miércoles, 18 de noviembre de 2015

Momo (y todo lo demás) por ellos


Antes de escribir una sola palabra sobre Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota me pareció interesante rastrear los propios dichos de la banda cuando Momo sampler vio la luz. Dentro de mi escueto archivo de revistas hay algunos números de la extinta revista La García, aquella apuesta rocanrolera que fue una insignia del aguante de fines de los '90 y rendía culto a la igualación público-músicos propia de esos días (en realidad, una idea inherente a la cultura rock que, como cualquier otra, no existiría sin la gente adentro. Otro día discutimos las formas). Buena parte del staff de La García fue luego (sigue siendo, en parte) el de la Revista Barcelona, lo cual habla muy bien de los autores y sirve para reflexionar cómo ciertas cosas se mudaron del rock a la política. En fin, recuerdo que no pasaban más de cinco números de La García sin que hubiera cobertura de shows o entrevista con, quizá, los máximos referentes rockeros de aquella época y de todas: Charly García en su etapa Say No More y los Redondos.

Momo sampler fue editado el 17 de noviembre de 2000. En enero de 2001, antes del desastre social y la separación de la banda, nunca formalizada pero concretada ese mismo año, la revista publicó una nota completísima, al hueso, con Carlos Solari, Eduardo Beilinson y Carmen Castro. El Indio, Skay y Poli, bah. Puede que sea la mejor entrevista a ellos que haya leído alguna vez: fue tan jugosa que los tipos decidieron publicar una segunda parte  al número siguiente porque les había quedado hilo en el carretel. Buena parte de lo que se cuenta es revelador de aquel momento y de todo lo que vendría luego.

No voy a inventar nada pero leer al Indio es un ejercicio siempre placentero; su mirada sobre ciertos tópicos en la realidad de 2000 es profética. Sus dichos sobre el Grupo Clarín y la situación asfixiante de los primeros días del milenio se resignifican tanto como lo que a la banda y a Momo refiere: el método de composición con Skay -que desde su mutismo parece asentir lo que Solari dice aquí y repetiría hasta el cansancio después- y el archivo fílmico del grupo, que luego sería motivo de... bueno, ustedes ya saben.

Quince años atrás, algo se olía.

LA BANDA... SON DOS

INDIO: El álbum está hecho con Skay y el equipo Luzbola: Eduardo [Herrera] que es el ingeniero y Hernán [Aramberri] que trabajó mucho porque es el más diestro con respecto a la parte midi. Yo manejo las máquinas pero con cierto rubatto y cuando estás queriendo pintar necesitás la destreza y también las opiniones. Supongo que se parece un poco a la dirección de una película, que hay un director de fotografía que te dice “mirá, la luz que vos querés no da, suspendemos”, “seguimos”... Y después, intentamos grabar con los músicos. Prácticamente los músicos no participaron a no ser por un solo de saxo y un calefonazo en “Pool, averna y papusa”.
SKAY: Hay algunos bajos más, que tocó Semilla [Bucciarelli] y quedaron...”.

Contaron que Semilla grabó algunas cosas, hay algo de Sergio, ¿y la batería?
INDIO: La batería la volvió a tocar toda Hernán. Primero tomamos muestras de distintos lados, de algunas baterías que había compuesto yo. Pero todo midi, todo una cadorcha. Eso, por un lado, porque queríamos darle una unidad de contexto humano, y por otro lado, una vez que se armó toda la estructura rítmica, se reemplazaron cada uno de los módulos vueltos a tocar, y se volvieron a tomar muestras, y se volvió a trabajar como muestra...

¿Loopeada?
INDIO: Muestra. A veces loopeada, y a veces no. Los platos, por ejemplo, están tocados en tiempo real. Hay cosas hechas para darle naturalidad. Las escobillas están tocadas en tiempo real. Hernán trabajó bastante. Lo que pasa es que la comodidad de trabajar con Hernán es que estaba en el estudio. Que viniera Walter [Sidotti] para tocar una timbaleta, una cosita, estando ahí Hernán, no tenía mucho gollete.

