lunes, 29 de agosto de 2016

Este cielo de estrellas caerá


Era lógico y esperable, pero sorprendió igual: El Estrellero publicó Drama, uno de los grandes discos del año para el rock argentino.

¿Por qué lógico y esperable? Pues bien, El Estrellero es el grupo en que Juan Irio y Lautaro Barceló continúan una sociedad que nació en 2014, cuando Irio firmó a su nombre un disco de honda tristeza y poética oscura, El ideal de lo común, y convidó a Barceló para que acompañase con su guitarra las canciones más apesadumbradas que hizo hasta el día de hoy.

¿Y esos dos quiénes son?, podría seguir el cuestionario. Juan Irio fue, como en El Estrellero, el bajo y la voz de Thes Siniestros, uno de los grupos más huidizos a las etiquetas en la última década. Lautaro Barceló fue tan huidizo, él, que más o menos por los mismos años integró Orquesta de Perros, Miro y su Fabulosa Orquesta de Juguete, Canto el Cuerpo Eléctrico y Campamento; además grabó algún disco solista que puede encontrarse buceando Bandcamp. El año pasado subió allí una sola canción que vale lo que un disco: “Los meses”, cantada a dúo con Jorge Serrano. Como en El Estrellero, poniéndole voz y guitarra a la causa.

Con todo ese bagaje -no esta data fría transcrita para explicar que hay un antes, sino las canciones que hay detrás-, la expectativa era: un álbum de esta dupla tiene que dar la talla. Lo que no sabíamos era que Drama iba a ser el mejor disco, quizá, casi seguro, por qué no, debe ser, que hicieron Irio y Barceló hasta hoy.

Pero a esta altura es injusto hablar sólo de ellos dos. Y más después de haber visto El Estrellero en vivo. El grupo realza las bondades más primitivas de la canción: la melodía reluce, las letras ganan cuerpo -más aún cuando todos cantan- y el resultante es una obra precisa, robusta y sofisticada. Gregorio Jáuregui (de Muerte al Tío Cosa) en batería, Alejo Klimavicius (de Fus Delei) en guitarra y coros, y Juan Baro Latrubesse (de Pájaro Escultor) en teclados completan el quinteto y aportan fuerza y juventud, floritura y atmósfera.

¿El disco? Al fin, vamos a Drama. Pónganse los auriculares. Escuchen esos primeros 45 segundos. Stop. Suspenso y ascensión: así construye El Estrellero desde el vamos. Capa tras capa resulta una textura vaporosa, quizá en consonancia con lo primero que se dice, entre ecos: “Suena ya la música de oriente, mágica, luciferal”. Stop otra vez.

Luciferal: De Lucifer, príncipe de los ángeles rebelados, y -al.1. adj. desus. Soberbio, maligno.

Mística y sombría, así es “La fórmula”, la canción que abre y, más que abrir el disco, envuelve. El tintineo de guitarras y teclas, el susurro del narrador, la fuerza coral del estribillo, el amor “que nunca tiene nada”; y el desborde de la guitarra hacia el final, entre ohohohs que se desinflan.

Qué decir de “Rima”, que lleva la épica pop un paso más allá. Menos oscura -bueno, el “hemos venido a morir, ¿no te diste cuenta?” puede llegar a contradecir esto- y más elegante, se impone a los guitarrazos -detalles deliciosos cortesía de Barceló y Klimavicius- una historia de (des)amor montada en una melodía que llega a su Everest en el estribillo, adherente y triunfal. A Daniel Grinbank le debe haber bastado con esta canción para programar al grupo en el Festival BUE el mismo día que Wilco: lógica pura.

“Pobre corazón” es lo único compuesto a dúo por Irio y Barceló y tiene un desarrollo similar -no se asusten por la comparación, es una mera cuestión formal- a “A day in the life”: el comienzo del tema, difícil de catalogar como estrofa sabiendo lo que sucede después, es lo primero que canta Barceló en Drama. De golpe se arriba a un microestribillo, arrebatado por un torbellino de guitarras que quiebra al medio el tempo y lo lleva todo a un pulso andante, ahora con la voz de Irio. En la parte de Barceló el corazón sufre, en la de Irio ya “no late”.

La historia, fragmentada, bien podría sintetizarse como el final, la muerte de, ay, otra vez, un amor. Aunque el segmento Irio culmine su galope estoico casi con una conclusión: “Breve historia de los átomos de luz”. De aquella estrofa + estribillo de Barceló no tendremos más noticias, como si se hubiera desintegrado y hecho perlas. De haber continuado así, también habría sido una canción grandiosa… pero como si la luz y sus latidos se apagaran, la intensidad deviene calma para que las guitarras reconstruyan desde el poco pulso que queda. Imaginemos: el corazón resiste hasta que explota, lejos de arrullar pero también de la muerte súbita. El minuto final narra el desenlace: aceleración, reposo, liberación, reverberación y… no queda más. Una canción elástica e impecable, con el toque de los dos autores bien marcado. Que se repita.

Después de semejante laberinto, “Deja que te guarde” asoma su nariz como la pieza más sencilla -no por eso menos amable-, justa y necesaria previo a la siguiente excursión de subibaja, otra gema: “Es mejor”. Qué apenado suena ése “Llueve dentro del sol”, más allá del pulso irrefrenable. Casi tanto como el estribillo de “Los traidores” (¿inspirado por cierta coyuntura política?): “Deberás saber algo que yo sé: los traidores no mienten cuando están detrás”. Para “Medicamentos”, Barceló se pone el traje de perdedor y vuelve a sentarle bien: un hipocondríaco necesitado de amor y con la autoestima por el piso.

Hecha la recopilación de tristezas y neurosis, el lector podría creer que el disco es un liso y llano bajón. Encima se llama Drama. Pero no se asuste, amigo: si usted escuchó canciones sabe que muchas veces, casi todas, funciona mejor así. La paradoja es contar la tristeza entre melodías indelebles y canciones que se sacan la mufa de encima (no olvide: llueve dentro del sol). O mejor, como dice “Llegará”: Necesito vivir más de la cuenta yo también /para saber por qué duele vivir así… / No sé.

