo filmábamos, y lo editábamos nosotros, y es la gira a Salta que era... (risas) bueno, en esa éramos todos presidiarios, todo el bondi eran presidiarios. Y era todo un delirio, de movida, porque justo era una banda como nosotros en un lugar de los más conservadores que había. Todavía debe ser, hace mucho que no voy a Salta, pero en ésa época no sabes lo que era. Esa filmación es inenarrable, es maravillosa. Yo dos por tres le quiero pedir al Negro, porque hemos hecho varias cosas juntos.
SKAY: Es más, el origen de Los Redondos es haciendo la música para una película que había hecho: Ciclo de cielo sobre viento. Empezamos a hacer la música, y de ahí terminamos siendo...
INDIO: Muchas cosas han pasado. De pronto, había un plan para conseguir dinero para comprar máquinas. Porque siempre hubo una idea de independencia. La plata fue siempre para la independencia.
SKAY: Sobre todo porque no había otra manera.
INDIO: Y en el tiempo de estructurar todo eso fue creciendo la banda.

¿Habrá forma de mostrar eso o no les interesa?
INDIO: Mirá, a mí me interesaría, de movida, tenerlo.
SKAY: Mi hermano está en este otro viaje. Le hemos pedido, pero él tiene otros tiempos...
INDIO: Aparte de eso, hay películas donde trabajamos nosotros, trabaja Skay. Aunque sea para verse uno, joven. Decía que en Ciclo de cielo sobre viento yo aparezco con una escopeta... (carcajadas, aplausos). Como un francotirador, por una ventana, con un maúser... (risas).
SKAY: O aparece esa foto que nos habíamos sacado en Santa Fe, ¿te acordás? Una que estamos todos con las escopetas. (risas)
INDIO: A mí me gustaría tener copias, porque también me da miedo. Yo sé que él ya las cambió de formato.
SKAY: Yo le dije a Guillermo, y quedamos en que las iba a hacer...
INDIO: Y tengo la copia de una, de Celos, en Super 8. Incluive, la banda de sonido empieza a estar pegada al celuloide como en la mitad.
SKAY: De la gira a Salta pasa lo mismo, de la música ya no quedó nada...

¿Qué música era?
SKAY: Lo que tocábamos nosotros.
INDIO: Sí, qué sé yo, “Maldición...”, “Blues de la libertad”...
POLI: “Toma luz de mi estera”...
INDIO: ¿“Toma luz de mi estera”? ¡Ah sí!, lo hacíamos. Nada más que más rockeado. No tan country.

Ese tema no está en ningún disco.
INDIO: Hay montones de cosas. Lo que pasa es que uno siempre quiere hacer lo último que se le ocurrió. Si vamos a ir a buscar...somos jovatos, ya. Las cosas que estoy descubriendo ahora, cintas donde canta Poli, canta [ClaudioKleiman (risas), yo toco un balde de plástico, y canto. Y hacemos coros y canta Poli. Hay una versión -mirá lo que les voy a decir, total nunca la escucharán-, de “Mejor no hablar de ciertas cosas”, hecha por nosotros tres, que es otra cosa, no tiene nada que ver con la versión que se conoce.

¿Por qué nunca la vamos a escuchar? (más que una pregunta es una súplica).
SKAY: Bueno, en algún momento, por ahí...

15 AÑOS: INDIO LEE INDIO

¿Te interesa ver lo que decías hace quince años?
INDIO: A veces lo leo, y me sorprendo a mí mismo. Veo que hay una especie de coherencia que uno niega (risas). O sea que no tenemos dogma, y veo cosas que decía hace muchos años...

Justamente, eso de “no tenemos dogma”, se viene repitiendo en los reportajes...
INDIO: Bueno, no tener dogma es un dogma...


[Ambas partes de la nota de La García pueden leerse en Mundo redondo]

martes, 17 de noviembre de 2015

De regreso a Momo: a 15 años del último disco de los Redondos

Hace unos meses recordé, casi sin querer, que se cumplían quince años del adiós discográfico de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, quizá la banda más trascendental en la historia del rock argentino (esta sentencia excede por escándalo lo musical, que siempre es discutible). Poco revisitado en estas páginas, el grupo es -sigue siendo- paradigma de la independencia dentro de la música local, dueño de una estética y un sonido que marcó a fuego a descendientes y dividió aguas entre contemporáneos. Algo es innegable: la música de los Redondos contiene un código de fiereza que ni siquiera las FM de rock nacional han logrado desgastar. No es apta para todo público, aunque su extraordinaria masividad diga todo lo contrario.