¿Cómo fue la relación con los otros integrantes de Los Redondos cuando supieron cómo iba a ser este disco?
INDIO: Pasó que fueron a grabar, y la tecnología escapa, expulsa un poco las cosas. Se hacía muy difícil.
SKAY: Semilla grabó todos los bajos, con distintos equipos...
INDIO: Y no andaban...
SKAY: ...probando distintos equipos. Y el quilombo era el sonido: cómo conciliar sonidos que, por ahí, tenían una gran profundidad, probamos de mil maneras y no rendía.
INDIO: Se lo morfaban los loops.
SKAY: Los bajos que tocó Semilla quedaron en algunos lugares donde sí había mas espacio, donde no competía. Pero en los otros lugares, donde estaba muy cargado de instrumentos, ahí hay bajos de chapa, o sintetizados.
INDIO: De cualquier manera ustedes preguntaban cómo lo tomaron. Yo supongo que lo tiene que tomar bien.
POLI: Uno cambia de dogmas...
INDIO: Claro, continuamente. Hay muchas cosas que yo tocaba en otro momento, y cuando íbamos al estudio las tocaba Sergio [Dawi]. Pero que estando ahí, en casa, las toco yo.
SKAY: Y teniendo la posibilidad de volver a grabar...
INDIO: Hacés una muestra y la repetís todas las veces que querés. Es ridículo. Cuando tenés un plan de trabajar con música de edición, llega un momento en que la epopeya de la grabación en directo se justifica sólo si tenés ganas de hacerlo. Hoy no es lo mismo que en los años 70, donde las emulaciones eran muy berretas, donde había síntesis de sonidos. Y un sampler es una muestra de sonido natural. Vos tenés a tu merced un tipo que toca la balalaika en otro lado, una librería de un tipo que toca otro instrumento... Y después tenés que componer y reemplazás el sonido de la chapa por el sonido de bajo, por ejemplo. Entonces, si tenés ganas de decir “un, dos, tres, pum...”, llamás a los músicos. Pero si, por otro motivo, por el concepto, tenés ganas de generar esta idea de música de edición en contexto humano, utilizás otro sistema.
En realidad, lo que uno hace siempre es darle un sentido a los ruidos. Y es como una escenografía que hay por detrás de las guitarras y de la voz. Es como la escenografía del drama musical que se va haciendo y después actuamos: el que canta la lírica, el que toca los solos en la guitarra, el solo de otro. Pero la escenografía musical puede estar dada por otros músicos o, por ejemplo en este caso, por muchas muestras, y trabajos que hemos hecho nosotros. Este es un proyecto que, inclusive, se intentó hacer de otra manera en algunos temas, y no prosperó, se puso muy difícil. Se podría haber hecho pero tendríamos que haber invertido mucho más tiempo: si tenés que agarrar el bajo y volver a trabajar ese sonido hasta distorsionarlo, ya no sólo tenés que encontrar un buen lugar en la sala, microfonearlo bien, sino que después tener que estar hasta encontrarle un lugar al sonido, algo que esté vinculado al escenario del sonido que estás generando. Esta idea empezó en el álbum anterior y que tiene que ver con que si uno está jugando a ser algún tipo de espejo, como artista, de lo que pasa, hoy no podés no incluir los sonidos electrónicos. Si querés hacer un drama musical de esta época, un poco de quilombito que vaya más allá de la guitarra, el bajo y la batería tenés que hacer.

Indio en el estudio.