Duele, pero hay que seguir para saber por qué y encontrar la solución. Ya estamos en el baile. ¿Baile? “Fiesta de lobos” sale a la pista con, otra vez, aroma a desencanto amarillento (“Vienen asomando ráfagas de miedo”; “Lo que de día nos hace reír/ llega la noche y nos asusta tanto”). Se baila pero, recordemos, duele.

“Preámbulo a la vigilia” debe ser el momento definitivo de contemplación, quizá por eso el cierre. Una resolución tan poética como aquel inicio incandescente, donde El Estrellero retoma la paradoja y la melancolía, hasta que un recurso bastante utilizado en el género canción -se silencia la banda y el cantor queda solo acompañado por su guitarra- nos da el último susurro previo a una coda que se detiene de repente, grotesca:

Allí abajo resonó su frágil voz,
el único lugar donde podría ser escuchado el tiempo que durara el eco.
Sólo aquella vez, logró hallar la luz y encontró la paz tapado de lodo,
bella aurora austral, una hoz cortando las estrellas.

“Una hoz cortando las estrellas”. Quizá se explique el nombre en ese gesto, tan precioso como este Drama. Estrellas, caigan en forma de canción.

[Publicado el 25 de julio en ArteZeta]

lunes, 22 de agosto de 2016

Aquí vuelven los Pels

Se  hizo esperar unos días pero aquí está la segunda parte de la charla con Tingo ZucalNacho Zucal y Francisco Stuart Milne, 3/5 de Pels, en los Estudios NN. La cosa en esta segunda vuelta desanda un temario que va desde las anécdotas antológicas de la dupla de hermanos en sus presentaciones previas a Pels hasta lo que será el próximo material del grupo. Y también, un estreno: The Family Members, desprendimiento del quinteto que, como bien anuncia el nombre, cierra en familia.

Pero retomamos la charla con una revelación de Tingo a su compañero Francisco, que ni enterado estaba de algunas novedades que revela el horizonte cercano (si se perdieron la primera parte, retomen por aquí):

Tingo Zucal: En el disco nuevo hay una composición de Diego [Collins, el bajista del grupo], ¿sabías, Panchi?
Francisco Stuart Milne: ¡No! (Sorprendido).

¿Va a estar en el disco?
TZ: Siii.

¡Y él no lo sabía, que es parte de la banda!
TZ: Se cae de maduro porque es un tema histórico que compuso Diego, está totalmente cerrado, tiene cuatro partes, letra escrita.
FM: ¿La escribió Diego?
TZ: No, no.
FM: La escribiste vos. Si Diego hubiese escrito la letra, me moría. ¡Lo que puede llegar a escribir Diego! (Risas).
TZ: Y hay un tema de Ignacio, iba a haber dos pero uno se va para La Perla Irregular. Hay conflicto de intereses con La Perla.
Nacho Zucal: Hubo litigio (risas).
TZ: Eso también va a estar bueno. Por lo cual, también te quería proponer, Panchi, que si te quedó un tema tuyo...
FM: Ya hay muchos temas, yo quiero tocar la guitarra (risas).

¿Te quiere empujar a componer?
FM: Sí, sí, sí.
TZ: Él compone.
FM: Pero no, mi mente es Pels es de guitarrista e ingeniero.
TZ: Igual viste que cada integrante pone su cuota palpable.

(ALGO MÁS SOBRE) EL SUCESOR DE GOSPELS
Encontraron una formación fuerte. Inclusive ver que cantan tres, precisamente ustedes tres.
FM: Eso está buenísimo, me encanta.
TZ: Son todos cantantes, cualquiera podría cantar en una banda. Eso es fundamental.

¿Cederías la primera voz en algún tema de ser necesario?
TZ: Sí, sí, siempre quise hacerlo. Pero hay algo que es muy ley, y es que generalmente canta la canción el que la hizo. Es jodido que alguien te cante una canción, tiene que ser un intérprete, que acá nadie lo es. La composición tuya (señala a Nacho) la vas a cantar vos, si Panchi mete una, también.

¿Ya está la lista tentativa?
TZ: Sí, sí. Este disco nos gustaría hacerlo rápido.

Si mantienen el promedio debería salir en 2020 (risas).
TZ: ¡Ojalá que no! Juntamos unos mangos, vamos a ION, grabamos el disco en vivo...
FM: Y te vas con el 70% del disco hecho.
TZ: Es más, me gustaría grabar las voces en vivo, si hay que hacer overdubs que sean de otra cosa, no de voz.
FM: ION es ideal para eso, además el espíritu del estudio es una cosa muy contagiosa. Yo fui con varios proyectos, a laburar también, y está bárbaro. Para mí es el mejor estudio del país.
TZ: Además, yo tengo ganas de tocar la guitarra acústica únicamente. Un poco para poder hacer la toma de voz en simultáneo con la acústica.
FM: Es más laburo previo de todo, pero está buenísimo. He hecho discos así y es mejor, queda otro sonido.

¿Va a ser fácil extraer de todo lo que tienen?
TZ: Son todos hitazos, todas relindas canciones, soberbia aparte.

¡Modestia aparte!
TZ: Soberbia... (Se ríe solo). Son todas las canciones que por algún complejo se sacaron de Gospels. Por considerarlas portadoras de cierta facilidad, de cierta cosa entradora.
NZ: Igual, para mí se va a resolver en un mix entre ese descarte y las nuevas canciones. Va a terminar siendo algo nuevo.
TZ: Hacer un disco es cerrar una etapa, no abrirla. A nosotros nos pasa bastante así. Lo primero que se nos pasó por la cabeza cuando salió Gospels fue “grabemos otra cosa”. Siempre es la culminación de una etapa, un momento.

¿Las canciones de Gospels tenían sus años o había más novedad?
TZ: Algunas pocas tenían años.

