jueves, 29 de octubre de 2015

Gonzalo Gamallo, compañero y guerrero


A esta altura de la vida, la tecnología e internet -y de este mismísimo blog, por qué no- da la sensación de que todos nos conocemos con todos. Al menos, eso parece suceder a la hora de charlar con músicos y allegados, descubrir que tenemos amigos e ideas en común y que todo está más cercano de lo que marca las propia distancia. Un caso que me sirve como ejemplo de esto es el de Gonzalo Gamallo, músico al que descubrí gracias a, precisamente, un amigo compartido. Gonzalo es fundador y el principal compositor de dos bandas que mueven la aguja y tensan el nervio de la escena porteña como pocas: La Joven Guarrior y Los Niños y los Locos.

Luego de llegar a los dos primeros discos de La Gloriosa JG por recomendación del amigo, el grupo editó Las invasiones inglesas, disco que recibí en mano de su propio prensa (en otro acto que fue obra de la pura casualidad: contacto, oferta, recepción y nuevamente encantamiento). Escribí unas líneas del disco entre los álbumes destacados del año 2013, fui a testear bondades en el vivo y quedé maravillado con esa multitud deforme: la de arriba y la de abajo del escenario. El teatro y la canción, la improvisación y la melodía, una verdadera fiesta sin venta de humo -o mejor, con la necesaria- y con mucho vuelo y gracia.

Pasó el tiempo y Facebook mediante, empecé a recibir mensajes en el chat de la red social a nombre de un tal Caja de Goma. Hablamos de música varias veces, sin saber demasiado quién era quién, hasta que un día, Caja me dijo yo soy El Pastor de La Joven Guarrior. ¡Ah!

¿Cómo se cierra el círculo? Con más música, por supuesto. A comienzos de este año me llegó la consulta, otra vez desde Caja de Goma: ¿querés escuchar el disco solista que hice? ¡Claro, mandamelo ya! Y me encontré ante el precioso y entonces inédito Paralelo, disco solista que Gonzalo Gamallo, El Pastor, terminó de cranear en el tiempo libre (mucho) del trabajo grupal en un crucero: fueron seis meses arriba de un barco. Lean la nota y sabrán los detalles, por supuesto. 

El tenor confesional, entre lo político y lo acústico del disco, mueve el piso desde el primer play. Canciones como “Lo que hubiera sucedido”, “Centenario” o “Vacaciones largas” no pasan el aire desapercibidas sino que paralizan, inquietan, brillan, susurran directo al oído. Hay pocas sensaciones más movilizadoras que la primera vez de una gran canción y de esas sobran en este disco. Por todo esto, después de tantas vueltas, era hora de una charla con Gamallo. Como suele suceder en este espacio, sin que el tiempo y los caracteres nos corran: con la excusa de Paralelo, uno de los discos más bellos que parirá 2015 por estas tierras (es insólito que aún no tenga su edición física) pero también, con la necesidad de hablar cara a cara con Gonzalo para... ¡comprobar que era de carne y hueso!

Ahora sí, nos conocemos todos.

PARALELO, PARA MÍ

¿A Paralelo lo pensaste como disco desde cero o son canciones que se te fueron apilando de distintos proyectos y llegado el momento dijiste “estas canciones van juntas”?
Un poco sí es así... es largo. La Guarrior nació como un proyecto paralelo, de hecho es un proyecto paralelo a Los Niños y los Locos, que es mi banda más antigua (tiene como once años ya). Se dio en un momento de saturación con el rock, viste... yo soy violero también, y venía con el mambo de que no quería hacer más solos de guitarra, estaba anti-rock. Eso sumado a un enamoramiento adolescente por la guitarra criolla, porque de pendejo toqué siempre con guitarra eléctrica y a partir de los dieciocho, cuando terminé el colegio, empecé a estudiar música más seriamente y me enamoré de la guitarra criolla. De chico escribía; empecé a hacer canciones, y todo eso que no entraba en Los Niños porque era una cosa de música más argentina o de canciones con criolla, inocentemente apareció La Guarrior. Empecé a juntarme con El Gasista y con los primeros guarriors...

¿Ustedes se dicen así, por los apodos que tienen en la banda?
Sí, sí, a algunos más que a otros. A mí me dicen más bien el Goma, los pibes no me dicen Pastor.

