viernes, 17 de diciembre de 2010

Escuchar a un Ruiseñor


"Su canto es, para muchos, el más espléndido de los que puede emitir un pájaro. Tiene una melodía musical, variada y potente, ascendente y descendente; se oye incluso en lo más cerrado de la noche. Más tarde, en mayo, el ruiseñor canta noche y día, con especial brío en los crepúsculos matutino y vespertino. (...) Cuando un ruiseñor dotado de unas cualidades canoras excepcionales deja oír su voz en una zona determinada, automáticamente mejora el nivel de canto de los ruiseñores de aquel ambiente. Al revés, cuando muere el mejor de los cantores, la nueva generación pierde calidad. En el este y en el sur existen ruiseñores muy activos pero de escaso arte canoro; en algunos lugares sólo saben una canción monótona, que interpretan, eso sí, con extraordinaria potencia".
(Texto extraído de webislam.com).

Una voz clara como el agua, como hace tiempo no escuchaba: imagino que a Andrés Ruiz le interes
a que se escuche bien lo que dice.
Esto fue lo primero que me sorprendió de Ruiseñor, su cuarto álbum como solista.

Veamos. Andrés me entregó el disco en mano hace un tiempo, en un encuentro casual pero agradable en el cual le conté que hacía un blog y que a él lo conocía de nombre, de vista y como integrante de Compañero Asma, aunque no tenía escuchada su música (pequeñísimo detalle, convengamos). Charlamos un rato y me contó que Ruiseñor es su disco más cancionero, que sus otras producciones destacan por tener obsesiones musicales cercanas a lo progresivo pero a la larga lo que le interesa es, efectivamente, hacer buenas canciones (espero no estar mintiendo en lo que afirmo que me dijo).

Pues bien, de aquel encuentro a hoy ya pasó un tiempo, tiempo suficiente para que Ruiseñor se posicione en mi “discografía 2010” como uno de los títulos destacados. Canciones redondas pero con sus toques -la búsqueda de una vuelta de rosca, más que nada en las armonías- para que sean eso, muy buenas canciones, mas no piezas completamente digeribles a la primera escucha. Lo que es seguro: si no te avisan que el autor de este disco acarició y curtió al rock progresivo con anterioridad, es imposible imaginar que este tipo que hace un disco de doce canciones en 33 minutos era eso. ¿Volverá a serlo?

Sin dudas, Ruiz presenta un disco cerebral e íntimo, ambivalente. De traje alegre y relajado, como sucede en Los atletas, donde la música encubre una letra lúgubre con más de un verso violento -“los atletas miran fijo a su rival, un par de huesos rotos no vendrían mal”-; de desolación en la magnífica 29 inviernos, donde Andrés ruega a una dama que le dé valor; y con la voz de Litto Nebbia en un dúo vocal que da grandes resultados para la melancolía de El bosque de los años, de cabeza al top ten de canciones de 2010. Sorprenden las constantes citas al mar, a los animales y a la niñez a lo largo de las letras del álbum. Se lo consultaré al autor en el futuro.

¿Lúgubres, desoladas, melancólicas? Sí, las canciones de este Andrés Ruiz parecen ser así... sin embargo, la total escucha del disco deja un sabor dulce: el famoso sabor de las buenas canciones -bien hechas y bien ejecutadas-, que es lo que importa.


[Acá les dejo un par de guías para su música, me parece más interesante eso que describir tanto:
- Tres temas para bajar (no subo el disco completo aun porque es muy reciente, no se consigue en la web y don Ruiz es independiente).
- Andrés en Facebook, myspace y blog. Y su página oficial.]

martes, 30 de noviembre de 2010

Para bajar

Llueve, me senté con más de media hora de tiempo (?) en la computadora -y sin tener que trabajar con ella- pero no es suficiente para que me salga escribir algo mínimamente productivo o interesante. Conclusión: ayuden ustedes.

Se necesitan discos para reposar, descansar, estirar las patas, relajarse... e incluso, discos para poner de fondo hasta quedarse dormido.

Se escuchan sugerencias y se acepta cualquier género (por supuesto, que permita lo que pido arriba).

Salud.

martes, 16 de noviembre de 2010

Lo que nos ocupa es esa abuela



“Me asombra McCartney. Posiblemente sea el único tipo que me asombra. Puede hacerlo todo y nunca afloja. Tiene un don innato para las melodías, puede tocar cualquier instrumento. Puede chillar y gritar tan bien como nadie, y canta baladas tan bien como nadie. Y sus melodías brotan sin esfuerzo; eso es lo que debe asombrarte. Todo lo hace sin transpirar. Me gustaría que se retire (risas). Todo lo que sale de su boca está enmarcado en melodía”.
Bob Dylan, 2007.

A esta altura no me siento capaz de decir nada nuevo. Pero no importa, lo intentaré.
El pasado jueves vi a Paul. El pasado jueves es de esos días –no fue, es, siempre te acompañan- en los que sentís –cúbranse con el escudo, se viene un lugar común- estar en el momento justo y el lugar exacto. La expectativa me había tenido ansioso todo el día, mirando el reloj como un idiota cada 30 segundos, sabiendo que no habían pasado más de… 30 segundos. Como cuando sacás número en un negocio, ves que tenés el 100 y van por el 00, pero a cada cambio de número mirás el tuyo pensando que va a ser el 01 (y así con todos los números). Impaciencia le dicen, ganas de que algo que sabés va a ser verdaderamente emocionante, al fin suceda. Párrafo aparte: no sé quién tuvo la brillante idea de poner un video-collage de fotos de Paul, The Beatles y los ’60, pero esos 15 minutos antes de que salga el maestro fueron insoportables, de los más insufribles que viví en la previa de un recital.


Siempre defendí a Paul. De los cuatro Beatles es el mejor músico, el más completo: el que toca cualquier instrumento, casi cualquier cosa que le tiren –si le tirás una sandía, la rasga y le saca un Sol mayor; después como buen vegetariano, se la come (la sandía, che)-; el que tiene más caudal de voz; el mejor compositor, al menos armónicamente hablando (las melodías ya son algo mucho más discutible). El más versátil, bah.

Ese aspecto de pastor evangélico que mantuvo con hidalguía durante, sí, ya como cincuenta años de carrera, a veces nos hace pensar que es un gil. Que sea vegetariano lo vuelve más loser; que esté siempre de excelente humor lo vuelve el beatle ñoño. Y así con todo. Para colmo, en vivo te hace acordar a Carlitos Balá, tira frases como “ustedes son buena onda” -que me llevó a una conexión directa con aquel capítulo de los Simpson sobre la no buena onda de Marge- y por apariencia, podría ser tranquilamente la abuela de varios de los presentes: “Mi amor, te presento a mi abuela Paula” (?).
En cambio, esta abuela es una leyenda viva que aparece de la nada y abre su show con el tema con más variantes y menos letra de los Beatles (¡Magical Mystery Tour!). Y ya con eso creemos que nos alcanza, aunque sepamos que va a venir mucho más.


Paul McCartney, el tipo vivo más versionado por sus colegas músicos, el viejo flaquito que te canta temas que compuso en 1962 en su tonalidad original y sin alterar la melodía, es a la vez el beatle más vilipendiado, acusado de blando y de careta (recordar la frase de Ariel Minimal). Pero pela Yesterday, una canción que hemos escuchado 8 mil millones de veces y creemos ha sido ya vaciada de contenido y no tiene sentido escuchar... y te encontrás con que el jueves 11 de noviembre te la toca solito en la cancha de River, y sí: Yesterday, por supuesto, te emociona. Y en el fondo no sorprende tanto porque hay en Beatles una perfección, una redondez que aborda al presente de manera tan certera, que siempre es eso, presente. Hoy y mañana. Las canciones de Paul y las de los demás Beatles van a sonar por siempre exactas al y en el momento que suenen.

Y el jueves esperábamos especialmente esos momentos beatles, para qué mentir. Aunque Let me roll it todavía sigue resonando, aunque Highway estuvo bárbaro, Bluebird fue tierna y Live and let die ya saben... queríamos Helter skelter, Day tripper, Something, A day in the life –uno de mis momentos favoritos, poco resaltado en las crónicas- y la coda de Hey Jude. Ob-la-di, Ob-la-da sabíamos que nos la íbamos a tener que bancar y así fue, aunque la esperanza de que no la toque duró unos segundos. Pero qué importan los pequeños detalles, fue Paul, es la mitad de esa famosa firma "Lennon/McCartney" y allí lo vimos -algo lejano, pues uno no es un millonario que pueda pagar de a miles- lo escuchamos y lo sentimos. Durante casi tres horas, Paul fue... la conciencia que regula al mundo.