Aunque bueno, las letras se terminaron ahí, eso le da otra entidad, otra unidad.
TZ: Eso me gusta, me gusta cuando hay que escribir las letras de una porque amalgaman el disco, es como un envoltorio del disco. En cambio... bueno, hay discos de mil formas, pero haber escrito todas esas letras en el mismo momento hizo que tuviera una cosa más conceptual.

No parecen letras escritas a las apuradas.
TZ: Es que fue un proceso de un año y medio. Fue a las apuradas... en ese año y medio (risas). Es difícil escribir en ese plan de canción que es tan laberíntica.

Y ¿qué extraés hoy de lo que escribiste? ¿Te significa lo mismo?
TZ: Fue todo medio inconsciente, porque no buscamos un criterio lírico. Hoy justo vino Mauma [Alejandro Ahumada, exintegrante de Pels] a comer a casa y le mostré el tema de Diego, que ya tiene la letra. Y mi hija me dijo “siempre estás escribiendo sobre la juventud, la vejez, el tiempo. Estás re obsesionado con eso”. ¡Y la letra esa la escribí hace diez años! “El tren de la juventud” es el más nuevo de Gospels.

¿Cuesta escribir?
A mí cada vez me cuesta más saber de qué escribir, sobre todo cuando uno está bien, feliz. Para el disco nuevo voy a intentar cambiar, eso desde ya. En éste hay bastantes letras que tienen que ver con algo en particular, hay uno que habla de una enfermedad de una persona que conozco; otro que habla del perdón... son temas más aislados, no sé si hay tanto concepto lineal. Pero sí, siempre tiene que ver con lo existencial, con las contradicciones propias. Me sale más cantar por eso. Después, otras canciones que me salen bien y fácil son las de amor: cuando le escribo canciones a mi mujer, son redonditas y claras.

Y te siguen saliendo después de 20 años, nada menos.
TZ: Sí, sí, y cada vez más lindas. Durante toda la vida le hice canciones a ella y, si comparo las primeras con las últimas, son mucho mejores en todo aspecto las más actuales. El tiempo llena, da documentos, hay más páginas. Loli, mi hija, heredó esa sensibilidad para la parte creativa, para crear su propia música.

¿La madre nada que ver?
TZ: En la familia de la madre también hay algunos músicos. En nuestra familia tampoco es tanto, somos nosotros dos.
NZ: Tenemos un antecedente musical pero es político, no es de sangre.
TZ: Bueno, y papá también. Toca muy bien la guitarra pero lo que aprendió cuando era chico, después no siguió.



BREVE ANECDOTARIO FAMILIAR
¿Ustedes estudiaron música?
TZ: Yo no estudié, no...
NZ: Yo sí estudié. Con un profesor, teclado y después un poco de piano. Pero re informal y de niño, a los diez años. Eso fue en La Rioja.

Y ¿qué te enseñaba, folclore?
NZ: Chacarera...
TZ: ¡Toca bien!
FM: Claro, tenés una... tocás... ¡Ahora me cierra! (Risas).
TZ: Cuando tenía 15 años, tenía un teclado que en ese momento era como... un Korg Trinity, que en La Rioja era superexclusivo. Y me llamaban de los grupos de cuarteto para que grabe con ese teclado (risas).
FM: ¡Decime que tenés algo de eso grabado!
NZ: Sé cómo se llama el grupo pero nunca lo busqué, hay que buscarlo.
TZ: Una vez en La Rioja, yo tenía 22 años y él tenía 12. Era yo en la guitarra, él en el teclado; y una caja rítmica que nos hacía de batería. Y tocamos teloneros de Babasónicos (carcajadas de todos).
NZ: Babasónicos estaba presentando Jessico en ese momento.
TZ: El año pasado vi una nota a Adrián Dárgelos donde contaba “una vez fuimos a La Rioja a tocar y tocó un nenito con su profesor” (se detiene la charla un instante por el nivel de risas).
FM: ¡Me estás cargando, boludo, no te puedo creer! (Más carcajadas).

¡Te liquidó! Deberían llevarle Gospels a Dárgelos.
TZ: Y explicarle, “¡somos nosotros dos!”. Yo llegué a La Rioja con 20 años y al mes de llegar toqué solo en un estadio, temas míos, hippies. Y después de eso... ¡Divididos!

Ah, en La Rioja fuiste telonero de estrellas.
FM: Boludo, tenemos que irnos a vivir a La Rioja, ¿qué hacemos acá? (Risas).
NZ: Fue gracioso porque eso se hizo por sorteo, el orden de los teloneros.
TZ: Claro, fue de pedo que quedara yo. Era “Tingo” y después “Divididos”. Solo y con una guitarra eléctrica, encima. En la reseña de una revista local me mataron, me hicieron mierda. Pero en La Rioja, rock era heavy metal. Si no, no es rock.
NZ: Y lo otro era el proyecto de Tingo, yo tocaba los teclados bancando y había un bajista de allá.

LOS PRODUCTORES
“¿Sabes a quién le gustó Gospels? A Gordon Raphael, que estuvo acá. Una amiga de Diego se lo mostró y al tipo le copó”, cuenta Tingo. Y es inevitable que la charla se vaya para ese lado y hablemos, entonces, de su decisión de autoproducir Gospels luego de haber trabajado junto a Pablo Vidal en Nancy y Julio:

¿Cómo fue el laburo de producción, contando que estaba Manza Esain en la mezcla?
TZ: Él venía acá a la mañana y nosotros veníamos a las seis de la tarde, nos mostraba y le decíamos “bajá, corré, subí”. Y cuando terminó hicimos un compendio de observaciones: “ponele el doble de efecto a todo, subí los coros”, un par de lineamientos así que eran más de nuestro criterio.
FM: Manza es bastante receptivo. Si la corrección es más o menos importante te dice “yo lo hago, pero no es lo que yo haría”. Si vos le insistís, él lo hace, cuando hay otros que no lo hacen. Pero él está muy sólido en su posición.

