miércoles, 28 de octubre de 2009

Dilema

(En realidad, el título de este post debería ser "Me cagó en Fénix y Time for Fun" o "Ticketek y la reputa que los parió", pero intentaré ser fino aunque esté recaliente).

La cosa es así: todos ustedes saben que los cerebros de las empresas nombradas arriba organizan casi que toda la agenda de shows de rock y pop más o menos importantes que se llevan a cabo en nuestra querida republiqueta. Este estúpido que escribe es uno de los tantos que, quiera o no, debe darles dinero a estos sujetos, pues es eso o nada (nada = perderse de varios grupos que vienen a tocar al país y me gustan).
Lo que me sucedió ahora es digno de la mala suerte de un hincha de Racing, cosa que, yo pensaba, tenía que ver sólo con el mundo del fútbol, pero veo que se ha metido en otros ámbitos. Les cuento: AC/DC, uno de los grupos de rock and roll nenenen más grandes de la historia, toca en el estadio de River Plate los días 2, 4 y 6 de diciembre. Lo saben. Quien esto escribe debió, como todos los que tienen su ticket para alguno de esos días, apurarse para sacar su entrada, pues sino lo miraba por TV. Bien. Lo hice, saqué mi ticket para el día 4 de diciembre, antes de que se anuncie la tercera función (esperar podía significar quedarse afuera de un show que quiero ver desde los 15 años).

Todos sabemos que el Señor Luis Alberto Spinetta realizará un cónclave en el estadio de Vélez Sársfield, en el que reunirá a todas sus bandas históricas para hacer un repaso de sus 40 años de trayectoria. Todos sabemos lo reacio que es el maestro con algunos momentos de su pasado ("flaco, tocá Muchacha!"). Todos sabemos, entonces, que es un evento único e irrepetible, entonces. Por lo que este idiota -yo, no Luis, por favor- quería estar presente allí, pero se encuentra con que el Fénix Entertainment Group, después de unas semanas de especulación, anuncia a "Spinetta y las Bandas Eternas" para aquel día en que iba a ver a los jóvenes australianos, esa fecha hija de puta que ahora odio, 4 de diciembre.

Lo primero que se me ocurrió fue tantear a Ticketek / T4F, a ver qué sucedía. Les mandé un mail en el que por poco succioné sus partes íntimas virtualmente (!), pero fueron tan simpáticos como siempre y me contestaron que "no se hacen cambios de entradas" y que "las entradas para AC/DC están agotadas" (¿En serio hijos de puta? ¡No me digan!).

Entonces, desesperado, recurro a ustedes, gente visitante y amigos virtuales: si alguien dispone de entradas para cualquier día de AC/DC -que no sea el 4, claro- y no tiene dramas en cambiar de fecha para verlos, estoy rendido a sus pies. Tengo una platea alta y un campo para canjear y espero que alguno aparezca.
Mientras sigo puteando a esta manga de inservibles e hijos de puta...

jueves, 15 de octubre de 2009

El disco que no puedo dejar de escuchar

Este es mi disco favorito en lo que va de 2009.
Hace tiempo que no me sucedía lo que me está pasando con Una temporada en el amor: casi todos los días lo pongo, resulta una obligación escuchar este conjunto de canciones, una necesidad que no sé bien por dónde pasa.
¿O sí?

Lo primero que me atrevo a decir es que hace tiempo que no encuentro un disco del que me gusten -y mucho- todas sus piezas. Ése es el primer signo de bondad de un disco definitivo, cualquiera sea: que te gusten todas las canciones. Lo segundo es que haya cierto concepto: un sonido que emparente ese conjunto de piezas, letras convincentes, belleza melódica, momentos de tensión y distensión... Muchas veces no nos detenemos en todos los elementos que podemos llegar a exigirle a una obra de manera muy consciente, pero podría decir que los que enumere recién son los que suelo exigir yo como escucha. Y Una temporada en el amor tiene todo eso. Son 14 canciones compactas, frescas y emocionantes.

De alguna manera, Una temporada... cierra la trilogía que inició Ardimos en 2003 y secundó Sistema nervioso central en 2006 (con varios hits y todo en el medio). Es el cierre más preciso que el grupo podría haber ofrecido: en el medio pasaron 6 años y los Estelares pulieron bien sus defectos -si se me permite el término-, en especial en el tema letras, donde varias rimas toscas del pasado le robaban algo de belleza a aquellas melodías siempre bien confeccionadas. Hoy todo sintoniza a la perfección.

En la revista La Mano de julio, Manuel Moretti, la voz cantante del grupo -además de guitarrista, letrista y principal compositor- relató así el por qué del título: "Me cerraba la idea del amor como un espacio geográfico. Como irse de vacaciones a un lugar que nunca habías visto y te gusta mucho: ésa es la primera figura. (...) El amor como un lugar de generación de experiencias preciosas e increíbles, pero también de mucho ejercicio y dolor, porque tenés que perder cosas para reconocer, aprender y entender otras. En realidad sería el amor como un método de conocimiento".

Y por allí van las canciones. Con el dolor impreso en la mayoría de ellas, y con la influencia definitiva del tango, corazón y concepto de su sonido. Es decir: Estelares no usa bandoneones, pero la melancolía -tan presente que hasta es el nombre de una fantástica pieza próxima a ser hit- merodea el ambiente como un paparazzi en busca de la foto de tapa. ¿Pruebas de ello? Autobuses, con un tal Rodolfo Páez como invitado de lujo; Superacción, la pieza más escalofriante del disco ("noches que suelo sentir odio a través de mí"); y Hoteles, una narración sobre la soledad reflejada en la vida de una estrella en su cuarto solitario (aunque se sepa que Moretti compuso la canción cuando lejos estaba de esa vida, y sí se encontraba cerca de la desolación, allá por fines de los noventa).

De todas formas, Estelares es un grupo de acordes mayores, aún con ese tono agridulce tan impreso en sus melodías. Los estribillos para multitudes de Cristal, Máscaras y Las luces del sueño lo prueban. En Las luces... se sienten los destellos setentosos, pero no del rock valvular, sino de esos cantores melódicos y populares que Moretti no se cansa de destacar en cada entrevista que concede: desde Roberto Carlos y Nino Bravo hasta Leonardo Favio (en la citada nota de La Mano afirma que ese tipo de épica melódica le gusta mucho, y que nunca le pareció kitsch).

Otro aspecto destacable del disco es cómo se cuelan en las letras referencias ideológicas a través de eslóganes, en canciones que aparentan poco de comprometidas como Un viaje a Irlanda, donde entre promesas varias para sus amigos, MM canta "veinte años no es nada, si hubiesen sido decentes" -una clara cita a los años de dictadura y la democracia neoliberal que desembocó en desastre-; o Tanta gente, el texto de un hombre dubitativo que busca el retorno de su chica, y canta como quien no quiere la cosa pero sí (en el puente de la canción, ya cerca del final) "Tantas horas, tan urgentes/ tanta gente indiferente/ los fascistas de siempre/ no tienen dos dedos de frente". Quienes lo vimos gritar a Moretti contra De Narváez y Macri en La Trastienda hace unos meses no nos extrañamos tanto, pero para algunos otros esas líneas van a sonar raro.

Entonces, ya lo saben: todavía hay esperanza para los que gustamos de las canciones de guitarra con estribillo & sentimiento, y se llama Estelares. Ustedes deciden si le dan la chance o no: yo me voy a poner el disco, que ni me gasto en subir porque está en todos lados (merece una búsqueda si aún no lo probaron).

(Dicho sea de paso: si tienen algún disco de 2009 que no puedan dejar de escuchar, me avisan).