Esa abuela, nada menos.

(Nota: Las fotos las saqué de Taringa! y son del miércoles, no del jueves, día en que asistí).

lunes, 8 de noviembre de 2010

Charlas con músicos: Fede Cabral (pt. 2)

Segunda y última parte de la charla con Fede Cabral. Un poco de todo y muy interesante: sus proyectos paralelos a Sancamaleon, Cromañón y la ardua tarea de arreglar fechas, trabajos paralelos, gustos personales... y esas preguntas pavotas que dejo para el final y me encanta hacer. Disfrútenlo.

(Y si alguien pasó de largo, se distrajo o cometió el simple pecado de no leer, aquí está la primera parte de nuestra charla).



SHOWS, CROMAÑON, CHABÁN

¿Cómo está la situación para tocar? En Buenos Aires hay cada vez menos lugares...
Es difícil. Queda reducido todo a lugares como La Trastienda o Niceto, que tampoco es que los reventamos de gente, entonces no es tan fácil hacerlo. Además no es sencillo conseguir fecha en esos lugares.
Después me parece que depende mucho de cada banda, hay que ser creativo en ese sentido, saber moverse y encontrar los momentos para hacer las cosas... y hay que escuchar los dos lados de la campana. En Ultra el otro día me contaban: “mirá, nosotros hicimos por mucho tiempo fechas gratis, pagándole un viático a las bandas para que toquen, y venían un montón de bandas que no hacían publicidad y no venía nadie”. Entonces, también hay mucho de eso. Y hay que moverse porque hay de todo: está el bolichero rata, asqueroso, pero también el músico más colgado que no se pone las pilas. Siempre fue difícil acá en Buenos Aires, aunque antes de Cromañón no tanto.

Ustedes fueron los últimos en tocar en Cemento, ¿tocaron por esa fecha, no?
El mismo día de Cromañón.

Es increíble la coincidencia, porque de alguna manera ese día fue la muerte de buena parte del under. ¿Con Chabán tenían buena onda?
Sí, aunque nosotros no teníamos mucho trato, más tenía el manager de ese momento. Un tipo muy particular, siempre quiso destacarse, muy eléctrico. No te puedo decir que tenía una relación con él, pero nos daba la oportunidad de tocar. Es muy difícil, es tan complejo todo, pensás en Cromañón, en las culpas... y la culpa de de todos, porque Chabán se mandó una cagada grande pero era como se manejaba todo en ese momento. El público de la banda también... es el resultado de toda la desidia argentina. Es muy difícil de abarcar.
Y ahora la situación está difícil pero hay que encontrarle la vuelta.


EL LABURO

¿Ustedes tienen todos trabajos paralelos a la banda? ¿No viven de ella?
Sí, tenemos todos laburos paralelos, ¡definitivamente no vivimos de la banda! (risas).

¿Das clases de canto, seguís con eso?
Ahora no, ahora estoy metido en producir a otros artistas, en la producción artística. A veces me llaman bandas que van a grabar y quieren una pre-producción de voces. Cosas así. Y también he hecho un par de canciones para publicidades.

¿Alguna famosa?
No, creo que no, hice varias para afuera. Por ejemplo, mi hermano hizo un comercial para Sony el año pasado, y tiene música de un montón de gente: Dylan, Chemical Brothers... y entre esos temas metí una canción mía que tiene un charango, una cosa íntima, y estuvo buenísimo. Después sale de todo un poco. Todos los demás también tienen trabajo, la banda es más un hobbie, aunque también sea un laburo...


LOS OTROS PROYECTOS

¿Qué proyectos paralelos tienen los miembros de Sancamaleon?
Yo tengo dos proyectos aparte de Sancamaleon. Uno es La Peña Pop, un espectáculo acústico que empezamos a hacer a fines del año pasado con Goy de Karamelo Santo, Charlie Desidney -ambos produjeron Polenta- y Manu Espinosa, un cantautor patagónico. Empezamos tocando acá en el GueBara haciendo un show por semana y ahora estamos grabando el primer disco. Nos juntamos los cuatro para hacer temas de los cuatro, versionados, entonces le pusimos La Peña Pop. Yo ahí toco el charango, en un plan charango Pink Floyd: le pongo delay, más colgado, no folklórico sino más acústico, con percusiones y un toque experimental. Empezamos a hacerlo y estuvimos ocho meses tocando todos los martes en el GueBara. Y dijimos “bueno, vamos a hacer el disco”. Y lo estamos haciendo.

¿Cómo no me enteré de eso? Mirá que leo cosas...
Y, no sé... (Risas). Fue una cosa muy barrial, de acá de San Telmo.

Claro, y Goy está acá en La Boca.
Claro. Ahora se fue de Karamelo, tiene sus razones, venía hace muchos años haciéndolo, tiene un hijo... y esto es algo más chico y lo hacemos para desestresarnos: en vez de jugar al fútbol, tocamos. Se empezó a poner bueno y a tener peso propio, es muy diferente a lo que hago en Sanca. Estamos haciendo el disco y lo vamos a sacar por Tómalo o Déjalo.
Y el otro proyecto con el que estuve tocando bastante, sobre todo el año pasado -aunque hice algunos shows este año- es más en plan solista y se llama Los Aliados del Japón. Hay un video dando vueltas por ahí. También es un proyecto más colgado, más de canción, con otros músicos (ahí también toca el tecladista de Sancamaleon). Tiene temas más folk pero a la vez es medio espacial, Arcade Fire, Wilco, en ese plan. Con Los Aliados también quiero grabar un disco.



Sancamaleon tiene una apertura estilística importante, pero quizá ahora se enfocó más en un estilo y los temas que no entran ahí van a parar a los otros proyectos, ¿puede ser?
Probablemente sea así. Y un poco con este disco, con Afuera, se terminó de entender que somos una banda energética y que invita al baile. Con Polenta quisimos torcer un poco la historia y estuvo buenísimo hacerlo, pero a la gente cuando la confundís tanto como que no entiende nada.

¿Decís que no lo entendieron?
No sé si es que no lo entendieron... pero está bueno, al menos en mi mente, saber que la banda es arengadora, power y que genera baile. Y la parte más de cantautor o melancólica llevarla por otro lugar.

Por lo que decís, va a ser más probable a partir de ahora escuchar temas como Mi chica peruana en La Peña Pop que en Sancamaleon.
Claro, sí. Igual está bueno cuando todo se mezcla. Con La Peña Pop, por ejemplo, estamos haciendo una versión de Todos los caminos en plan Manu Chao, me gusta eso de agarrar un tema y que tenga versiones, que todo se empiece a mezclar en un punto. Obviamente, todos estos proyectos involucran a mucha gente y yo soy sólo una parte de eso, pero me parece que todo termina siendo una obra, que después lo ves y cierra.
Vamos a ver cómo se da todo, el mismo Diego tiene su proyecto, con el ex batero de Sanca, Nico, que ahora está tocando máquinas y demás. En algún momento estaría bueno que cada uno desarrolle eso, para sacarse las ganas de hacer otras cosas.

Eso está pasando con varios grupos ahora, que se forman de otros. Onda Vaga, Viajantes, Flopa Manza Minimal, Kumbia Queers.
Está bueno eso, es sano. Y con la tecnología que hay ahora se simplifica, podés grabar las cosas más rápido.


BONUS TRACK: GUSTOS Y CONSEJOS PARA NUEVOS OYENTES

Me nombraste a varios grupos, ¿qué música escuchás más? Imagino que por lo ecléctico de la banda deben tener gustos bastante distintos entre sí.
Sí, la verdad es que tenemos gustos muy distintos, aunque calculo que coincidimos en algunas cosas. Por ejemplo, para este disco coincidimos en que es un disco para bailar, con ciertos colores de toda la nueva ola de música pop/rock electrónica: MGMT, Hot Chip, M.I.A., esa oleada nos gusta, está logrado.
Yo escucho muchas cosas, tuve muchas etapas. Al trabajar en la música, a veces te ponés a escuchar la producción y esos detalles, pero cuando tengo que limpiar en casa me pongo un disco de dub, algo más abstracto, que me lleve a otro mundo. Ya no voy a poner un disco de Faith No More, que en su momento escuchaba mucho y es un bandón tremendo, estoy en otro momento, en otra sintonía. Los discos de Arcade Fire me gustaron mucho, son buenísimos. Y en estos últimos meses me hice muy fan de Gorillaz: Damon Albarn me gusta mucho, lo que hizo con The Good, the Bad and the Queen, es un discazo. Y me gusta eso de gente como él o Jack White, de tener varios proyectos.

