viernes, 30 de noviembre de 2007

Música desértica para una década... desierta

Ya termina otra década. A la hora de sacar balances musicales, y pensar por qué se caracteriza, lo primero que se me ocurre es... por las vueltas. Vueltas a un sonido retro y retornos de bandas muertas hace tiempo ya, pero que dejaron un legado que ningún otro grupo de 2000 para acá pudo hacer olvidar (aquí, allá y en todas partes). Pensando en los grupos que -si se quiere- marcaron el ritmo de estos años, podríamos citar a los Strokes y White Stripes, más algunas bandas que ya venían de la década anterior como Radiohead, Red Hot Chili Peppers y Foo Fighters; y algunas locuras alternativas como Mars Volta, agregando la reciente explosión de Arctic Monkeys.
Algo corrida al margen, para mí, aparece la banda más personal de todas -palmo a palmo con el dúo White- y la más drástica en lo que refiere a concepto sonoro. Creo que son lo mejor que nos deja esta pálida década, llena de tributos y vueltas al pasado (algo que no está mal en su justa medida, pero que se transformó en moneda demasiado corriente estos últimos años). Hablo nada más y nada menos que de Queens of the Stone Age, un plan llevado a cabo por Josh Homme, que bien podría denominarse como combo musical. En todos los discos cambia la formación y aparecen muchos -y muy buenos- músicos invitados colaborando con el proyecto. En este caso, iremos a su disco de 2002, quizá el más conocido.

Songs for the deaf fue grabado entre marzo y junio de 2002 y editado en agosto del mismo año. Es el tercer disco del grupo y fue calificado por la prensa especializada como uno de los mejores discos de dicho año. Cada tema del álbum tiene un separador con un locutor anunciando el siguiente track, algo que ya hiciera hace unos años antes Attaque 77 (¿habrá escuchado Josh Homme Radio insomnio?). Según el mismo Homme comentaba a la salida del álbum: “el primer disco fue ‘distanciarse de Kyuss’, el segundo fue llevar nuestra música a otras áreas y este disco lleva eso un poco más lejos aún. He pensado en este disco desde el primero”. La otra cabeza del grupo, Nick Olivieri, decía: “Nosotros seguimos haciendo lo que hicimos siempre. O sea, la música que queremos oír pero que no conseguimos en las tiendas. Entonces la hacemos. No tratamos de satisfacer a nadie, no sé como hacer eso porque nunca he vendido discos, sabes a lo que me refiero, ‘¡escribamos un hit!’... No sé qué es eso, porque nunca tuve uno”.
Para la ocasión, el baterista del grupo –tanto en la grabación como en la gira de presentación del disco- fue el Sr. David Grohl, más conocido por sus trabajos en otras banditas de los noventa que supongo ustedes conocen. Entró temporalmente como reemplazo de Gene Trautmann y su estadía en la banda fue únicamente por esta placa (les comenté que en QOTSA los músicos van y vienen). Más que suficiente, podría afirmarse, porque el trabajo del foo fighter es impecable.
Pero claro que el disco no es ni por asomo sólo el trabajo del estelar músico invitado. El clima opresivo de cada uno de los temas, esa oscuridad tan violenta que presentan casi todos los tracks, es mérito del genio de Homme y el -ya ex- bajista Olivieri. Aún sonando casi como una antítesis al pop de difusión, lograron meter un par de pequeños hits en MTV: las gemas No one knows -quizás por su irresistible riff y su marchoso ritmo- y Go with the flow.
Etiquetarlos como stoner rock quizá sea algo injusto, pero a su vez ellos mismos desde su anterior banda Kyuss fueron pioneros de dicho género. Yo diría más bien que Queens of the Stone Age es rock desértico, saturado y paranoico, con algunos momentos cercanos al heavy metal y la psicodelia -los justos y necesarios- y una mínima dosis de pop e ironía que los vuelve irresistibles luego de un par de escuchadas (está claro que no son una banda de sencilla digestión. Digamos que son como comerte cinco hamburguesas con un vaso de agua).
Otro invitado del disco que se destaca -en realidad figura como miembro estable de la banda- es Mark Lanegan, uno de los cantantes más ásperos e interesantes de la década anterior, recordado por su trabajo con los Screaming Trees. Su participación resulta ideal para el estilo de los Queens -tan huraño como su voz- y resalta en uno de los grandes momentos del disco: Hangin’ tree.
Distintas razones por las que no debe faltar Songs for the deaf en sus discotecas -o PC’s-: el rock alternativo mixado con flamenco de First it giveth; la desaforada Six shooter; el clima de God is in the radio -ese solo sí que es stoner rock-; la sesentosamente convencional Another love song; la acústica Mosquito song, un poco de aire entre tanta gravidez... Bueno, ya saben.
Mejor escúchenlo enterito.