CÓMO COMPONÍAN

Esta idea de la emulación relacionada con el sampler y a la vez con el Momo, ¿cerró después de grabar o existía desde antes?
INDIO: Siempre es muy difícil explicar cómo nacen las cosas, porque nacen, primero, de una manera que tiene que ver con toda la musicalidad que tiene Skay y que tengo yo. Todavía, ahí, no hay ningún concepto ni ninguna letra, ni una mierda. (...) Hace tres álbumes que estamos componiendo por separado y después nos juntamos. Originalmente él está tocando la viola, y grabando partes de violas y momentos musicales. Por otro lado, yo estoy generando estructuras de canciones con samplers, me hacía cargar muestras en los pad de un sampler cualquiera y con eso componía la estructura, los sonidos que me interesaban. (…) Y después sí, esa es una especie de marea que tenemos alrededor de los dos, que es independiente. Hay canciones que empiezan con una idea de Skay, pero del paquete más grande yo genero la melodía cantada y las letras, las texturas y las armonías del tipo de melancolía... o del tipo de oscuridad (risas)...
(…) Ni bien aparecen las canciones, tanto en el caso de las que van quedando como las que más nos gustan, yo le paso un montón de ideas a Skay, él selecciona las que le gustan y también las que tienen que ver con cosas en las que él ya tiene dominio para hacer las codas, para hacer los intermezzos.
SKAY: Tiene que ver con las cosas más estimulantes y también las que son más diferentes unas de otras. De todo el paquete de ideas que él me da, por ahí hay muchos temas que tienen el mismo clima, la misma intención. Entonces, tratás de diferenciar un poco, elegís los climas más distintos. Y después empieza todo el otro laburo. Yo escucho las ideas del Indio un par de veces, las saco, y no escucho más el sonido, empiezo a jugar con lo que me van sugiriendo. Y no hay sonido, no hay nada. Después empieza la otra confrontación cuando, para mí el tema se disparó para un lado y empezamos a conversar, a ver qué cosas entran a tener un sentido...
INDIO: Porque se sigue modificando todo. Y a partir de ahí ya empieza el laburo. A partir de ahí ya hay una demo. Previo a grabar, nos reunimos en el mismo estudio nosotros dos, sin los técnicos, con las grabadoras digitales, a hacer las demos. Y una vez que ya se armó, a partir de ahí es entrar a mejorar la calidad. Yo siempre doy un ejemplo que es pintar: primero arrancás haciendo un bosquejo con una carbonilla, que todavía es una especie de visión primordial. Pero cuando ves el cuadro terminado, entre el bosquejo original y el final, hay personajes que los tapaste todos porque no prosperaron y pusiste otros... Esto es lo mismo: arrancás y generás una estructura que es el primer boceto, que en nuestro caso ya tiene las tensiones, los claroscuros ya están determinados”.