¿Qué cinco discos salvarías de un incendio?
Y, seguramente alguno de los Beatles, ponele Revolver... Exodus de Bob Marley, alguno de... (Piensa).

Es tonta pero no tanto la pregunta. Se complica...
¡Se complica! Alguno de Charly también, pienso en Clics modernos o alguno de la época Say No More, me encantaba. Supongo que alguno de Cerati también, que me gusta mucho. Bocanada, o Amor amarillo que es un gran disco, muy despojado, hecho con una máquina de ritmos y una guitarra. Y Violator de Depeche Mode, la primera banda de la que fui fan.

¿Si alguien no conociera a la banda, qué tres canciones le mostrarías y por qué?
Pondría una de cada disco. Del primero, La venganza de la Pachamama, porque evidentemente es una canción que caló en la gente y que cuando la tocamos es cuando más se agita; después pondría Adiós, de Polenta, otra canción así clave...
Estás eligiendo los hits, justo lo que hablábamos antes.
Sí, es verdad. Y de este disco elegiría
Todos los caminos. Con las tres canciones que te digo, mientras íbamos haciendo cada disco, sentí que eran de esas canciones clave como para pensar un disco. Es como tener un equipo de fútbol y tener a Riquelme entre los once, entonces sabés que a partir de él armás el equipo.


(Sancamaleón se estará presentando el 27 de noviembre en Tucumán y el 28 de diciembre en Salta. En tanto, La Peña Pop tocará todos los jueves que restan del año en el GueBara de San Telmo. Ya saben).

Update 10/11: los espíritus de Sancamaleon avisan que el show de festejo por los 10 años de la banda se traslada de Niceto al Salón Real (Sarmiento 1272), el jueves 16 de diciembre.

viernes, 29 de octubre de 2010

Con la camiseta puesta

"La muerte prueba que la vida existe", dice la canción.


(Este blog es de música, pero hay cosas que no se dejan pasar de largo).

viernes, 22 de octubre de 2010

Charlas con músicos: hoy, Fede Cabral de Sancamaleon (pt. 1)

Sigo dándome gustos gracias a este espacio. En esta ocasión, me junté a charlar un buen rato con el cantante de Sancamaleon, bonita banda porteña que escucho hace unos buenos años y que recientemente editó Afuera, su tercer larga duración. Fede Cabral me demostró ser un tipo muy simpático y natural, algo que ya notaba al verlo en los shows del grupo y no hice más que reconfirmar en esa hora y pico que charlamos en el Bar Británico (un rato con grabador y otro no).
Aquí va la primera parte: el presente del grupo, el nuevo disco, el sello propio, los shows y demás.
¡Gracias a Fede por la buena onda!


AFUERA

Empecemos por Afuera. ¿De quién fue la idea de presentarlo de manera virtual, en tandas e incluyendo arte visual?
Yo creo que todas las bandas se vienen preguntando qué hacer. Porque en la música está la parte linda, que es hacer las canciones y grabar el disco... y toda la parte burocrática y comercial, de editarlo. Sabés que son de movida cinco mil pesos, sale eso y, la verdad, es difícil de recuperar porque los discos no se venden. Es la realidad. Está cambiando mucho el hábito de escuchar música ahora, si bien siguen estando los melómanos que escuchan el disco entero, por lo general la gente va escuchando música de otra manera. Hay mucha información también.
Y el laburo y la idea de que salga así lo hicimos con mi hermano, que hizo los videos de la banda. Y pensamos qué plus encontrar para, aparte de dar el disco gratis, enganchar a la gente, y salió la idea de hacerlo por tandas y con el booklet virtual, porque estás en la página y de alguna manera vas pasando imágenes, la letra... vas como viendo el librito. Completa un poco el disco físico, que también tiene una edición muy bonita pero no tiene booklet: en la cajita vienen los nombres de los temas impresos, en serigrafía, como crudos.

¿Y eso quién lo pensó?
No sé si fue idea de alguien, es un proceso, desde que vas haciendo los temas vas pensando en la tapa del disco, un concepto. Lo vas armando con el tiempo, se va desarrollando, después de muchas charlas.

Aparte es un disco bastante minimalista, respecto a los otros dos.
¿Decís musicalmente?

Sí, quizá sea su disco más punk, incluso en duración.
Está bueno que digas eso, porque en elaboración, te diría que fue el más complejo. Tiene ese resultado de cercanía, esa cosa punk, como vos decís. Esa cosa fresca, que también es la experiencia de haber grabado, entonces tenés más espontaneidad al momento de grabar. Por ejemplo en las voces, quizás no estás tan preocupado por afinar... lo digo como ejemplo. Estás más suelto. Pero es un disco de muchas capas, mucho laburo de sintetizadores, las guitarras grabadas aparte, hay como un laburito. Quizá Polenta fue un poco más crudo, porque fue un disco que se hizo mucho más rápido, está como mucho más despojado.

¡Polenta me parece más pop! Quizá este sea un disco más rockero, o más ligero.
Polenta tampoco creo que sea pop. Creo que en ese momento quizá fue un error decir pop, porque uno tiene una concepción del pop... para la mayoría de la gente del rock es como una mala palabra, ¿no?

Un error.
Lo ven como algo malo. Y en su momento, cuando hicimos Polenta lo pensamos como un golpe de efecto. Me encanta la banda que te desacomoda, que hace una cosa y salta a otra. Me gusta eso y quizá fue bastante extremo, porque no es un disco pop, es un disco más de canciones, pero ya en ese momento al decir pop mucha gente empieza con el “se vendieron”. Y en realidad es un disco re punk grabado en La Boca con Goy [Ogalde], con los Karamelo [Santo].


¿Cómo ves a Afuera re
specto de los otros discos?
Afuera es como una simbiosis de los otros dos, del power que tiene Cancionero..., los riffs. Es como una síntesis de los otros, junta los dos Sancamaleon. Y a la vez es distinto, tiene una novedad, esos aires medio electrónicos que hay en el disco.

¿Y cómo influyó el reciente cambio de integrantes para el disco?
En ese sentido es rara la banda, tuvo muchos cambios, fue difícil de mantener, si bien la base está con Diego [Fares, el guitarrista] y Román [Montanaro, el percusionista]. Somos un poco los que llevamos la historieta, son muchos años de estar tocando. Y que la banda sea una responsabilidad, como un trabajo, y sea un trabajo del que no estás viviendo -muchas veces al contrario, perdiendo plata- yendo a lo frío... cuando las cosas no salen, todos como que se deprimen. Y lo bueno de todos los músicos que pasaron por Sanca es que ninguno se fue por esas peleas boludas de vedette, sino que realmente tenían sus cosas. Pero fue todo sano. Obviamente, lo pensás y la banda se quedó sin bajista y sin baterista en el mismo momento y decís “bueno, ¿qué onda? ¿Seguimos?”.
Lo que pasó con este disco fue que teníamos ya varias canciones y cuando pasa algo así, o te mata o te fortalece. Y dijimos: “Bueno, hasta acá, todo bien, ¿hacemos cada uno la suya?” o “Che, hagamos otro, vamos con todo”. Un poco el espíritu de Afuera, internamente, fue tratar de hacer el mejor disco posible, de corazón, no pensando en el hit, eso es consecuencia.

Igual ustedes los tienen porque hacen canciones muy melódicas. Y no es que lo están buscando, está ahí.
Totalmente. A mí con la palabra hit me pasa lo mismo que con pop. Pienso “este tema es un hit”, me encanta cuando eso sucede. En su momento, por decir, No Doubt era una banda re hitera que me encantaba, que te tiraba bien arriba... están buenos los hits, son una manera de conectar con el pueblo. A gran nivel no hemos tenido hits, pero está bueno ir al interior y que cuando tocamos Mi chica peruana, La patada o Adiós la gente los sepa, genera un vínculo.
Te decía respecto al disco: la intención fue la de hacer el mejor disco, si por alguna razón es el último disco de Sanca, que quede bien arriba. Tiene ese espíritu, en temas como La última canción.

O Tómalo o déjalo, el “espero haber sido una influencia”.
Sí, tiene que ver con eso y también con el haber perdido a los chicos, y con todas las cosas que uno pierde en la vida, como un guiño melancólico sin mirar tanto para atrás.

