lunes, 7 de abril de 2008

Un poco de punk porque sí

Más allá de su supuesta rigidez musical, podría decirse sin dudas que el punk es uno de los subgéneros del rock con más variedades estilísticas. En verdad, dentro de la movida punk se han incluido grupos que luego trascendieron eso; y otros que por pertenecer a la época -y quizá parecerse en look a los demás colegas de la escena- cayeron en la misma bolsa.
Así es que grupos tan disímiles como Ramones y Talking Heads -del lado yanqui-, o The Jam y ¡Elvis Costello! -británicos- eran catalogados como “punk”, más allá de que, al escucharlos, uno comprobara que poco y nada tenían que ver.
El punto es que hoy voy a comentar brevemente, para ser punk, -dios, qué genial excusa- algunos disquillos de aquel querido y difuso movimiento: cuatro gemas totalmente distintas entre sí. Vamos con los discos, entonces:


New York Dolls – Ídem (1973): aprovechando su venida al país -que quizá me cuente entre el público presente en El Teatro, el mejor lugar en Buenos Aires para ver shows- les dejo su primer disco, obra maestra del rock desprolijo y decadente. Entre el glam, la desfachatez, alguna balada y ese desorden sonoro, está el gen de su irresistible punk. Por supuesto, son otro de los estandartes de aquello que hace un tiempo califiqué como punk stone. Si pueden, vayan a verlos.
Tres temas a escuchar: Personality crisis, Lookin’ for a kiss, Pills.



Peter Hammill – Nadir’s big chance (1975): en su quinto disco solista, Hammill -además de sus excelentes mid-tempos- muestra intensidad y saturación, cosas que hicieron de este álbum uno de los favoritos de Johnny Rotten (aunque en todas las reseñas de Nadir... se diga lo mismo, es inevitable repetir el dato). Así se volvió parte fundamental de lo que -después del estallido punk- se llamó proto-punk. Como siempre, el tipo estaba un paso adelante.
Tres temas a escuchar: Nadir’s big chance, Shingle, Birthday special.



Iggy Pop – The idiot (1977): de seguro, la Iguana es una de las cinco caras más importantes en la historia del punk rock. Sin embargo, el tipo más de una vez ha demostrado que su ambición supera el género, y este disco es una de las pruebas. Justo en 1977, se mandó esta locura comandado por David Bowie en la producción (en realidad, es casi un disco conjunto que salió sólo con el nombre de Iggy). Probablemente, el álbum más experimental en toda la carrera del hombre de Detroit. Ah, es su primer intento solista... y lo que sonaba de fondo cuando Ian Curtis colgóse.
Tres temas a escuchar: Nightclubbing, Tiny girls, Mass production.



The Clash – Give ‘em enough rope (1978): vamos por pasos. Como músicos: los mejores de la escena, lejos, tenían versatilidad para meterse con cualquier género -¡tocaban reggae como los jamaiquinos!- y fueron la banda más abierta de todas; trascendieron rápidamente al punk y demostraron una impresionante apertura estilística. Como ejemplo de coherencia estética y política, también son insuperables: se hicieron cargo de todas sus palabras y las llevaron a acciones. Este disco, el segundo de su carrera, es la bomba antes de la bomba -o sea, London calling-: bordea la perfección.
Tres temas a escuchar: Safe European home, Stay free, All the young punks (new boots and contracts).