Y ¿los hizo dudar con algo o no? Porque los productores en este caso fueron ustedes.
TZ: Mirá, es raro laburar con una persona externa. Hasta con Pablo, que es íntimo amigo mío, cuando hicimos Nancy y Julio hubo momentos donde dije “lo mato, lo aniquilo” (risas). Es jodido, porque ahí tenés que tener un temple para entender que tu idea no es la mejor idea. Uno piensa que como hizo el tema, tiene la autoridad para decir “no, a mí me gusta así”. Y en realidad no es tan así, hay una cosmovisión sobre el tema.

Y después de un tiempo te das cuenta...
TZ: (Interrumpe) ...que estaba bien que alguien te haya sacado de ese lugar y de ese egotrip tuyo. Pero bueno, también le pasa a esa persona, ¿no? Esa persona también tiene que salir de su egotrip y ser más receptiva. Yo entiendo que tenemos la capacidad para autoproducirnos, mezclarnos...

O sea que para el próximo disco no piensan llamar a un productor.
TZ: Yo te iba a decir lo contrario. Como desafío, dejar de pensar en trabajar con un productor, sino convercernos de que nosotros lo podemos producir. Lo venimos haciendo pero con el fantasma de que “che, ¿llamamos a un productor o lo estamos haciendo bien?”.
FM: Ya está, a partir de esto sabemos que lo podemos hacer, la producción fue nuestra enteramente.
TZ: Sí, la producción de Gospels es 100% nuestra, Manza nunca nos sugirió nada en ese sentido.
NZ: Claro, una nota decía “se nota el acento en las guitarras de Manza”.
FM: Y yo decía “¡no!”. O sea, Manza sí hace muchos discos de guitarras y muy bien, pero es ridículo pensar que porque un disco lo mezcló él va a tener esa incidencia. Sí, por ahí puso la guitarra fuerte, qué sé yo.

Entonces, para el próximo harían todo ustedes.
FM: Para hacerlo todo nosotros tiene que ser un disco rápido, porque todos acá mezclando un año y medio... pero si vamos a ION, grabamos en tres días, grabás no sé qué... lo mezclamos acá, tranquilos. Si estás grabando un año y medio llega un momento en el que decís “basta, que venga Manza. Ojo, recordando, hubo un laburo de Manza en “Viva la pepa”, un viaje, que fue más de producción. Porque era jodidísimo pasarlo, lo encorsetó así, una cosa que era un delirio de muchas capas y ahí sí hizo más de productor.
TZ: También en la decisión de poner ciertos delays o ciertas cosas, ahí sí hay un criterio artístico, claro.

Tiene muchas partes “Viva la pepa”, cambia de climas.
FM: Claro. Igual, va a ser difícil que volvamos a hacer un tema tan delirante como ése. “Viva la pepa” era imposible de mezclar, el desafío... porque si vos tenés un tema que es todo el tiempo igual, ponés el compresor y va. Acá el laburo era mucho más difícil.
NZ: Todo este tiempo que pasó tiene su explicación, el movimiento de integrantes... no es que de cancheros grabamos cada cinco años o tardamos un año y medio en hacer un disco.
TZ: Tenemos mucho, mucho. Hoy podríamos hacer tres discos, porque hay otra camada que quedó olvidada, también. Lo que pasa es que también tenemos nuestras vidas, nuestras cosas, no estamos 100% dedicados a la música. Además, somos amigos.
NZ: A veces prima ir a comer antes que ir a ensayar. Para la presentación del disco ensayamos fuerte.
TZ: Todo, ensayamos todo lo que había que ensayar, no vamos a volver a ensayar Gospels. Si nos juntamos de vuelta va a ser para preparar el disco. Y cuanto menos lo ensayás, mejor sale.
FM: Lo tenemos de memoria, de atrás para adelante. Aparte el disco tiene un sentido que va para arriba, lo más festivo está en el final.

Empieza climático y termina con un rock and roll.
TZ: Con un golpe en el corazón, como dijeron en Tiempo Argentino. Pusieron “encima el disco termina con una canción de amor, con un golpe en el corazón”.

EL TRATO DE LA CRÍTICA
¿Qué les pasa con lo que leen sobre su música, con las críticas?
NZ: A veces están demasiado embellecidas las reseñas.
TZ: Te das cuenta que muchas veces los tipos están preocupados por escribir lindo, hacer una gran reseña. Y se nota, y decís “puta...”.
NZ: Está lleno de adjetivos (risas).
TZ: Igual nosotros en general tenemos suerte. De todo lo que hicimos, cualquier cosa que grabamos y que publicamos... nunca nos hicieron mierda, jamás.

¡Salvo en La Rioja! (Risas).
TZ: ¡Y salvo Dárgelos! No, en serio, nunca nos mataron. Me gustaría que alguna vez nos maten, para desvirgarnos.
FM: Yo con éste pensé que podía venir.
TZ: Yo también.

¿Pensaban que los iban a tratar de blandos?
FM: Y, algún obtuso... a mí me pasó. Yo hice discos que le pegaron por ese lado a gente del indie más obtuso, desde una posición estética a rajatabla. Ahora se aflojó un poco, pero en un momento estaba fuerte eso.
TZ: Sí, yo tenía ese miedo con Gospels, pero la verdad que no. En Ugo fue impecable, en Nancy y Julio también, que alguien nos podría haber hecho mierda. Pero no, siempre bien.
NZ: Nadie se nos anima. Ahora veo que vos después nos matás… (Risas).



THE FAMILY MEMBERS
Cuando terminó la charla con el trío, Tingo nos contó un proyecto en ciernes. Básicamente, se trata del grupo que completan todos los músicos de la familia Zucal, The Family Members. En la historia de Pels está omnipresente ese nexo, desde aquellos shows riojanos hasta esta banda de carácter mutante: “la idea es formar un grupo familiar que atraviese generaciones, esa sería la meta”. Por supuesto, tuvimos que preguntarle más, por lo que la charla continuó fuera de los Estudios NN, en la camioneta de Agustín:

Y ¿quiénes componen el grupo?
TZ: Por ahora, el núcleo duro está entre mis hijos y yo. Ya tenemos canciones, una de Loli, otra de Joaquin y algunas mías. Pero está Nacho, también, y Cote y Paco, mis cuñados. Encontré la manera de darles lugar a muchas canciones que prejuzgo que no encajarían en Pels. Empezamos reversionando en español algunas canciones originales en inglés, eso lo hacemos siempre, jugando.