La herencia que dejaron es de una inabarcabilidad tal que encuentra ejemplos insólitos en algunos sucesos recientes: novedades que van desde la edición de Fuimos reyes, libro de Mariano del Mazo y Pablo Perantuono al cual el mismísimo Indio Solari describió como “la historia de los Beatles contada por Pete Best”; hasta una apasionada revisión de “Jijiji” a voz en cuello de Tarja Turunen, la cantante finlandesa de heavy metal sinfónico que reside en Argentina de un tiempo a esta parte. Es decir: aún hoy, el mito y la obra (¿escindibles?) generan revuelta, sea en la pluma de un periodista denostado públicamente por Solari (“es un pelotudo”, dijo hace no demasiado tiempo de Del Mazo) o en la garganta de una cantante nacida a miles de kilómetros del fenómeno. El libro se vende como pan caliente, el público metalero no duda en traducir “Jijiji” = pogo encendido. Y saltan.

Ahora bien, ¿cuánta gente escuchó con atención Momo sampler, el último disco de estudio del grupo, que exactamente hoy cumple 15 años de vida? Aquel rostro grisáceo de tonalidad y mueca no ha sido observado como el eslabón perdido que es, entre el final y los nuevos principios: las carreras solistas de la dupla Beilinson-Solari; el fervor popular ante el rocanrol y la distancia contemplativa de un público que hasta Último bondi a Finisterre solía encontrar de dónde agarrarse, “misas” al margen. También, claro, entre el ocaso de una era política y social que dejaría heridas profundas y explotaría meses después; y lo que vino... Esto es más evidente cuando se leen las palabras del Indio en las notas de la época: sus dichos son casi clarividentes y su posición respecto del kirchnerismo resulta lógica al leerlos.

En La música es del aire intentaremos desgranar el influjo de aquel disco denso, junto a algunos amigos que nos prestan su talento. ¿Queda algo por decir de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota? Haremos la prueba.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Gonzalo Gamallo siempre dice la verdad

Ballotage de Gonzalo Gamallo en La música es del aire. O bien, secuela de aquella tarde soleada del sábado 17 de octubre regada por café, charla intensiva mediante. En esta segunda vuelta del diálogo con El Pastor no hay vencedores ni vencidos, en la otra vuelta no hace falta decir quién queremos que gane...

Por lo pronto, vale destacar que lo que leerán abajo está enfocado más en sus bandas que en Paralelo, el debut solista que abordamos en detalle en la primera parte de esta charla. Entonces, bien cuenta GG en qué andan hoy Los Niños y los Locos y La Joven Guarrior, lo que podríamos denominar sus dos proyectos principales (entre otros tantos satélites).

Además, para la oreja de la dama y el oído del caballero: qué ve de nuevo y bueno Gonzalo en la música argentina actual, en qué ayuda que el gran mercado no dé bola a lo under, cuánto cuesta vivir de la música; y lo importante de estudiar y no ser un cachivache.

Lean y disfruten, está permitido.