A pesar de llamarse Afuera, en las letras noto un disco bastante para adentro.
Mirá, está buenísimo, me interesa tu percepción porque uno no se da cuenta de muchas cosas, de hecho yo creo que Polenta es un disco mucho más para adentro, temas como Iggy Pop de San Telmo o La extraña mente de un pony con esa cosa un poco surrealista, mirando al mundo de los sueños y más para adentro. Y este disco siento las letras más callejeras, más urbanas, más hablando desde el “Ey, vos”. Son percepciones.

¡Claro, yo lo veo al revés! Si comparo, en el primer disco las letras eran más para afuera y de ahí para acá se fueron metiendo más para adentro.
Para el primer disco tuvo que ver todo lo que pasaba con el país, nosotros éramos mucho más chicos y era todo más desmedido. Y todo se estaba prendiendo fuego. Quizá con Polenta empieza un proceso de búsqueda y de intentar que las letras sean un poco menos explícitas. Me encanta el primer disco pero algunas cosas ya las veo como más inocentes, en el sentido de que éramos más chicos y teníamos un poco esa cosa más utópica de decir “esto es el bien y esto es el mal”. Y después te das cuenta de que está todo medio mezclado, como en Paranoia del fin del mundo, que habla de un enemigo: “la verdad es que estoy comenzando a dudar de quién es el enemigo, estoy empezando a ver monstruos en las caras de mis supuestos amigos”. Y ahí te das cuenta de que la vida tiene grises, que todo lo bueno tiene sus cosas malas y todo lo malo algo bueno y difícilmente encuentres cosas puras.

¿Cuáles son esas cosas que encontrás en Cancionero... que quizá ahora no te gustan tanto?
No es que no me gustan, las veo con humor y pienso “qué bueno el momento en el que nos pasaba todo esto”, era todo muy intenso y pensábamos que era así. Y a la vez es una visión del mundo que no podés cambiarla porque quedó ahí, es lo que eras en ese momento, como ver una foto vieja, te puede gustar más o menos el pelo pero sos vos.
Hay cosas que después no son tan importantes: uno tiene una cosa muy metódica con las letras o con la obra en sí... y después te pega para un lugar que ni imaginás por dónde viene, es difícil explicar las letras. No siento que tengan una importancia real, lo que importa es cómo le pega a cada uno. Ahí está el viaje. Uno escucha los discos de los Beatles y quizá Lennon era un turro con sus cosas y todo...

Y lo escuchás cantar del amor...
Claro, es lo que te decía de lo bueno y lo malo. Quizá Julian Lennon creía que el padre era un monstruo, y el tipo era el que más hablaba del amor en el mundo y fallaba en ese lugar. Los artistas lo que te dan es eso, un alimento para el espíritu, cada uno lo toma y lo procesa a su manera.


TOMALO O DEJALO
DISCOS

Contame un poco del sello. ¿La idea es editar sus discos o también trabajar con otra gente?
En principio nace porque, con este disco la respuesta de los sellos fue “sí, está bueno... dejame ver un mes, dos meses”, “mirá, echamos a veinte empleados, dejame ver”. Y siempre entrás en una situación de estar esperando que alguien te ayude, un poco por eso el nombre Tómalo o Déjalo, que es como decir “bueno, man, hasta acá llegamos, no voy a estar esperando”. Las cosas hay que hacerlas, para que suceda algo hay cosas que tenés que hacer. Y todo esto del sello fue una iniciativa mía, es un sello que es una persona por ahora... los chicos y otras personas me ayudan.

Digamos que el sello es tuyo, no de la banda.
No es que es mío... Sí, es mío (risas). Fue la iniciativa y la actitud de querer hacerlo, obviamente también de conseguir dinero y toda esa movida. Es algo que es de Sancamaleon y en teoría también es como un paraguas, poner el nombre agrupa una movida, tiene un valor emotivo que está bueno.

Aunque creas que no tiene tanto valor, al ponerle el nombre vos ya le das entidad.
Claro, es así. Y la idea es tratar de editar con el sello, además de los discos de Sancamaleon, los trabajos paralelos de los miembros de la banda. Yo tengo un par de proyectos más, los chicos también, es como poner todo en una bolsa. Y me encantaría poder editar discos de otros artistas también, por ahora estoy tratando de acomodarme con todo esto, pero estaría bueno encontrarle la vuelta a poder producir y darle una mano a la gente que podamos.


TOCAR EN EL INTERIOR


Contame cómo viene el tema de las fechas, con lo difícil que está.
El viernes 29 tocamos en el Santana, en Ramos Mejia, y el sábado 6 de noviembre en Sira, en Olivos. Después vamos a estar por el norte, Tucumán, Salta, es la tercera vez que vamos al norte. Tenemos una especie de gira armada allá, muy a pulmón, muy de depender de la gente a la que le gusta la banda en distintas ciudades y te contactan para ver cómo hacer para que vayamos. Es todo así, en su momento hemos parado en casas de gente que nos llevó.
Al principio nos pasaba de bandas que se copaban con lo que hacíamos y armaban una fecha para que toquemos con ellos, y nos comíamos un asado allá, con la familia... está bueno, aunque quizá con el tiempo tratamos de cortar un poco con eso, buscamos algo más profesional, no por cortar con eso en realidad sino porque después es muy desgastante, porque no parás nunca.
Por ejemplo, el sábado pasado tocamos en Santa Fe y el domingo tocamos en un casamiento en Córdoba, de una chica amiga que nos ayudó mucho en otras oportunidades. Como en Santa Fe no hay hotel, tocamos, tomamos algo y dormimos en el camino mientras vamos para Córdoba. Hay un alta dósis de rocanrol en esos casos... (Risas).

¿Y a Europa, está el plan de ir?
En un momento hubo una posibilidad, Goy llevó unos discos de Sanca y un productor en Alemania se había copado pero al final no se dio, estuvo muy cerca. Es una deuda pendiente, tengo muchas ganas de ir para allá. Es complicado llevar una banda entera de rock... es más sencillo algo más chico, o más acústico. Si fuera un show más callejero sería más fácil, pero Sanca es otra cosa, es una banda eléctrica.


PRODUCTORES

¿Por qué siempre decidieron trabajar con productores y no hacer los discos solos?
Este disco tiene bastante producción nuestra, lo que pasa que lo más complejo -y por lo primero que llamamos a un productor siempre-, es que te ordenen las canciones: necesitás una oreja de afuera para terminar de decidir vos, porque sino uno dice “a mí me gusta esto”, otro “a mí me gusta aquello” y necesitás un consenso...

Bueno, pero todas las bandas no están dispuestas a hacer eso, a algunos no les gusta que les digan “sacá este coro”. Tenés que tener cierta apertura.
Con un productor está bueno entregarse, porque es la manera de aprender. Después, si hay algo que no te gusta obviamente no lo vas a hacer, sino no estás siendo honesto con vos mismo. Todo es charlable y está bueno estar en sintonía. Con Chávez estuvimos muy en sintonía, es un pibe que sabe mucho, realmente el loco tiene idea. Tiene una data impresionante y es un tipo con cierta mística, es muy tranquilo, habla poco y cuando habla... te la clava. Te dice la justa.
Necesitás esa voz de afuera, después depende de cada banda. Para mí un productor es como un integrante más que se suma a cada disco, una oreja más, un socio.

Bueno, hay varios grupos que parecen no querer eso...
Es medio infantil. Hay un punto en el que tenés que ser frío en la música, digo, no frío cuando estás componiendo o cuando estás sobre el escenario. Cuando hacés un disco, hay que salirse un poco y ver las canciones más de afuera. Ojo, hay tipos que tienen re claro lo que quieren y hacen discos buenísimos y no necesitan productor. Pero lo otro está bueno, abrirte a cualquier persona y escuchar qué te dice, incluso tu vieja que puede no saber nada de música pero viene y te dice que le gusta tal canción. Todo suma.

¿Quién te gustaría que produzca a la banda en el futuro?
Si hablamos de sueños te podría decir el productor de Radiohead [supongo que se refiere a Nigel Godrich], pero sin llegar a esa instancia hay un montón de gente. Me parece que se da, es lo que vos querés y lo que te puede dar esa persona. Un tipo que me resulta interesante de acá para hacer un disco es Sergio Rotman, tiene una estética particular que de alguna manera te la fusionás, pensás qué pasaría si hiciéramos algo.

