jueves, 9 de mayo de 2013

Gustavo Suárez: Cuerdas del Conurbano


Gustavo Suárez dedica su vida a la música. Es uruguayo, pero se vino a vivir a la Argentina en 1974: cayó en la ciudad donde vivo, San Miguel, después de una breve estadía por Capital.
Desde entonces no para de tocar y proyectar cosas, lo puedo decir porque lo conozco hace diez años y nunca paró de gestionar eventos para que la cultura local, esa que a veces no se ve tanto, se mueva.

En su país natal, Gustavo era vecino del barrio Buceo y en la casa de al lado vivía un tal... Eduardo Mateo. Su familia tenía un kiosco y, como Mateo solía deber, a veces trocaba productos: "tuve una guitarra de él", me cuenta Suárez muy suelto de cuerpo. Para que le crea, me muestra una foto con el instrumento, mientras recuerda que a la casa de Mateo iban a ensayar el Negro Rada, Jaime Roos y los hermanos Fattoruso. Supongo que miraría atento aquellos movimientos, ya que toca la viola desde los seis: "sacaba sillas a la calle y tocaba en la vereda".

Ya en Argentina, formó un grupo con un compañero de la secundaria:"hacíamos jodas como cambiarle la letra a canciones de KISS, es muy de murga uruguaya eso". Cuando comenzó a estudiar más seriamente, dice, empezó a hacer música instrumental; él prefiere llamar a lo que hace Música Popular Instrumental, para que no quepan dudas de que la música sin cantante también es y puede ser popular.

Cuando terminó el secundario, Gustavo comenzó a dar clases particulares a la vez que colaboraba con la Academia de Música de Ricardo Pellican. Al tiempo, Pellican lo llamó para integrar su grupo Hot Club 4 junto a Héctor López Furst y Raúl Barrientos. El grupo surgió de la separación de Swing 39, conjunto mítico del jazz de acá en el que tocaba también Walter Malosetti. Los HC4 grabaron un disco homónimo en 1989, en realidad... ¡un casete!

En paralelo a todo esto, Gustavo continuó con su actividad difusora de los músicos del Conurbano -esa zona periférica a la Capital pintada por lo medios de comunicación como un lugar violento, selvático e inseguro-, brindando conciertos en el barrio Trujui Fondo de San Miguel. Primero eran ciclos en la casa de su madre, a los que iba la gente del barrio; luego la cosa fue creciendo y se transformó en el ciclo Cuerdas del Conurbano, en el Gustavo presenta a sus alumnos: el ciclo se sucede hace casi 25 años.

Suárez afirma que esto fue el germen para La Caldera, un centro cultural que armó con Jorge Paladino -un médico y dramaturgo amigo- y Pedro y Alejandro Szadursky, ambos actores. En el rubro música, pasaron por el escenario de La Caldera varias estrellas de la música popular argentina: desde Lito Epumer al Mono Fontana, pasando por Raúl Carnota y los Malosetti, Walter y Javier. También Beto Satragni, Cacho Tejera, Armando Alonso y Willy González.

A fines de los '90, en tanto, nació Che Botija, el dúo argento-uruguayo que conforma con el eximio guitarrista porteño Hernán Alizieri, que grabó en 2000 un hermoso disco homónimo, clase de guitarra para cualquier aprendiz de candombe, música brasilera e improvisación a dos voces. Una delicia que por suerte, veo, se puede escuchar por internet.


Por esa época también, Gustavo comenzó a dar clases en la Universidad Nacional de General Sarmiento, donde dictó cursos de armonía y ritmo musical, entre 1999 y 2010. Tuvo un plan ambicioso que, lamentablemente, por ahora está frenado: "Armé el Ciclo de Formación en Música Popular proyectando la idea de crear una Escuela de Música Popular en San Miguel: junté firmas y se declaró al proyecto de interés municipal. Mi idea era hacerla en la Universidad, pero por los egoísmos de algunas personas quedó ahí, en stand-by".

Entre abril de 2005 y julio de 2006 grabó su primer disco solista, tan solista que toca todos los instrumentos él. Todos instrumentos de cuerda: además de guitarras, se anima con el banjo, el charango, el guitarrón y el busuki. Se llama Aloído / Juegus y es doble: Aloído de composiciones propias, Juegus de visiones sobre temas ajenos (Beatles, Spinetta y demás).

Su fama en la zona llevó a que lo convoque la cantante Adriana Nano, con la que grabó de canto y guitarra solos el disco Cebollas en aceite en el año 2008, nominado a los Premios Gardel. En 2010, tuvieron la suerte de girar por Europa y Gustavo aprovechó para presentar también su disco solista y el libro de análisis e investigación armónica De música, laburo que -me consta- le llevó años de estudio. De música salió a mediados de ese año, acompañado de un CD con bases para aplicar las escalas y ejercicios que presenta.
Para el disco que Nano editó en 2011, Casualidades, Gustavo hizo la pre-producción y los primeros arreglos.

Pero ahí no termina la cosa: hace seis años que, junto a su colega Daniel Mamani, Gustavo organiza el Festival de Tango y Jazz en San Miguel, y lo que llaman Ciclos de Música: festivales de lo más diversos para difundir la cultura musical del Conurbano.
Además, sigue dando clases particulares y está dictando por segunda vez un curso con anclaje en la música de cuatro fabulosos, Enarmonía con Los Beatles. El curso, de diez clases, hace un recorrido por diversas cuestiones armónicas (Gustavo maneja el tema con sabiduría y soltura, le sobra) con la música de los Fab Four como eje y ejemplo: al fin y al cabo, me dice que él es músico porque existió antes un tipo llamado John Lennon.

En los próximos meses, también, verán la luz un nuevo disco de Che Botija, Garabatos, y otro disco propio, Ensusiyaensayasolo, con composiciones propias y ajenas. Este sábado se manda una de las suyas, vale la pena darse una vuelta:

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