Esta nota era una cuenta pendiente de meses. Allá por septiembre nos encontramos con Marco Sanguinetti para charlar y que me diera en mano su último disco, 8. Las casualidades quisieron (todo pasa por alguna razón, no tengan dudas) que nuestro encuentro se postergara más de lo debido, por lo que pudimos concretar el mano a mano justo el día que Marco cumplía años. Pero no sólo eso: ese mismo 24 de septiembre, el hombre recibía la noticia de que su 8 estaba nominado a los premios Grammy Latinos en la categoría Mejor Diseño de Empaque -hecho por Laura Varksy, con ilustraciones de Leandro Castelao-, gracias a su ambiciosa edición en vinilo (no saben qué lindo es...).
Ese día hablamos mucho: de su música, de rock argentino, de los medios, de cómo dio con Mariano Manza Esaín para que produjera 8, de su laburo como diseñador e infinidad de cosas más... pero como la cita no estaba planteada de antemano como una entrevista, no se grabó. A todo esto, todavía no había escuchado 8 completo (en Internet aun no está disponible el full album), por lo que la sorpresa al darle play fue mayor, si bien me había resultado atractivo el extracto disponible para probar en Bandcamp. El jazz, el rock en su vertiente más experimental y la música argentina conviven con una naturalidad admirable en un disco que se libra de etiquetas.
A la semana de nuestro encuentro, me ofrecieron entrevistar a Manza para indieHearts. No me pude negar y aproveché para preguntarle respecto de su trabajo en 8. En esta nota, combino lo que me contó el productor con unas cuantas preguntas que volví a hacerle a Sanguinetti, para que la historia cierre como debe ser: con el padre de la criatura explicándolo todo. Marco empieza contando cómo fue que llegó a Esain para que produjera 8:
-Una de las primeras y fundamentales ideas para este disco fue la de trabajar con un productor. No lo había hecho en ninguno de mis tres discos anteriores. Esta vez quería compartir con alguien mis ideas sonoras, discutirlas, e interactuar con las propuestas que otro pudiera sugerir para mi música.
Antes de conocer a Manza me junté a conversar con varios productores y la mayoría no comprendía mi plan, a pesar de que era muy sencillo: realizar una grabación del grupo en el estudio a la manera del jazz tradicional y luego manipular ese registro agregando sonidos ambiente que me había grabado en un viaje por Nepal e India. Mi referente principal era Yankee Hotel Foxtrot, el disco de Wilco. Cuando me encontré con Manza hablamos de Wilco (resultó ser un admirador de la ingeniería de ese disco) y en el acto entendió todo.
¿Cómo es eso del viaje por Nepal e India? ¿Fueron vacaciones?
Fue un viaje sin un fin especifico, como todos mis viajes... Creo que uno comprende el motivo de viajar mucho tiempo después de haber regresado. Esta vez entendí el valor de estar en el camino, ¡el camino es un lugar! Y ahí es donde se debe estar... ¡llegar no tiene sentido! (Risas). Después de desapegarme de algunos proyectos laborales me fui a Nepal para realizar una caminata de 20 días por el Himalaya y sumé un mes y medio por India, donde tomé unas clases de música geniales. Casi todo 8 fue compuesto en ese periodo.
¿Viajaste solo?
Sí, estaba solo, así que fue un verdadero viaje hacia uno mismo, digamos...
Es un disco con influencias múltiples, entonces. Volviendo a Manza, ¿conocías su trabajo previo como productor y músico?
Sí, conocía el trabajo de Manza como productor y también su música. Me gusta mucho lo que hace, ahora soy un seguidor de Valle de Muñecas. Si bien no hay dudas de la capacidad y el profesionalismo de Manza, mi decisión de sumarlo al disco tuvo mas que ver con una primera buena sintonía, algo intuitivo... tal vez, ¡una cuestión de conexión entre pelados! (Risas).
¿Quedaste contento con su laburo?
Sí, claro, él se convirtió en un factor fundamental para 8. Conversamos mucho y captó muy bien todas mis intenciones musicales. Su compromiso fue total. Vino a presenciar ensayos previos; estuvo a cargo de la ingeniería de grabación en las sesiones que hicimos en ION; pasamos varios días enteros juntos dedicados a la mezcla; y hasta me acompañó a dejar el material en manos de Andrés Mayo para la masterización.
