lunes, 11 de julio de 2011

Algie, el chanchito valiente

En diciembre de 1976, la grabación y mezcla de Animals estaban terminadas, y empezó el trabajo para hacer la portada del álbum. Hipgnosis había presentado tres ideas y, por una vez, ninguna nos pareció atractiva. Así que, al final, la portada surgió de un concepto de Roger, llevado a cabo por Storm, centrado en la central eléctrica Battersea -arriba en la foto-, una extraña visión futurista en las riberas del Támesis, que estaba acercándose al final de su servicio activo. La construcción inicial se completó a principios de la década de 1930, y fue diseñada por Giles Gilbert Scott –el diseñador de la simbólica imagen de Gran Bretaña de las cabinas telefónicas rojas, hoy también desbancada–; el edificio, de hecho consistía en dos centrales eléctricas unidas; fue la segunda de éstas, construida en 1953, la que proporcionó el perfil de Londres con sus cuatro imponentes chimeneas. Por entonces Roger vivía en Broxash Road, justo al lado de Clapham Common, por lo que conducía atravesando Londres para llegar a los estudios en Islington prácticamente a diario, haciendo una ruta que le obligaba a pasar delante de las amenazadoras chimeneas de la central eléctrica, lo cual le proporcionó la semilla de la idea utilizada para la portada (aquí debajo).

Andrew Saunders hizo la maqueta del cerdo hinchable –con la ayuda de Jeffrey Shaw– y luego una empresa alemana nos fabricó el objeto real. Ballon Fabrik había ganado destreza construyendo los zeppelines originales, pero, posteriormente, en una buena muestra de reciclaje de materiales bélicos, fabricaron varios globos para nosotros. Acabamos a principios de diciembre en la central eléctrica abandonada con un gigantesco globo con forma de porcino (al que por alguna razón llamamos Algie) –de unos nueve metros de largo, lleno de helio y muy truculento–, sin dejar de tirar de sus amarres. Como precaución adicional teníamos a un tirador entrenado a punto en caso de que Algie se diera a la fuga.
La sesión fotográfica estaba programada para el 2 de diciembre, pero el tiempo era inclemente; también teníamos algunos problemas con los aparejos, por lo que decidimos dejarlo para el día siguiente. Desgraciadamente, aunque el tiempo había mejorado a la mañana siguiente, el tirador aún no había llegado y no estaba en su lugar a la hora del lanzamiento. Hubo una ráfaga de viento repentina, el calabrote de acero se rompió, y Algie se soltó, ascendiendo a los cielos a unos sesenta metros por segundo, mucho más rápido de lo que puedo hacerlo el helicóptero de la policía para interceptarlo. No se trataba de un montaje deliberado y todos éramos bien conscientes de que aparte de perder una maqueta muy cara podíamos provocar un grave desastre de aviación. Se convocó a los abogados, se pensó en planes de emergencia y se propusieron chivos expiatorios.

Storm Thorgerson, genio creativo de Hipgnosis, el colectivo artístico que ha realizado geniales portadas de álbumes de rock.

Uno de mis recuerdos favoritos de todo el incidente es la reunión con nuestro abogado Bernard Sheridan, al que Linda Stanbury, nuestra asistente personal entonces, le adoctrinó en las cuestiones del papeleo de la gira; cuando Sheridan se enteró de la noticia de que el cerdo se estaba dirigiendo hacia Alemania refunfuñó: “Pero si no tiene pasaporte…”.
Afortunadamente, el cerdo descendió espontáneamente, y lo recuperó un granjero de Kent sin haber causado ningún daño. Hubo una anécdota de un piloto de una compañía aérea que detectó un cerdo errante al ir a aterrizar en Heathrow, pero tuvo miedo de contarlo por si acaso los controladores de vuelo pensaban que había estado bebiendo. Desgraciadamente, me temo que esto es tan sólo una leyenda. La terrible verdad es que la imagen del cerdo fue añadida en la portada final más tarde, ya que la mejor imagen de la central eléctrica, en un ambiente de nubosidad variable, se había tomado en un día de reconocimiento anterior, cuando Algie estaba ausente.

(Extracto del excelente libro Inside Out: A Personal History of Pink Floyd, de Nick Mason).

Algie se eleva por encima de la Battersea Power Station en diciembre de 1976, mientras el tirador toma puntería.

martes, 5 de julio de 2011

Novedades en formato de single

Aquí venimos con pequeñas novedades del mundo discográfico (¡sí, todavía existe, piratas!). Dos de nuestras bandas favoritas -hablo por todos- han lanzado respectivos singles como adelanto de sus futuros discos. Hablo de Wilco, de allá, y Valle de Muñecas, de más aquí.

Los muchachos de Chicago -otra vez se rumorea que andarán yirando por la Argentina, crucen los dedos- se han despachado con un temita simpático pero, debo decir, algo insulso, titulado I might. Quizá le falte algo de power, a pesar de tener una base que se carga todo. A ese tema, le suman como lado B una bonita versión de I love my label de Nick Lowe: veremos si sale también en el álbum, que se va a llamar The whole love y verá la luz el 27 de septiembre con, por suerte, la primavera como estación acompañante. Pueden escuchar ambos temas aquí. Y cabe aclarar que, aunque el adelanto no parezca gran cosa, de ellos siempre esperamos mucho.




Más acá, el amigo Manza Esaín nos entrega novedades después de un buen tiempo. Folk fue la última producción de Valle de Muñecas hace ya cuatro años, y La autopista corre del océano hasta el amanecer -¡gran nombre!- va a ser su sucesor. ¿Por qué tardaron tanto? Las razones, sospechamos, pueden ser dos: Esaín produce incansablemente cantidad de discos del under argentino; y para colmo se ha juntado el último año con sus amigos Flopa y Minimal para recrear aquel grandioso disco que grabaran hace ocho años.
Sus adelantos, virtuales, también son dos: La soledad no es una herida -que contiene la frase que da nombre al disco-, con el fraseo habitual de esa voz tan especial y un bajo que -tal el caso de Wilco- pasa al frente para arrasar con todo; y la cara B llamada Cuentos para no dormir jamás, menos agónica en apariencia, pero con tres palabras -"todo acaba siempre"- que forman la frase insignia de una letra desoladora.


(Nota: de paso, avisamos que Valle de Muñecas estará presentándose próximamente en el auditorio de Radio Nacional el martes 12 de julio, en tanto que el jueves 21, también de este mes, la cita será en el Salón Pueyrredón).


jueves, 30 de junio de 2011

Tangazo

Este último tiempo releí después de muchos años la biografía autorizada de Charly (aquella que escribió Sergio Marchi, No digas nada) y su relectura me llevó a volver a muchos de sus discos que tenía olvidados (o bien a otros que tenía muy poco escuchados). Desde su retorno a los escenarios y su actualidad distante de aquellos tiempos híper inspirados, siento que -al menos yo- a Charly prefiero dejarlo en paz. Que toque si quiere tocar, que haga su vida, que disfrute, que se case con una niña que le roba su dinero (!), que se alimente como nunca se alimentó desde que tengo memoria. Ya está. Todo lo que tenía que dar nos lo dio y es más que suficiente el legado que García ha dejado a la música argentina.