TÍTULO Y REALIDAD

¿Cómo surgió lo del título, lo del Momo Sampler?
INDIO: En un momento aparece la idea. Me gustaba un poco por esto que pasaba en los reportajes, también, copiar el método de trabajo de la edición, que me parecía bueno para crear un monstruo, para que aparezca otra cosa y no lo que debe ser. Y, por otro lado, porque veía que con el carnaval, y esa cosa de travestismo, de farsa, de gente disfrazada de gente, de lo que no es, la única diferencia que había con lo que estaba pasando en la vida cotidiana de todos, era que el carnaval es un episodio cíclico, y que el carnaval que vivimos ahora es permanente, que no hay ninguna cuaresma, ningún ascetismo posterior, no pasa nada que modifique el estado de locura, de travestismo de disfraces, de máscaras, de antifaces donde, inclusive-y esto los excluye por libertad que tienen ustedes de trabajar en una cosa que no está circunscripta a la política- el bastión de la relación entre las personas, que es el periodismo, hoy también da pena, por los intereses de las corporaciones que están encima, de las líneas editoriales. O ves la televisión, que es el mediador que ha reemplazado al resto de los territorios de encuentro entre la gente, y ves los programas periodísticos y son de terror.
(…) Si el artista que va a tocar hoy no es del Grupo Clarín, es del otro, en el noticiero no aparece o le tiran algún mierdeo, y si es al revés, Natalia Oreiro es el peor número que hay en la Tierra. Entonces ya no hay ningún criterio de verdad funcionando ahí, sino que hay un montón de intereses que tienen como mascarón de proa un medio para que la línea editorial represente las conveniencias de la Fundación de la Corporación del capital que está atrás metida. Todo superorganismo está atomizado, somos distintas personas, y siempre hubo mediadores o territorios de encuentro. Y el territorio de encuentro que es el rock también está atomizado, porque está el punk-metal, el pendorchopop, el qué sé yo, hay como una atomización muy loca que si fuera un episodio cíclico está bien. Nosotros venimos de generaciones donde las marchas eran cosas de todos los días, pero había como un brillo en los ojos, la gente creía algo, aunque sea en una ideología. Y digo aunque sea en una ideología porque nosotros somos de mudar de dogmas permanentemente.
Cuando uno habla de la cultura rock, habla de un evento histórico donde, en el caso nuestro, no tuvimos ni tenemos una militancia por algún género en particular. Creo que en cada momento se hicieron cosas buenas y fue importante para la cultura. No somos mucho de una ideología, y convencer a todo el mundo y “vamos con esta bandera”, porque esas cosas cambian de acuerdo al momento histórico, al nodo en el que estás metido, a la encrucijada a la que te fuiste a parar. Lo que veo yo hoy es que los ojos de los piqueteros no son ojos vinculados con una creencia, sino con el desamparo. No ves un brillo que dice “vamos a tomar la Casa Blanca con maúseres”, una cosa del pasado, pero que por lo menos daba un brillo en los ojos. Hoy están ahí como diciendo “bueno, estamos haciendo este quilombo para ver si alguien, Dios, miranos, alguien...”.

¿Y cómo empieza la relación específica con el carnaval? Tanto con los ritmos musicales, como con la tradición, la cultura...
INDIO: Cuando uno elige un concepto, quiere elegir siempre algún condimento. Yo voy a los carnavales de Uruguay que son los que más me gustan, y que cada vez son más difíciles de encontrar, hay que irse al Club Albatros, a la concha de la lora, porque en el Teatro de Verano hay una cosa más televisiva ya. Lo que me pasa con el carnaval se parece lo que me pasó antes con el circo. Cuando yo era pibe, el circo era una cosa con una estética propia, el hombre bala, las fieras... Y de pronto, con la aparición de la televisión, a la gente empieza a gustarle que haya bailarinas con coreografías... Con el carnaval pasa lo mismo, hay una invasión de la estética televisiva, y con mucho éxito, se llena mucho más el Teatro de Verano, van turistas de todos lados. En cambio, vas al Club Sporting, y es la gente del barrio, hay choripanes, copos de nieve, entre grupo y grupo, hay bingos, ¡es muy bueno! Cuando vas a ver a Araca la Cana o a Falta y Resto al Club Sporting, te encontrás con tipos de tu edad cantando a voz en cuello, apasionados, las letras de los tipos, y ahí si pasa que los discursos de la murga, de alguna manera, señalan las cagadas que se mandan desde el poder. De todos modos a nosotros no se nos ocurre pretender hacer murga, ni ritmos de ellos. Está muy en boga, pero nosotros no somos cultores de nada, ni de la cultura rock. En nuestros álbumes hacemos un par de rocanroles, pero el resto, desde siempre, es otra cosa. Porque el rock es un evento transcultural. Yo no tengo la esencia de los bluseros negros, y lo mismo que me pasa acá con el folclore, a mí el folclore de salón no me gusta. Me gusta lo que hace Leda Valladares, pero el chirarararaiii (imita algo tipo Chalchaleros), es un embole, nunca me dijo nada. Lo mismo pasa con el disco, hubiera sido ridículo que uno quiera hacer murga. Aquel que lo quiera hacer que lo haga. Sí hemos incluido mucho tambor batiente. En la gráfica hay algunos personajes de la comedia del arte mezclados, por supuesto, porque es un carnaval al uso Patricio Rey (risas).