LOS NIÑOS Y LOS LOCOS

En alguna de nuestras charlas me dijiste que Los Niños y los Locos era tu banda bastarda. ¿Por qué?
Sí, porque para mí Los Niños es una banda terrible... y es mi primera banda. Yo pensé que iba a ser un músico de rock y distorsión toda la vida, aunque a mí me gusta un montón de música que podría ser la razonable que esté en La Guarrior. Pero la verdad yo de pendejo era fana de Zeppelin... Me gusta el rock. ¿Viste que los músicos que estudian mucho dejan de escuchar rock? Yo no, yo escucho otros palos, me gusta el jazz, amo el tango y toco mucho [de hecho, forma parte del trío Tangodelic y conforma un dúo de guitarra y voz junto a Gino Arazi] pero sigo con el rock. Y bueno, con Los Niños pasó lo que te contaba al principio: empezamos como power trío, muy pulenta... con Edu [Baeza] el bajista, tenemos esa sociedad desde los catorce años, estuvimos sin batero como 7 u 8 años hasta que apareció Manu [Lugea]. Laburando solos, con batería electrónica, componiendo. Una cosa muy de pendejo que vas a jugar a la casa de tu amigo, él tenía la portaestudio, yo llevaba la viola y qué sé yo, nos enamoramos de la música así, juntos. Él ahora es el bajista de Pollera Pantalón, además, terrible bajista, tiene un peso, un sonido... Y es trombonista en La Guarrior.
Y bueno, con Los Niños veníamos muy bien, en 2007 nos habían elegido Banda del año en Loca Bohemia, un lugar en el que tocábamos muy seguido y nos amaban, los patovas, el dueño, todos (risas).



¿Tocaban seguido ahí?
Prácticamente tocábamos una vez por mes ahí, habíamos logrado dejar de pagar, porque ellos querían que toquemos y nosotros estábamos medio cansados de eso de pagar, un día les dije “basta”. Los Niños sufrió el post Cromañón, los pocos lugares, creo que Capital durante un tiempo dejó un poco el rock, o el rock dejó de estar en Capital, no sé bien cómo fue.

Se “acustizó” un poco el asunto en cierto momento.
Los Niños igual tienen esa cosa que tienen ciertas bandas... de que la gente no va a ver rock. Lo que puteó Minimal con Pez durante años, es la típica banda que todos vienen y te dicen “che, loco, espectacular, me encantó” y no vienen nunca más (risas). Todos nos dicen lo mismo “qué banda que tienen, espectacular”, pero después no vuelven, entonces uno piensa “nosotros no hemos sabido mover bien a la banda”, no sé. Pero es un grupo que labura, nosotros ensayamos y estamos con medio disco nuevo ya hecho. Hay una química para componer que es única y especial, realmente componemos tocando los cinco, es así y es muy mágico, es una cosa muy horizontal, de verdad, y hay un espacio donde las ideas de cada uno valen, siempre; aparece la forma en la que cada uno toca lo que se le canta y todo funciona.
Nosotros tenemos un palo de jazz-rock instrumental, ponele, o de funk...

Igual es fuerte, es más rock que jazz.
Sí, sí, creo que Los Niños tienen una lógica de jazz que quizá está más clara en el primer disco que en el segundo, en el segundo quisimos ser más sintéticos. Y el concepto es jazzero desde la improvisación y desde la música instrumental, para mí lo que hacemos es un laburo desde la forma de la música, es un trabajo formal, nuestra clave es cómo vamos armando la música, para nosotros tiene una lógica clarísima.

Hay todo un proceso.
Sí, ni hablar. Este material que estamos armando siento que recupera el espíritu más jazzero del primer disco. Con Los Niños yo trato de evitar saber para dónde va la cosa, porque con La Joven Guarrior o en Paralelo mismo, yo tengo el tema y ya sé para dónde puede ir.

Es el lugar donde rompés con lo otro.
Sí, yo ahí puedo llevar una melodía de guitarra, o algo, y lo que te devuelve la banda es otra cosa, transformada por mis compañeros. Y para mí es impresionante. Creo que seguimos juntos pese a que ni tocamos mucho en vivo ni nos acompaña el público (risas) porque para nosotros lo que pasa es muy fuerte. Y es un espacio muy lúdico, también, es una banda muy divertida en vivo, suelen pasar cosas graciosas, hay algo del absurdo, trato de que las letras de Los Niños sean algo muy naif, no trato de que tengan una carga muy humana, algo de lo que por ahí hay en La Guarrior y en Paralelo, sino que trato de que sea otra cosa.

Y mantener ese costado de improvisación y ruptura.
Sí, para romper un poco con esa cosa de vago que tiene a veces el músico de rock. Me parece bueno tratar de moverse el piso. Y por eso también es bueno estudiar, escuchar música, leer. Estudiar es muy importante, no por nada Mollo llega a los cincuenta cantando así: es porque el chabón se lo propuso. Y eso que a mí me gusta más cómo cantaba antes, pero lo veo cómo está cantando a esa edad y pienso “es un capo”.