Pero volvamos al comienzo. Entre los discos que retomé está el de acá arriba hecho a dúo con Pedro Aznar, uno de sus grandes socios musicales y un tipo que a mi parecer siempre se desempeñó de manera excelente cada vez que le toco eso, acompañar. Aznar de frontman es un cinco jugando de enganche: nunca me gustó, le falta carisma, onda; pero como compañero sin dudas es de los mejores (discutir sus cualidades como músico e instrumentista sería estúpido, una pérdida de tiempo que no pienso llevar a cabo).

El de acá arriba es Tango 4, álbum que ocupa un extraño lugar en la discografía de Charly. Podría afirmar que forma parte de un momento de su trayectoria que defino como el Charly Periférico (?). Es decir, el Charly que está escondido entre sus arrolladores comienzos como solista -la famosa trilogia Yendo de la cama al living, Clics modernos y Piano bar, más el brillante Parte de la religión, tal vez mi favorito- y el caos de la era Say no more.
El Charly Periférico sería, entonces, el de Cómo conseguir chicas, Filosofía barata y zapatos de goma, Tango 4 y -entra acá justito, podría considerárselo como el antecedente de SNM- La Hija de la Lágrima. Cuatro discos muy buenos a los que nadie les da actualmente la bola que merecen, como si se hubieran perdido en el tiempo y García hubiera pasado directamente de ser el genio que hacía todo bien a mediados de los '80, al psicótico que hacía canciones desde el ruido, bardeaba al público, no concluía sus shows, tocaba para Menem y para colmo... ¡el hijo le robaba los discos para subirlos a la web!

Y es injusto que nos olvidemos de momentos como Tango 4, donde están ocultas grandes canciones como Mala señal, Happy and real (con letra en inglés y voz desgarrada-forzada-bien desafinada, a lo Neil Young en Borrowed tune) y Vampiro, de gran armonía y letra 100% garciana. Acompañan de cerca el hitazo Tu amor, 30 denarios -"¿qué quieren más de mí?"- y dos excelentes versiones: Sólo Dios sabe, la visión en español del Only God knows beachboysiano; y Rompan todo, de Los Shakers, también en español y con la participación estelar de Roberto Sánchez, más conocido por vosotros y vuestras abuelas como Sandro.
Todo lo enumerado no me deja dudas de que es un disco impecable. ¿Los demás que nombré? Búsquenlos por su cuenta.



(Nota al pie: todo este texto lo escribí hace un par de semanas, en el medio, volvieron a joder con Charly. Qué rata que sos P*rfil, ¡digno Smithers de Cl*rín!)

sábado, 25 de junio de 2011

Charlas con músicos: Pablo Vidal de La Perla Irregular (pt. 2)


Segunda y última parte de la charla con el señor Pablo Vidal, voz y guitarra de La Perla Irregular. (¿La primera parte? ¡Debajo de ésta, ciegos!). Aquí, la deconstrucción de su último disco Rafael, cómo ve el autor a este nuevo álbum al lado de sus otras producciones y algunos detalles del futuro y los gustos personales del entrecharlado.
Que lo disfruten (se recomienda leer el final de la primera parte y volver a ésta).


RAFAEL, TEMA POR TEMA
Si te animás lo contamos.
Dale. En el primer tema lo que hace Rafael es empezar algo... y en realidad no empieza él, alguien lo empieza a él, no es él el que habla. Es como un relato enmarcado, alguien de afuera lo presenta.
Y ya en (Sólo jugar), la segunda canción, él aparece y continúa eso. (Sólo jugar) es como una especie de sueño de Rafael en el que él deviene en un cartonero. Cuando lo hice lo imaginé así. Lo que quería marcar en realidad era lo trágico de la vida. En cualquier condición material... todos pasamos por las mismas cosas: nacemos, crecemos, nos morimos. Todos estamos como en el vacío, no tenemos ninguna certeza de que haya algo después, algo antes, que haya un dios... Estamos todos en la misma, la vida es absurda para todos en un punto. Entonces el cartonero va atravesando sus días y se va dando cuenta, en su pobreza, que en realidad es como todo un juego y que ese juego no tiene finalidad, no tiene objeto. El tipo se va dando cuenta de eso y lo toma como parámetro para seguir viviendo y experimentando... es un poco polémico, por eso no lo quise hacer muy explícito, porque me pueden decir “bueno, pero vos lo decís porque vos tenés para comer”, porque soy de clase media, pero estoy hablando de otra cosa.

Está claro que está visto desde otro lado.
Claro, no es que digo como el neoliberalismo que hay un predestinamiento, impuesto por las leyes de un mercado autorregulador, y que el pobre es pobre y siempre lo será (que es algo opuesto a lo que pienso). Está puesto más en un plano filosófico, del no sentido de la vida, desde ahí. Eso es lo que plantea el tema, todo a través de un sueño medio loco. Y ése es el primer paso que da Rafael.
El tema siguiente, El tren de las diez, es más explícito quizás. Habla sobre su mujer, su pareja, a la cual le da una libertad inusual para él, la suelta... Y ella decide irse, entonces él entra en crisis, se emborracha, se despierta con la foto de ambos que rompió y recuerda momentos con ella. En el estribillo dice: “que cantábamos la desnudez, mientras espiábamos que habría de hacer el otro al amanecer”. En realidad, los dos siempre tuvieron el miedo de que algún día el otro se fuera. Es un relato bastante claro en cuanto a la narración. Al final sale a buscarla…

Y ahí viene Guadalú...
Guadalú en realidad es una historia prostibularia.

Yo pensé que El tren de las diez y Guadalú se continuaban.
No, El tren de las diez termina ahí y el tipo nunca te dice de ahí al final si la encontró o no… Y Guadalú es otra historia, es como un viaje iniciático todo lo que hace Rafael: hace, deja de hacer, prueba de todo y conoce más... Y Guadalú es una prostituta de la que él se enamora.

¡Grave error! (risas).
¡Claro! Entonces, es toda la relación de paranoia que él entabla con ella al enamorarse de una prostituta, que es lo último que se debe hacer... La acusa al comienzo de la canción, porque puso sus expectativas en ella y la mina no tiene problemas con nadie y hace lo que quiere.
Me gustaba el hecho de poder meter una historia prostibularia porque es un tópico muy común, en el tango, en las canciones mexicanas, las rancheras, está lleno. Pero en el rock no tanto…
Y el tema siguiente, “Mi otro corazón”, es un viaje en el tiempo. Rafael -en un sueño o lo que quieras, es inconsciente-, volvió a la conquista de América. Está basado en los Arahuacos, el primer pueblo con el que Colón tiene contacto cuando llega a América, un pueblo que vivía en la abundancia, cerca de El Salvador, un lugar donde no faltaba nada y vivían felices, a tal punto que habían desarrollado un lenguaje muy abstracto, muy poético (esto lo saqué de Galeano, de Las venas abiertas...). Entonces, tenían ese lenguaje rico en poesía, al estudiarlo posteriormente notaron que usaban muchas frases metafóricas para referir el mundo. Amigo se dice “mi otro corazón”, “ama de la noche oscura”, es el búho. Agarré esas frases y las usé en toda la letra.
Y lo que cuenta la historia es que Rafael tiene un amigo, que es como su hermano, y un día desaparece... a todo esto, corre la voz de que llegó una gente extraña a su pueblo a quienes los Arahuacos quieren tratar amistosamente hasta que se dan cuenta de que los extranjeros recién llegados iban por el oro. Hay una suerte de enfrentamiento... y Rafael empieza a sospechar que la desaparición de su amigo se conecta con la llegada de estos hombres... Puede parecer un poco forzado que en esta canción el protagonista también sea Rafael, pero como si fuera un film, el disco se permite viajar dimensionalmente, digamos, y violar las unidades de tiempo, espacio, acción.