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Así como se nota que Marco quedó más que contento con lo hecho por Manza Esain, el cantante y guitarrista de Valle de Muñecas también cree que 8 es un trabajo distintivo entre la infinidad de producciones que hizo en los últimos años (lo primero que le salió apenas mencioné el disco fue un entusiasta "¡está buenísimo!"). Su primera experiencia en territorios cercanos al jazz:
-Era una deuda pendiente, siempre había querido grabar un trío de jazz así, de piano, contrabajo y batería. Y tenía mis propias ideas acerca de cómo tenía que sonar esa música. Todo vino con el plus de que la propuesta de Marco traía eso más otras cosas que tienen que ver con mi mundo usual de producción, entonces fue algo así como un hallazgo. Es un disco del que estoy recontra orgulloso, me encanta haber sido parte de eso. Y haberlo conocido a Marco: encontramos muchísimas cosas de qué charlar acerca de la música, a pesar de que nos movemos en círculos completamente distintos. Eso es súper enriquecedor, porque te das cuenta de que siempre hay un montón de cosas en común.
De hecho, él te eligió a vos porque quería un sonido cercano a ciertas bandas de rock.
Claro, él se fascina con cierta cosa de collage sonoro que tienen un montón de discos de rock contemporáneos, pero al mismo tiempo su música viene de otro palo tímbrico. Como sonidista en vivo también me muevo en otros círculos, y terminás hablando con todos y dándote cuenta de que hay muchas cosas en las que pensás distinto, pero muchas otras que son iguales. Al final, todos hablamos de música y hay algo que nos mueve que es lo mismo, por más que a uno le gusten los Sex Pistols y al otro Steely Dan. Es una cosa muy fuerte, la música une a gente que piensa distinto en otros temas, comunica a gente que habla distintos idiomas...
Marco me contó algo que hiciste, sorprendido para bien: que fuiste con una libreta a los ensayos, te sentaste a un costado de la sala y te pusiste a anotar...
(Se ríe). Fue gracioso, porque cuando él me contactó no se esperaba que como productor hiciera eso. Marco se había juntado con otros productores y tenían approachs muy diferentes, entre sí y al mío. Y creo que lo que a él le gustó fue eso, que yo me metiera y opinara como un miembro más. Yo necesitaba estar desde el principio en un laburo de este tipo, quizá él no pensaba que me iba a ocupar de toda la parte técnica también, de operar... Hay productores que eligen las tomas que van y punto; otros que saben cómo hacer un hit para que suene en la radio y los elementos que tiene que tener la canción para eso; otros que tienen buenos contactos para hacer que tu disco entre en una compañía grande… Todos tenemos nuestras maneras. Por suerte, en este caso salió bien.
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Volvemos a Marco. ¿Por qué publicó 8 en vinilo? ¿Quién tuvo la idea de agregar al packaging del disco las partituras de los temas y los dibujos explicativos de Leandro Castelao? ¿Cómo se lleva Sanguinetti con el mote de "músico de jazz"? ¿De qué se trata Pibe A, el proyecto en el que revisa la obra de Radiohead? Para cerrar, todo eso:
Pareciera que hay una corriente de músicos de jazz jóvenes que están más ligados al rock, algo que no deja de ser lógico...
Existe una muy sana honestidad con las influencias musicales... ¡La mayoría de los discos que tengo en casa son de rock! (Risas). No es casual que mis músicos favoritos de la escena del jazz actual (Björn Svensson, The Bad Plus, Vijay Iyer, Brad Mehldau, Dave Douglas, entre otros) transiten también por climas rockeros. El día que terminamos de grabar 8, Manza definió mi proyecto como jazz post-Radiohead (risas). ¡Eso me gustó!
Da la sensación de que con 8 quisiste sacarte definitivamente la etiqueta de “músico de jazz”, y creo que lo lograste. ¿Es así o no es para tanto?
Yo no quiero sacarme ni ponerme ninguna etiqueta. En todo caso, me interesa dar con un género musical propio. Quiero que mi música se identifique con mi historia, con mi ciudad, y eso no puede ser ni jazz, ni tango, ni folclore. Debe ser todo eso y además la música de tradición europea con la que aprendí a tocar el piano, el rock británico de los setentas, Radiohead, Astor Piazzolla, Egberto Gismonti, la música académica del siglo XX, los rockeros argentinos de los ochentas... y todo lo que me pase cerca (risas).
¿Y con qué músicos de la nueva escena te sentís identificado?
Este año coincidimos conversando sobre estas cuestiones con Esteban Sehinkman, Cirilo Fernández y Nicolás Sorín. Eso nos llevó a formar el No-Jazz Collective, con la idea de organizar -entre otras cosas- conciertos donde nuestras cuatro bandas comparten escenario.
