
Algo corrida al margen, para mí, aparece la banda más personal de todas -palmo a palmo con el dúo White- y la más drástica en lo que refiere a concepto sonoro. Creo que son lo mejor que nos deja esta pálida década, llena de tributos y vueltas al pasado (algo que no está mal en su justa medida, pero que se transformó en moneda demasiado corriente estos últimos años). Hablo nada más y nada menos que de Queens of the Stone Age, un plan llevado a cabo por Josh Homme, que bien podría denominarse como combo musical. En todos los discos cambia la formación y aparecen muchos -y muy buenos- músicos invitados colaborando con el proyecto. En este caso, iremos a su disco de 2002, quizá el más conocido.
Songs for the deaf fue grabado entre marzo y junio de 2002 y editado en agosto del mismo año. Es el tercer disco del grupo y fue calificado por la prensa especializada como uno de los mejores discos de dicho año. Cada tema del álbum tiene un separador con un locutor anunciando el siguiente track, algo que ya hiciera hace unos años antes Attaque 77 (¿habrá escuchado Josh Homme Radio insomnio?). Según el mismo Homme comentaba a la salida del álbum: “el primer disco fue ‘distanciarse de Kyuss’, el segundo fue llevar nuestra música a otras áreas y este disco lleva eso un poco más lejos aún. He pensado en este disco desde el primero”. La otra cabeza del grupo, Nick Olivieri, decía: “Nosotros seguimos haciendo lo que hicimos siempre. O sea, la música que queremos oír pero que no conseguimos en las tiendas. Entonces la hacemos. No tratamos de satisfacer a nadie, no sé como hacer eso porque nunca he vendido discos, sabes a lo que me refiero, ‘¡escribamos un hit!’... No sé qué es eso, porque nunca tuve uno”.
Para la ocasión, el baterista del grupo –tanto en la grabación como en la gira de presentación del disco- fue el Sr. David Grohl, más conocido por sus trabajos en otras banditas de los noventa que supongo ustedes conocen. Entró temporalmente como reemplazo de Gene Trautmann y su estadía en la banda fue únicamente por esta placa (les comenté que en QOTSA los músicos van y vienen). Más que suficiente, podría afirmarse, porque el trabajo del foo fighter es impecable.
Pero claro que el disco no es ni por asomo sólo el trabajo del estelar músico invitado. El clima opresivo de cada uno de los temas, esa oscuridad tan violenta que presentan casi todos los tracks, es mérito del genio de Homme y el -ya ex- bajista Olivieri. Aún sonando casi como una antítesis al pop de difusión, lograron meter un par de pequeños hits en MTV: las gemas No one knows -quizás por su irresistible riff y su marchoso ritmo- y Go with the flow.
Etiquetarlos como stoner rock quizá sea algo injusto, pero a su vez ellos mismos desde su anterior banda Kyuss fueron pioneros de dicho género. Yo diría más bien que Queens of the Stone Age es rock desértico, saturado y paranoico, con algunos momentos cercanos al heavy metal y la psicodelia -los justos y necesarios- y una mínima dosis de pop e ironía que los vuelve irresistibles luego de un par de escuchadas (está claro que no son una banda de sencilla digestión. Digamos que son como comerte cinco hamburguesas con un vaso de agua).
Otro invitado del disco que se destaca -en realidad figura como miembro estable de la banda- es Mark Lanegan, uno de los cantantes más ásperos e interesantes de la década anterior, recordado por su trabajo con los Screaming Trees. Su participación resulta ideal para el estilo de los Queens -tan huraño como su voz- y resalta en uno de los grandes momentos del disco: Hangin’ tree.
Distintas razones por las que no debe faltar Songs for the deaf en sus discotecas -o PC’s-: el rock alternativo mixado con flamenco de First it giveth; la desaforada Six shooter; el clima de God is in the radio -ese solo sí que es stoner rock-; la sesentosamente convencional Another love song; la acústica Mosquito song, un poco de aire entre tanta gravidez... Bueno, ya saben.
Mejor escúchenlo enterito.
Pequeño Detalle 1: como siempre, en todos lados hay un argentino metido en el medio. En este caso, Paz Lenchantin –a esta altura, más yanqui que argentina, pero no importa- colabora en el disco metiendo cuerdas.
PD2: ¿sabían que los QOTSA vinieron a Argentina como soporte de Iron Maiden -cuando estos tocaron en Vélez- y fueron maltratados por el público, algo increíble si los escuchan un poquito? ¿Y que luego tocaron en Cemento para -solo- unas doscientas personas?
PD3: el último tema del álbum es Everybody’s gonna be happy, un justo homenaje a The Kinks.