Pequeño Detalle 1: como siempre, en todos lados hay un argentino metido en el medio. En este caso, Paz Lenchantin –a esta altura, más yanqui que argentina, pero no importa- colabora en el disco metiendo cuerdas.
PD2: ¿sabían que los QOTSA vinieron a Argentina como soporte de Iron Maiden -cuando estos tocaron en Vélez- y fueron maltratados por el público, algo increíble si los escuchan un poquito? ¿Y que luego tocaron en Cemento para -solo- unas doscientas personas?
PD3: el último tema del álbum es Everybody’s gonna be happy, un justo homenaje a The Kinks.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Cinco perlas del Camaleón

Una de las razones que me llevó a hacer el blog fue que veía que la mayoría de los blogs que ofrecen discos no emitían críticas respecto de lo subían. Si bien muchos guardaban y guardan cierto concepto a la hora de subir -como JS Free o Stay Free; por citar solo un par conocidos y, para mí, excelentes- en otros te mandaban discografías a rolete y sin explicación alguna (no voy a decir cuáles, jeje). Eso me parecía y me sigue pareciendo de poco valor, porque creo más interesante que te recomienden algo y después te dejen investigar, a que suban la discografía completa de un tipo que capaz tiene 34 discos. Dicha cuestión me llevó a armar todo esto: dar el pie y que después ustedes sigan buscando, si quieren.
El tema es que viendo los discos que David Bowie editó entre fines de los ’60 y todos los ’70… me dieron ganas de subirlos a todos. Para no ser cargoso al pedo, como en esos blogs que te suben discografías enteras sin un mínimo comentario o concepto, al final elegí cinco discos, casi consecutivos. Espero que sean inteligentes y si no los tienen, los bajen a todos (y después se los compren, por supuesto). Porque acá recomendamos, no subimos lo que piden o lo que sea para que entre más gente.

Space oddity (1969): El comienzo de la épica
Su primer gran disco. Acá empieza a mostrar sus pergaminos, con canciones heroicas como la que da título al álbum. Solo con ella alcanzaría, pero David se destapa con otros admirables momentos, como Letter to Hermione -de conmovedora letra- o los memorables nueve minutos de Cygnet committee, que termina con un Bowie desgarrador gritando “I want to live”. Quienes pensaban que Space oddity era solo una gran canción, no se olviden del disco que lleva el mismo nombre: un Bowie que quería vivir y nos empezaba a dar mucha música a nosotros. Y la música, vaya si es vida.
Otros grandes momentos: An occasional dream, God knows I’m good, Memory of a free festival.

The man who sold the world (1970): Las guitarras al frente
Si bien tiene puntos de contacto con su antecesor, sin dudas este disco posee una densidad más rockera. Probablemente, esto tenga que ver con las grandes bandas monstruo que comenzaban a explotar en esta época, como Zeppelin, Purple y Sabbath. Bowie -siempre camaleón- supo adaptarse a cada momento musical, y nunca desentonó. En esa nueva faceta guitarrera, se despacha con temones como All the madmen, Running gun blues y She shook me cold. Un dato para nada menor: este es el primer disco con la base de la banda que luego fuera The Spiders from Mars.
Otros grandes momentos: After all, The supermen, The man who sold the world (lo que yo pueda decir de este tema está de más ante semejante canción).