Skay grabando bajos de Momo sampler.
TRINIDAD

INDIO: En la lírica se pone medio difícil representar algo más que lo íntimo. Yo sé que estoy confirmado por el hecho de que la gente que yo respeto y quiero todavía está conforme con lo que yo haga al respecto.

Vos decías que de alguna manera escribís “como escribimos...”
INDIO: ¿Sabés por qué? Hay un lugar que yo capitalizo para nosotros, y ahí la incluyo a Poli. No hablamos del evento estrictamente musical, porque cuando nosotros tres decidimos que algo va, es porque nos representa a los tres. Ahí ya no hay roles. Es como cuando Poli discute con alguien. No es que yo estoy en una nube de pedos e ignoro lo que pasa. A partir de ahí es como si fuéramos tres directores de algo, somos dueños de todo lo que pasa en el producto o la obra. Ahí la autoría es una cosa que escapa. ¿Quién es el autor de algo que se confirma cuando lo decidimos los tres?

Por eso lo del autorretrato...
INDIO: Una cosa es el consentimiento de cómo se pinta la lírica, y otra cosa es si con lo que escribo estoy representando lo que le pasa a Skay.

BENDITO ARCHIVO

Poli, ¿tenés un archivo?
POLI: Vamos guardando las notas y Skay las recorta y tira el resto.
SKAY: Tengo todos los casetes de todos los recitales que hemos hecho. Quizá me falte uno o dos, pero nunca los escuché...
INDIO: Tal vez cuando estemos viejitos... (risas).
POLI: Más adelante, ya vas a tener tiempo... Si no lo agarra la laucha...
INDIO: Sí, si no me corre la laucha en la cabeza. Cuando ya esté arteriosclerótico, cuando piense “¿quién es este pelado que está acá?” (con voz de viejito). Lo que estoy haciendo es tratar de sacarle un poco la tierra antes, porque si no trasladás la tierra, también, al nuevo lugar. Entonces primero le pego una leída y hago una especie de selección, lo guardo cuando el artículo tiene una especie de extensión o profundidad. Cuando veo que es la típica nota...

Hablando de cosas de archivo, el hermano de Skay hacía filmaciones. En una entrevista que editaron con un libro, en un compacto...
INDIO: Esa es otra cadorcha del amigo [Tom] Lupo (Poli se ríe). Lo que pasa es que los amigos quieren dinero. Yo lo tengo porque me lo mandaron, y es, como una especie de disparate. Más que nada es la rimbombancia que le da Tom Lupo a lo que vamos a decir y después es una pavada. Es toda una noche en la casa de Tom, no me acuerdo ni en qué condiciones estábamos (risas).

Pero podés suponerlo (risas)
INDIO: Empieza hablando y le da como una importancia, una significación a lo que voy a decir. Y después escuchás y decís...

Una de las cosas más interesantes, al escucharlo, es cuando contás que hay una filmación en super 8, del primer viaje...
INDIO: ...a Salta. Sí, sí, sí.

¿Esa filmación existe?
INDIO: La tiene el hermano de Skay.
POLI: ¡No lo digas, qué lo van a ir a buscar, lo van a matar! (risas).