Continuamos: El sueño que sueño.
En un momento, Rafael mira para atrás y es un sueño enmarcado en otro. Se ve a él de pibe.

¿Te gusta Borges? Porque tiene una cosa medio de Funes, el memorioso lo que decís.
No lo leí tanto a Borges, pero ese cuento está bueno. Y bueno, transcurre el sueño y al final dice: “luego el sueño prosiguió, despertábame tu voz”, entonces uno no sabe si esa voz que lo despierta es dentro del sueño, o si es alguien que lo despierta efectivamente de lo que estaba soñando. Pero a partir de que lo despierta esa voz, revive. Después viene el Blues del oxidado, un tema en el que Rafael se ve completamente solo en el mundo y no sabe para donde disparar.

Ya comienza esa reflexión final en donde el tipo se descubre a sí mismo, digamos.
Sí, claro, también se descubre a él gracias a Guadalú, a la pérdida de “su otro corazón”, a su pasado... Primero, pierde el sentido, después pierde a su mujer y al amor, después a su amigo y en el sueño a sí mismo. En el blues se ve solo y empieza a tomar posición, y más o menos de eso trata la letra.
Y después viene Cielo serás: después del blues, es un vuelco. En el blues queda solo y va subiendo al descanso, Cielo serás es un reencuentro consigo mismo, aunque, “no somos piel, cielo serás”...

Y se acerca el final con Los Rapsodas.
Acá habla de su oficio, que es el de músico.

¿Viene autobiográfico eso?
No, para nada. O sea, todas las letras hablan de uno porque es imposible que algo que vos hacés no hable de vos, ninguna es explícitamente autorreferencial…

A pesar de eso, casi todas las letras están hechas en primera persona, quizá por el personaje...
Sí, eso me salió así... Y bueno, los rapsodas son un grupo... a la Greco... el poeta no era lo mismo que ahora, era un médium entre los dioses y la comunidad. Entonces, los rapsodas iban a la plaza con un instrumento y estaban tres horas recitando una poesía (ponele homérica, La Ilíada, La Odisea, que son tres horas de memoria, tocando la lira y recitando). En ese momento, eran un canal por el que hablaban dioses y el pueblo quería escuchar esa historia, esa enseñanza. Entonces, eran la poesía, la música, significaban eso. Y cuando ellos actuaban era un momento de perdición para el que las recibía.

Como puede pasar en un recital, salvando las distancias.
O en una obra de teatro o el cine, pero creo que a una escala mayor, porque había otro desarrollo de la sensibilidad, del impacto, del shock, de lo sensorial. Viste cuando acá estaban los radioteatros, hay anécdotas de gente frente a la radio llorando, gritando... eso ahora es imposible. A lo que voy es que los rapsodas eran algo sagrado.
En la letra son los rapsodas hablándole al público en algunos momentos, y en otros describiéndose a ellos y su alrededor. Hay quien dice “yo me abandoné”: habla del oficio del músico, del poeta. El tipo se abandona a su arte y no le importa nada más. Hay un texto de Jung que habla del ciudadano común y el artista, y dice que todo artista tiene un porcentaje de ciudadano común y otro de artista: hay quien logra equilibrio, otros que permiten más hombre común y otros, más artista. Y bueno, los rapsodas se volvieron una palabra, los tipos se abandonaron a su arte. Los actores del medioevo, los que hacían La Comedia del Arte, toda su vida desarrollaban un personaje, un arquetipo, dedicaban su vida a ese único personaje y rol... Es Rafael experimentando el oficio y explorando el límite o linde entre las dos cosas.

Y después llega el descanso.
Llega al grado máximo, que es la relajación...

“Descanso de laboriosa condición”.
Del capitalismo (risas). De la destrucción, de todo. Vivimos en un quilombo, pero Rafael se encamina para hacer un descanso en su mente, que quizás le dé fuerzas para tener otra perspectiva que sea más constructiva. Esta es ya mi interpretación, porque esto no está sugerido en la letra.


Excelente. ¿Y cómo ves al disco musicalmente al lado de los anteriores?
Este disco está menos lleno que el anterior, son arreglos más solidarios, cuando entra un piano sale una guitarra, si entran cuerdas, otra cosa pasa a un plano más atrás. Se generan más espacios, más aire para que entren los arreglos. Hay temas que tienen la misma cantidad de instrumentos que en La Novena Utopía, pero la diferencia es que no están todos superpuestos.
También tiene un costado más pop, más sintético, las canciones duran menos. Hay construcción pero es una construcción más simple. Los Rapsodas capaz es un tema complejo pero dura tres minutos, y tiene como cinco partes temáticas en su interior. Lo mismo pasa con Rafael (el tema). El sueño que sueño es más derecho, Cielo serás también. Con este disco se bajó un cambio: para poder subir tenés que bajar, como un resorte, es así.

Y en el futuro vuelven a subir. ¿Hay algún esbozo, nuevas canciones?
Sí, ya hay varios temas que están compuestos para "LPI IV". Van a dar para arreglar mucho, son canciones en el camino de Donde el ladrillo o Decimos sí, reformuladas. Canciones algo raras, que entran raro. Un neopop psicodélico, que de alguna manera no está en los otros discos. Y también algo medio afroamericano-latino, con toques de Litto... pero que va a terminar sonando súper beat.

Los Gatos tienen una cosa latina, Los Shakers también, tienen ése tema con bandoneón que está buenísimo...
Sí, es verdad. Y la idea es que sea un disco de cuarenta y pico de minutos con catorce temas, ya está la mitad más o menos. Quiero completar el disco con temas más rockeros y distorsionados, porque los que tengo son más bien pop.

Que tenga un equilibrio entre esos dos costados.

Sí, porque este disco a mí me gusta pero quedó un poco desequilibrado en ese sentido, recién acá aparece una distorsión (señala al Blues… en la contraportada de Rafael).

Puede ser, aunque Rafael es un tema oscuro, Guadalú va “derechito”...
Sí, es cierto, pero es más popero. Quiero eso, un par de temas más oscuros, más densos.
Lo que me pasó con este disco es que dije: ya hice un montón de cosas y no las tengo que repetir... Quizá por eso tenga estos temas determinados, porque quería decir otras cosas tanto en el plano letras como en la música. En este disco está Guadalú: no había habido un tema pop tan lineal en los otros discos, o por otra parte, en otro estilo, Descanso, no había ninguno así antes. Me interesó eso para que no sea lo mismo de siempre, y que a la vez contribuya a una obra más general, que es la suma de todos los discos. Porque para mí entre todos los discos se forma uno, y entre todas las canciones se forma una sola enorme que contiene al resto. El ejemplo máximo son los Beatles en este sentido...

Son el ejemplo para casi todo, siempre.
Sí, siempre. Toda su discografía forma los Beatles, cobra sentido toda junta. Nosotros ya tenemos tres discos, un simple y un EP. De repente, en el simple está el tema Desayuno en la hierba que vino un conocido el otro día y me dijo que lo estaba escuchando y alguien le dijo: “sacá esa música para chicos, ¿qué estás escuchando, María Elena Walsh?” (risas). Entonces, que exista esa canción y Redimida en el universo de La Perla, está buenísimo.