Hunky Dory (1971): Entrando al Olimpo
De este disco, sinceramente, no hay mucho que se pueda decir. Empieza con Changes, sigue con Oh! You pretty things, luego con Eight line poem. Pasa por Life on Mars?, a la que le sigue Kooks, para después llegar a Quicksand y Fill your heart. Después, llega el homenaje a Andy Warhol, y la Song for Bob Dylan. Queen bitch es la que sigue, y cierra con The Bewlay brothers.
¿Por qué no describo nada? ¿Por qué sólo enumero? ¿Por qué sólo los nombres? Justamente por eso. Porque Hunky Dory es perfecto. Y no me vengan con cinco estrellitas ni nada. Esto es la gloria de la música pop, en una de sus tantas formas. Y es una de las tantas manifestaciones musicales de maestría que nos dio Bowie. Y listo.
Si no lo tienen, sepan que son unos idiotas. Si lo ignoraron sin querer los perdono y les doy revancha, pero si lo dejaron pasar... fíjense de vuelta que algo está mal en sus cabezas.

Aladdin Sane (1973): Es un afano, suspendanlón (?)
Suponiendo que todos tienen Ziggy Stardust, pasamos al siguiente. Después de semejante disco como ése, siempre se espera algo peor. Pero la inspiración furibunda de Bowie en estas épocas saciaba los gustos de cualquiera. Arrancar con Watch that man fue una buena forma de acallar cualquier sospecha de que después de Ziggy no se podía mantener el nivel. Por suerte no fue sólo el arranque: Aladdin Sane está compuesto de 10 temas impresionantes, uno mejor que el otro. Si hasta ahora no destaqué el trabajo vocal de Bowie fue porque esperé llegar hasta aquí. Escuchen Drive-In Saturday, o Lady grinning soul -qué canción- y ahí me dicen qué tal. Además, la forma en que Bowie se desenvuelve en los temas más rockeros del disco confundiría a los que lo ven simplemente como un símbolo de los ochenta. Las pruebas: The Jean Genie y la humillante versión de Let’s spend the night together.
Otros grandes momentos: Time, Aladdin Sane, Panic in Detroit.

Diamond dogs (1974): Qué perros ni perros...
Después de un gran disco de covers (Pin ups, 1973) llegamos a otra obra bestial. Cuando entré a Wikipedia a buscar información sobre el disco y me encontré con una crítica que le pone dos estrellitas y media, no lo creí. Después, no me quedó otra que pensar que los periodistas de rock son todos unos estúpidos que no entienden nada -y encima resentidos, como dice Divididos: “el periodista que se muere por tocar”- y no valoran el concepto de un genio en estado de gracia. Los 11 temas que componen Diamond dogs están entrelazados, musical y conceptualmente -algo parecido, por ejemplo, a Dark side of the moon- y mayoría de ellos tienen su origen en 1984, de George Orwell. Para este disco se da un hecho clave: aquí ya no están los Spiders; y Bowie se hace cargo de todas las guitarras.
Grandes momentos: Rebel rebel, We are the dead, Sweet thing, Rock n’ roll with me, 1984.

Justo me enteré que hoy se celebra el día de la música. Creo que es un digno homenaje a ella.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Punk stone