¿Y qué les pasa cuándo ven algo de ésa época?
INDIO: Yo hace rato que no veo. Pero lo tengo grabado porque lo filmábamos, y lo editábamos nosotros, y es la gira a Salta que era... (risas) bueno, en esa éramos todos presidiarios, todo el bondi eran presidiarios. Y era todo un delirio, de movida, porque justo era una banda como nosotros en un lugar de los más conservadores que había. Todavía debe ser, hace mucho que no voy a Salta, pero en ésa época no sabes lo que era. Esa filmación es inenarrable, es maravillosa. Yo dos por tres le quiero pedir al Negro, porque hemos hecho varias cosas juntos.
SKAY: Es más, el origen de Los Redondos es haciendo la música para una película que había hecho: Ciclo de cielo sobre viento. Empezamos a hacer la música, y de ahí terminamos siendo...
INDIO: Muchas cosas han pasado. De pronto, había un plan para conseguir dinero para comprar máquinas. Porque siempre hubo una idea de independencia. La plata fue siempre para la independencia.
SKAY: Sobre todo porque no había otra manera.
INDIO: Y en el tiempo de estructurar todo eso fue creciendo la banda.

¿Habrá forma de mostrar eso o no les interesa?
INDIO: Mirá, a mí me interesaría, de movida, tenerlo.
SKAY: Mi hermano está en este otro viaje. Le hemos pedido, pero él tiene otros tiempos...
INDIO: Aparte de eso, hay películas donde trabajamos nosotros, trabaja Skay. Aunque sea para verse uno, joven. Decía que en Ciclo de cielo sobre viento yo aparezco con una escopeta... (carcajadas, aplausos). Como un francotirador, por una ventana, con un maúser... (risas).
SKAY: O aparece esa foto que nos habíamos sacado en Santa Fe, ¿te acordás? Una que estamos todos con las escopetas. (risas)
INDIO: A mí me gustaría tener copias, porque también me da miedo. Yo sé que él ya las cambió de formato.
SKAY: Yo le dije a Guillermo, y quedamos en que las iba a hacer...
INDIO: Y tengo la copia de una, de Celos, en Super 8. Incluive, la banda de sonido empieza a estar pegada al celuloide como en la mitad.
SKAY: De la gira a Salta pasa lo mismo, de la música ya no quedó nada...

¿Qué música era?
SKAY: Lo que tocábamos nosotros.
INDIO: Sí, qué sé yo, “Maldición...”, “Blues de la libertad”...
POLI: “Toma luz de mi estera”...
INDIO: ¿“Toma luz de mi estera”? ¡Ah sí!, lo hacíamos. Nada más que más rockeado. No tan country.

Ese tema no está en ningún disco.
INDIO: Hay montones de cosas. Lo que pasa es que uno siempre quiere hacer lo último que se le ocurrió. Si vamos a ir a buscar...somos jovatos, ya. Las cosas que estoy descubriendo ahora, cintas donde canta Poli, canta [ClaudioKleiman (risas), yo toco un balde de plástico, y canto. Y hacemos coros y canta Poli. Hay una versión -mirá lo que les voy a decir, total nunca la escucharán-, de “Mejor no hablar de ciertas cosas”, hecha por nosotros tres, que es otra cosa, no tiene nada que ver con la versión que se conoce.

¿Por qué nunca la vamos a escuchar? (más que una pregunta es una súplica).
SKAY: Bueno, en algún momento, por ahí...

15 AÑOS: INDIO LEE INDIO

¿Te interesa ver lo que decías hace quince años?
INDIO: A veces lo leo, y me sorprendo a mí mismo. Veo que hay una especie de coherencia que uno niega (risas). O sea que no tenemos dogma, y veo cosas que decía hace muchos años...

Justamente, eso de “no tenemos dogma”, se viene repitiendo en los reportajes...
INDIO: Bueno, no tener dogma es un dogma...


[Ambas partes de la nota de La García pueden leerse en Mundo redondo]

1 comentario:

Hugo dijo...

Uf, la leí completa y me transportó automáticamente a finales del año 2000, a la primera vez que escuché Momo Sampler a lo de un amigo y a otra entrevista que dio el Indio en ese entonces. Y a mis jóvenes 18 años, la puta que nos vamos poniendo viejos.

Momo tal vez no es el mejor disco de los Redondos pero por alguna extraña razón debe ser el que más escucho hoy en día, quién sabe, por ahí sigo esperando el sucesor.