(BONUS TRACK, LAS PREGUNTAS DE SIEMPRE)
¿Qué canción elegirías para mostrarle a alguien si te pregunta de qué va la banda?
Por ahí le mostraría Donde el ladrillo, porque sintetiza lo pop, lo psicodélico, y tiene un espíritu que es de rock. Por los arreglos, la melodía... es una buena introducción al grupo.

¿Y qué canción te hubiera gustado componer? Si querés una de acá y una de afuera.
A ver… (Piensa bastante). Bueno, digo uno que se me ocurra ahora, no lo pensé. De acá (sigue pensando)... el tema que cierra Pescado 2. Me encanta, es uno de los mejores que hizo el Flaco para mi. Y de afuera... ya lo tengo. She loves you.

¡Sorpresa! ¿Te gusta más la primera época que la segunda?
No, pero me gusta tanto como la segunda. Las canciones parecen simples pero ni ahí, cuando escuchás las melodías te das cuenta. Escuchás A hard day’s night y ya el primer acorde, chirirín... Un disco que empieza con ese acorde, ya está.

Tal cual, ¡es el secreto del tema! Para cerrar, elegí los cinco discos que salvarías de un incendio (o la catástrofe natural que se te antoje).
Voy a elegir Revolver primero, Pescado 2 segundo, tercero el primer disco solista de Litto Nebbia, Volumen I... Cuarto me llevo For you de Los Shakers y quinto... me voy a llevar uno de Bob Dylan, creo que Highway 61 (dice 'sesenta y uno' en castellano), está bueno, con Desolation Row ahí al final. Esa viola que puntea me encanta, y la letra es impresionante.
Obviamente, son los 5 de hoy, distintos a los que seguramente elegiría mañana.


Para finalizar, les dejo una novedad. Recién salido del horno, el nuevo (y enigmático) videoclip de La Perla Irregular: Los Rapsodas, realizado por PI Producciones, entre mayo y junio de este año.

Los Rapsodas - La Perla Irregular from LaPerlaIrregular on Vimeo.


jueves, 16 de junio de 2011

Charlas con músicos: hoy, Pablo Vidal de La Perla Irregular (pt. 1)


Hace un par de meses me junté con Pablo de La Perla Irregular para charlar un poco sobre el nuevo disco de la banda, Rafael. Y los proyectos venideros, los cambios de integrantes que hubo a fines del año pasado, más detalles varios (cosas que van surgiendo en toda amena charla).
Con Pablo tengo muy buena onda desde hace un tiempo por una cuestión simple: es un pibe muy inteligente y agradable para charlar, y hace una música estimulante para mis oídos con su banda. De mis favoritos dentro del under porteño -si suelen ingresar a este humilde espacio saben que soy insistente al respecto, sino bienvenidos, me gustan estos pibes- La Perla Irregular ha construido en menos de tres años los cimientos de una obra que deseo sea descubierta por el gran público, que ha acusado recibo de algunos fenómenos interesantes como Lisandro Aristimuño y Onda Vaga, demostrando que no se necesitan hits para lograr respeto y popularidad. De fines de 2008 a esta parte, LPI ha editado tres discos, un EP y un simple, además de participar en cuanto compilado y tributo pudieron.
Hace un tiempo estuvo la idea de armar una “nota”, pero Pablo prefirió otra cosa. Ahora sí, aquí les va la primera parte, donde Vidal nos cuenta acerca de los cambios musicales dentro del grupo a causa de un par de modificaciones en el equipo y desentramamos algunos de sus métodos a la hora de componer y construir una canción. Que lo disfruten.

LOS CAMBIOS
Contame primero sobre los cambios que hubo en la banda.
A finales de 2010 los integrantes de La Perla éramos Marcos Fernández en batería, Diego Sánchez en teclados, Ricardo Sanabria en bajo, había entrado ya Joel Bonelli (a través de Richie) en la guitarra y yo en guitarra y voz. Pero ya a mitad del año pasado, habíamos arreglado con Marcos y Diego que ellos iban a seguir tocando hasta fin de año y después iban a dedicarse de lleno a su proyecto propio. Entonces hasta fin de año fuimos esos integrantes, para las tocadas en vivo. Y a partir de este año 2011, continuamos Richie, Joel y yo, y se sumó Esteban Camejo en batería.

¿Y el tecladista? ¿Se busca?
Queremos agregar un tecladista pero a la vez estamos en un proceso de explotar el formato cuarteto y reemplazando arreglos que había en teclados, con guitarras. No tenemos apuro...

¿Y en qué cambió la banda con los cambios de integrantes? Los bateristas cambian a una banda...
Sí, es cierto. Esteban tiene un estilo muy distinto al de Marcos, que tenía una fuerza particular en su tocada y tenía otros movimientos, otro recorrido del instrumento: estaba una buena parte del tiempo pasándose por los distintos cuerpos de la bata, los platillos; tenía un lugar muy protagónico en el vivo. Y eso estaba bueno, pero quizás nos impedía un poco hacer al grupo más uniforme, más beatlero si se quiere: que cada cosa ocupe un lugar más chiquito para que entre todos se haga una cosa más grande. Entonces estaba muy bueno porque tenía mucho virtuosismo, pero a veces costaba un poco conseguir lo otro. Mientras que Esteban es un baterista con mucha destreza, tiene habilidad y tiene pegada. La base que se está armando en el grupo es muy sólida y permite que la canción camine de una manera distinta. Imaginate igual que estamos tocando desde febrero de este año con él, así que recién vamos cuatro meses, sin embargo de a poco vamos logrando lo que buscamos.
Antes yo veía que teníamos muchas buenas individualidades pero no había un “grupo”. Cada uno sabía lo que tenía que hacer con su instrumento y lo hacía, pero no terminaba sonando para mí a un grupo, en cambio, ahora creo que está sonando un poco más cohesionado todo.



COMPONER, ESCUCHAR, BUSCAR
¿Cómo repercute en los demás que vos seas el único compositor, de alguna manera el ‘líder’?
Mirá, por ejemplo, Esteban se tuvo que aprender casi los tres discos de memoria. Él se aprendió lo que ya estaba grabado, pero de repente agregó variaciones o dijo “esto podríamos hacerlo así”. Y hubo cosas en las que cedimos y otras que no porque eran como el toque del tema, eran importantes.
Ellos lo toman bien porque son buenos intérpretes, buenos ejecutantes... en una orquesta hay un director, un compositor y un ejecutante, y se necesita de los tres para que suene la orquesta. Y más acá, en las bandas de rock, se tiende a que haya instrumentistas que hacen la suya y muchas veces funciona muy bien, pero otras veces no tanto. A veces uno escucha una canción y el bajo no dice nada… Y capaz es por falta de criterio del bajista, o porque no hay nadie que tome la batuta y guíe un poco a grandes rasgos...

Y quizá porque el tipo no compone, también.
Y como a nadie le gusta interferir con los egos de nadie y decir “che, fijate, ahí podrías haber hecho otra cosa”, como que pasa de largo y así termina habiendo canciones que escuchás el bajo o las guitarras y no dicen nada, o el piano, y uno se cansa de escuchar canciones en la radio que no pasa nada, que no hay muchas ideas.