Siempre me causó muchísima gracia que los punks detesten a los Rolling Stones. Me parece lo más estúpido del mundo, porque lo creo el subgénero más influenciado por Jagger & Cía. (junto al glam y en menor medida el hard rock). Si uno busca en las raíces, y quiere ir antes del ’77 -a los Stooges por ejemplo- es innegable que esa mugre es muy stone. Y los mismos Sex Pistols deben mucho de su sonido a los Rolling también. ¡Ni hablar de los New York Dolls! Por lo tanto, es un misterio que nunca comprenderé muy bien esto del odio (y eso que ni cité que los mismos Ramones o Patti Smith también eran fanáticos).
La cuestión es que no les voy a hablar de los Stones, sino de los Heartbreakers, una eminencia del punk-glam-rolinga. Los Rompecorazones fueron idea de Johnny Thunders, uno de esos grandes perdedores de la historia del rock, luego de la disolución de los citados Dolls. Quedaron de dicha banda Thunders (voz y primera guitarra) y Jerry Nolan (batería), a los que se agregaron Walter Lure (segunda guitarra y voz) y Billy Rath (en bajo, puesto que en un principio había ocupado Richard Hell, recién salido de Televisión, pero dejó rápidamente para formar los Voidoids).
Editaron un solo disco de estudio, L.A.M.F. La sigla significa Like a Motherfucker, y era -supuestamente- bastante utilizada por los jóvenes neoyorkinos de la época. Nunca mejor puesto el nombre, porque solo unos hijos de puta como ellos podían hacer un disco tan mugriento. Los cuatro músicos hicieron sus propias mezclas y el resultado fue un grandioso quilombo. Las críticas de la época elogiaron las canciones, su ejecución presurosa, esa urgencia, ese instinto... pero destrozaron la mezcla. Nadie comprendía el por qué del caos sonoro. De todas formas, el disco se transformó en un suceso del otro lado del Atlántico, en el Reino Unido, que en ese momento estaba invadido por esa música sucia que ellos tan bien hacían.
Por lo general, los temas abordan historias de amor (I love you, I wanna be loved) y drogas (la perla Chinese rocks, escrita por Dee Dee Ramone: una oda a la heroína, droga por la que compartía pasión con Thunders). La canción más conocida es casi una síntesis de la vida de Johnny: Born to loose.
La vida del grupo fue tan intensa como el disco, y eso les valió la separación en el mismo 1977. El primero en irse fue Nolan, que no estaba de acuerdo con la mezcla final. Lo siguieron Lure y Rath, que se volvieron a Estados Unidos.
Lo que aquí les dejo es la versión editada en 1994, con las mejores mezclas disponibles.

martes, 13 de noviembre de 2007

Post punk

Después del trabajo que me generaron sendos post de Pink Floyd y Keith Richards, ahora no me pienso gastar nada. Sólo les digo que escuchen este discazo de John Lennon y se rindan ante él. Si quieren un poco más de info, les dejo links a Aloha y Wikipedia, con un poco más de data. Yo, me cago en todo (pero me cago en todo con amor, como dice Calamaro).

martes, 6 de noviembre de 2007

LMEDA Records Presents: The Best of Keith Richards Sings

La Música es del Aire Records presenta su segunda compilación. Tras el abrumador éxito (!) obtenido por el compilado 15 Canciones para la Primavera, llega una grandiosa colección de canciones. Estamos hablando nada menos que de una leyenda viva del rock mundial, el Sr. Keith Richards. Gigante guitarrista; aspirador de padres; padre de piratas; trepador de palmeras; amigo de la policía; hombre de transfusiones (!!!). Todo eso es el bueno de Keith.
Sin embargo, aquí destacaremos un aspecto no tan resaltado de su majestuosa carrera. Las canciones que componen este rejunte musical son cantadas en forma increíble por este anciano londinense y su borrachísima y añeja voz. Aquí están todas las songs a las que le puso la voz como parte integrante de los Stones, mas un par de bonus de mi gentileza. Y para que no se enoje el bocón, al final les dejo otro regalito más que bizarro.

Nota 1: El disco está dividido en dos partes pero la numeración de las canciones sigue subiendo. O sea, el disco dos no arranca del track 1. Vale la pena que unan ambas partes.

Nota 2: Entre las canciones aquí expuestas se encuentran algunas en que el amigo Richards comparte los créditos vocales con Sir Mick Jagger. No se incluyó el tema Salt of the Earth porque el autor del blog consideró mínima la participación vocal del hombre calavera.

LAS CANCIONES:

Parte uno:
1- Little T&A
2- Something happened to me yesterday
3- Wanna hold you
4- Too rude
5- Coming down again
6- The nearness of you
7- Before they make me run
8- You got the silver
9- You don’t have to mean it
10- Sleep tonight
11- Happy
12- Thief in the night
13- How can I stop?

Parte dos:
14- Can’t be seen
15- Infamy
16- All about you
17- Memory motel
18- This place is empty
19- The worst
20- Gimme shelter
21- Slipping away
22- Thru and thru
23- Losing my touch
24- Girl of the North Country (Bob Dylan cover)
25- Happy (con Sheryl Crow)
26- Bonus track