¿Y nunca lo contactaste, lo conocés?
No, no lo conozco. Te lo dije ahora pensando en voz alta, no lo había pensado antes, me surgió. Siempre se da de una manera particular. Cuando surgió lo de Hernán [Bruckner, productor de Cancionero...] fue porque él era amigo de Diego, habían tocado juntos y el tipo tenía una onda impresionante, venía de grabar en Los Angeles con Santaolalla y tenía mucha data. Sabía un montón y nos enseñó muchas cosas, fue genial.
Para el segundo disco no es que buscamos a otro, sino que pensamos que era bueno hacerlo con otra persona que fuera muy diferente. Lo conocí a Goy por medio de una amiga, lo llamé y me dijo que fuera para la casa, me mostró un DVD de Héctor Lavoe y nos quedamos charlando y pegamos onda, se dio.
Y lo mismo con El Chávez, lo conozco desde hace un montón de tiempo, habíamos tocado con Nuca varias veces y teníamos buena onda. Y el verano pasado -no éste, el otro- me lo encontré en la playa cuando recién nos habíamos quedado sin bajista y sin baterista. En la playa, un fin de semana, totalmente de casualidad, son esos encuentros que decís “por algo es”. Y bueno, al toque hablamos y le dije de hacer el disco, creo que las cosas se dan así. Es difícil de calificar, más cuando realmente el camino lo estás haciendo al andar, sin una compañía atrás a la que le decís “fijate cuánto sale tal”. Es más encontrarse y decir “mirá, estamos haciendo un disco”, un poco eso. Que sea natural.



(Bajate Afuera de Sanca desde su sitio oficial).

lunes, 27 de septiembre de 2010

Todo es rosa acá

No tengo mucho que decir, digamos. Nada más que me hechiza esta chica de acá arriba: cómo canta, lo natural que es para ser superficial (?)... y lo buena que está, por supuesto y para qué negarlo (si es imposible no destacarlo, está a la vista). Escuchen su MTV Unplugged -ni me gasto en subirlo, es más fácil encontrar discos de Perry que de Beatles- y después me dicen si caen rendidos o no ante sus encantos. Sí, sí, todo es rosa, pero esta vez no empalaga sino que derrite. Encima me acabo de enterar que comenzó su carrera como niña cantora religiosa. Mejor paro acá.

Otro día les cuento de algún disco de alguna banda rara de alguna de esas que se supone que algunos debemos hablar. Kisses (?).

viernes, 10 de septiembre de 2010

DOS CANCIONES: para empezar, ellos cuatro

Nueva sección si es que existe alguna sección en este no-espacio. Vendría a ser así el juego: dos canciones de un mismo intérprete -comentadas por mí, claro-, elegidas por poseer algún elemento mágico en su melodía, letra, orquestación o lo que sea. Es decir: nada nuevo bajo el sol.

Para hacerla más larga: me resulta interesante entrar al mundo de un músico por una o dos piezas. Si lo pensamos, siempre es así. Escuchás por primera vez una canción que se te hace atractiva, por potente, por sutil, por original, por clásica… lo que sea, pero por algo que te mueve; preguntás quién es, o el tipo de la radio te lo dice. Y así llegás, por ejemplo, a los Beatles. Dos canciones son suficientes para intentar explicar o comprender -sin resultados, muy claros, por supuesto - a un artista, su entorno, su época, su búsqueda y su manera de crear.
En esta sección, las Dos Canciones podrán tener relación o no; estar en el mismo álbum o ser de épocas completamente distintas. Ya irán viendo. Era inevitable comenzar con The Beatles, y aclaro algo: no sé si son mis dos canciones favoritas de los de Liverpool. Sí son dos canciones que por algún motivo deseé comentar. Punto, vamos al grano.


Canción uno: I’ll be back
Autores: John Lennon / Paul McCartney
Álbum: A hard day’s night (1964)

Para comenzar, una perla oculta de la Beatlemania. Este tema aparece al final de A hard day’s night -de hecho, es el último track del disco- como si nada, después de una You can’t do that que palidece y queda casi ridícula a su lado. Un la mayor y arpegiado da paso, a los cinco segundos, a esas eternas voces tan increíblemente armónicas. Es notorio que tanta simpleza nos siga moviendo así, casi cincuenta años después, pero son y serán voces que nacieron para sonar juntas. Y sé que no estoy diciendo nada nuevo pero sé a la vez que tengo que repetirlo porque me sigue maravillando. Sepan disculpar si les pudre.
Cuando empiezan a cantar, aquél la mayor del inicio se vuelve menor, es decir, cambia el mood del tema: quien sepa un poco nomás de música, sabe que lo “mayor” da alegre y lo “menor”, triste. Primer detalle, primer punto para los Beatles, que parecen decirnos: te hice un disco arriba… y te lo cago al final.
La letra -sí, algo tonta- habla de un tipo al que le rompen el corazón pero siempre retorna a las redes de su dama. Esta vez, el tipo -don John- amenaza con no volver. Quizá las líricas, como les dicen los yanquis, sean lo menos importante de la canción… quizá no, claramente lo son. Me retracto.
Lo notorio de I’ll be back está en las voces y en su estructura: los muchachos no necesitaron de un estribillo, ya que la estrofa es lo suficientemente buena y desoladora como para requerir un complemento. Si bien tiene parte A y B, al menos yo no considero que cuando cantan “I love you so…” -escúchenla- el tema esté pasando a un estribillo hecho y derecho. No es el caso de canción triste con estribillo apesadumbrado y épico. Lo que sí tiene I'll be back es un puente, una variación o como le quieran decir, que le queda muy bien aunque casi pase desapercibida.
Para colmo: en el tema tampoco hay solo alguno, los instrumentos van derecho viejo siguiendo la melodía -apenas si hay algunos arreglos de guitarra “criolla”-, la vuelta de acordes de los versos es brevísima... y cuando te querés dar cuenta, el fade-out se está llevando a los Beatles de tus parlantes.
Es así: la magia de estos cuatro a veces era fugaz como I’ll be back... qué suerte que ahora le puse repeat al equipo para escribir esto. Les juro que se disfruta una y otra vez y para siempre.


Canción dos: Good night
Autores: John Lennon / Paul McCartney
Álbum: The Beatles (1968)

Otra canción de cierre, lo hice sin darme cuenta. En este caso, la canción de cuna más genial que hay en el mundo, al menos del pop / rock (junto con Sunday morning de VU). No me vengan con Babies go Beatles, a los pibes hay que ponerles de una a los originales.
La primera particularidad de Buenas noches: el único beatle que participa del tema es... ¡Ringo! No sé en cuántas canciones del catálogo del grupo sucede que uno hable por todos (en Yesterday seguro, debe haber alguna más por ahí) pero encuentro aquí un detalle divertido, si pensamos que durante las sesiones de grabación del Blanco, Ringo abandonó la banda por un tiempo, podrido de que no lo valorasen. Nunca lo sabremos pero, además de la batería adornada por un ramo de flores a su retorno, puede que Good night haya sido la otra manera de decirle al Simpson olvidado, “ahí tenés, cerrás el disco vos, no rompas más las pelotas”.
El gran Starkey se encarga de ponerle la voz a una melodía simplísima, en la que es su mejor interpretación vocal: el tono en el que canta, la onda de la melodía y los “mmm” de la variación, todo, suena impecable con la orquesta que lo adorna de fondo -esas joyitas que les conseguía George Martin cuando a ellos se les cantaba, como veinticinco músicos de sesión. El clima generado transmite un sosiego total, después del disco-volcán que pasó (el tema anterior es la controversial Revolution 9 y además en el volumen 2 están, por citar algunos títulos, Savoy truffle, Helter skelter y Birthday). Entonces, el juego de opuestos otra vez funciona, y Ringo sale ganador absoluto.
Eso sí, el tema, sabemos, no lo compuso Starr: John Lennon lo concibió para su hijo Julian cuando el pibe tenía cinco tiernos añitos. Y sí, esta gente es todoterreno.

miércoles, 18 de agosto de 2010

El encanto monocorde de Morrissey


"Morrissey, Morrisey, Morrissey".

Leo García.

Qué tipo raro visualmente. Feo, cabezón, algo amorfo, patilludo, con cara de tímido... el total antihéroe cantando canciones pop gancheras en la década más superficial y revisitada: hay algo -no sé qué, quizá sea todo lo anotado anteriormente- que hace que quiera mucho a Morrissey. No soy un fanático ciego de su obra, me gustan los Smiths y los discos solistas que le escuché, pero su figura me inspira confianza y me despierta afecto y el (famoso) "más profundo respeto". Cómo decirlo: veo en ese nerd-cantante a un loser de verdad, no a un tipo que se la pasa sufriendo en su mansión mientras destruye su cancionero para que lo califiquen como el genio de la música rock contemporánea cuando antes hacía canciones diez veces mejores (las iniciales de ése son TY).