En Facebook estabas como Caja de Goma, ¡hablábamos y yo no sabía que vos eras vos!
Caja de goma era un blog que yo tenía; tardé en entrar a Facebook, no quería. Y después mi hermano me dijo “dejate de hinchar las bolas, necesito una mano con la banda, ayudame”, él me abrió la cuenta. Con el celular me pasó lo mismo... Y con Paralelo también me pasó un poco lo mismo: la banda tomó su propia vida, tiene sus propios tiempos y su burocracia, ya no soy el único que compone. Digamos, quedó un poco ajena a mis caprichos, a que yo traigo doce temas y hacemos el disco. Y por otro lado, tenía ganas de hacer una cosa intermedia entre lo que es la impronta acústica de La Guarrior y mi gusto por el rock eléctrico. Quería grabar algo distinto y caprichoso, hacerlo solo, como a mí me pareciera. Un disco solista, ¿no? Una serie de canciones que fueron quedando cajoneadas, tienen edades diferentes.

Son de distintas épocas, entonces.
Sí, hubo todo un... A ver, yo tengo unos discos como piratas, hechos solo, los tienen algunos amigos. Del primero de esos discos que yo grabé [ahora me da un poco de vergüenza cómo cantaba en ese momento y no los paso más, responde ante mi mangazo] muchos temas terminaron en Semana santa, el primer disco de La Guarrior. Y otra tanda de 10 o 12 temas de esos, algunos, cayeron en el segundo disco, La conquista del desierto. Otros quedaron y salen ahora. Ese grupo de canciones había quedado de un segundo disco pirata, que se llamaba algo así como La moto de soltero del Pastor, o El Pastor y su moto de soltero...

Ya estaba lo del Pastor.
Sí, El Pastor, El Gasista y El Pochoclero llegamos a tocar antes que La Guarrior, antes de llamarnos así. Después estaba El Vietnamita y éramos los cuatro, así nos llamábamos. Un día, jodiendo, salió La Joven Guarrior, empezó a quedar y quedó. Lo de los personajes ya viene de fábrica, a mí se me ocurrió que el cantante era el pastor. A los dieciocho años me pareció gracioso, a esa edad en la que uno está en contra de la iglesia, ¿viste? (Risas). Me parecía divertido y en un principio las canciones de Semana santa tenían cierta temática, me interesaba hablar de la publicidad, de la religión, era una obsesión. Y bueno, está ese grupo de canciones y otro tándem que compongo en el crucero, cuando me fui a laburar a un crucero seis meses. Con la mitad de La Guarrior tenemos una banda de laburo, de covers, y nos fuimos seis meses a trabajar a un crucero. En un momento de pobreza empezamos a tocar en el subte y toda esa locura que empezó ahí terminó en un crucero.

¿Cómo llegaron a lo del crucero?
Vimos una convocatoria en Alternativa Teatral y fuimos. Ganamos el casting, tocamos para los dos jetones de la empresa y quedamos. Cuando vimos a la banda que estaba antes, dijimos “bueno, ya está”, porque tocaban rebien y tenían una mina con unas tetas así (risas). Pero bueno, con los pibes tenemos algo...

Ustedes ya tenían toda la cosa teatral.
Sí, claro, esto fue con La Guarrior existiendo, mientras grabábamos el último disco. De hecho, apuramos la grabación de Las invasiones inglesas porque nos íbamos al crucero. Y bueno, laburar en un barco es tener mucho tiempo libre, mucho. Éramos la banda del bar, teníamos que tocar cumbia, rock, y el pasaje eran argentinos, o sea que los turistas eran todos de acá. Empezábamos a laburar a las once de la noche, todo el día estábamos sin nada que hacer... O dormías hasta las ocho, que a veces pasaba. En toda esa zozobra, me copé con una serie de canciones que tenía a medio hacer, porque a las canciones las dejo, no las apuro ni las termino rápido. Leí alguna vez una nota de Leonard Cohen donde decía que las letras son importantes y no hay que apurarlas.

Nada menos Leonard Cohen...
Sí, un monstruo. Y ese es el lugar que les doy, para mí son importantes y por eso no me apuro, las escribo todo el tiempo que las tenga que escribir. Un día encontrás una estrofa, al año siguiente otra, o llegás a grabar y decís “tal palabra no va”.