¿Te sorprendió que 8 fuera nominado a los premios Grammy latinos por su diseño?
¡Claro! La nominación a los Latin Grammys resultó una gran sorpresa porque el disco fue un proyecto súper independiente, apoyado en la buena onda y la enorme capacidad de todos los que participaron. Y fue muy impactante ver que estaba nominado junto a otros productos bancados por la industria a nivel internacional [el ganador fue el diseño de Wed 21, de Juana Molina, hecho por Alejandro Ros; los otros nominados eran Activistas (Nonpalidece), Antes que tu conte outra (Apanhador Só) y Combi (Lucho Quequezana)]. Con mucha cabeza, corazón y poquísimos recursos, algo típico argentino (risas), hemos logrado un resultado muy bueno.
¿Sentís que le das más importancia que otros músicos a ese costado, por ser tu otra profesión? Son disciplinas con una relación profunda en lo que refiere a creación…
Puede ser que el hecho de que yo sea diseñador industrial profundice mi atención sobre otras variables del proyecto de un disco. Del mismo modo, en mi tarea como diseñador suelo considerar aspectos sonoros o ligados al movimiento, algo que algunos colegas del diseño suelen ignorar.
¿La idea de presentar el disco con sus partituras e ilustraciones fue tuya?
La idea de ilustrar los temas de 8 surgió cuando Laura Varsky, después de asistir a un concierto mío, me comentó que mi música le recordaba a las ilustraciones de su amigo Leandro Castelao. En esa misma conversación le dimos forma a este delirio de transportar cada tema del disco a una dimensión gráfica (risas). Pasamos varios meses trabajando en la traducción de la música al dibujo, y Castelao logró interpretar el concepto y la morfología de cada composición a través de unos esquemas que preparé, ¡ahora considerados como una nueva forma de escritura musical! (Risas).
¿Cómo sería eso?
Desde hace unos años vengo desarrollando esquemas de notación musical. Me gusta llamarlos mapas. Se trata de una inquietud personal, que ha sido útil para dialogar desde la música hacia el diseño, y también son utilizados en los ensayos con otros músicos.
Es un procedimiento que se usa mucho en la música contemporánea. ¿Y por qué quisiste que el disco saliera sí o sí en vinilo? ¿Responde a una cuestión romántica, del diseño, o porque el sonido cambia radicalmente?
Compuse la música de 8 para que sea escuchada en vinilo: hay dos comienzos y dos finales (por los lados A y B); el orden de los temas responde al mejor rendimiento de la púa (temas densos sobre el diámetro más grande); la presencia de la base rítmica batería-contrabajo está ecualizada para que vibre el piso de la casa (sólo pasa con vinilos); los temas son cortos para entrar en 20 minutos de cada lado (el ideal para este formato).
Todo fue ideado al detalle.
Sí, pero no soy un fanático… mi próximo disco podría estar proyectado para soporte digital, y en ese caso sacaría provecho de otros condicionantes.
Paralelo a 8, estás llevando a cabo el proyecto PIBE A. ¿Cómo surgió hacer esa revisión de Radiohead? Tiene un antecedente en otra revisión que hiciste...
Sí, el proyecto PIBE A es parte de las obras que desarrollamos con la Cía Móvil, donde integramos música, danza y video. Simplemente, nos basamos en un recorrido conceptual por el disco Kid A; algo parecido a lo que hicimos con The dark side of the moon de Pink Floyd. Además, este año me propusieron hacer un concierto únicamente con versiones de Radiohead... y por supuesto acepté (risas). Para eso formé un grupo nuevo (en trío piano, bandeja y batería) y armé versiones muy personales de varios temas, de modo que todos los discos de Radiohead estuvieran representados. Durante este verano en Buenos Aires seguramente esté presentando ese repertorio en varias oportunidades. En definitiva, cuando me dedico a versionar otras músicas, termino encontrando puertas de ingreso a nuevas composiciones propias.
*Marco Sanguinetti Cuarteto (Marco Sanguinetti en piano y armonio, DJ Pablozqui en bandeja de vinilos, Jerónimo Carmona en contrabajo y Tomas Babjaczuk en batería; + Victoria Zotalis en voz) se presenta hoy viernes 5 de diciembre a la medianoche en Café Vinilo (Gorriti 3780, Palermo). Entradas: $80. Reservas al 4866-6510, o por mail.
[Fotos de Marco y su Cuarteto, por Pablo Astudillo]
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