Morrissey siempre cantó su desgracia con una soltura envidiable y nunca se hizo el pobre torturado. Es un perdedor pero también un dandy inglés, quizá allí resida su secreto. Es, por sobre todas las cosas, un miserable simpático. Yendo al post anterior, si Nick Drake hubiese tenido la buena baja autoestima de Moz, habría sobrevivido a su karma depre-suicida.

La voz de M. suena lejana y desencantada pero sus canciones no lo son, algo en lo que se parece a otro ícono de los '80, también amorfo y maravilloso, el crack Roberto Smith. Hay algo en esa voz, un tonito singular, que transforma a un cantante monocorde y derrotado en un vocalista ejemplar que te termina comprando. ¿Qué será? No soy yo quien lo pueda contestar, pero pocos tipos suenan tan parecido en todas las canciones y sin embargo tan bien. Parece que siempre cantara la misma nota, pero me gusta ése sonido único.


Como ejemplo de todo lo que digo arriba, les dejo la letra de Let me kiss you, maravillosa gema de su no menos valorable disco You are the quarry. Me pasó, tanto con The Smiths como con sus álbumes solistas, que hay una coraza inicial en ellos que uno debe romper, un código sonoro que hay que descrifrar o lo que sea que en las primeras escuchas no hace tan disfrutable al material. Pero cuando llega el clic, canciones como esta no se te escapan más.


Let me kiss you
(Morrissey / Alain Whyte)

There's a place in the sun
For anyone who has the will to chase one
And I think I've found mine
Yes, I do believe I have found mine

So
Close your eyes
And think of someone
You physically admire
And let me kiss you
Let me kiss you.

I've zig-zagged all over America
And I cannot find a safety haven
Would you let me cry
On your shoulder
I've heard that you'll will try anything twice.

Close your eyes
And think of someone
You physically admire
And let me kiss you
Let me kiss you.

But then you open your eyes
And you see someone
That you physically despise
But my heart is open
My heart is open to you.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Drake, el tipo del costado

Les traigo una excelente noticia de la que me enteré gracias a la compra compulsiva de discos (y de la que no se hizo eco ninguno de los grandes sitios de música que hay). Aún no los vi en las bateas de las grandes disquerías pero les comento de qué viene: los tres discos de estudio del genial Nick Drake van a ser editados en nuestro querido país en cualquier momento. Mientras espero que las ediciones sean decentes, celebro de todas maneras que se les haya caído una idea a los muchachos de Universal.

El que no conozca la música de Nick, sabe desde este momento que se está perdiendo de uno de los cantautores más auténticos y viscerales -para poseer dicha cualidad no hace falta gritar- que ha habido en nuestro querido planeta, dueño de una tristeza tan invernal que, precisamente, podremos comprar sus discos edición nacional recién ahora, en esta época del año. Repito, el que no conozca la obra de Drake, hágase el favor de escuchar Five leaves left, Bryter layter y Pink moon. Si le ponen la oreja como se debe, van a ser sus próximos discos favoritos.

Debido en gran parte a su personalidad misántropa (?) o bien exageradamente tímida -me siento como Rial hablando de un famoso-, Nick Drake no tuvo éxito en vida. Pero sigue sumando, a casi cuarenta años de su muerte, admiradores incondicionales que caen -caímos, caeremos- rendidos a sus pies. O sea, a su voz profunda y triste, a sus arpegios en open tunings, a sus soberbios arreglos orquestales, a su soledad campestre, a su depresión innata e incurable, a su aura de poeta que escribía las canciones de su propia agonía mientras, claro, se desangraba por dentro.

Serán bienvenidos a su fiesta de la desgracia, los nuevos. Los que conocen su música, lo aprecian, y aún gustan de tener discos -pequeño detalle- están avisados.

jueves, 22 de julio de 2010

Encuentros irregulares


Escribir es un arte difícil, más si tenemos en cuenta lo fácil que se ha vuelto desde el advenimiento de las máquinas de, las computadoras y su interminable red; lo sencillo que resulta refutar y protestar desde una red social, o simplemente contar en Twitter que uno está mirando el partido de la Selección, como si realmente fuera significativo (lo es) estar haciendo lo mismo que otros cientos de millones de individuos en el mundo.
La música (me) sigue (pareciendo) siendo uno de los lenguajes más maravillosos para comunicar emociones, o para desperdigarlas sin un mínimo gajo de superficialidad. (O con el máximo, depende el caso; dejémoslo ahí). La palabra queda sellada en el disco y el juego de las emociones e interpretaciones nos queda a nosotros.
Sean bienvenidos, entonces, a este escrito, que sólo quiere destramar la complejidad de ser perfecto e irregular, algo tan difícil como escribir. Tan difícil que sucede siempre pero, de vez en cuando, de manera destacable. Y ésta es una de ellas: no éste texto. Esta situación.

***

La Perla Irregular son cinco pibes que tocan lindo, cantan canciones que (me) suenan y hacen bien y escucho hace relativamente poco (hagamos por ahora, una semblanza simple, algo pobre y superficial).

Me encontré con Pablo V., el progenitor de la criatura -¿irregular por turbia o deforme?- para charlar un poco, grabador en mano. Pero la idea del padre fue otra: que ése grabador no se encienda y sea mi memoria la que se encargue de testimoniar sus palabras. Entre aquel encuentro y hoy ha pasado un buen tiempo, La Perla estuvo hasta en La Sopa -por las bondades de su música, por suerte- y mi cerebro no ha carburado lo suficiente como para desintegrar sus palabras en un escrito. Pero aquí estamos y, como lo prometido es deuda, dije, aquí estamos.


Cómo decirlo sin darle entidad de superestrella... es Pablo V. un sujeto muy peculiar, en sus maneras y en su ambición de lograr que esta Perla haya pasado de ser uno a ser los demás. Me explico: el proyecto empezó siendo sólo un nombre y un hombre, él, que agarraba su guitarrita y decía “hola, soy La Perla Irregular”, como si común fuera escuchar a un hombre decirse Perla y maltratarse (o asumirse) de Irregular.
En fin, el hombre / banda fue encontrando cofrades. El primero en caer fue un tipo de esos que prefieren pegarle a un parche antes que a una bolsa, una pared o el aire. Marcos F.M. -no es una radio, no sean boludos, se me ha negado la emisión de apellidos y el que lleva Marcos es compuesto-, en verdad, fue buscado por Pablo V. Y si yo hubiese sido él, también habría dicho sí. En fin, alcanzaron dos para grabar el primer álbum de La Perla Irregular, que llevó el original nombre de la banda (el nombre de la banda es original y ya lo (no) explicaremos, el del disco no lo fue, por repetitivo, pero igual nos gustó).

Entre el mar de palabras que inundó Pablo V., exagero recordar -o viceversa, o lo que sea- que el disco tuvo muchos varios invitados, tantos como amigos tenía el hombre (o tiene, en su vida privada no me meto) en el Conservatorio Manuel de Falla, institución por la que pasó con total éxito. El tipo se jugó, combinó sus estudios de conservatorio y su sabiduría psico-beat-sesentista aunque tenga veintipico, y arregló por escrito varios de los temas, para darles más vuelo. Arregló sin escuchar y escuchó el resultado ya consumado, ¿se entiende? Para un músico con tintes rockeros nacido en Argentina y en el año dosmilypico no es joda y está muy bien.


[Mientras tanto, La Perla seguía siendo un dúo con proyección de más... pero de a poco se fue llenando el colectivo. Acá los nombres e instrumentos se me empiezan a mezclar, pero como me dejaron a cargo de esta historia, hago lo que se me canta (doy fe: los historiadores hacen lo mismo). Supongamos que el siguiente en ingresar a este mundo fantástico fue el teclista. Si es que suponemos eso bien, y que ese primer sujeto se ha ido para que toque las teclas Diego S., venimos bárbaro. Sino, tomemos esto como un pequeño detalle a corregir: los periódicos a veces cometen esos pequeñísimos errores y, sin embargo, nadie los detiene (sabrán entender)].