RESPETAR A LA MÚSICA

En el rock siempre está ese debate sobre perder la espontaneidad al estudiar.
Y está esa de “qué necesidad tenés de estudiar canto si igual te vamos a ir a ver”, pero no, esa cosa del amor propio, de cuidar... Para mí tiene que ver con el respeto a la música: nosotros, los músicos, estamos en el mundo para hacer sonar a la música bien. Nuestra función social es esa, creo. Hay que preocuparse por el sonido, no podés tocar hecho un cachivache, dado vuelta, salvo que seas Charlie Parker y puedas hacerlo porque tocás bárbaro. Pero yo lo veía a Charly hace unos años y era una cosa... Si lo comparo con Spinetta, creo que Charly le ha faltado más el respeto a la música que el Flaco, se permitió ser un cachivache en el escenario y como algunas personas se lo festejaron lo siguió haciendo. Pero vos ves el show de presentación de Clics modernos, en el Luna Park y no puede ser lo bueno que es, es Radiohead. Es maravilloso todo: cómo canta, los temas, las cosas que dice entre los temas; de golpe queda solo con el piano y es alucinante. Él lo tuvo eso, tanta fama le pegó mal.

Sí, tal vez su caos personal...
Bueno, pero manejalo, vieja, dale, ¿qué, te manejó la merca? Ojo, yo lo amo a Charly, lo amo, pero creo que Spinetta fue absolutamente íntegro como artista.

Creo que ese aspecto es una diferencia que marcaba el propio Spinetta entre ellos dos. Que con Charly no pudo hacer el disco que iban a hacer por ese costado caótico.
A mí me gusta que suene bien, que esté bien, a veces eso lo sufrís. El otro día vi algo de La Guarrior en la tele y no me gustó cómo sonábamos, capaz era algo de la tele misma pero yo era autocrítico igual. No es que sea perfeccionista pero sí soy muy exigente. También porque creo que es lo que tenemos que hacer. Es importante que los músicos respetemos a la música, lo que la música nos da se lo tenemos que devolver. Dale algo vos, si no es muy injusto: si ganás plata con la música comprate una mejor guitarra, pagate un profesor. Lo que valoro de las bandas cuando las veo es ver si laburan o no, no si “me gusta”.



EDAD DE ORO Y NOVEDADES GUARRIORS

¿Y con quiénes te pasa de ver eso?
Me parece que estamos en un momento zarpado de la música y creo que la crisis de 2001 tuvo algo que ver, mucha gente estudió música. Yo justo tenía dieciocho en el 2001 y para nosotros era... Mi viejo quería que fuera a la facultad y no había manera de que él me convenciera porque eso no me aseguraba nada. Todos veíamos el desastre y pensabas “si me gusta tocar la guitarra, voy a tocar la guitarra, si ahora igual no voy a laburar ni de guitarrista, ni de actor, ni de nada”. Hoy en día la situación es distinta porque si estudiás ingeniería te dan una beca, no sé. Es otro país, por eso uno a veces no entiende a la gente que no se da cuenta. En fin, proliferaron los estudiantes de música, lo cual hizo que los músicos seamos mucho más abiertos; tenés muchos músicos que tocan muy bien y en todos los palos. Hay gente que, de hecho, toca todos los palos.

¡Como vos, que tocás todos!  
No, ponele, a los pibes de Duratierra, que ahora están tocando folclore, yo les conozco bandas de rock, y así hay un montón de grupos que me gustan. El disco de Nahuel Briones está buenísimo, el de ChauCoco! me gustó mucho, Surales para mí es lo máximo, Vero [Bonafina] hace unas canciones de la concha de la lora. Ayer estuve con el de Los Espíritus que recién sale y tiene una onda bárbara, es una música que a mí me encanta, ese rock and roll atorrante. Los chabones tocan eso y tocan eso, y me recierra. Locos de Nacimiento está buenísimo también, su último disco está muy bueno, tienen una base tremenda... Es rock, es barrial pero muy volador. En el disco grabaron muchos temas con tres guitarras y como soy amigo de ellos me invitaron a tocar en vivo para hacer esa tercera guitarra cuando lo presentaron. Salió bien y entonces estoy yendo seguido. Como el mainstream no nos da pelota, eso favorece al arte.

