martes, 19 de julio de 2011
El mejor disco del rock nacional, el rock nacional en sí. Y el baterista olvidado
Ya van más de seis meses que no puedo dejar de escuchar Seremos amigos, de Los Gatos, y aún ronda en mi mente esa idea exagerada e inabarcable que se sucede cada vez que algo magnífico, bello, inesperado y luminoso nos roza: sentir que esto es la perfección. Los gustos y las ideas van mutando casi diariamente, por lo cual no sé por cuánto tiempo más lo sentiré, pero como ahora es hoy y hoy este disco de Los Gatos me enfervoriza más a cada escucha, no puedo dejar de condecorarlo y de rendirme ante él como el mejor disco del rock nacional. Esta sentencia / apreciación personal encierra variados detalles, entre ellos, que odio la definición rock nacional, por lo tanto estaría diciendo que Los Gatos son los máximos referentes -los autores de la mejor obra- de ese movimiento (que, sonoramente, lo es) cuando lo que quiero pensar es que estas canciones son demasiado bellas para sólo considerarse como parte de ese lugar, lo trascienden (y me estoy encerrando solo, porque ese lugar lo cree yo mentalmente, aunque creo que comprenden hacia dónde me dirijo).
Lo que quiero explicar es que no creo que rock nacional sea cualquier grupo que enchufe sus guitarras, se distorsione y suene. Ni siquiera ése es un mandato fundamental. Rock nacional, o lo que al menos podría un obtuso como yo llegar a comprender como ello, es cancionero y melódico, rock nacional puede ser distorsionado pero hasta ahí, no necesita de un alimento enérgico más fuerte que la propia melodía de una canción. Rock nacional nunca sería heavy metal, y ya lo dijo Iorio alguna vez con su habitual sutileza, que él no formaba parte del rock nacional, "Fito Páez, Fabiana Cantilo y toda esa mersada". Pappo, si no hubiera compuesto Desconfío, estaría un poco más afuera de ser rock nacional (haber sido parte de los inicios también lo ayuda, también haber muerto aunque suene horrible). Él, que categorizaba magistralmente quién era y quién no rock, hablaba de "dos tarados que con la guitarrita y la flautita vinieron a ablandar la milanesa". Y Sui Generis, sin dudas, fue uno de los primeros fenómenos de lo que aún hoy se considera rock nacional.
En fin, creo que se entiende -o no y a esta altura no importa porque estoy escribiendo esto de corrido y a base de la nada misma, más que algún pensamiento perdido- a dónde voy con esto de rock nacional. Y el propio Litto Nebbia, inicialmente máximo ícono de esa entelequia, seguramente hoy esté fuera de cualquier discusión genérica, aunque la chapa quede. En Seremos amigos, su tercer elepé, Los Gatos concibieron su criatura más perfecta, digna de comparación, incluso, con obras contemporáneas del primer mundo beat.
Pero hay que acostumbrarse desde hoy, 43 años pasados de su edición, a un disco tan ingenuo -Sólo seremos amigos, amigos y nada más / y nadie nos molestará- como original. El grupo muestra su consolidación después de dos bonitos discos iniciales e iniciáticos, encontrando sonidos psicodélicos a los que nunca había llegado en Cuando llegue el año 2000, que ya llegó; grabando (dice el mito, habría que buscar, lo cierto es que Kay Gailfi distorsionó con un grabadorcito Geloso y se pudrió todo) el primer tema con guitarras distorsionadas del rock nacional, La chica del paraguas, una pieza que no ha tenido la suerte de superclásico que merece; y llevando a cabo su canción más producida, otra gema pop que debería llenar de dinero a su autor y que lleva la huella evocativa que atraviesa toda la carrera del mismo: Mañana, donde un Nebbia de ¡20 años! se pregunta qué esperar del porvenir, amor o soledad.
Quizá lo que me inspiró a escribir estas líneas fue un hecho que me hizo un poco de ruido en estos días: ver que en varios medios especializados (?) en rock (!) nos recordaban que se cumplieron cinco años desde la muerte de Syd Barrett, olvidando, omitiendo o despreciando, elija usted, que cuatro días después del adiós de Syd falleció una gran personalidad del rock de acá, quizá el mejor baterista en la historia del género. Hablo de Oscar Moro, por supuesto. De Moro quizá parezca que no hay mucho por decir, todos los que gustamos de estas músicas sabemos que tocó en Serú y también en Los Gatos (y siguen las firmas). Pero lo importante es escucharlo: apretar play y apreciar la potencia que le impone a Cuatro meses, el desparramo que hace en cada cuerpo de su batería en la perfecta Esperando a Dios -¡hay que volver a esos coros, señores!- y el laburo más silencioso pero importante para la esencia psicodélica del citado Cuando llegue el año 2000, por dar algunos ejemplos que me sumergen en una conclusión harto repetida pero inevitable: el baterista es el puesto más ingrato en un conjunto, como el arquero en el fútbol. Por eso quería escribir de Moro, más allá del divague inicial. Ésta era la cuestión.