***

¿Que de su disco debut no voy a decir nada? Sí. Que la portada -más de una persona me carga por no decir tapa, pero me sale así- me da ganas de escucharlos. Y que está bien escrito y tocado. Son elogios que no dicen mucho, o nada, o más. Como cualquier otro elogio dicho sin confirmación empírica del elogiado. Júzguenlo ustedes mismos (o no, es feo juzgar, mejor disfrútenlo. O no, es feo imponer, hagan lo que deseen. Uh, eso es lo mismo. Y así).
De veras, hay una cruza en La Perla que los vuelve interesantes. Lo hablamos con Pablo, recuerdo, aquello de escuchar y admirar a Los Gatos, a Almendra, por supuesto a los cuatro chicos de Liverpool... también me nombró a Donovan, y al master Bob D. A Gram Parsons y a Nick Drake. Y así, fuimos desentramando el por qué de sus canciones y recuerdo que hablamos del concepto de originalidad en la música y PV dijo que “etimológicamente hablando, original viene de origen. Todos hablamos de los mismos tres o cuatro temas, el tema es cómo lo decimos”. Y coincidimos en que se confunden los conceptos de moderno y original, y que lo original en el arte suele retomar movimientos, formas, momentos y sonoridades preexistentes para darles una nueva vuelta.

(Y en eso andan ellos, con su desparpajo cancionero de entre 1965 y 1972, por chamuyar años de efervescencia pop, desarrollo de la psicodelia, principios de arrebatos eléctricos y luces progresivas y demás yerbas musicales y para-artísticas que dieron vuelta al mundo con el nombre de cultura rock. Lo bueno es que suenan a hoy y a mañana).

***

Perla: Las perlas son el producto de una reacción de enquistamiento de una partícula extraña dentro del cuerpo blando de los moluscos, especialmente en los bivalvos. Las perlas más conocidas son las consideradas como gemas o piedras preciosas, por su simetría y su particular lustre. Las perlas preciosas son producidas en su inmensa mayoría por las ostras pertenecientes a la familia Pteriidae.


Irregular:
adj. Que está fuera de regla o norma, contrario a ellas: verbo irregular.
Que no sucede común ni ordinariamente: su retraso es muy irregular.
Que no es simétrico, que tiene defectos: superficie irregular.

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Continuemos con la historia. Después del excelente debut, los chicos grabaron un EP virtual -El nadir del rock- que usted mismo, lector, puede descargar del sitio web oficial del grupo. Tres canciones que no cuajaban con lo que querían para el primer álbum pero que por sus bondades se ganaron un espacio y hasta son tenidas en cuenta a la hora del show.

Luego llega la famosa frutilla del postre -¿será siempre la misma?-, se llama La novena utopía y salió del horno a fines del año pasado. Me animo a decir que hay pocos discos en los últimos diez años que estén tan buenos como este segundo LP de LPI. Pablo introdujo al disco con una explicación excelsa en el sitio rock.com.ar y la voy a citar para que se sepa de qué hablo y así de paso callarme un poco: “Una utopía, a diferencia de lo se cree, no significa un lugar ideal, sino que significa un No-lugar (u-topos). Es ideal en tanto que sólo existe como idea, en nuestra mente. La idea de que sea la ‘novena’, apunta a que quizás sea la última oportunidad para la acción, para tomar conciencia, jugando con el hecho de que el 9 es el último número, antes de que se empiecen a formar con combinaciones de los dígitos anteriores”.

***

[(El primer disco gatea, el segundo vuela. En ambos hay versos de alta factura. Anoten:
- Tierra es aprender, soltar los pies, ser del aire.
- Envuelvo al jazmín estando a tu lado.
- Cielos de pan lloviznarán migas de lo que explotó.
- Dale el amor y quizás el jazmín y su magia al dormir te envolverán, armándote de pura dignidad.
- Yo quería nacer y morirme en tu vals... Hoy mi alma está suspendida.

Las composiciones musicales demuestran buen gusto y sofisticación dentro del estilo que la banda va consolidando. Al verlos en vivo comprobé los problemas de Marcos con la vida o, para no ser tan drástico e inexacto respecto de los bateristas en general y él en particular, lo que les gusta a los muchachos estos golpear parches con cara de locos. Marcos es un gran baterista. Y Richie S. le da una buena mano en eso que se dice armar base en la música rock. Según entendidos, tiene cara de ser un sujeto muy peculiar. Según quien escribe, es increíble cómo todos los bajistas que conoció y vio en vivo tienen cara de bajistas y la misma actitud (a excepción de Alejandro Medina).


En cuanto a las guitarras -el mismísimo Pablo y otro miembro relativamente nuevo, Diego G.- se complementan muy bien y el entramado le da la suficiente importancia a ambas violas: no hay un rítmico y un solista, los dos hacen un poco de cada. Y según sé del tema, tocan muy bien, sabiendo cómo combinar velocidad con gusto y metiendo buenos arreglos y solos.
Pablo tiene un estilo de canto bastante peculiar, que incluye atractivas desafinaciones -¿homenaje a Bochatón?- y un timbre o como se le llame a cómo nos suena una voz que quedaría perfecto para una banda de folk de los primeros sesenta. Le dije en nuestro primer encuentro que al principio me sonó raro y después me gustó y me contesta que todos le dicen lo mismo. (Un esnob se hubiera suicidado por pensar y escuchar lo mismo que los demás, a mí no me jodió porque es verdad)].

***

Pablo está contento con el resultado del segundo disco, le gusta más que el debut. Dice que aprendió en el estudio y los errores de la primera grabación los corrigió para la segunda. Es una carga grande, además, el haber compuesto La novena utopía con intenciones de que suene mientras mirás con cierta nostalgia infantoide la película Fantasía (sí, aquella de Disney. ¿Qué se pensaban, que sólo Pink Floyd podía hacerlo y cerraba el círculo?). La Perla compuso con la película en play y encaja perfecto. Esto y más lo comentan en su reciente documental Aquí no es real -vaya nombre filo-délico- en donde detallan track por track el segundo disco y nos muestran que son gente creativa no sólo con la guitarrita. Se los recomiendo para desengañarse de todo lo que parecen decir en el disco.

Y hablando de discos, quieren grabar pronto otro álbum, pero todavía no saben qué sucederá con eso, en la música nunca hay fechas exactas. Lo que sí saben es que el futuro los mira con buenos ojos: se tienen fe, son jóvenes y brillan como aquellas perlas que nombran, tocan seguido y no dejan de producir nuevas canciones. La idea, imagino, es dejar de malcriar niños, vender libros de Paulo Coelho y demás tropelías que desempeñan en sus siempre mal habidos trabajos. Ojalá lo logren.

***

Aunque hay algo que no saben y no les quise decir para que no se desencanten: toda perla es irregular.
Por ello, hagan los honores a su nombre, muchachos.


miércoles, 14 de julio de 2010

Ir por (la senda) colectora

Nota para el lector: esto ya se ha hecho y visto en varios lares. Pero igual es divertido y se me canta repetirlo a mi manera.

NPEL 2: el afiche que ven originó este escrito. Para más información, haga clic aquí.


Hay distintas clases de enfermos respecto del coleccionismo en la música. Hay gente que tiene muchos discos pero no tiene ese afán compilador (e incluso hay quienes desde el advenimiento de Internet dejaron de comprar discos). A mí, que aunque baje mucho sigo comprando en cantidades también -por la edad podría ser un bajador que no compra, pero creo que el coleccionismo a esta altura tiene poco que ver con cuestiones de edad, es o no es- me resulta divertido saber cómo la gente colecciona discos. Creo que cualquiera que guste de tener el disco como objeto es un coleccionista, al menos potencial. Por eso, cuando visito una casa en donde la discoteca está a la vista, no puedo evitar posar los ojos sobre ella primero para, si se me permite luego -y si hace falta aclarar que soy obsesivamente cuidadoso con los discos, hacerlo- meter mano a los que me interesen más. Alguna vez me dieron ganas de robar algún disco pero no me animé, en realidad ganó el respeto por el otro.

