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miércoles, 4 de agosto de 2010

Drake, el tipo del costado

Les traigo una excelente noticia de la que me enteré gracias a la compra compulsiva de discos (y de la que no se hizo eco ninguno de los grandes sitios de música que hay). Aún no los vi en las bateas de las grandes disquerías pero les comento de qué viene: los tres discos de estudio del genial Nick Drake van a ser editados en nuestro querido país en cualquier momento. Mientras espero que las ediciones sean decentes, celebro de todas maneras que se les haya caído una idea a los muchachos de Universal.

El que no conozca la música de Nick, sabe desde este momento que se está perdiendo de uno de los cantautores más auténticos y viscerales -para poseer dicha cualidad no hace falta gritar- que ha habido en nuestro querido planeta, dueño de una tristeza tan invernal que, precisamente, podremos comprar sus discos edición nacional recién ahora, en esta época del año. Repito, el que no conozca la obra de Drake, hágase el favor de escuchar Five leaves left, Bryter layter y Pink moon. Si le ponen la oreja como se debe, van a ser sus próximos discos favoritos.

Debido en gran parte a su personalidad misántropa (?) o bien exageradamente tímida -me siento como Rial hablando de un famoso-, Nick Drake no tuvo éxito en vida. Pero sigue sumando, a casi cuarenta años de su muerte, admiradores incondicionales que caen -caímos, caeremos- rendidos a sus pies. O sea, a su voz profunda y triste, a sus arpegios en open tunings, a sus soberbios arreglos orquestales, a su soledad campestre, a su depresión innata e incurable, a su aura de poeta que escribía las canciones de su propia agonía mientras, claro, se desangraba por dentro.

Serán bienvenidos a su fiesta de la desgracia, los nuevos. Los que conocen su música, lo aprecian, y aún gustan de tener discos -pequeño detalle- están avisados.

domingo, 30 de marzo de 2008

Drake, ideal para el otoño (Post Aniversario)

Nick Drake nació en Birmania en 1948. Apareció ahí porque era hijo de un importante comerciante que realizaba largos viajes por todo el mundo. Fue allí donde los Drake estaban establecidos en aquel año.
Cuando el alegre Nick tenía la tierna edad de cuatro años, la flía -británica ella- se mudó a Tanworth-in-Arden, localidad cercana a Oxford. El clan Drake tenía mucho dinero gracias a los labores de papito y Nick fue a los mejores colegios -o lo que se supone que son los mejores colegios- y pronto se le inculcó el gusto por la poesía -dicen que le gustaba mucho William Blake-, la pintura y la música clásica. En la escuela empezó a tocar el clarinete, el saxofón y la guitarra.
A los 17 años, Nick y sus amiguitos millonarios realizaron un viaje a Marruecos... y acá el pibe descubrió las drogas. Se supone que fue donde comenzó a componer sus primeras canciones serias (aunque la boludez esa de que las drogas ayudan a componer me tiene podrido. Puede ser que te den ideas para alguna canción, pero… Bueno, mejor sigamos).
La cuestión es que el muchacho inició sus estudios de literatura inglesa en Cambridge y ahí comenzó a llamar la atención de quienes lo oían cantar con su guitarrita esas canciones bellas y tortuosas que componía. Sin contar su magistralmente particular y dejada manera de cantar.
En 1968, Ashley Hutchings -bajista de Fairport Convention, gran grupo folkie de la época- vio tocar a Drake en un concierto benéfico en Londres. Le encantó y, por ello, le habló bien de aquel joven a Joe Boyd, productor capo por esos años, casi siempre de discos de folk. Al año siguiente, con producción de Boyd y la colaboración en algunos temas de los Fairport Convention, Nick editó su primer disco, Five leaves left.
Por supuesto, el debut tuvo muy buenas críticas… pero no vendió bien. El disco apenas fue presentado en directo, ya que su autor no se sentía a gusto tocando, por su excesiva timidez e inseguridad. Más allá de eso, Drake largó los estudios cuando le faltaban meses para recibirse, y decidió dedicarse de lleno a la música. Se peleó con sus padres y se marchó de su pueblo adoptivo para irse a vivir a Londres.

(Ahora, vamos al discón).

Más allá del fracaso comercial, Joe Boyd veía -bien- mucho potencial en la música que hacía Nick. Para Bryter layter, entonces, consiguió la colaboración de algunos músicos reconocidos, como John Cale y dos Beach Boys: Mike Kowalski y Ed Carter. Por supuesto, los FC también seguían ahí. Nueve meses les llevó hacer este bello disco, el más ecléctico y ambicioso de los tres que publicó en vida Nick Drake. Y el menos minimalista de ellos.
Es imposible hablar del disco y saltearse una canción, porque su belleza atrapa de principio a fin. Ergo: voy a describir tema por tema.