¿Ahora salieron canciones propias?
TZ: Sí, ese fue el propósito en algún momento, pero los chicos empezaron a pelar canciones que me mataron, y fue tornándose en algo más serio. Fea palabra serio... en algo más personal. Debutamos en vivo en el Aula Rock, un concierto en su escuela. Para mis hijos es el laboratorio para componer y aprender, con toda la comodidad del mundo. ¡Lo mejor de todo es que no tenemos que organizar cuándo ensayar! Directamente se vive entre pequeños ensayos, a veces en el living con el piano y la guitarra, otras, en el cuarto de Joaqui, con batería y guitarra eléctrica, o en el jardín. Vamos a hacer de todo, hasta un tema de Cate Le Bon.

¿Cuál sería la formación, más allá de ustedes tres?
TZ: Paco y yo en guitarra, Loli en bajo, Joaqui en bata. Todos cantamos.

Y ¿dónde entran Nacho y tu otro cuñado?
TZ: Nacho en teclas, o también en guitarras; y además va a meter temas. Cote en batería. Y mi hijo querrá tocar bajo, supongo. Loli también podría tocar violín, o clarinete, o lo que quiera... lo importante es que hay grandes y lindísimas canciones, doy fe.

¿Piensan grabar y salir a tocar?
TZ: Por ahora es lo que te cuento, veremos cómo evoluciona. Supongo que será siempre un proyecto paralelo de todos. Ellos querrán hacer su propio camino, ¡o no! Yo, por mí, los suelto. Soy un desastre, perdón... ¡quise decir no los suelto! (Risas finales).

[Fotos gentileza de Martín Santoro y Pels]

jueves, 4 de agosto de 2016

Pels: forma y fondo

Esta charla sucedió hace tiempo, allá por febrero. Tres de los cinco integrantes de Pels, un grupo hermoso que tiene apenas dos discos de estudio pero un largo recorrido hecho desde su San Isidro natal, me recibieron en los Estudios NN: los hermanos Tingo (voz y guitarra) y Nacho Zucal (teclados y coros); el guitarrista y dueño del estudio Francisco Stuart Milne. Hacía un calor infernal que se combatió con cerveza y un anecdotario frondoso que abarca casi toda su vida musical y familiar. Salió sin querer, pero así suceden las charlas cuando fluyen.

Pels tiene dos discos oficiales -Ugo y Gospels, pequeñas obras maestras, de una- y un simple de dos canciones, Nancy y Julio, de tal tenor e importancia en su historia que podría considerárselo un álbum más. Pero hay otra historia a la que algunos llegamos tarde y se encuentra en los ¿discos? Disctorsión (2003) y Aquí están los Pels! (2006); y en Texas Manolo (2004), registro que Tingo se negó rotundamente a convidar ("hasta Disctorsión me estiro"). Alguna vez, los dos primeros estuvieron colgados en su extinto sitio web, ahora se puede encontrar Aquí están los Pels! en Deezer y Spotify. Manolo quedó afuera en primera ronda, pobre.

Hay un post fantástico en Taringa! -hecho por ellos, claro- en el que se presentan como "Los verdaderos Pels". La reafirmación, necesaria, viene a cuento de aquel novelón que protagonizaba Mike Amigorena, "Los exitosos Pells", aparecido entremedio de su incipiente existencia. Ahí describen, en poquísimas palabras, sus primeras grabaciones:
Disctorsión: "Grabado y mezclado gratis por estudiantes del curso de grabación nivel principiantes de TECSON.
Masterizado por Frank Black".
AELP: "Grabado en forma casera con el Adobe Audition".

También se pueden encontrar algunas -hermosas- canciones sueltas en YouTube, como "Autos voladores", que tiene su portada de single y todo, y "Me amanece", una rareza total en su repertorio, incluida en el compilado También dormimos.

De aquel período de prueba y error surgió parte del material que conformaría Ugo, el resumen -más prolijo o profesional que sus antecesores- de tiempos algo caóticos e indies. (Hoy, quizá, no harían una canción que se llame "La concha tuya"). Esa etiqueta no le sienta bien a la actualidad de Pels, ni al sonido ni a la actitud del grupo.

¿Por qué no comparten al mundo las primeras dos grabaciones? Después Texas Manolo, hubo una cirugía que cambió la voz de Tingo. En fin, que empiecen a hablar ellos de una buena vez:

Tingo Zucal: Una cosa que no te dije es que son discos pre-operación de amígdalas. Y mi voz, además de menos experta ,era obstruida por dos bolas de carne de un cuarto de libra cada una. Por eso no difundo los primeros dos discos.

¿Tan grandes eran?
TZ: La expresión "con los huevos en la garganta" la inventé yo (risas). Sí, en serio, eran gigantes. Cuando me las saqué fue como empezar a cantar de cero. Un cuarto de libra cada una, 150 gramos.

***

Y es cierto que en Disctorsión Pels era otra banda. La voz de Agustín era muy (muy) distinta y las referencias sonoras algo más evidentes y direccionadas a una época, los entonces cercanos '90. Sin embargo, tanto Disctorsión como Aquí están los Pels! -ya con la voz nueva- son eslabones necesarios para comprender la historia global del grupo: cada paso fue un salto al vacío y la posterior caída pisó suelo firme. Ojalá algún día se arrepientan y cierren el círculo para el público también.

Pero volvamos a lo que vendrá, ya habrá tiempo de cambiar futuro por pasado... Aunque Gospels tenga menos de un año, el quinteto se dispone a preparar un nuevo álbum y que no pasen otra vez ¡seis! años entre un disco y su sucesor (con el puente de Nancy y Julio, claro).
Largamos la charla por ahí.