¿Y qué escuchás últimamente?
Vengo escuchando mucho las bandas con las que compartimos fechas, por ejemplo P.E.L.S. y La Patrulla Espacial, esas bandas me re gustan, están buenísimas. Después sigo escuchando bandas viejas, The Millennium, Sagittarius, Nick Garrie... Escuché una banda de La Plata que me gustaron las letras, que se llama Miro y su Fabulosa Orquesta de Juguete; a Julieta Rimoldi hace rato la vengo escuchando... por ahí ando. Pero volvamos a lo anterior que te quería decir algo y no me acuerdo qué me habías preguntado.

Sobre lo que componés y lo que colaboran los chicos...
Eso, claro. La idea es que en el momento que les paso arreglos, también les digo “fijate si se te ocurre algo mejor y lo vamos dialogando”. Por ejemplo, ahora hay un tema que grabamos para un compilado sobre El Eternauta y cada uno hizo su arreglo, lo fuimos ensayando y los fui guiando un poco con el espíritu del tema, pero después cada uno hizo lo suyo. Terminamos la grabación y quedó muy bueno.

¿Eso cuándo sale?
Va a estar para octubre ese disco, producido por Concepto Cero, sello de La Plata. La mayoría de las bandas que participan son de allá.

¿Y cómo lo pensaste el tema, conocías la historia de El Eternauta?
Lo había leído en el secundario pero no me acordaba bien, y justo Marcos me lo regaló para Navidad. Obviamente me tiraba para hacer algo oscuro, más bien denso, no un tema muy pop. Entonces empecé a cranear una música que pudiera ir para ese lado, pero… no se me ocurría nada. Hasta que me acordé que tenía una canción, que ya había hecho toda la armonía pero me faltaba cerrar el final y no tenía la letra. Me dije “ésta tiene que ser” y la terminé, le agregué una cosita que me gustó, y ahí vino la parte difícil, que era hacer la letra. No me salía.

Es que es muy difícil componer así. ¿Por dónde lo trataste de agarrar?
Y, agarré el libro y lo leí de punta a punta, y empecé a buscar una frase que me gustara y me costaba… Es una historia de ciencia ficción: tenés para tratar el futurismo, toda la cuestión política, las relaciones sociales que se dan entre los sobrevivientes... había un montón de temas. Y entre ellos estaba la historia de Juan Salvo y su familia, su esposa, hay una historia de amor ahí. Y me gustó eso, lo que pensé fue que al estar tácito que sería una canción sobre El Eternauta, al estar en el contexto del disco, no tenía que decir en la letra nada directo al respecto, porque el que escucha el disco ya lo sabe. Entonces, me centré en la historia de Juan Salvo y la esposa y me di cuenta que el móvil de El Eternauta es el amor, todo el tiempo lo que a él le interesa es salvar a su familia, no a la humanidad.
Y la letra es una carta de él para ella: están los dos perdidos en el tiempo y él le escribe. El tema se llama Quien te ama, te odia...

Me gustó lo que dijiste, que lo tenías ahí guardado sin letra. Para componer, ¿tenés un método o sale lo que sale?
No tengo un único método... Digamos que de todos los métodos que tengo, el no-método es a su vez todos los métodos al mismo tiempo... Pero uno que repito bastante es hacer la música y la melodía primero, y canto una letra en inglés encima pero sin sentido.

¡Eso lo hacen muchos músicos!
Creo que lo hacían (o hacen) Charly, Fito... le dicen wareschol.

Litto lo hace también, ¡y lo hacía Ricky Espinosa!
Mirá vos, no sabía. Después, lo que hago, como me termino enamorando de la fonética le busco palabras que queden ahí. Por ejemplo, en Donde el ladrillo yo cantaba “Could ever want me / would ever want me / my tears fell down / don’t let me crying anymore” (Canta el tema). Y después pasó a ser “Si vienen por mí / por mí / aquí no es real / donde el ladrillo se hizo amor”. Reemplazando, “Don’t let” pasó a ser “Donde” (risas). Y así hice con varias canciones, Entre el mar y el sol también salió así, era This is much to you, y después decía “my love” que sí lo pasé como “mi amor”… a veces termino dejando algunas cosas traducidas.
Pero de repente, con Días de sal, me puse a tocar una canción y salió toda la estructura y letra de un tirón. En el momento, me dije “le pongo una letra cualquiera así la termino de anotar y después la cambio”. Me fui a comer, volví, la toqué un poco y me fui a dormir. Al otro día la agarré para hacerle la letra, pero no pude porque me encantó cómo estaba. Y listo, quedó así. (Sólo jugar) también salió así, había empezado con una cosa en inglés pero no duró nada.


¿Nunca se te dio por dejarlas en inglés, o divagabas demasiado?
No, no. Tengo una canción que dejé en inglés pero no me gusta, prefiero resignar que quede mejor fonéticamente en inglés a mi entender, pero la letras van en castellano...

Te lo pregunto porque es tentador, me imagino a Donde el ladrillo en inglés y sonaría muy bien.
Sí, Dos partes también; quedaba re country cuando lo tocaba así. (Canta: “Just when I found two pieces / of my broken heart I found two letters…”).

Decía lo de las partes, lo de las cartas, la historia a veces termina quedando.
A mí lo que me pasa es que tengo mucho respeto por el inconsciente y si salió algo de determinada manera me gusta dejarlo tal cual. Si salió así, por algo es. Cuando uno dice una palabra, está eligiendo no decir todas las otras que existen, entonces por algo la dijiste, esa palabra importa, no es que la dijiste en vano. Para mí no existen las cosas sin sentido.
O sea, sí, la vida no tiene sentido, pero -una vez que eso ya lo aceptamos como supuesto que está ahí siempre-, todo lo que uno dice por algo es. Estaba en el inconsciente, ahí dentro tuyo, si no le das bola sos un gil, porque te estás perdiendo de algo re copado creo…

¿Y después le encontrás el significado a esa palabra, o queda ahí inconcluso y no te importa?
A veces sí, otras no tanto. El otro día vino alguien y me dijo “che, no entiendo nada -acentúa- pero me encantan las letras” (risas). Y yo le pregunté si era para tanto, a ese nivel de no entender nada, “¿tan herméticas son?”... “No entiendo nada, pero me encantan” (Más risas).
Pero está bien, ¡que cada uno haga la lectura que quiera, si es que quiere!

RAFAEL, PRIMEROS INDICIOS
¿Por qué Rafael? ¿Por el famoso “Niño”?
Eso me lleva al método que te contaba de la composición, porque también era una canción en inglés, Dear friend. Decía “Dear friend, comes out that door…” y después en el medio decía “Who really loves you? / Who really cares?”: Quién te acompaña / quién te entiende; eso quedó variado. Vino de ahí y me basé en esa fonética, pero bueno, Rafael fue un nombre que me gustó y cuando estaba haciendo la canción quería crear un personaje nuevo, en el primer disco está Galo y en éste Rafael, es su historia.

¿Hay un hilo en todos los temas, es él el protagonista siempre?
Esa es la interpretación que a mí me gusta: es el protagonista de todos los temas. Justo el año pasado estaba leyendo unas cosas y me agarré para hacer esta historia, de un género literario alemán que se llama Bildungsroman y se caracteriza porque hay un héroe o antihéroe que en cada capítulo atraviesa una situación distinta que lo hace crecer en su vida; y termina el último capítulo con mayor conciencia sobre sí mismo, se conoce a sí mismo a partir de todas las cosas que le tocaron vivir…

Y con Rafael pasa eso.
Claro, vi eso y pensé: éste es mi eje para armar la historia.