Pero ¿en el crucero te salieron algunas de las canciones que terminaron entrando en el disco, o ese fue el momento en que dijiste tengo que juntar estas canciones que están guardadas?
Me pasaron cosas personales antes de irme al viaje. Fuertes, perder seres queridos... tuve unos años de mierda, muy movilizadores para mal, así que ahí apareció por ejemplo “Lo que hubiera sucedido”, las canciones más sentidas. Esa, puntualmente, la terminé en el crucero. Era una canción que quería escribir, fue la primera vez en mi vida que me pasó que quería escribir una canción: sobre esta historia, sobre esta persona.

Es una historia real, entonces.
Sí, es el exmarido de mi mamá, que fue como... yo tengo a mi papá pero viví muchos años con él, El Negro había sido monto y las historias que te contaba eran increíbles. Después se murió en otras circunstancias, tristes y penosas, pero había algo ahí. A la vez, descubrí que poner un personaje en una canción te ayuda a decir cosas, digo: lo hacés decir cosas; no me había topado con esa situación, siempre era más en primera persona, esa cosa de la vida de uno. Con los personajes te podés poner en otro lado e incluso los ponés a decir barbaridades que quizá pensás y no las podés decir. Ojo, tampoco creo que sea casual que casi todos los temas estén en primera persona, es un material muy personal. Tiene una parte política de la cual era más cómodo hacerme cargo solo que pretender que los guarriors estén de acuerdo con que no hay que mirar series yanquis. Qué sé yo, yo lo digo medio en joda pero... (risas). Por otro lado, el crucero me dio una plata que me permitió grabar porque, si no, no hubiera podido grabar el disco nunca.

¿Lo grabaste inmediatamente a la vuelta del crucero?
No, pasó un tiempo. Igual ya lo tenía decidido y me dediqué a demear y a organizar la cosa, porque tengo un montón de ocupaciones. En el momento que empecé a grabar lo laburé más pero como todos los discos se te extiende un montón, terminás tardando un año. Además, lo hice con Tino Moroder, que es amigo, recién abría su estudio y no nos corría el tiempo, él se recopó. Nos entendimos muy bien dentro del caos mental que tenemos, porque no fuimos derecho, no grabamos ordenadamente las cosas. Lo que sí sabía es que quería hacer un disco así, con una parte de canción folk-rock, o como le quieras decir; quería poner más rock and roll, que fueran cuatro los rocanroles como el de “Voy a bajar al pueblo”. Pero me quedé sin nafta, se me estiraba mucho la grabación.

¿Los tenías y preferiste guardarlos?
Sí, con los rocanroles yo tengo... Digo, los tenés así, después los termino. Necesitás la base y la melodía, yo por lo menos; lo más lindo es el solo de guitarra. Había algo de lo estético que yo quería de tener rock and roll en el disco. Me gusta mucho, amo a los Rolling Stones mal, empecé tocando rock barrial, tuve mi banda y quizá, si la hubiéramos pegado, hoy sería un guitarrista de rock and roll (se ríe).

Querías hacer esa reivindicación.
Claro. Sinceramente, creo que lo que más me gusta es el blues y el rock and roll. Ahora que salió el disco de Keith Richards, es una bomba atómica... y volvés a los Rolling Stones y cada día me alejo más de los Beatles y todos esos cornos...

¿Te cansa un poco? Justo tengo una remera de los Beatles (risas).
No, los amo igual, soy fanático, pero siento que no envejeció tan bien la música de ellos... sí los primeros discos, justamente la parte de rock and roll. La parte de los cornos y los violines es como que parece más Sandro o Raphael que lo que terminó siendo el rock después de que apareció Jimi Hendrix, que fue otra cosa y tuvo que ver con otras cosas. Igual creo que es culpa de George Martin toda esa superproducción exagerada que tienen algunos discos. En fin, volviendo, quería buscar un punto de contacto entre todos mis intereses musicales, creo que finalmente eso son los discos solistas.

¿“Memoria imprudente” también es una historia real, aunque más cotidiana?
Es una letra medio surrealista, toda una situación muy de porro, una cosa que se va volviendo confusa porque empieza hablando de Moria pero después aparecen las lesbianas. Finalmente no dice nada, termina diciendo “toquemos en Cemento”.

