miércoles, 24 de octubre de 2012

Dos canciones: Elliott Smith, estrella de puntas filosas


"Depresiva no es la palabra que yo usaría para describir mi música, pero hay algo de tristeza en esta. Tiene que haberla, para que la felicidad en ella realmente importe".

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Llevo un tiempo deseando reflotar esta sección, en la que –refresco memorias– trato de describir a un artista a través de tan sólo dos de sus piezas. Teniendo en cuenta que casi siempre nadamos en los márgenes de la música pop-rock, viene zafando la parte del título que habla de ‘canciones’ (cuando me meta con Frank Zappa o King Crimson suspenderemos el título momentáneamente, quédense tranquilos).
En fin, arribé a la música de Elliott Smith hace poquísimo y, además de arrepentirme por ello y seguir descubriéndolo, no puedo dejar de escuchar una canción en particular, así que me encargaré de describir lo que genera de la mejor manera posible... Y como tenía que agregarle otro tema, recordé lo primero que escuché de él. Las elecciones del caso son las siguientes:

Canción uno: Waltz #2
Álbum: XO (1998)

Detesto las calificaciones de discos, películas y libros mediante el sistema de estrellas (son para los hoteles, ¿o me equivoco?) pero si me obligaran a colocarle alguna puntuación a este tema, las estrellas serían como las del hotel más asquerosamente lujoso: cinco. Waltz #2 te hace sentir un ser miserable y a la vez te escupe una gota de felicidad, felicidad resignada... hay algo en su instrumentación, y ese algo debe ser el piano, que conduce al tema como una gema de cierta placidez, como si al tipo le hubiera pasado algo bueno aunque sospechemos que no. Aunque, si hay angustia, la luz no estará tan lejos.
Pero vayamos dando pasos, mejor: el comienzo de la batería sólo nos marca lo que ya dijo el título –3/4 = vals–, las guitarras acústicas y eléctricas tiran para abajo y el piano, como dije, levanta un poco el entramado tímbrico, es el secreto más exhibido (y como sabemos, el instrumento más perfectamente desafinado, o el neutro por excelencia). Cuando escuchamos la voz de Elliott cantando la primera estrofa no sabemos si está triste o en paz, desconcierta un poco y hace creer que el tipo se está aguantando algo. Algo que está viendo.
El comienzo de la letra no se llega a comprender del todo bien. ¿Es una situación que nuestro protagonista observa, o es algo que él mismo está llevando a cabo? Lo que sí pasa allí ya es un signo inconfundible de una canción pop perdurable: se cita a otra canción despechada. Trascribo la primera estrofa a ver si me pueden ayudar: “First the mic, then a half cigarette / singing Cathy's Clown / that’s the man that she's married to now / that’s the girl that he takes around town”. (Primero el micrófono, luego medio cigarrillo / cantando Cathy's Clown / Ése es el hombre con el que ella está casada / Ésa es la chica con la que él recorre la ciudad). Me repito: ¿los dos primeros versos corresponden a la pareja a que alude Smith, o es él quien canta Cathy’s Clown, irónica viñeta de los Everly Brothers acerca de la nueva pareja de una ex? Primer interrogante y primer acierto del tema: la referencia a un elemento ajeno pero que nos retrotrae al mismo problema: parece que nuestra mina se fue con otro. El pop se retroalimenta del pop y el mal de muchos, ya sabemos. Pero sigamos.

Elliott continúa la descripción de la parejita feliz con la misma marcha melódica, pero comienza a darnos algunas apreciaciones personales (la chica no muestra emoción alguna, “mira al vacío como una muñeca muerta”). Cuando el tema baja la intensidad, llega la muerte. Así de simple. Llegado el minuto y medio de desarrollo, Elliott lo dice, mientras la música se desploma con la misma melodía de piano y guitarra del comienzo, esa que será leitmotiv y que se nos adhiere al cerebro con esta frase: I'm never going to know you now / but I'm going to love you anyhow. Ahora nunca voy a conocerte, pero aún así voy a amarte. Cómo dice, eso es lo más terrible, pareciera que se está desmoronando y que grabó la canción sintiéndola de verdad y por eso se le cortan las palabras. Escuchen con atención.
El interludio con melodía de piano devuelve la dulzura, y la estrofa siguiente trae más incógnitas, pues la pareja llama a alguien “de nombre familiar”. Luego él toma la primera persona y deja de describir a la pareja para alegrarse de tener poca memoria. “Lo estoy haciendo bien, hora a hora, nota a nota”. Acá nos jode la vida y no entendemos nada. Para colmo introduce una nueva parte musical, la famosa y necesaria parte C, que sube la intensidad de la canción para luego retornar a las estrofas (Estoy aquí dispuesto a quedarme. Estoy cansado). Pero la siguiente estrofa se dirige a su madre y nos aclara un poco el panorama: la historia de la pareja no era la de una ex mujer, es su mismísima madre con un tipo que parece no caerle muy en gracia al hijo celoso (Dile a ese señor con planes imposibles que me deje en paz).
El final del tema es, por supuesto, la frase más terrible de todas, aquel I'm never going to know you now / but I'm going to love you anyhow repetido tres veces y ornamentado por unas cuerdas chirriantes de fondo, hasta que Smith termina de cantar y se suman al primer plano -la melodía de piano- sin esa tensión y como un acompañamiento más clásico. Un detalle sutil y a la vez un broche de oro para este viaje de cuatro minutos y cuarenta segundos. Algo se resolvió y estamos enamorados.