GOSPELS, LOS TIEMPOS Y DESPUÉS
Ustedes tocan hace mucho y sólo tienen dos discos. ¿Por qué?
TZ: Justo el otro día estaba escuchando Aquí están los Pels!, un disco que grabamos en la casa de Mauma [Alejandro Ahumada, exintegrante del grupo].
Francisco Stuart Milne: Aquí están los Pels!... (Ríe). Yo escuché algunas cosas en el auto de Diego [Collins, el bajista], nada más.
TZ: Tiene seis temas, están bárbaros, y fueron grabados con una Soundblaster y un micrófono choto. Ahí hay otras versiones de “Hurón” y “Capital Federal”, “Hombre rana”, “Diafragma”, que es un tema lindísimo, no sabés lo bien que está grabado; y “Egoísta”, un tema de Mauma. Y sí, grabar acá está buenísimo pero también es algo faraónico porque como es tan accesible nunca lo terminás.
FM: Es una comodidad peligrosa...
Nacho Zucal: El límite lo pone la familia, te llama y te dice “che, volvé, ¡volvé!” (risas).
TZ: Panchi está arengando la idea de ir a grabar a ION, un disco un poco más facilongo, más despojado, canciones parte A-parte B, estribillitos. Y ya están todas esas canciones, hay de más. Yo ahora estoy laburando con una lista de 25 temas.

¿Hay mucho en ese cajón?
NZ: Hay que tener un backup, siempre.
TZ: Muchos temas estaban entre los 25 potables para Gospels. Al final dijimos “bueno, saquemos todo este tipo de temas, dejemos estos”. Y ahora quedaron ahí, de remanente, los sumamos a unos más nuevos y algunos viejos y tenemos el disco. Antes de ayer empecé a demear en casa, a hacer las estructuras y grabar la música.

¿Cómo te grabás, con la viola, solo?
TZ: Depende. Ahora estoy trabajando con un programa de secuencias y hago la estructura de baterías y de bajo, como para sacar una foto de la estructura. Y después, de ahí, empezamos a laburarlos. Es hacer un esqueleto... primal.

¿Siempre es así el laburo, vos llevás las canciones?
FM: En Gospels casi no hubo esqueletos. Andá a traerle un esqueleto a Margas... [Marcos Fernández Moujan, el baterista] Lo que no había era demos con batería y bajo, estaba la idea, la melodía.
TZ: Una melodía con dos acordes, “Los diablos” (tararea la estrofa). Y acá se fue armando.
NZ: Sí, u “11:11”, que históricamente fue una zapada.
TZ: Estaba la parte A, la parte B y la parte C, pero no cómo priorizar esas partes. Eso se arma y estuvimos casi dos años armando el disco. Lo que pasa es que tampoco había letras.

Es mucho tiempo e imagino que muchos cambios.
TZ: Nos frustramos como veinte veces, porque dijimos “bueno, en agosto lo tenemos”, después “bueno, en noviembre”, después en febrero... Pero cuando entramos a grabarlos, los temas ya estaban. Lo que nos llevó mucho tiempo fueron las guitarras, hay un trabajo de guitarras bastante dedicado. Entre que componíamos el arreglo, lo grabábamos y nos gustaba...
FM: Es que no había nada. Estaba la canción, y era mucho diálogo de guitarras, de decirnos “yo toco esto y vos acá vas a tener que hacer algo en el medio”. No estaba la respuesta, era como un laburo de ajedrez.
TZ: Y además era difícil porque en mi caso, yo tengo que poder tocar y cantar, es un desafío.
FM: Pero vos tocás, vos hacés arreglos, punteítos...
TZ: Sí, sí, me cuesta mucho, no me sale tan fácil. O sea, me es natural hacer un arreglo en guitarra y me es natural cantarlo, ahora, hacer las dos cosas al mismo tiempo... no tengo la escuela que tiene él (señala a Panchi).

¿Tuviste que practicar mucho los temas para el vivo? 
TZ: Sí, además tengo que hacer cosas a mi altura, a mi medida. Puedo tener una idea bárbara pero después no la puedo tocar. Él toca cualquier cosa, es un excelso pianista.

Imagino que estar todo el día acá adentro también te lleva a tocar los instrumentos para probar ciertas cosas.
FM: Más o menos, porque mientras más estás acá, menos tocás. Estás metido en la música del otro, te entra por otro lado. Lo que sé técnicamente de los instrumentos lo aprendí antes de hacer esto; cuando empecé a hacer esto aprendí otras cosas. Estar todo el tiempo con gente que está pensando arreglos y ver cómo los solucionan te trabaja la cabeza para arreglar y para ver cómo funcionan otras músicas, pero dejás de tocar un montón. Es muy mental, ves y escuchás mucho. Te cambia después para tocar, tenés ideas nuevas.
TZ: Te da mucho temple, saber hasta dónde llegar.
FM: Y el oficio de saber solucionar un problema rápido, por ahí no de la manera más creativa, más original, pero decir “acá hay un arreglo, toca esto, esto otro y va a funcionar”. Que a veces es necesario, no todo es inspiración, hay momentos donde hay que cumplir. Y eso se hace.



Más después de dos años de estar a prueba y error...
TZ: El disco lo sacamos en 2015 y Nancy y Julio en 2012, pero no es que en todo ese tiempo estábamos al pedo o no nos juntábamos. También es verdad que se fue un baterista.

Y Nancy y Julio sólo son dos canciones.
NZ: Pero tardamos un año en hacerlo (risas). 2013 fue como el año parado de Pels.
FM: Ahí había problemas de agenda también.
TZ: Sí, y nosotros dos nos metimos a tocar en La Perla Irregular [Nacho y Tingo son miembros estables de LPI]. Fuimos de viaje a Colombia y demás.
NZ: Yo volví de Colombia y me enteré que iba a nacer Ramón (señala a su pequeño hijo, que nos acompaña muy atento).

¿Cerraban los tiempos, no? (Risas)
NZ: ¡Más o menos! (Más risas).
TZ: Ésta es la edad de Colombia.
NZ: La de Ramón más nueve meses.