Igual se entiende la ironía.
Particularmente, el disparador fue escuchar a Moria Casán hablar por la tele, eso sí es verdad. Estaba sentado, fumando, viendo a Moria y, te digo la verdad -el otro día se lo decía a mi suegro-, yo escribo una frase de Moria, te la pongo como si la hubiera dicho Nietzsche y lo crees. Después digo lo de las series yanquis y... yo no entiendo a la gente que mira esas series pero está bien. Me rompe un poco las bolas esa actitud de... son progres, re de izquierda, están en contra del gobierno, de la minería, pero después están viendo como cocina merca el chabón de Breaking bad, no sé. No creo que estemos asistiendo al momento donde ese aparato culturizante que es Estados Unidos... no creo que no lo estén haciendo, tiene que estar ahí eso. Igual en la canción viene desde el prejuicio y desde la humorada. Pero creo que el disco habla un poco de esa falsa moral de la clase media, hay varios temas que se refieren a esa hipocresía.

Está “Vacaciones largas”, el tema de “las dos plazas”. ¿Cómo es que dice?
“Qué raro me sienta saber que hay dos plazas”. Yo creo que el campo nacional y popular tendría que estar unido, ¿no? La verdad no lo entiendo, me da tristeza. “Ahora viene la izquierda”, todos los últimos años fue así, es una cosa que no entiendo y además cuando era chico no era así y nunca fue así. Se ve que cuando hay un demonio en el gobierno es más fácil que estemos todos juntos, cuando estaba Menem estábamos todos contra Menem. Hasta Lanata te parecía macanudo, todos creíamos en Lanata, Andy Kusnetzoff y Pergolini. El disco hace varias menciones a esa moral de la clase media. Son pensamientos míos y... me sentí más cómodo quemándome solo (risas). Muchos amigos me dijeron que con “Vacaciones largas” se sintieron interpelados. Es algo que pasa, la gente se va de viaje ocho meses y viene acá y te quiere hablar de “la pobreza en Latinoamérica” y vos decís “dale, si te fuiste de vacaciones...”. Te estás sacando fotos, no sé. Hay un doble discurso ahí.



LA JOVEN GUARRIOR, EL TEATRO Y VANGUARRIOR

Decís que la mirada política está muy presente en estos temas, sin embargo los discos de La Joven Guarrior tienen su bajada también, quizá no tan directa pero sí irónica para con ciertos personajes como el prototipo de estudiante de Puán o el que se trae “tomates hechos en Holanda”. También está Marrón...
Sí, pero está sobre todo en los conciertos, donde indudablemente hablamos mucho de política y somos una banda... No te digo “comprometida” porque no estamos comprometidos con la realidad (risas), pero que hablamos de la misma, sí. Pasó en uno de los últimos shows en Uniclub que era el fin de semana del balotaje porteño y nosotros hicimos un falso debate entre Larreta y Loustau. Fue increíble lo que empezó a pasar con la gente: nos empezaron a tirar cosas porque algunos querían que dijéramos que votaran en blanco y nosotros, obviamente, no íbamos a decir jamás eso. Pero era muy gracioso porque yo tenía unas pibas adelante, en las primeras filas, que me putearon de arriba a abajo y a la vez con buena onda. Había un clima antibanda, lindo.

Fue un debate de verdad y a la vez no se dio una situación tan violenta.
Fue un poco violento, nos tiraban latitas de cerveza (risas), al Perro Nuevo le tiraron una en la cara y se recalentó (más risas). Yo veía todo y pensaba “la gente está picante con el tema”. Me encantó también que nos puteen y esa cosa no tan condescendiente con la banda, se generó una especie de diálogo con el público que se da muchas veces. Creo que hay cosas de La Guarrior que tenés que completar cuando ves a la banda, que le falta la guitarra eléctrica y la distorsión. Y eso también pasa con lo ideológico y lo que tocamos.

Creo que es una banda que cierra la idea cuando la ves en vivo.
Sí... buenísimo, yo siento que es un poco así y que pasa algo, hay un ida y vuelta con la gente. Creo que es algo que nuestro grupo humano tiene: logramos interpelar, romper el hielo, eso que si estás muy tímido no sale. Es algo que tienen los cantores viejos, no sé si alguna vez viste a Larralde; una vez lo vi a Ricardo Vilca en Jujuy y fue increíble cómo el viejo entre tema y tema contaba un cuentito. Larralde capaz está veinte minutos hablando y ni toca.