[Para la segunda parte, la deconstrucción de Rafael. Por otra parte, La Perla Irregular se estará presentando el viernes 17 de junio junto a Fotos del Otoño en El Especial, Av. Córdoba 4391].

lunes, 30 de mayo de 2011

Cinco discos enganchados

Lo que dice el título es lo que le propongo a usted, lector. Escuchar estos cinco discos de manera consecutiva, descubrir -si no conoce- a estas bonitas agrupaciones locales y extranjeras y endulzar un poco el oído en colectivos, subtes, trenes...


Una banda argentina que hace rato me gusta, retorna al disco después de un tiempo con canciones simples y (siempre) acústicas decoradas por la labor de un piano mágico y letras dignas de un outsider simpaticón apodado Gori, que escribe de tipos que se esconden al otro lado del espejo del baño de casa, niñas que fantasean con marcianos y brindis por Brian Jones. Éste el concierto subacuático, no el de Charly, al menos por las constantes referencias al agua en las letras. El río de Fantasmagoria es un gran disco de canciones turbias y hace rato quería hablar de él, pero prefiero que lo escuchen y ustedes sean los que hablen...

Vemos aquí arriba la portada del disco de una banda yanqui, que como varias de su generación decide que su sexto álbum de estudio sea una gema más de eso que llamamos alt-country. Pasa de un disco conceptual y elaborado -The Hazards of love- a uno bien redondo, lleno de violines, hits y canciones de ésas que te ponen de excelente humor y que hacen gala de la buena simpleza, entre la amabilidad de Conor Oberst y la melancoalegría de nuestros queridos Wilco. The Decemberists, ellos son, se dan el lujo, para colmo, ¡de robarle un riff a los Redondos! (El que escuche lo mismo que yo, es un genio).

Los primeros dos se pasean por ese parque verde que solemos llamar "folk". Aquí, una banda de rock neozelaustraliana que hasta hace poco tiempo desconocía a pesar de tener mi edad (?), saca un disco que es más bien un racimo de temazos. Gracias a una nota del suplemento Radar los oí nombrar por primera vez, luego investigué algunas cosillas de su trayectoria, bajé el disco en cuestión y me deleité con sus perfectas canciones, algo lánguidas, con bellas melodías y con la típica melancolía anglo: esa que suena tan señorial y solemne como épica... ¡Parece que los Crowded House son algo así como los Beatles de Oceanía! Yo que ustedes les daría bola.

Pero después de la ronda cancionera quizá venga bien un reposo psicodélico y circense. Y qué mejor que estos locos del oeste y su indescriptible mundo de alegría, viajes fantásticos y melodías voladas. La Manzana Cromática Protoplasmática, señores, la banda argentina que mejor ha utilizado (al menos en los últimos años) los ingredientes necesarios para hacer de (y con) la psicodelia un mundo bello, insólito, armónico y contemplativo. Uno de esos famosos viajes de ida al que están invitados. Y eso que aún no los vi en vivo para terminar de enamorarme, aunque imagino que será pronto.

Y para cerrar, una banda con nombre (y que canta en) inglés que sin embargo es argentina, y nos deleita con suites de alta fidelidad, un cantante delicado -Duncan Toth, el hijo de Alfredo- y una cantidad infernal de músicos que decoran canciones íntimas pero grandilocuentes que merecen estar en alguna película de Disney, como mínimo. Otra grata sorpresa para quienes creen que no queda nada para ver en Buenos Aires. Agarrá la llave de la tapa y metete en la excelencia de estos pibes.

martes, 24 de mayo de 2011

70










Miro las fotos y veo: John Lennon, Mick Jagger, George Harrison, Patti Smith, Tom Verlaine, Joey Ramone, Moris, León Gieco, Charly García, Fito Páez, Neil Young, Stevie Wonder, Joni Mitchell, Nick Drake, Miguel Abuelo, Leonard Cohen, Mark Knopfler, Keith Richards, Jeff Tweedy, Paul McCartney, Cat Power, Litto Nebbia, David Bowie, Lou Reed, Luca Prodan, Eric Clapton, Jimi Hendrix, Graham Nash, Roger McGuinn, Roky Erickson, Joe Stummer, John Martyn, Roger Waters, Andrés Calamaro, Kurt Cobain, Jim Morrison, Eddie Vedder, Nico, Tom Petty, Javier Martínez, Jim James, T-Bone Burnett, Ron Wood, Robert Plant, PJ Harvey, Syd Barrett, Alex Chilton, Bruce Springsteen, Bono.

Y muchos, muchos más que se me pasan de largo, no hubieran sido lo mismo sin ésas fotos que ven también ustedes.

Pedir 70 años más quizá sea mucho, pero Dylan (viejito y todo) es una caja de sorpresas, quién nos dice...

lunes, 16 de mayo de 2011

Porque hay esss-peranza*


"Man, yo te doy una guitarrita y vos solo, con tu voz y eso, haceme latir acá".
Luca Prodan.



Dios, si es que existe, bendiga a los Fleet Foxes.

Con una sola vez de play, su nuevo disco logra lo que el primero. Es decir, hipnotizar, introducir al oyente en un mundo inconsciente al que no se suele llegar, tocar las partes sensibles del oído. Emocionar, le dicen. Estos pibes logran con una facilidad pasmosa lo que pide Luca Prodan en su frase de más arriba, mediante una simpleza que en el fondo no es tal: por empezar son voces maravillosas y difíciles de conseguir -en especial en el mercado rockero-; por seguir, me parece que han logrado una síntesis de su estilo, una densidad, que es muy poco frecuente en la música actual (quizá esté siendo demasiado abarcativo). No me refiero a encontrar imitadores de lo que Fleet Foxes hace, sino a localizar un grupo que tenga tal consciencia y tal capacidad para, con tan sólo dos discos, marcar su propio territorio de manera categórica y eficaz.

Deseo que mantengan la inspiración por mucho tiempo: hace rato que una banda de rock -por ponerle un nombre a lo que hacen, o bien englobarlos dentro de una escena, maldito fetiche que nos han incrustado a la fuerza el de meter los productos en la bolsa del supermercado- no saca dos discos seguidos de tal magnitud. Magnitud, digo: Helplessness blues hace eso, te magnetiza, te atrapa y no te suelta más, es un disco natural en el sentido más puro de la palabra. Todo fluye, como agua cayendo de una cascada.
No hay tanto que explicar al respecto. Si suena, suena, sino no.

Canciones paganas para la multitud. Y nosotros decimos Amén.


* Guiño al fanático simpsoniano. Lamento si no miran Los Simpson. Y si no pueden leer esta letra, jódanse.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Sobre Barbieri y el jazz, sinónimos


“Yo no soy argentino, soy internacional”.

Leandro Gato Barbieri -así, Gato, sin artículo adelante-, dejó el letargo y volvió a las raíces. Traducción para el desentendido: el músico argentino de jazz más reconocido en el mundo, pues si no es él pega en el palo, ha vuelto con un disco clásico y bello.