UNA HISTORIA FAMILIAR
¿Sos el único padre de la banda?
NZ: No, Tingo también tiene.
TZ: Yo tengo hijos adolescentes, porque tuve hijos de muy pendejo, a los veinte. Tengo hijos de 17 y 15, músicos los pibes.

Digamos que tus hijos son más viejos que los Pels.
TZ: Claro, los Pels se formaron... Mirá, mi mujer quedó embarazada cuando teníamos 20 años; nos fuimos a vivir a La Rioja, familia, qué sé yo. Y cuando volví acá en el 2003, me reuní con mis amigos de la adolescencia. Yo tenía una banda, otros otra, nos juntamos y de ahí se armó Pels [inicialmente P.e.l.s.: Primero Están Los Segundos]. Ugo fue en 2009, en el medio pasaron años de grabar caseramente, tocar y qué sé yo.

En el medio hubo varias formaciones.
TZ: Sí, siempre desfilaron bateristas, el clásico fue ese, que desfilaran bateristas. Y ¿cómo lo solucionamos? El guitarrista histórico, Mauma, dejó la guitarra y empezó a tocar la batería; y nos convertimos en un trío. Yo tocaba la guitarra y cantaba, Diego en el bajo y Mauma en batería. Se puso con la batería y tocaba bárbaro, simple.

¿Eso cuándo fue?
TZ: En Ugo las baterías están tocadas por Mauma, arrancó un poco antes. ¡Y él grabó guitarras también! En Nancy y Julio también es el baterista.
NZ: En 2007 habrá sido, creo. Pero pará, ¿en Ugo grabó guitarras?
TZ: Hay muchas guitarras mías pero también muchos arreglos de Mauma.
FM: Yo pensé que había grabado Roleska [Matías Lascano]
TZ: Roleska también, pero Mauma grabó mucho, te diría que más de la mitad de las canciones tienen arreglos de él. Roleska era un guitarrista que pertenecía a otra banda, Toxipol. Y después, ¿cómo fue que nos fuimos cruzando con Panchi?

Pará. En Ugo, entonces, ¿eran un trío con uno de ustedes cumpliendo una doble función, más un invitado? ¡Un falso cuarteto!
TZ: Algo así, estaba Roleska entrando a la banda. No duró mucho, fue una linda época con él pero estuvo muy poquito. Y había teclados... él (señala a Nacho) vivía en La Rioja, todavía no estaba en la banda.

Ah, ¿la mudanza a La Rioja fue de toda la familia?
NZ: Nuestros viejos se mudaron para allá hace 20 años y, en distintas circunstancias, todos los hermanos vivimos en La Rioja. El Tingo ya fue con los hijos, yo tenía 10 años...
TZ: Me fui con uno y mi hija más chica ya nació allá. Él es 10 años menor que yo, entonces se fue de chiquitito. En Ugo, la tecladista era Paz Villahoz, que tocaba en Nikita Nipone también. Para Nancy y Julio vos estabas acá.
NZ: Sí, claro, yo vine para cuando salió Ugo.

Y... ¿la limpiaste rápido a Paz? (Muchas risas).
NZ: A Paz y a [MatíasGalindez.
TZ: ¡Ah, Galindez también se fue! Bueno, después conocimos a Pablo [Vidal] y La Perla e hicimos juntos Nancy y Julio. Ahí Mauma ya se había ido, pero igual estuvo. O sea, nos anunció que se iba pero como ya estábamos por grabar eso, le dijimos “che, ¿grabás?”.
FM: No, no fue exactamente así. Yo me acuerdo porque me fui con Nancy y Julio grabado a Córdoba, a trabajar con los [Un Día Perfecto Para ElPez Banana y ya habiendo grabado el disco ese. Volviendo de allá, ustedes me llamaron por teléfono y me dijeron que Mauma se iba.
TZ: Bueno, ahí está. Nancy y Julio fue como la retirada de Mauma.

¿Y vos entraste ahí, Panchi? 
FM: Entré ahí, grabé en Nancy y Julio, se grabó acá y toqué algunas guitarras.
NZ: Panchi entró cuando se fue Roleska, más o menos en 2011. Un año antes de grabar Nancy y Julio.

Nancy y Julio fue un quiebre, aunque fueran solo dos canciones.
TZ: Sí. Antes era un estilo más... obtuso, una música más enfocada. Y ahí fue “hagamos cualquier cosa”: violines, clarinetes y qué sé yo. Gospels fue un poco de los dos, un resumen de todos esos años.
FM: El bajo violín, el Höfner, quedó de ahí, es eso. Y Margas tocando la batería tiene ese estilo sesentas.

Él fue la última incorporación.
TZ: Sí, fue el último en entrar. Hubo un baterista, Pablo Valle, cuando ya estaba Panchi y Mauma se había ido. Él nos ayudó un poco a componer algunos de los temas de Gospels. Estuvo en ese bache que hubo en vivo.
NZ: Entre Mauma y Margas, en la batería.
TZ: Y bueno, cuando se fue Pablo entró el Flaco. Ya veníamos tocando en La Perla, era de San Isidro, le copaba Pels... “boludo, dale, vení y tocá, ya fue”.
FM: Aparte es un espectáculo, un baterista increíble, tremendo. Nadie toca así.
TZ: Es como Keith Moon.
FM: Ni siquiera, tiene eso pero como algo que es de él, cuando dice que toca calipso... te dice “acá entró un calipso”.
NZ: Juega con el tempo de las canciones, frena partes, las acelera.

Es un baterista que hace un uso del silencio poco habitual.
FM: Él toca así, sí, es indomable. Mucha dinámica.
TZ: Sí, deja vacíos, sobre todo en La Perla se ve eso, en América es increíble. Te da la sensación de que tenés una banda diferente, que tu banda es diferente si tenés ese baterista.