Canción dos: Needle in the hay
Álbum: Elliott Smith (1995)

Me quedó grabada. La película –en español– se llamaba Los excéntricos Tenenbaum, y la fui a ver al cine con mi familia. Ahora es más o menos conocida, no sé si en ese momento lo fue como para ganar premios y esas cosas, pero sí está llena de actores catalogables de famosos (los Hermanos Wilson, La Mujer del de Coldplay, Ben Stiller y otros varios). En una escena de las tantas remarcables que la peli tiene, aparece como un rayo esta canción que me da escalofríos desde ese día que la escuché en el cine, ¿hará diez años?, ¿más? Hoy la sensación no cambia y mucho tiene que ver su impronta, su fuerza, su ira contenida. Fue la primera vez que escuché a Elliott Smith y ni sabía quién era, pero el tema me quedó en la mente y fue el primero que localicé cuando busqué la banda sonora años después.
Contrario a lo que hice con el vals, de esta canción ni quiero leer la letra (miento, la leí una vez, pero no quiero basar mi sesudo análisis en ella). Alcanza con la tensión que la aqueja, con el magnetismo que genera esa voz; la presencia cortante de la guitarra, única compañía que se va cruzando entre los susurros como una cuchilla de carnicero: corta todo al medio y no hay vuelta atrás.

Hay tipos que han hecho de su relación con la guitarra cancionera (?) un hito. Digo, orientados a esta formación tan minimalista como es un hombre solo con su instrumento (sigo hablando de la guitarra). En lo que llamamos canción, folk, etcétera, están Dylan, Cohen, Young, Drake, todos ellos han hecho grandes discos sólo acompañándose de seis cuerdas nobles, y cada uno lo ha logrado a su manera. No sé si le sirvieron de inspiración a Smith; sí sé que lo que hace en Needle in the hay no lo hizo ni Leonard Cohen con sus arpegios más tenebrosos: generar un Efecto Psicosis (sí, la película, también), el famoso sonidito que todos replicamos jodiendo, la tensión criminal, el segundo culminante antes del desastre. Si Ian Curtis se colgó escuchando The idiot de Iggy Pop, Elliott Smith bien podría haberse matado escuchando su propia canción. Es terrible (tan terrible como murió Elliott, digo). Wes Anderson también la entendió así: hay una pregunta-respuesta tan sonora y tan siniestra de esa guitarra, que la voz queda casi reducida a la tarea de susurrar y terminar de devastarte. Ojo, a los 3 minutos y 15 segundos dice la palabra “marksssss” estirando la ese de tal manera que te destruye si todavía estabas entero. Lo único que querés es largarte a llorar y buscar a tu mamá para que te consuele como a un bebé.
En el final, con la repetición como mantra de las cuatro palabras del título, la guitarra galopa un poco más, el rasguido parece soltarse hacia el country más clichoso y hasta tiene algunos pifies –¿o serán a propósito? –, pero el amague dura unos pocos segundos sensatos. Posteriormente, el instrumento retoma su oscuridad de cuerdas bordonas, esas que suenan graves en toda la canción. Graves como la sensación de final inminente, lo que se acaba sin que podamos evitarlo. Prohibido escuchar esta canción de mal humor... Hay bellezas que hieren más que un cuchillo de sierra clavado en el pecho.

3 comentarios:

cadorna dijo...

Smith querido... cómo te odio cuando te escucho y me hacés sentir tan bien y tan mal al mismo tiempo. Puto.


PD: ¿Algún link para sus discos? No tengo todos y en Musimundo no hay (?).

santiago segura dijo...

Ja, tu sensación es la de muchos.

Decime qué discos necesitás y te los busco. Por Mercado Libre hay varios...

Muffin Man dijo...

Escuchaste la versión de "Needle..." que hicimos con The Ride para un homenaje argentino a Elliot en el 2011?.... buscala.

Abrazo. Fabián.