EL JAZZ Y QUIEN ESCRIBE
Mi relación con el jazz es, como decirlo, rara. Quizá rara sea una palabra que no termina de decir mucho, pero vamos a tratar de hacernos entender.
A pesar de ser un estudioso de la música en todos los sentidos, no puedo evitar con el género algunos prejuicios estúpidos que ya, casi, me termino de sacar de encima.
Por empezar, soy joven y, como todos sabemos (generalización número uno, ¡imposición del mundo globalizado!) el jazz es música para viejos: nosotros escuchamos rock. Error. Por seguir, el jazz es una música demasiado compleja, decir que te gusta es ser pretencioso y querer quedar bien: el jazz es una bobada que sirve para poner de fondo en los restós y que la gente no joda. Música para ricos, música difícil de entender, música que en el siglo XXI no queremos. No me vengan con eso de la libertad, es todo un verso. La libertad ni siquiera existe, es una invención del ser humano para tener esperanzas de algo en su miserable vida (y la esperanza es otro verso terrible, en fin).
Pero volvamos al jazz. Quien esto escribe, toca. Ejecuta un instrumento, digo. Musical. Y un día decide profundizar sus conocimientos, volar hacia otros territorios, cultivarse, abrir la cabeza y todas esas frases que se usan. Y llega, sí, claro, el jazz, quizá la música moderna más interesante para analizar y ejecutar, en especial para desarrollarse como armonizador e improvisante.

Y era jodido el jazz, nomás. Pero no tanto: el mundo trata de mostrarte cuán difíciles son las cosas para que consumas las que se comen más fácilmente. Por eso el tango murió unos años, porque era aburrido y -¡oh!, casualidad- para viejos, y el Club del Clan era en aquel entonces para los pibes piolas, para la buena juventud… no esa mersada de conventillo que cantaban viejos borrachos. (¿El “rock” de ahora será el Club del Clan de algo que estamos dejando olvidado en algún cajón?).
En fin… de a poco voy entrando en ese mundo, gracias a tipos como Miles Davis -y sí, es la puerta de entrada para todos de Kind of blue para acá-, Pat Metheny y Chet Baker, por citar a los tres artistas que más me agrada escuchar (tan sordo no soy). El universo jazzístico es complejo, inmenso e indefinible, pero a medida que te vas metiendo en él descubrís que, como en todo género, hay algunas pautas que se repiten.
A seguir nadando, entonces.

Pero volvamos a lo que les contaba en un principio. El sello Melopea publicó a fines del pasado año 2010 el nuevo álbum de Gato Barbieri, que se llama New York Meeting, y el pibe que escribe esto tuvo el gusto de hablar -no vamos a mentir, en verdad la cosa fue por mail- con Néstor Astarita, la batería del jazz argentino, y Litto Nebbia, productor del disco, cara visible y fundador de Melopea, más todo lo que ya saben. Primero voy a dejar que ellos cuenten un poco cómo fue el armado de este encuentro neoyorquino, después haré yo lo que pueda y me dejen mis míseras capacidades de análisis musical.

El cuarteto que grabó New York Meeting.


NEW YORK MEETING: EL PROYECTO
Todo lo que sucedió para que fuera posible el disco en el que Barbieri vuelve al jazz de impronta clásica surgió de la mente de Néstor Astarita, compañero inseparable de Gato en aquellos años sesenta de zapadas interminables en boliches como Jamaica, Jazz & Pop y Mr. Jazz, donde compartieron escenario con ilustres visitantes: Ella Fitzgerald, Stan Getz, Jim Hall y Hermeto Pascoal... Astarita guardó la idea en su cabeza de un buen tiempo a esta parte, y alcanzó con que se la contara a Litto Nebbia para que todo se pusiera en marcha. Las charlas de enlace Buenos Aires-New York comenzaron a ser frecuentes entre los viejos compañeros, y la idea fue prendiendo aunque era algo difícil de llevar a cabo. Los bocetos de lo que iba a ser surgieron por teléfono y los amigos prontamente conformaron un cuarteto que completan David Finck en contrabajo -“Pepe Oreja y uno de los más maravillosos contrabajistas con los que toqué”, según Astarita- y Carlos Franzetti, “un pianista divino”, tal como precisa Litto.
El repertorio lo fueron conformando Barbieri y Astarita: “En uno de los ensayos telefónicos que teníamos con Gato, en un momento me preguntó qué música quería incluir en el disco y yo le dije que en principio podíamos hacer la onda que hacíamos en Jamaica pero hoy, con alguna cosa nueva como por ejemplo Equinox (Coltrane) o Prepárense (Piazzolla), que eran dos temas que no tocábamos allá por los ’60”.
Como anécdota de la grabación, Néstor no dudó en destacar la antológica grabación del clásico de Coltrane, que así nos relata: “A pesar de que los temas son totalmente atemporales -y que son un pretexto para improvisar, como decía Baby López Furst- con respecto a Equinox se dio una cosa muy particular: cuando lo ‘pasamos’, yo comencé con un ritmo de milonguita muy sutil en los platillos a ver qué pasaba -forma que utilizaba mucho con el trío con Litto Nebbia - y Franzetti se prendió como loco y David también, ni lerdo ni dormido... imaginate Gato cuando escuchó esta base, con semejante línea melódica se prendió feliz a su juego con ese sonido de águila dueño de las alturas, ¡que cuando cantan se abren las montañas y el arco iris muestra todo su esplendor!”.
La grabación se llevó a cabo durante el mes de febrero del pasado año en los estudios Twilz Record de New Jersey, con Manfred Knoop como ingeniero. Astarita viajó para grabar en las sesiones y volvió con las tapes. A su regreso, junto a la dupla Mario Sobrino-Litto Nebbia se encargó de la mezcla final.
Litto asegura que es un honor poder ser parte de este proyecto, pues Melopea ya había editado en 2005 un excelente disco del hermano de Gato, Rubén, que incluía la banda sonora de la película El perseguidor (1962) -compuesta por el trompetista- y once piezas, diez de ellas versiones, extraídas de presentaciones radiales. En Radio auditions y El perseguidor participaba Gato, en los temas de la banda sonora del film que protagonizaba Silvio Renán. Pero, paradójicamente, New York Meeting es el primer álbum íntegramente suyo publicado por un sello nacional. Dice Litto: “Admiro desde muy jovencito a Gato, el único saxofonista argentino reconocido y súper respetado en el real mundo del jazz... por su sonido y su capacidad de improvisación. Ha grabado con Don Cherry, Carla Bley, Oliver Nelson y miles de la verdadera pesada. Empezó su verdadero reconocimiento cuando compuso para el film de Bernardo Bertolucci El Ultimo Tango en Paris, con Marlon Brando; además que desde los ‘80 ya desarrolló su carrera como solista a nivel internacional”.
Néstor retruca y pide, por favor, recalcar que “esto, sin duda alguna, fue gracias a Litto”.