EL INDIE Y GOSPELS
La banda terminó de cerrar con la incorporaciones de Panchi y Margas, ¿no?
TZ: Con él (señala a Panchi) pudimos llevar Pels a otro lado. Si no hubiera sido siempre como ese estilo, para mí, muy... ¿shoegaze se llama cuando te mirás los pies? Muy para adentro, muy tímido.
NZ: Nunca indie en el peor de los aspectos (ríe).
TZ: Es que es una música acomplejada, ¿viste? Lo bueno a lo que llegamos con Gospels es la cosa extrovertida, de decir voy a hacer un tema como “Viva la pepa”, me chupa un huevo todo, ¿entendés? Todo, realmente. Cantar en falsete, hacer base de rock and roll...
FM: Esa cosa indie de que todo tiene que ser tímido y solemne. Yo escuché mucho esa música pero también llega un punto en que te aburrís, y es muy limitado lo que hay.
NZ: Aparte ya pasó esa época, ¡estamos en 2016! Ponele que hubo un renacer a principios de los 2000, pero ya está, pasaron 15 años.
TZ: ¡Eso viene de Jesus and Mary Chain, de Psychocandy!

Está evidenciado en el sonido del disco que evitan esa tendencia.
TZ: Sí, sí, sí. Hay algunas críticas que dicen que es un disco muy clásico, pero eso es muy loco, porque ese clasicismo en realidad para mí habla de algo más liberado que conservador.

Lo puedo llegar a entender, pero me parece que ese sonido es el punto de partida, no el final.
FM: Es que realmente se va a la mierda, se va de eso. Quizá hay algún tema que es más derechito...

Casi no hay temas con parte A y B, hay un desarrollo formal que evita esas estructuras. Pienso y se me ocurren “Dormiría” y “El tren de la juventud”. Y no es que “Dormiría” sea un tema cuadrado y convencional.
TZ: No es un standard.
NZ: Es lo más raro del disco para mí, y no por el hecho de que tenga coros.
TZ: Aparte no tiene guitarras. Una sensación que teníamos todos cuando hicimos el disco era “qué jodido que va a estar”, porque si bien nos copa a todos, es un disco que... no quiero caer en la obviedad de decir que no es fácil pero que no... (Se toma unos segundos). Eso que decís, no tiene cosas resueltas, no define nada. Abre todo el tiempo, son signos de pregunta constantes. Y eso me parece que es súper rico, o por lo menos nos deja conformes. Haber hecho algo que te hace preguntarte tantas cosas está buenísimo.
FM: Era lo que se podía y lo que había que hacer ahí, en ese momento había que hacer eso. No sé si ahora haríamos lo mismo.

Parece que el disco tuviera un hilo narrativo, ¿es así? ¿Cómo fue ese momento de ordenar las canciones? 
FM: Fue lo más difícil. Hubo mails y contramails...
NZ: Hay unas fórmulas hechas en Excel. Diego, el bajista, es un tipo muy minucioso, muy lógico. Entonces empezó a generar documentación (risas). Había una propuesta de una lista, de un orden, entonces la plantaba en un Excel y al lado salía la contrapropuesta de eso.

Y ¿cada lista y contralista estaba explicada?
FM: Era difícil porque había muchas maneras de leer el disco. Y en el momento que vos presentás y ponés el orden de los temas, decís “esto es el disco” en los primeros seis temas.
NZ: Y todas esas lecturas eran verdaderas. Los órdenes que no quedaron estaban buenos también.
FM: Yo tenía una pero me bajaron la caña (risas).
TZ: Vos disparaste la lista negra que fue la que quedó o casi.
FM: Ellos compraron y después fui en contra de lo que yo mismo había armado, que es algo que hago todo el tiempo. Me puse las pilas y empecé a hacer otra lista y a empujar por esa pero al final terminó reinando la lista original. Hoy creo que es mejor que la otra.
TZ: Yo tenía la idea fija de que “11:11” tenía que ser el primero. Era jodido porque son siete minutos.
NZ: ¿Se acuerdan que antes de empezar a grabar estábamos convencidos de que empezaba con-- (tararea)?
TZ: ¡Con un tema que no está!
FM: Para este disco hubo una cantidad de ideas... se habló de un disco negro y un disco rosa.

¿Cómo era eso?
TZ: Los temas más poperos en el disco rosa y los otros al negro. Gospels es la parte negra, la idea era que salieran los dos juntos. De hecho, me lo llegué a plantear para este próximo disco pero no, es obvio que no vamos a hacer un disco doble (risas).

Gospels era el negro y el diseñador se los hizo rosa, ¡los cagó! (Risas).
TZ: ¡Y no dijimos nada encima!
NZ: Eran el dark y uno más primaveral.
TZ: Es medio bipolar el fruto de Pels porque hay toda una camada de temas re oscuro, o no sé si oscuros, más enigmáticos...
FM: No, bastante oscuros. “Deconstrucción de un castillo” es la muerte (risas). Pero es buenísimo.
TZ: Y hay otro aspecto que son los temas más divertidos para tocar en vivo y los tocamos mucho. Temas más fáciles, qué sé yo. Ahora estoy partiendo de una base de temas así, muy entradores, muy pegadizos, pero haciendo el esfuerzo por oscurecerlos, ya sea en las letras o en algún arreglo musical.

Pero ¿por qué querés oscurecerlos? Es como lo que hizo él con la lista, proponerlo primero y luego querer destruirlo.
FM: Es que de eso se trata todo.
TZ: Una tensión, siempre tiene que haber una tensión.

¿Y eso es una consecuencia de Gospels, querer oscurecerlos?
TZ: Quisiera llevarlos a un punto en que sean originales, y para eso... si los dejo como están, podría ser un tema grabado por Coti (risas).
FM: Bueno, no sé si tanto, pero ponele. Un Coti en un buen momento.
TZ: Necesitan una vuelta de tuerca... cuando tenga algo te voy a mandar. Pero a nivel efecto rápido, va a ser mucho más entrador éste de ahora que Gospels, eso sin duda. No le vas a recomendar a nadie que la quiera pegar que haga Gospels.

[Fotos gentileza Martín Santoro y Pels]