Un lustro sin Moro, qué pena. A quién le importa qué es y qué deja de ser el rock nacional.
(Nota: este texto fue escrito hace varios días, y por la velocidad con que fue hecho me salteé algunas aclaraciones:
1- El disco, por supuesto, permanece descatalogado, por ese don apropiador de las compañías discográficas.
2- Que esto salga justo antes de día del amigo -digo, por el nombre del disco- es una casualidad. Pero igual queda bien.
3- Olvidé mencionar la despedida hablada de Litto: debe ser lo más tierno que escuché en un disco, o anda por ahí).
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11 comentarios:
Vos sabés que yo le dí todas las chances y nada? Me suena "descatalogado". En cambio, firmo cheque y pagaré si me nombrás a Melopea como el mejor. Lejos.
Un genio Moro, uno de los tantos olvidados del rock nacional como Pomo, Javier Martinez y tantos otros. Tocó desde fusion a heavy metal. Mi favorito de The Cats es Rock de la mujer perdida con Pappo
Lo bajé y lo acabo de escuchar; definitivamente no me entra, me suena a las canciones de Palito Ortega que ponía mi vieja en mi casa cuando era chico.
("ablandar la milanesa...", me desaparramé de risa leyendo esto).
Abrazo Tuchini!
Pablo, por supuesto que estoy exagerando en mucho de lo que digo, pero el disco tiene algunos temas que son perlitas. Fijate si las podés localizar! Y sí, Melopea y Muerte en la catedral siempre son señalados como los discos de Litto, pero no son los únicos.
Ale, era de esperarse tu comentario elogioso de colegas, admiro también a los dos que nombrás, genios. Pomo es increíble.
Los discos con Pappo son más rockeros, pero es gracioso que todos piensan que es porque estaba él, y en realidad no compuso un solo tema.
Luigi, la gracia del disco se da cuando superás el sonido ése y te das cuenta de que no es lo mismo (de hecho, ningún tema de Palito suena como La chica del paraguas o Cuando llegue el año 2000). Escuchá la batería y también te va a guiar.
Obvio que la primera vez que escuché el disco, cuando empezó "Seremos amigos" dije "¡qué es esto!". Ahora me parece un temazo.
Salud!
Tucho, ¿te enteraste que Litto toca el viernes 5 de agosto con Prietto viaja al Cosmos con Mariano y otros grupos del under? Tocan en Unione, un reducto muy rockero del centro.
Lo que le faltaba para recibirse de capo.
Me acuerdo cuando se cumplió un año de la muerte de Moro, y se hizo un recital en el Teatro Alvear, donde se volvió a juntar Serú para homenajearlo (¡la entrada salía 5 pesos!). Bueno, igual no pude ir.
Un textazo te mandaste!
abrazo, tucho
Mati C.
Sí, me enteré! Hablando con él hace unos meses me contó que conocía a pibes de varios grupos under -le habían llevado sus discos- y que les decía que armen una fecha, que él iba y tocaba.
Si no me fallan los cálculos voy a ir (cae viernes, no?).
Me gusto el comentario que dejaste en mi blog ;)
Y este disco me encanto, no conocia la banda :)
De nada Adriana!
Saludos!
Estaba pensando que "seremos amigos" vendría siendo un "instructivo sobre cómo rendirse en forma humillante"; NO SEÑOR, serás lo que debas ser o no serás nada!! (así decía la directora de mi escuela).
Por cierto, la vida es una desgracia; justo ahora que el Tomba, Racing y un par mas nos rompimos el culo para no pensar en el descenso, resulta que no hay más descenso!!!
Jaja, suena re loser la letra pero tengamos en cuenta que a un par de tracks está "No hay tiempo que perder" que reivindica al autor ("te amaré y después me iré", genial!). Y si pasás al disco siguiente, "Soy de cualquier lugar", que es un poquito más violenta ("tu cuerpo es mío cuando yo decido que así ha de ser, pues tengo ganas de amar").
Jeje, para que descienda un equipo de importancia ahora van a tener que jugar mejor otros 37 equipos, casi imposible. Igual esperemos a ver qué pasa, todavía no está nada.
De acuerdo Santiago algo loser, pero bueno entre gustos no hay disgustos,igual no suenan tan mal.
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