Es que ya hay una escena completamente separada del mainstream.
De hecho, la música comercial de esta época es un desastre si la comparás con otras. Los Bee Gees son alucinantes; o Michael Jackson, que lo detesto pero era un monstruo. Y esa espalda que nos da el sistema creo que nos ayuda a cagarnos en todo, favorece al arte porque la verdad no nos corre nadie. No se trata de pegarla y estar en el programa de Tinelli.

A la vez es difícil para los músicos vivir de la música.
La Guarrior está en esa situación en la que necesita generar dinero, sí. Se trata de que el proyecto se empiece a sustentar porque cuando empiezan a pasar los años, te vas poniendo viejo y necesitás vivir de algo. Y creo que a una banda le viene muy bien que vos te puedas dedicar exclusivamente a eso. Si yo pudiera conseguir guita para que todos los de la banda podamos ensayar todos los días... volvemos a lo anterior. Uno con el amor llega hasta un lugar, se va generando una mezcla de expectativas y necesidades, si vos tocás para gente necesitás más y mejores equipos, instrumentos. Y la música es un metier de mucha plata, digo... los fierros de la batería salen un huevo. Y a veces ves que llega La Guarrior y no tienen funda los cajones, tenemos la percusión en un cajón de frutas, ¡y es una banda que ya lleva gente! Estamos corriendo la coneja, yo voy a ser papá, entonces necesitamos que el proyecto se consolide, no es pegarla. Es lo que decía antes: cuando la música te da, vos le devolvés. Y cuando la música no te da, inevitablemente las bandas se van separando.

¿Ya están en proceso de nuevo disco?
Sí, lo tenemos que hacer, estamos en un momento de cambio. Ahora estoy tocando la guitarra eléctrica, por ejemplo. Creo que es el momento de cambiar porque cambiar es bueno, “cambiar por cambiar, nomás”, como dice la canción. Además, la trilogía de la historia ya está cerrada, en eso estamos de acuerdo todos. El material sustancialmente es parecido, como somos una banda que no tiene género vamos visitando todo ininterrumpidamente. La idea de cambio viene por el lado de lo tímbrico, veremos qué pasa. El gran yeite del que hace canciones, me parece, es la ropa que vos le ponés a cada tema. No sé, Spinetta: los temas de él son iguales de Almendra para acá, más allá de las letras en esencia es lo mismo, lo que sí fue cambiando fue la instrumentación a lo largo del tiempo. Nosotros veníamos tocando con guitarra criolla y cajón, ahora queremos pasar a guitarra eléctrica y batería, veremos si el resultado es muy parecido o no. La eléctrica ya está en los shows, la situación lo fue pidiendo porque fuimos sumando músicos y público, y ahora que estoy tocando con una fila de cinco caños, con la guitarra criolla no podés pasarlos. Terminás tocándola muy fuerte y suena feo.

¿Los temas para el disco nuevo ya los tienen?
Sí, hay un 70%. Y siempre tengo algún tema cajoneado que puede salir para cubrir. Tenemos ganas de grabar algo más tanguero, bien, tomándolo en serio. En esencia, no va a haber grandes cambios desde lo que es la composición, sí subir un poco tímbricamente, me parece que a todo el mundo le viene bien, nos va a refrescar y poner en una situación nueva. Yo quiero que haya teclados pero los pibes no quieren, así que no sé si me voy a salir con la mía (risas). Son visiones que vamos discutiendo, por lo pronto esperamos hacer un buen disco y veremos qué pasa.


*La Joven Guarrior anuncia la última edición de la Fiesta Nacional de la Guarrior para el viernes 20 de noviembre a las 23:55. La Fiesta tendrá lugar en Uniclub (Guardia Vieja 3360, CABA), con Grupo Ganjah como banda invitada.
En tanto, el sábado 28 del corriente, Los Niños y los Locos se presentará junto a Los Maruchos en Mamerta Espacio Cultural (Lavalle 4080, CABA), próximo a inaugurarse.

[Fotos: gentileza de Andre Gaetano]