Introduction: obertura donde se nota que Nick mamó de siempre la música clásica. Un minuto y medio de ejecución fina: Drake comanda un cíclico arpegio de guitarra acústica mientras se despliegan sutiles, exactas y armoniosas notas de un conjunto de cuerdas, arregladas por Robert Kirby. Sencillamente magistral.

Hazey Jane II: este tema podría ser tranquilamente de Dire Straits, gracias a la guitarra de Richard Thompson. El fraseo vocal que tienen los versos me resulta muy ganchero y atractivo, y vuelve a la melodía muy particular.
Muy bien 10, otra vez, para los arreglos de Robert Kirby, esta vez de vientos.

At the chime of a city clock: Si las dos primeras composiciones no los convencen -algo que considero imposible o inadmisible- esta pieza con ciertos aires enigmáticos hará los honores. Otra vez -sí, otra vez- las cuerdas decoran a la canción preciosamente. También es fundamental el saxo alto de Ray Warleigh, que dibuja melodías por todo el tema.

One of these things first: De pie, señores. Estamos ante una canción perfecta. ¿No es esto una especie de chamamé británico? A quién le importa qué es. Destaca el piano de Paul Harris y la letra, simple y hermosa. Es raramente existencialista y, por momentos, parece ser de amor.
En definitiva, el mundo necesita más canciones como esta.

Hazey Jane I: y sí, se ve que el tipo estaba enganchado con una tal Jane. Acá la llena de preguntas. Mientras, arpegia su guitarra y lo acompañan unas bonitas cuerdas y una percusión que golpea en los momentos necesarios. Cuando canta la frase “Do it for you” eriza la piel.

Bryter layter: ponerle como nombre a un disco el título de un tema instrumental -cuando es en su mayoría cantado- es un acto que refleja confianza en todas las composiciones. Las cuerdas son las que llevan la pauta melódica, una flauta improvisa y Nick... arpegia, como casi siempre. Por supuesto, la pieza es radiante. Era de esperarse.

Fly: aquí aparece por primera vez el gran Cale, tocando la viola y el clave. La instrumentación me hace acordar a algunos temas de los Stones, como As tears go by, Ruby Tuesday o Lady Jane (¿será la misma?). “I just need your star for a day”, pide Nick. A esta altura se nota el contraste entre las líricas y lo que se ofrece musicalmente.

Poor boy: este suena jazzerísimo y tiene momentos de inspirada improvisación. Aunque los coros -de Pat Arnold y Doris Troy, esas típicas negras que siempre cantan bien- le dan un toque gospel. Y también tiene pasajes medio latinos. En fin, es otro temazo más.
Si todavía no se rindieron ante el disco a esta altura de la escucha... les prohíbo moralmente volver a ingresar a este modesto sitio.

Northern sky: otra vez aparece el mago Cale, que casi se adueña por entero del aporte musical en esta pieza. Esta vez toca la celesta, el piano y el órgano. (Comentario aparte: adoro a los músicos multiinstrumentistas). Adoro también las letras de todo Bryter layter. Y el sosiego de este tema, excelente final cantado del disco, una casi canción de cuna. Ah... ¡en este tema Nick rasguea su instrumento!

Sunday: el disco empieza instrumental, se parte al medio instrumental y termina igual. Con otro momento que me suena a enigmático (¿Cómo se explica que una música te suene enigmática? No lo sé ni me importa).
Voces que se van desenvolviendo perfectas, idas y vueltas melódicos, Drake arpegiando de vuelta... Sunday es un resumen perfecto del concepto musical que rodea al disco: exquisitez y profundidad sonora.

Para finalizar, sabrán que, por supuesto, Bryter layter también tuvo excelentes criticas (además de la mía -y en su época, claro). Por supuesto, tampoco vendió mucho.
Drake cayó en una profunda depresión luego del segundo fracaso. A los dos años editó otra obra maestra -otro fracaso comercial más-: Pink moon.
El 25 de noviembre del ‘74, murió de una sobredosis de antidepresivos. Los tomaba para poder dormirse (está claro que lo logró). Nunca se sabrá si su muerte fue un accidente o un suicidio. Lo que sí se sabe es que, con los años, su fracaso en vida se volvió suceso post-mortem, su obra se revalorizó, se editaron unos cuantos discos póstumos y por suerte esas canciones que fueron ignoradas en su tiempo ahora son admiradas por cientos de miles de personas en todo el mundo. Amén.





(Nota al margen:

Señoras y señores: el título no era porque sí. Hoy se cumple un año desde que este ¿emprendimiento? comenzó. La verdad que está bueno hacerlo e intercambiar opiniones sobre música con todos los que andan por aquí. Este espacio está hecho con buena onda, con la intención de compartir la música que amo y me interesa, sin intenciones piratas. Brindo por unos cuantos años más de LMEDA -o por mis ganas de seguir haciéndolo, mejor- y por todos ustedes, amigos internautas: si nadie entrara aquí, esto no existiría. Un abrazo y se aceptan regalos).