NEW YORK MEETING: LO QUE SE ESCUCHA
El álbum arranca con ésa grata sorpresa que en parte cuenta más arriba Astarita: la milonguera adaptación que el cuarteto realiza sobre Equinox de Coltrane, donde la base conformada por Finck y Néstor abre el juego para el ingreso del saxo de Barbieri, que primero susurra la melodía, luego deja un espacio para que se liberen los otros tres nenes y para culminar arremete con esas notas profusas que paran los pelos. Sí, todo eso sucede apenas pasados los primeros dos minutos de comenzado New York Meeting.
Cuando comencé a meterme en esto del jazz, una de las cosas que me incomodaba era aquello de escuchar a cada uno hacer lo que se le antoje. Supongo que es algo difícil para todos los iniciados en el género acostumbrarse a ese vuelo, a la famosa libertad que presume el que sabe tocar y escuchar jazz. Si bien -en especial para quien lo ejecuta- esta bella música tiene sus pautas iniciales, a la hora del despegue llega un momento en que lo que escuchamos es la elevación de cuatro músicos, estudiosos y preparados, sí, pero mutando en el momento de la ejecución en entes decodificadores de algo oculto en su interior, algo profundo que quizá ni ellos comprendan. Pero mejor continuemos con el disco, me estoy yendo a lugares que no quiero.
El que sigue a Equinox quizá sea mi momento favorito: It’s over, el único tema compuesto por Gato, reversión de la pieza que componía el soundtrack de Last tango in Paris. Esta vez menos erótica y latina que la original -por cuestiones lógicas- termina de dejar en claro que aquí la línea del disco va por caminos más redondos... todo lo redondo que puede ser un cuarteto de jazz con un baterista tirando lo que tira Astarita a lo largo del track y del álbum. Quizá lo que más me guste sean los vaivenes rítmicos, podrían describirse incluso como emocionales, y el chirrido final del saxo termina de decir que sí, se terminó.
Pero recién estamos empezando, y el siguiente homenajeado es Ástor Piazzolla. Dejo sonar Prepárense y voy cayendo en la cuenta de que Barbieri va subiendo escalones entre tema y tema, y aquí llega a su momento de mayor estridencia sonora en el disco. Franzetti y Finck también se van animando más, y al momento de la zapada del contrabajista el laburo de ambos se me hace magnífico; no sé si quedarme con el soleador o con el rítmico acompañante.
Lo que sí sé es que ellos saben. Hacen lo que quieren, y lo que quieren suena bien.


Gato en Italia circa 1962. Al lado, con Baby López Furst y Astarita en Santa Fe circa ’60.

En Straight no chaser, Gato y Carlos dibujan la melodía juntos, mientras la base mantiene el tema casi a escondidas, para que se destaque. De a poco van jugándose más, y sí, zapan todos con destreza. Como dijo más arriba Astarita: “los temas son un pretexto para improvisar”.
Arranca, pegadita, la pieza de jazz que me más me moviliza. De todas las que escuché. (Y para tocar, también es genial). Blue in green. No les voy a pedir a los muchachos que mejoren la original pero sí les agradezco haber dejado fluir la música como lo hicieron. El protagonista excluyente es el piano de Franzetti, soltando la belleza de esa inolvidable melodía primero, y zapando luego. ¿Barbieri? ¡Brilla por ausencia!
Gato vuelve en el siguiente tema, para traernos el sosiego con Someday my Prince will come. Pero no se aguanta del todo y dispara sus notas al toque, para luego darle paso a un Franzetti que va a mil y cede el mando a David Finck para que todo repose y Astarita marque cuatro: a empezar de nuevo y poner las cosas como al principio, en un marco de reposo necesario para culminar.
“Ya que vamos a terminar, terminemos en serio”.
Quizá lo dijeron, quizá no. Pero quiero intuir o creerme que sí, que dejaron So what a lo último para dejar lo que quedaba, el último aliento, ahí grabado. Empieza el juego, casi al revoleo, con la batería y el piano. Pero para que empiece de veras So what, para que te des cuenta de que es, tiene que empezar la línea del contrabajo. Cabe aclarar para los desprevenidos que So what es un tema en apariencia simple en cuanto a lo armónico, con tan solo dos acordes, pero con una vuelta... ¡difícil de calcular! (Pruébenlo en sus casas). Comienza la famosa línea de contrabajo y así se interna Barbieri en este último vuelo, con sus sobreagudos y aquellas notas largas y agónicas. Por supuesto, todos zapan para despedirse, en algún momento se miran, imagino, vuelven a la base, y cuando el jazzman argentino más mundial mira a los otros y estira la nota final, al unísono dicen basta. Y los cuatro van juntos hacia esa unidad sonora que es difícil de apreciar en un comienzo, pero cuando te vas metiendo comienza a silbar.

Eso que los jazzistas viejos llaman la libertad.
Al final, no era verso.

Néstor Astarita y sus amigos tambores.


[BONUS TRACK: ANECDOTARIO]
Aproveché la bondad de Néstor para pedirle un par de anécdotas de su vida con Gato, y accedió gentil. Los dejo con él, que da al texto un gran cierre.

La boquilla: Tengo mi corazón lleno de momentos imborrables con Gato y Baby en toda mi feliz vida de músico de jazz. Cuando terminábamos de tocar en Jamaica íbamos a casa de Gato a escuchar a Miles y a Coltrane y Gato se ponía a modificar su boquilla del saxo, ya que antes de salir le había colocado un poco más de Poxipol 10 minutos y así se pasaba las horas buscando su columna de aire, poniendo, limando y tocando para probar. Por supuesto, un día la encontró...

Gato bromista: Gato era muy serio, despistado e introvertido, nunca hacía bromas. Lo más pesado que le vi hacer fue ponerse un calzoncillo a lunares enorme, ¡y bailar un tema de Coltrane con ritmo de rumbita!

Jazzista olvidadizo: Dentro de sus distracciones, creo la más grosa fue cuando se levantó a la mañana, se puso sus anteojos oscuros y su piloto azul ¾ y agarró el saxo... Entonces Michelle, su jazzera e inseparable mujer le dice 'Gato querido, ¿dónde vas?', y Gato le responde 'a… a… al ca… ca… canal querida'. '¡Bueno... entonces ponete los pantalones!'.

Tocar emocionado: Una musical. Una vez estábamos tocando en un recital al aire libre en Santa Fe -parecía un recital de Sandro de la gente que había- y en un momento Gato emite un sonido, una frase que me atravesó el corazón… no me lo pude bancar y me quebró, ¡no podía parar de llorar! Terminé tocando y llorando, fue muy hermoso poder sentir eso, creo que es un momento de éxtasis supremo que se lo deseo al mejor amigo músico.

lunes, 2 de mayo de 2011

No sé por qué...

Pero hoy me encontré, casi de manera inconsciente, cantando este temita.
Digamos, entonces, que cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.


Queso ruso

Pasó de moda el Golfo, como todo, ¿viste vos?
Como tanta otra tristeza a la que te acostumbrás.
Ahora vas comprando perlas truchas sin chistar,
"calles inteligentes" alemanas para armar.

Y muchos marines de los mandarines
que cuidan por vos las puertas del nuevo cielo.

El bronceador "Charlotte" te cuida de la radiación,
rematan el electro de Elvis al morir.
Fijate de qué lado de la mecha te encontrás,
con tanto humo el bello fiero fuego no se ve

Y hay algo en vos que está empezando a asustarte...
cosas de hechicería desafortunada.

Quedate con el vuelto, mula de la enfermedad,
pobrete que sos tropa de la guita y chimpancé,
quedate esa petaca con saliva y nada más,
mordiéndote la lengua por poco me engañás.

Sentís la mosca joder detrás de la oreja
y chupás la fruta sin poder morderla.

Y hay muchos marines de los mandarines
que cuidan por vos las puertas del nuevo cielo...