Para ver qué tal son ustedes, los que leen esto, les propongo una especie de cuestionario para que cuenten cómo llevan la vida de su discoteca, por qué siguen comprando discos -o por qué no compran más, lo cual también es toda una postura- entre otras cuestiones.
Pero primero les cuento mi caso, para que de paso vean qué es lo que quiero que me cuenten:

Debo andar cerca de los 300 discos -si bien no es una mala cifra me parece poco-, que vengo comprando desde mis doce años, o sea la mitad de mi vida. Por cuestiones lógicas, en aquella época no compraba mucho, cuando empezás a tener más guita propia te largás más. Me gustaría tener 1000 discos por lo menos, es otro numerito. Ya llegaré.
Esta idea de charlar sobre los discos surgió luego de que un amigo de mi cuñado me preguntara el otro día, después de ver mis discos, cuál era el que más había escuchado de todos, cuál era el más raro y/o preciado y cosas así. Cuento entonces: el disco que creo que más escuché es Singles Collection, el triple de los Stones con los singles de comienzos de su carrera hasta el ’70 más o menos; creo que no tengo discos decididamente raros aunque tenga algunos importados. Revisando, quizá el más raro sea Being there de Wilco pero no por ser en sí un disco extraño, sino por sus condiciones técnicas: me lo compró mi novia con la caja rota y un 305 escrito en fibrón negro que luego intentó ser borrado sin suerte por -imagino- su dueño anterior. No entiendo a quién se le ocurrió escribir un número sobre la tapa de un disco, pero lo hizo. En cuanto a lo otro, Marquee moon de Television y Bryter layter de Nick Drake son algo así como mis discos mimados, pero esa es una pregunta más difícil de responder porque casi todos tienen algo.

Los CDs ya no me entran en el espacio que tengo. Como tengo un equipo de audio en el comedor de casa y otro en la pieza, siempre dejo en el comedor (más o menos) diez álbumes que quiera escuchar. En mi cuarto los tengo divididos en distintas bateas: una de grupos nacionales -en realidad en español, porque Raro de El Cuarteto de Nos, por ejemplo, está ahí-, otra de solistas y otras dos con el mismo rótulo pero internacionales, aunque ahí se me mezclan más por cuestiones de espacios (hay que encastrar todo como se pueda). El orden es el siguiente: de arriba para abajo, comienzo con los artistas de los que más discos tengo hasta llegar a los que menos, y los discos de cada grupo/solista están ordenados por su salida, estando arriba de todo el más nuevo. Cuando tengo la misma cantidad de discos de dos bandas, elijo arbitrariamente cuál va arriba, excepto que haya algún disco doble o triple: ahí gana la banda que tenga más producción.

Uno de los problemas (?) que surge al momento de ordenar se da cuando aparece algún disco en colaboración. ¿Dónde lo ponés? Yo resuelvo por gusto o cantidad. Para que entiendan doy un ejemplo: La la la, de la dupla Paez-Spinetta, está metido entre mis discos del Flaco y no en los de Fito, sencillamente porque tengo más discos de Luis y porque -esto correría si tuviera la misma cantidad de discos de ambos- me gusta más.
Otro problema, al menos para mi discoteca en la que predomina el rock, sucede con los discos instrumentales. Pero es un inconveniente de simple resolución, lo arreglo fácil: nada de ponerlos juntos, las categorías siguen siendo las mismas cuatro que antes aunque no cante nadie. En síntesis, no ordeno ni por género ni alfabéticamente. Cuanto tenga miles de discos veré.

Vamos a los box-sets: poseo algunos, aunque me gustaría tener muchos más y la suerte de que me caigan todos los discos gratis al programa de radio que no tengo (!). El más groso en cantidad de discos es el más nuevito, Una celebración del rock argentino, que consta de nueve CDs y un librillo de varias páginas, seguido de lejos por El salmón de Calamaro, de 5 dedos, como decía su autor, y De Ushuaia a La Quiaca, de 4 discos (la edición 20º aniversario).
El artista del que más discos tengo si sumo todos sus proyectos es Luis Alberto Spinetta: entre los 11 solistas, el dúo con Fito, los 3 de Pescado e Invisible,
los dos primeros de Almendra y uno de Jade, llego a 21 compactos del Flaco. El que le sigue, de lejos, es Bob Dylan con 13.

El primer disco que compré fue La paciencia de la araña de Caballeros de la Quema y todavía lo tengo por ahí, el último -fue regalo pero lo elegí yo, así que lo cuento como compra-, Black and blue de los Stones, era una deuda pendiente. El LP que más barato me salió y que compré sólo por eso, fue Vision valley de The Vines: cuando lo escuché entendí por qué salía 7 pesos, fue esa primera escucha y un nunca más, ahora está al fondo de la pila... quizá algún día le dé otra chance. El más caro fue el box-set de Celebración producido por Nebbia, que igual lo garpé a un precio mucho más bajo de lo que sale en Musimundo y con DVD y libro incluidos. En realidad me salió súper barato, digamos.
Nunca compré un disco por su tapa.

Por supuesto, así como uno tiene maneras bastante peculiares de manejarse con sus discos, también las tiene con los mp3. Les cuento un par de manías: a cada copia le hago una carátula que indica los álbumes que tiene el disquito y su respectivo año de edición. A veces trato de que la selección de discos -si no es la discografía de un grupo en particular- tenga cierta coherencia, aunque otras hay que aprovechar megabytes y quedan metidos en un CD el último disco de Liliana Herrero con el primero de Kyuss. Al fin y al cabo es música que me gusta y si está todo escrito la encontraré.
En caso de que el mp3 contenga la discografía de un grupo prolífico que sacó más de un disco en alguna época de mágica inspiración por parte de sus autores –siempre pasa con grupos de los ’60 y ’70, está claro, no con los de ahora; el mercado ha cambiado, además-, se indica el orden con un número entre paréntesis al lado del año de edición del disco. Por ejemplo, si tuviéramos la discografía de los Beatles, sería: 1963 (1) – Please please me, 1963 (2) – With The Beatles y así sucesivamente. Siempre se pone el año primero.

Para el final les dejo un pequeño detalle sobre el tema: si alguien me saca un disco de su lugar correspondiente, lo escucha y vuelve a dejarlo donde estaba, de igual manera me doy cuenta de que lo sacaron. Varias veces lo consulté y no hacen más que darme la razón: habían sacado equis disco para escucharlo. Lo que no me dan es la receta para curarme...
Y bueh, todo no se puede.


(Espero que después de leer, por favor no se asusten y sigan entrando a charlar de música. Y abro el juego para que cuenten ustedes sus locuras y ordenamientos de discos, a ver si de paso me dan nuevas ideas para aplicar con mi colección).


martes, 6 de julio de 2010

Nuevas estrellas para mi cancionero

La tapa es una desgracia, sí.
¿Pero cómo puede ser que recién ahora esté descubriendo este disco?

Hace unos meses, le comenté a mi novia que siempre había escuchado hablar de Big Star pero nunca había buscado sus canciones, y ella me dijo que los había escuchado y le gustaban (no recuerdo si el diálogo se dio cuando murió Alex Chilton o antes). Entonces, me bajé los dos primeros discos del grupo y los cargué en mi reproductor mp3... pero el destino se ensañó con el aparato y lo mató -estaba bastante destruido, digamos, y nunca hay que confiar tanto en la tecnología- antes de llegar a #1 Record.
El tiempo pasó y el sábado, engripado y malhumorado por varias cosas, hurgando en la PC de mi casa encontré la carpetita que decía "Big Star" y contenía esos dos primeros álbumes: #1 Record y Radio city. Era la chance y les di play nomás, no había mucho por hacer... Y sí, comprendí las razones de tanto nombramiento, debí haber escuchado estás canciones antes. Pero nunca es tarde: la epifanía de escuchar algo por primera vez y que te haga preguntarte por qué no llegaste con antelación a ése lugar, es de lo más reconfortante en esto de escuchar música y de vez en cuando sucede. Y como nadie lo ha escuchado todo, por suerte, siempre va a volver a suceder.

Es increíble, pero toda buena banda cancionera tiene un aura beatle. Y toda banda rockanrollera tiene el toque stone. Y Big Star tiene un poco de las dos. Según dicen, esta gente reivindicó y reafirmó los caminos de lo que se da en llamar power pop: canciones de altas dósis melódicas pero con una enjundia mayor a la habitual en el pop tradicional, riffs de guitarra más fuertes de lo permitido (?) y buenos arreglos vocales. Ahora me vengo a enterar que The kids are alright es power pop.

No recordaba que In the street era de Big Star (algo que ya había leído) y cuando escuché The ballad of El Goodo, me dije "ah, son estos". ¿En qué banda sonora estará? Es de esas canciones que sentís que conocés desde siempre y ya escuchaste en otro lado. Watch the sunrise es muy bella y folk también, y además me hace pensar que para recibirse de cancionero intrépido hay que mostrar alguna vez ese costado folkie. Y qué buenos coros enmarcan a las melodías de estos tipos.

De todas maneras, la canción que te termina de hacer caer de traste es Thirteen, por lo que he visto y leído, un himno de culto indie: "Rock 'n roll is here to stay, come inside where it's okay... and I'll shake you".

Llego tarde, pero qué lástima que se murió este tipo, ¿no?