¡Y cuando toca te cuenta otra historia de veinte minutos! (Risas).
¡Claro! Pero hay algo que quizás tiene que ver con el palo más teatral que nosotros tenemos, gente que tiene ese training; yo por ahí no soy tan desenfadado como los pibes pero sí me apasiona, me encanta el teatro, es una gran conjugación de lenguajes y es interesante el trabajo de la música. Como músico es casi una colimba porque tenés que tocar con una precisión total, no podés ni afinar, sólo tenés que tocar lo que tenés que tocar, no hay margen para probar si tal pedal quedó bien. No hay improvisación, aunque hay todo un laburo en el que sí, probás. Pero es lindo porque en general no sabés qué va a pasar con la obra cuando te vienen con el proyecto. Ahora hicimos una obra de nadadores, Crol, de la que yo hice la música pero no quise estar en el escenario. Quería probar con dirigir a la banda.

Ahí son varios de La Joven Guarrior, ¿no?
Sí, excepto el tecladista, que cayó Gonzalo Pastrana, un buen actor que además toca bien. Porque está mi hermano Lautaro [Zé Pequenho] que sí es actor, pero Andrés [El Gasista] e Iván [El Nuevo] son más músicos, necesitábamos un poco más de soltura en lo teatral. En fin, lo que te decía: te caen con el proyecto y te dicen “bueno, Gonza, hagamos una obra de nadadores...” y vos decís “¡¿qué?!” (risas). Y te juro que siempre es así y hay algo muy de la fe, de hacerlo, confiar y bancarse el proceso que es largo y es arduo.

¿De qué va Vanguarrior? ¿Puede adelantarse algo?
Hace bastante tenemos ganas de hacer este show. Quizás la gente piensa que somos unos hippies que tocan la guitarra criolla pero en realidad nada que ver. No soy el único que tiene mil bandas y con el mambo de la música electroacústica, los monotrones, algunos de los pibes son muy especialistas. El Líder de los Wichis, que con nosotros toca la quena, tocaba con Leo García e hizo ambient muchos años. Él es pianista, profesor de piano de conservatorio... y en La Guarrior toca la quena (risas). Esas son las cosas que pasan en la banda (más risas). Y la idea venía por ese lado que tiene que ver con la música electrónica y la música electroacústica, de jugar con filtros y hacer algo medio noise. Después el concepto se amplió un poco y vamos a hacer como una gran parodia de lo que es el arte posmoderno. Va a haber un grupo de danza -que vamos a ser nosotros, obviamente-, la Vanguarrior va a estar tocando; filmamos una película de cine arte, extremadamente pretenciosa, espectacular. La apuesta es que sea una pequeña Bienal de Arte Posmoderno.

Hay mucha producción.
Es un show en un teatro y nos lo estamos tomando como una fecha muy importante. Es nuestro primer teatro, nunca vendimos tantos tickets (risas) y queremos ver qué pasa. Nuestro plan de este año era no tocar y hacer un teatro en junio, ponele, y al final terminamos tocando un montón. Hay una situación de conquistar el público que a nosotros nos viene muy bien y de tocar tanto en Capital quizá ya no pasa porque la gente nos conoce, pero vamos a San Miguel y tocar “Marrón” tiene sentido. Ese plan cambió porque surgió lo de Uniclub, la Fiesta Nacional, y fue un desafío tremendo. Llamamos a bandas que nos gustaban, pudimos tocar con Sergio Dawi -yo no lo podía creer- o traer una banda de Rosario y después ir para allá... pero ahora paramos unos meses para hacer este teatro y preparar todo lo que había que hacer. Además, la banda tiene un palo más climático y lento, algo que en los discos se nota mucho y como los recitales son más arengadores... Imaginate lo que era Uniclub: 100% demagogia (risas). No hay lugar para el clima, a las 3 y media de la matina la gente ya está muy borracha para que le toques una balada, hablan encima. En cambio, en el teatro se da la situación inversa, vos tenés toda la atención y hay que aprovecharla bien, conquistarla.


*La Joven Guarrior presenta Vanguarrior hoy a las 21 horas en la Sala Caras y Caretas (Sarmiento 2037, Capital Federal). Entradas: $100, en TuEntrada.com y en la boletería del teatro.

[Fotos de Gonzalo Gamallo por Jorge Giorgio -byn- y Andrea Gaetano -color-]